TÉCNICOS ORSEP EL ORGANISMO REGULADOR DE SEGURIDAD DE PRESAS Los vecinos de Esquel ejerciendo los Derechos Humanos a la salud, al ambiente sano y a la libre determinación de los pueblos. El rol de la comunicación social y la información veraz en el movimiento Del NO A LA MINA ARTÍCULO | POR ING. CARLOS A. YEMA Como resultado de un nuevo cuadro de situación y luego de un período de transición con organizaciones regionales independientes entre si, el Estado Nacional decide la creación de un único organismo, con jurisdicción sobre las presas de su propiedad y la totalidad del territorio nacional. Nace así, mediante el Decreto Nº 239 del Poder Ejecutivo Nacional, en Marzo de 1999, el Organismo Regulador de Seguridad de Presas (ORSEP). El ORSEP es un organismo descentralizado del Estado Nacional, que actualmente está ubicado en la jurisdicción de la Secretaría de Obras Públicas, del Ministerio de Infraestructura y Vivienda. Su jurisdicción se extiende a las presas con generación hidroeléctrica, concesionadas por el Estado Nacional. También puede extender su jurisdicción a presas de propiedad de las provincias, con o sin generación de energía, por expresa solicitud de aquellas. La norma de creación del ORSEP contempla también diversas modalidades de asesoramiento y asistencia por vía de convenios. En cuanto a los aprovechamientos hidroeléctricos binacionales, los tratados vigentes no permiten la aplicación directa de la legislación nacional a los entes respectivos (Ente Binacional Yacyretá y CTM Salto Grande), pero el ORSEP está facultado no obstante, a celebrar con estos organismos, convenios de similar tenor que con las provincias. Los objetivos fundamentales del ORSEP, pueden resumirse de la siguiente manera: Llevar a cabo la fiscalización y la regulación técnica en las presas actualmente en explotación y que se construyan en el futuro, de propiedad del Estado Nacional. Ejercer la facultad de Autoridad de Aplicación que le ha sido delegada en materia de Seguridad de Presas, en los contratos de concesión de las obras de generación hidroeléctrica. Para el cumplimiento de estos objetivos, las principales acciones que lleva a cabo el ORSEP se orientan a la adopción de una serie de medidas de control que permitan mantener a las obras fiscalizadas bajo el más alto nivel de seguridad posible. Tiene, según ya se ha dicho, jurisdicción sobre todo el territorio de nuestro País, y está estructurado sobre cuatro regiones: Norte, Cuyo Centro, Comahue y Patagonia. Su sede central se encuentra en la ciudad de Cipolletti, Provincia de Río Negro. En síntesis, y a pesar de lo mucho que aún resta por hacer en esta disciplina, es posible afirmar que nuestro País ha materializado un importante avance en lo que hace a la seguridad de sus presas, servicio que habrá de contribuir sin duda, a mejorar la calidad de vida de quienes están sometidos al riesgo que estas obras generan. Sin embargo, es necesario no obstante, señalar un aspecto que afecta negativamente los logros alcanzados en la materia. Trasladar la administración central de la Presidencia del ORSEP a la Capital Federal representa un hecho preocupante. La necesaria descentralización que requiere un país que ha concentrado desproporcionadamente el poder en la Capital Federal, y la condición de nuestra Patagonia de ser la poseedora de las más ricas cuencas hídricas del territorio nacional, como asimismo las obras hidráulicas de mayor generación energética, le otorgan naturalmente el derecho de mantener la sede de aquel organismo donde funcionó desde su misma creación. ALGUNAS REFLEXIONES FINALES. A modo de capitalizar tan dolorosa e importante experiencia, se torna insoslayable hacer una breve referencia a los graves sucesos ocurridos en Nueva Orleáns, Estados Unidos, derivados de la destructiva acción del Huracán Katrina. La ciudad de Nueva Orleáns está construida en su mayor parte, bajo el nivel de dos lagos importantes y un caudaloso río. Al norte, se ubica el lago Pontchatrain, al sur el río Mississippi y al este, aunque a mayor distancia, el lago Borgne. Esta particular situación impuso la necesidad de construir un sistema perimetral de presas en derredor de la ciudad, a fin de protegerla de las periódicas crecidas de los lagos y el río mencionados. El mantenimiento de este sistema defensivo, de varios kilómetros de extensión, está a cargo del Cuerpo de Ingenieros del Ejército de los Estados Unidos, organización que amerita una dilatada trayectoria y experiencia en materia de proyecto, construcción y mantenimiento de presas. Según coincidentes opiniones de autorizadas fuentes provenientes de los Estados Unidos, el deficiente mantenimiento del sistema de presas provocó el colapso del sistema, manifestado en la apertura de dos enormes brechas por donde ingresó la masa de agua que dejó el 80% de la ciudad bajo agua, que alcanzó una altura máxima próxima a los 7 metros. Cabe ahora formularse la siguiente pregunta: ¿Cuál es la razón por la que una prestigiosa y experimentada organización de la mayor potencia del planeta haya descuidado, en actitud más propia de un país subdesarrollado, el mantenimiento de un sistema de obras de defensa tan importante para la seguridad de los habitantes de esa ciudad?. A saber, no tienen un origen técnico sino que las razones de tal falencia obedecen a una decisión política. Según los reportes de diarios de Estados Unidos, después del 2003, el Cuerpo de Ingenieros debió disminuir sensiblemente sus trabajos de control y mantenimiento de las presas debido a una importante reducción de su presupuesto. Dicha reducción fue consecuencia de los enormes gastos requeridos por los conflictos bélicos de Estados Unidos en Irak y Afganistán. Esta dolorosa pero enriquecedora experiencia nos invita a extraer una enseñanza fundamental: la Seguridad de Presas, además de estar en manos de profesionales experimentados en la materia, debe contar con el respaldo permanente de decisiones políticas que no le retaceen los recursos necesarios. Es decir, que no basta que dichos profesionales constituyan un equipo idóneo y altamente experimentado, sino que quienes tienen el nivel de responsabilidad política sobre ellos, sean lo necesariamente concientes para garantizar la intangibilidad de los recursos destinados al mantenimiento de estas obras. Es menester que estos niveles de responsabilidad política no dejen de visualizar bajo ningún concepto, que la rotura de una presa puede constituir una de las mayores catástrofes de carácter humano, ambiental y económico, derivada de la negligencia o error del propio hombre que la erigió.