Ricardo Lagos Weber.

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Ricardo Lagos Weber es un político sui generis. Espontáneo e informal, la simpatía y
sentido de humor que le brota por todos los poros, no le resta ni un ápice a la seriedad y
responsabilidad con que se toma su nuevo cargo de senador de la República y
Vicepresidente del PPD. Sin duda tiene pasión por la política, pero más que eso, es una
persona que posee un enorme entusiasmo de vivir y una empatía natural para compartir
con otros las cosas cotidianas de la vida. A sus 48 años, ha demostrado que tiene las
capacidades, el potencial y las ganas para jugar en primera división y, ahí está, en las
solemnes salas del Senado, imponiendo su propio estilo.
Se define como un hombre de izquierda, social demócrata, liberal y agnóstico. Carece de
pretensiones intelectuales, pero siempre está bien informado y atento a las necesidades de la
gente. Llegó más bien tarde a la política activa, pues solo dio el paso al frente cuando la
presidenta Bachelet se empeñó en que él fuera su Ministro Secretario General de Gobierno.
Allí actuó con naturalidad, encontrando el tono apropiado para convertirse en un vocero
cercano a la ciudadanía. Reacio a descender a la controversia chica, le gusta mirar las cosas
con altura. “Así me enseñaron- nos dice-. En la política hay distintas ópticas y yo prefiero
ser medida por ésa. Y me lo enseñaron personas que tuvieron un gran futuro.” No se
requiere título de adivino para intuir por dónde van los tiros.
¿En qué está Ricardo Lagos Weber hoy?
Estoy asumiendo que tengo una tremenda responsabilidad como senador. Obtuve una
gran votación contra contrincantes muy duros: un trabajador como es Chahuán y una
figura como es Lavín. También estoy tratando de encontrar un registro apropiado en
la oposición, porque aquí, se transpira bastante soledad.
¿Quieres decir que estás incómodo en tu nuevo rol?
No, pero tengo claro que poseo un capital político que debo invertir bien y para eso
tengo que salir fuera. Mi responsabilidad no se agota en legislar. Chile ha cambiado –
en gran parte gracias a la Concertación- y los chilenos están más demandantes. Hay
muchas causas y temas que le importan a la sociedad chilena que hoy día no están
representadas en el Congreso. Hay que lidiar con una ciudadanía que se ha hecho más
vocal, más participativa y que no necesariamente está conectada con la política, que
desconfían de ella. Yo quiero llegar a los que hoy no se sienten representados, ver
cómo sumarme a esos carros.
¿Es una crítica al sistema de representatividad de nuestra democracia?
Sí, nuestra democracia es poco representativa. El sistema electoral no es el más sano y
eso hace que tengamos casi 3.500.000 de personas que no votan, que derechamente no
participan como ciudadanos electores, a los que hay que sumar los que votan blanco,
nulo o se excusan. Pero no porque no voten están ausentes. Es lo ocurrió con el
Transantiago. Después que se diseñó e implementó, incluso quienes no eran usuarios
generaron opinión y esas opiniones son importantes. Nuestro sistema político no capta
eso y si bien soy partidario del voto voluntario y de la inscripción automática, no es
menos cierto que incluso si lo hacemos voluntario, los inscritos podrían decidir no ir a
votar.
Estás dispuesto a mantener una política de acuerdos con el gobierno, como lo hiciste
en el royalty?
Creo que uno tiene que hacer lo que cree correcto siempre, pese a los costos. Quedé
muy tranquilo con mi conciencia y todavía no logro convencerme de porqué era mejor
rechazarlo. Si lo hacíamos, las mineras grandes iban a pagar 4% de impuesto hasta el
2017 y recién ahí veríamos si teníamos votos o iniciativa presidencial para cambiarlo.
Además, siento que debo mantener unos estándares de consistencia propia más
exigentes.
¿Cuál es tu diagnóstico de la derrota concertacionista?
Nosotros cambiamos el país y la sociedad se movió hacia la izquierda en estos 20 años.
De hecho ninguna propuesta conservadora-reaccionaria fue parte de la campaña
presidencial. Sin embargo, nos ganó la derecha por miles de razones: porque hicimos
primarias truchas, porque no supimos ponernos al día, porque dejamos de escuchar a
los chilenos y eso, nos pasó la cuenta.
¿No será que la centro-derecha tiene un proyecto renovado?
Creo que la derecha todavía está buscando su identidad definitiva. Ha habido un
cambio, una mutación, porque incluso los mismos personajes que en algún minuto
veíamos con mucho rechazo, es gente que ahora está levantando la mano para decir
cosas muy razonables. El caso más sintomático es el de Pablo Longueira, pero hay
más personas que han evolucionado, que han hecho un esfuerzo consciente, que
estuvieron dispuestos a morderse los labios, la lengua y hasta arrastrarse un poco
para constituirse en una opción de gobierno, y por eso ganaron.
¿Qué te diferencia políticamente con el gobierno de Piñera?
Mucho y en diversas áreas. Quieren privatizar la salud a través del bono Auge. En vez
de ponerle más recursos al Estado para que atienda más horas en los hospitales
públicos, le darán a las personas que no alcanzan a atenderse ahí, un bono para ir a
clínicas privadas. Ellos quedarán recontentos, serán atendidos en un lugar bonito y tal
vez en el mismo período de tiempo, pero no van a saber o no les va a importar que eso
le cueste tres veces más al Estado. Otro ejemplo, las universidades de cota mil están
imponiendo una visión cultural y ahora, en la discusión del presupuesto, el gobierno
plantea que cualquiera de ellas puede acceder a los FDI, incluidas aquellas que se
dedican a venderse en el mercado por 5 mil dólares el alumno. Yo prefiero que ese
financiamiento, que es de todos los chilenos, vaya a las universidades estatales o del
Consejo de rectores, donde hay más diversidad. La derecha no cree en una
democracia más representativa para no perder sus cuotas de poder, porque la
derecha, estoy convencido, desconfía del pueblo al final del día.
Pero el comentario generalizado es que este gobierno se ha izquierdizado y les está
quitando las banderas…
He escuchado decir eso. ¿Qué banderas nos robó? ¿Alza de impuestos? Alzó
transitoriamente unos y rebajó permanentemente otros. Cuando Piñera deje el
gobierno, de acuerdo al informe financiero de Rosana Costa, el Estado va a recaudar
menos plata que hoy. ¿Nuevo trato? Yo esperaba ver en este presupuesto los recursos
para eliminar gradualmente el 7% de salud de los jubilados; hasta ahora no he visto
nada. ¿Post natal de 6 meses? No viene nada en el presupuesto. Entonces, yo no siento
que nos hayan quitado nada; otra cosa es que haya personas del mundo nuestro, de la
izquierda, que le entrega gratis las banderas a la derecha.
Quienes por ejemplo?
Hay personas que lo han dicho, agregando que la derecha está haciendo cosas que
nosotros no hicimos. Pero se olvidan que fuimos nosotros justamente los que
cambiamos el país del centro a la izquierda, que abrimos el debate valórico, que
inventamos el royalty, que hemos hecho de Chile un país más abierto, liberal y
solidario. Entonces ¿quién ha ganado la batalla ideológica? El modelo de la derecha
iba asociado con un conservantismo muy fuerte y hemos sido nosotros los que hicimos
el giro. Si no fuera así, ¿por qué hay algunos decepcionados en la derecha? Los Buchi
y otros que se preguntan donde están sus banderas. ¿Quien defendió la posición del
CNTV? ¿Cuántos senadores de derecha salieron a defender el fallo de Chadwick y
compañía? Fue Genaro Arriagada y…es que otra cosa es con guitarra.
Para ti, es lo mismo la derecha que el piñerismo?
¿Sabes cuál es la diferencia? Yo con Longueira puedo llegar a 40 acuerdos; con el
gobierno de Piñera a duras penas llegué a un acuerdo en el royalty, porque en todo lo
demás han sido inflexibles, no han escuchado, han pasado la aplanadora. Pero
además, en el día a día, en el trato, no hemos llegado a entendimiento.
¿Por qué?
No sé si es desconfianza, pero individualmente me asusta la fuerza, la carga con que
se imponen. Por ejemplo, me preocupa cómo va a ser el comportamiento de los
gobiernos regionales con las comunas. Tengo la peor de las sospechas en lo que está
pasando con los alcaldes en materia de reconstrucción: los van a discriminar a todos,
no les van a devolver las lucas y eso no va a hacerse público.
¿ y qué está pasando al interior de la Concertación?
Yo creo que para avanzar y ser alternativa de gobierno, tenemos que sumar más que
restar y para sumar tengo que trabajar con todas las fuerzas que quieran hacer un
país más justo y que incluya tal vez a parte de la derecha. Incluir desde la DC al PC, a
los que votaron por ME-O y a muchos que hoy no participan en política. Yo no tengo
vocación de oposición. Ser opositor no cuesta nada, lo criticas todo y te pones amargo.
Hay otras visiones también, los que quieren una agenda más radical, que dicen que
hay que agudizar un poco más las contradicciones y marcar.
Y ¿con cuál de esas estrategias te quedas?
Es positivo marcar diferencias en los temas y distinguirte, pero eso no garantiza para
nada que vayas a ser mayoría. Puede servir para sacar parlamentarios pues con el
binominal puedes con un 35% obtener quizás un escaño, pero no te sirve si quieres ser
gobierno y yo quiero ser gobierno. Son los gobiernos los que cambian los países, no
solamente los principios. Yo al menos tengo una cosa clara: no me sobra nadie para
enfrentar a la derecha con sus dineros y sus medios.
¿Cuán huérfanos quedaron sin Michelle Bachelet?
La “Jefa” está sólo a diez horas de vuelo…
Como rostro de la renovación concertacionista, ¿cómo vislumbras tu propio futuro
político?
Más que sentirme rostro de nada, formo parte de un grupo grande de chilenos que
compartimos una posición y vamos a tener la posibilidad de desplegarnos un poco
más. Hay que asumir las responsabilidades, tomar posiciones. Nadie te entrega cuotas
de poder, hay que ganárselas. Eso es lo que hemos estado haciendo algunos y creo que,
desde ese punto de vista, el PPD dio la pelea y si bien no fue todo lo enjundiosa que
algunos hubieran querido, tenemos hoy una gran presidenta en Carolina Tohá.
Renovamos una parte importante de la mesa que hoy es más multicolor, lo que es sano
para nosotros como para los que estaban antes. Y lo digo con nombre y apellido, como
Guido Girardi que se ha ganado un espacio legítimo en el partido.
Y ¿estamos listos para la carrera presidencial?
Uno no se hace presidenciable, a uno lo hacen presidenciable. En ese sentido, no tengo
más que opinar.
Lo bueno, lo malo y lo feo de Piñera hasta ahora…
Lo bueno, su esfuerzo para que la ciudadanía lo vea en terreno. Es un esfuerzo
permanente que no sé si le resulta o no, pero lo hace. Refleja que siguió de cerca los
pasos de mi Presidenta Bachelet; lo malo: lo que han hecho en el gobierno con los
funcionarios públicos. Han echado a mucha gente; lo feo: una sobreutilización del
tema minero.
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