PUENTE FORMACIÓN Nº 76

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Nº 76 – enero 2012
Contenidos
Página 5
El Papa destaca la dimensión espiritual de la obra socia católica
Página 6
Mons. Juan José Omella en el VIII Encuentro Nacional Enfermos Mentales-Prisión
Página 8
VIII Encontro Nacional da Pastoral Penitenciaria – Portugal
“Uma chave para a Prisâo” (Fátima, 27 e 28 de Janeiro de 2012)
Página 10
Homilía en la Eucaristía del Encuentro Nacional de Voluntarios de Pastoral Penitenciaria
(Caracas)
Página 14
La importancia de estar en internet
Página 15
Revistas que nos han enviado…
Página 16
Unos interesantísimos libros…
Depósito legal: M-8717 – 1993
C/ Añastro 1 Tel 91 343 97 12 28033-MADRID penitenciaria@conferenciaepiscopal.es
Boletín del Departamento de Pastoral Penitenciaria (CEPS)
Página 2
Benedicto XVI a los presos: "Os llevo en el corazón ante Dios"
Página 19
Jornadas y encuentros formativos del próximo trimestre
Página 22
Calendario de Actividades programadas para 2012
BENEDICTO XVI A LOS PRESOS:
OS LLEVO A TODOS EN EL CORAZÓN ANTE DIOS
Visita pastoral a la cárcel de Rebibbia (Roma)
ROMA, domingo 18 diciembre 2011 (ZENIT.org).- Benedicto XVI hizo este domingo una visita
pastoral a la cárcel romana de Rebibbia. Allí dirigió un discurso a los encarcelados y respondió
a algunas de sus inquietudes.
A las 9,30 de este domingo, Benedicto XVI partió del Vaticano hacia la cárcel de Rebibbia. A su
llegada, fue recibido por la ministra de Justicia italiana Paola Severino, Franco Ionta, jefe de
departamento de la Administración Penitenciaria; Carmelo Cantone, director de la prisión y los
capellanes Pier Sandro Spriano y Roberto Guarnieri.
El encuentro con los detenidos y los agentes de la policía penitenciaria tuvo lugar en la iglesia
de la cárcel, dedicada al "Padre Nuestro". Tras los saludos de la ministra y del capellán Spriano,
el papa pronunció un discurso, respondiendo luego a algunas preguntas de los internos. El
encuentro acabó con la "Oración tras las rejas", compuesta por uno de los presos, la recitación
del Padre Nuestro y la bendición apostólica.
Saliendo de la iglesia, en la plaza de la misma, el papa bendijo un ciprés plantado como
recuerdo de la visita. Se despidió de las autoridades y, a las 11,30 dejó la prisión para regresar al
Vaticano, donde lo esperaban los fieles y peregrinos para el rezo del Ángelus.
Ofrecemos el texto del discurso del santo padre a los detenidos, en su visita pastoral:
Queridos hermanos y hermanas,
con gran alegría y emoción estoy esta mañana en medio de vosotros, para una visita
que se sitúa a pocos días de la celebración de la Natividad del Señor. Dirijo un
caluroso saludo a todos, en especial a la ministra de Justicia, honorable Paola
Severino, y a los capellanes, a los que agradezco las palabras de bienvenida que me
han dirigido también en vuestro nombre. Saludo al doctor Carmelo Cantone, director
del Centro Penitenciario y a los colaboradores, la policía penitenciaria y a los
voluntarios que se prodigan en las actividades de esta institución. Y saludo de modo
especial a todos vosotros, detenidos, manifestándoos mi cercanía.
“Estaba en la cárcel y me visitásteis” (Mt 25,36). Estas son las palabras del juicio final,
contado por el evangelista Mateo, y estas palabras del Señor, en las cuales se
identifica con los detenidos, expresan en plenitud el sentido de mi visita actual entre
vosotros. Dondequiera que haya un hambriento, un extranjero, un enfermo, un
encarcelado, allí está Cristo mismo que espera nuestra visita y nuestra ayuda. Esta es la
razón principal por la que me siento feliz de estar aquí, para rezar, dialogar y escuchar.
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La Iglesia siempre ha contado entre las obras de misericordia corporal, la visita a los
presos (cfr Catecismo de la Iglesia católica, 2447). Y esta, para ser completa, exige
una plena capacidad de acogida del detenido, «dándole espacio en el propio
tiempo, en la propia casa, en las propias amistades, en las propias leyes, en las propias
ciudades» (cfr CEI, Evangelización y testimonio de la caridad, 39). Querría de hecho
poder ponerme a la escucha de la peripecia personal de cada uno, pero,
lamentablemente, no es posible; sin embargo, he venido a deciros sencillamente que
Dios os ama con un amor infinito, y sois siempre hijos de Dios. Y el mismo Unigénito Hijo
de Dios, el Señor Jesús, experimentó la cárcel, fue sometido a un juicio ante un tribunal
y sufrió la más feroz condena a la pena capital.
Con motivo de mi reciente viaje apostólico a Benín, en noviembre pasado, firmé una
exhortación apostólica postsinodal en la que reiteré la atención de la Iglesia a la
justicia en los estados, escribiendo: «Es por tanto urgente que se adopten sistemas
judiciales y penitenciarios independientes, para restablecer la justicia y reeducar a los
culpables. Además, hay que erradicar los casos de errores judiciales y los malos tratos
de los prisioneros, las numerosas ocasiones de no aplicación de la ley que
corresponden a una violación de los derechos humanos y las encarcelaciones que no
desembocan sino tarde o nunca en un proceso. La Iglesia reconoce la propia misión
profética ante aquellos que sufren por la criminalidad y su necesidad de
reconciliación, de justicia y de paz. Los encarcelados son personas humanas que
merecen, a pesar de su delito, ser tratados con respeto y dignidad. Necesitan nuestra
atención» (n. 83).
Queridos hermanos y hermanas, la justicia humana y la divina son muy diferentes.
Cierto, los hombres no pueden aplicar la justicia divina, pero deben al menos apuntar
a ella, tratar de captar el espíritu profundo que la anima, para que ilumine también la
justicia humana, para evitar –como lamentablemente no pocas veces sucede– que el
detenido se convierta en un excluido. Dios, en efecto, es Aquél que proclama la
justicia con fuerza, pero que, al mismo tiempo, cura las heridas con el bálsamo de la
misericordia.
La parábola del Evangelio de Mateo (20,1-16) sobre los trabajadores llamados a
jornada en la viña nos hace comprender en qué consiste esta diferencia entre la
justicia humana y la divina, porque hace explícita la delicada relación entre justicia y
misericordia. La parábola describe a un agricultor que asume trabajadores en su viña.
Lo hace sin embargo en diversas horas del día, de man era que alguno trabaja todo el
día y algún otro sólo una hora. En el momento de la entrega del salario, el amo suscita
estupor y provoca una discusión entre los jornaleros. La cuestión tiene que ver con la
generosidad --considerada por los presentes como injusticia- del amo de la viña, el
cual decide dar la misma paga tanto a los trabajadores de la mañana como a los
últimos en la tarde. En la óptica humana, esta decisión es una auténtica injusticia, en la
óptima de Dios un acto de bondad, porque la justicia divina da cada uno lo suyo y,
además, incluye la misericordia y el perdón.
Justicia y misericordia, justicia y caridad, bisagras de la doctrina social de la Iglesia, son
dos realidades diferentes sólo para nosotros los hombres, que distinguimos
atentamente un acto justo de un acto de amor. Justo, para nosotros, es “lo que se
debe al otro”, mientras que misericordioso es lo que se dona por bondad. Y una cosa
parece excluir a la otra. Pero para Dios no es así: en Él, justicia y caridad coinciden; no
hay acción justa que no sea también acto de misericordia y de perdón y, al mismo
tiempo, no hay una acción misericordiosa que no sea perfectamente justa.
¡Qué lejana está la lógica de Dios de la nuestra! ¡Y que diferente es de nuestro modo
de actuar! El Señor nos invita a acoger y observar el verdadero espíritu de la ley, para
darle pleno cumplimiento en el amor hacia quien lo necesita. «Pleno cumplimiento de
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la ley es el amor, escribe san Pablo (Rm 13,10): nuestra justicia será tanto más perfecta
cuanto más esté animada por el amor por Dios y por los hermanos.
Queridos amigos, el sistema de detención gira en torno a dos puntos de referencia,
ambos importantes: por un lado, tutelar a la sociedad de eventuales amenazas, por
otro, reintegrar a quien ha cometido un error sin pisotear su dignidad y sin excluirlo de
la vida social. Ambos aspectos tienen su relevancia y pretenden no crear aquél
“abismo” entre la realidad carcelaria real y la pensada por la ley, que prevé como
elemento fundamental la función reeducadora de la pena y el respeto de los
derechos y de la dignidad de las personas. La vida humana pertenece sólo a Dios, que
nos la regalado, y no está abandonada a la merced de nadie, ¡ni siquiera a nuestro
libre albedrío! Estamos llamado a custodiar la perla preciosa de nuestra vida y la de los
demás.
Sé que la superpoblación y la degradación de las cárceles pueden hacer todavía más
amarga la detención: me llegaron varias cartas de detenidos que lo subrayan. Es
importante que las instituciones promuevan un un atento análisis de la situación
penitenciaria hoy, verifiquen las estructuras, los medios, el personal, de modo que los
detenidos no descuenten nunca una “doble pena”; y es importante promover un
desarrollo del sistema penitenciario, que, aún en el respeto de la justicia, sea cada vez
más adecuado a las exigencias de la persona humana, con el recurso también a las
penas sin internamiento o a modalidades diversas de detención.
Queridos amigos, hoy es el cuarto domingo de Adviento. Que la Natividad del Señor,
ya cercana, reencienda de esperanza y de amor vuestro corazón. El nacimiento del
Señor Jesús, del que haremos memoria dentro de pocos días, nos recuerda su misión
de llevar la salvación a todos los hombres, sin excluir a nadie. Su salvación no se
impone, sino que nos reúne a través de actos de amor, de misericordia y de perdón
que nosotros mismos sabemos realizar. El Niño de Belén será feliz cuando todos los
hombres vuelvan a Dios con corazón renovado. Pidámosle en el silencio y en la
oración ser todos liberados de la cárcel del pecado, de la soberbia y del orgullo: cada
uno de hecho necesita salir de esta cárcel interior para ser verdaderamente libre del
mal, de las angustias de la muerte. ¡Sólo aquél Niño en el pesebre es capaz de dar a
todos esta liberación plena!
Querría terminar diciéndoos que la Iglesia sostiene y anima todo esfuerzo dirigido a
garantizar a todos una vida digna. Tened la seguridad de que yo estoy cercano a
cada uno de vosotros, a vuestras familias, a vuestros hijos, a vuestros jóvenes, a vuestros
ancianos y os llevo a todos en el corazón delante de Dios. ¡El Señor os bendiga a
vosotros y a vuestro futuro!
(Traducción del original italiano por Nieves San Martín)
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EL PAPA DESTACA
LA DIMENSIÓN ESPIRITUAL
DE LA OBRA SOCIAL CATÓLICA
En una carta de agradecimento a "Adveniat" en su 50º aniversario
ESSEN, martes 18 de octubre de 2011 (ZENIT.org).– “La colaboración con el Reino de Dios tiene
una dimensión esencialmente espiritual”, destacó Benedicto XVI, en una carta de
agradecimiento a Adveniat con motivo del cincuenta aniversario de esta obra alemana que
ayuda a América Latina.
“En el Padrenuestro, Cristo nos enseña a rezar por la venida del Reino; no lo podemos hacer sin
más porque es sobre todo un don, indica en el mensaje, dirigidoal presidente de la obra
caritativa y obispo de Essen, monseñorFranz-Josef Overbeck.
Según el Pontífice, “el Reino de Dios y la obra de Cristo van a la par. Se despliegan donde, a
través del anuncio de la Buena Noticia y la celebración de los sacramentos, se verifica el
encuentro con Él, el redentor y salvador de los hombres”.
“Él mismo es la fuente de paz y el dador de salvación -añade, en referencia a Cristo-. Él no
permite que nuestro esfuerzo social permanezca materialmente, de forma exterior y vacía, sino
que lo colma con espíritu y vida”.
Precisamente Adveniat (en latín, “venga”) debe su nombre a la súplica del Padrenuestro
“venga a nosotros tu reino”, y muestra el objeto y finalidad de la obra: “una evangelización
liberadora en solidaridad de los católicos alemanes con los pueblos y la Iglesia en América
Latina y el Caribe”.
Benedicto XVI quiso dar las gracias vivamente a la Acción Episcopal Adveniat que ayuda a las
poblaciones desfavorecidas de esa zona americana desde hace cincuenta años.
En la misiva, fechada el 4 de octubre, Benedicto XVI recuerda la fundación de esta obra:
“Durante el tiempo de Adviento de 1961, los obispos alemanes destinaron, por primera vez, la
colecta de Navidad, realizada en el territorio nacional, a los proyectos pastorales de la Iglesia
en América Latina”.
“De esta fiel relación entre la Iglesia alemana y los hermanos y hermanas del sur y de centro
América nació la Obra de Ayuda Adveniat”, rememoró.
Según el Pontífice, “Adveniat permite al rostro de Cristo, humano y divino, resplandecer cada
vez más en América Latina y coopera decididamente en el desarrollo de una sociedad vital y
digna de ser vivida en la justicia y en la paz”.
Y añadió que “a través de innumerables proyectos socio-caritativos y de programas de
formación, las personas pobres y sin recursos han recibido un gran apoyo”.
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Mons. JUAN JOSÉ OMELLA OMELLA
(obispo encargado de la Pastoral Penitenciaria)
en el VIII Encuentro Nacional de Salud Mental y Prisión
(Toledo, 15-16 de septiembre de 2011)
Buenos días:
Dña. Mercedes Gallizo Llamas, Secretaria General de Instituciones Penitenciarias
D. Emiliano García-Page Sánchez, Alcalde de Toledo
Dña. Carmen Balfagón Lloreda, Secretaria General de Asuntos Sociales de la Consejería
de Sanidad y Asuntos Sociales de Castilla-La Mancha
Participantes todos.
Es para mí, como Obispo Encargado de la Pastoral Penitenciaria dentro de la Comisión
Episcopal de Pastoral Social de la Conferencia Episcopal Española, un motivo de alegría
participar en este VIII Encuentro Nacional sobre Enfermos Mentales y Prisión, organizado por el
Área Social del Departamento de Pastoral Penitenciaria de la CEE.
Mi agradecimiento sincero y reconocimiento para las autoridades que nos presiden; para los
ponentes que nos iluminará con su saber; para el Palacio de Benacazón, que nos acoge; para
el equipo del Comité Organizador que ha trabajado con eficiencia; y para todos los asistentes
por vuestra generosa respuesta.
Quienes trabajáis en el difícil, pero hermoso, campo de la Pastoral Penitenciaria necesitáis
claves para conocer, interpretar y encauzar la dura realidad del preso y de su entorno. Las
Ponencias, los Talleres, las Comunicaciones, así como las conversaciones en los pasillos, darán
pistas para acercarse al mundo de la cárcel con una mejor preparación técnica, psicológica,
espiritual y pastoral.Pero sois conscientes de que no basta la mera preparación humana,
técnica, es necesario que los agentes de Pastoral Penitenciaria posean un corazón sensible y
sepan hacer suyos los sufrimientos, los gozos y los sueños y esperanzas de los demás. Es
imprescindible que tengan una mirada limpia y creyente para descubrir los valores, aún a
veces muy escondidos, que cada persona posee en el hondón de su corazón, su infinita
dignidad. Es también muy necesario poseer un talante gozoso y lleno de esperanza, cimentado
en una gran confianza en Dios, que se fija y actúa siempre en la historia de cada persona; pero
también se necesita una gran confianza en el ser humano, que siempre es susceptible de
conversión. Y no podrá faltar, como en toda tarea evangelizadora, una gran dosis de
gratuidad. Se precisa trabajar a fondo perdido, sin esperar recompensa, ni siquiera la
recompensa del éxito aparente. La verdadera recompensa del educador, del agente de
pastoral, del que dedica su vida al servicio de los demás, es haberse gastado y desgastado en
amar y servir, en dedicar sus esfuerzos a la transformación de la sociedad sin necesidad de
agradecimientos y sin ver, quizás, el fruto de su siembra. La verdadera recompensa, la última y
definitiva palabra sobre nuestra vida y nuestro trabajo, están en el Señor.
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El tema de los enfermos mentales es grave, como lo era ya en tiempos del mercedario
valenciano P. P. Juan Gilabert Jofré (Valencia, 24 junio 1350 - El Puig, 18 mayo 1417) quien dio
voz y defensa a los enfermos mentales de su tiempo mediante el sermón pronunciado en la
Catedral de Valencia el 24 de febrero 1409, primer domingo de Cuaresma:
“Hay en esta ciudad muchas obras piadosas, caritativas y de gran provecho para los pobres;
pero falta una que es de suma necesidad; es decir, un Hospital o Casa en donde los pobres
inocentes y enajenados sean recogidos, porque muchos pobres inocentes y locos andan por la
ciudad pasando grandes necesidades de hambre, frío y malos tratamientos; por tal razón y
como por su estado no saben ganar ni pedir lo que necesitan para el sustento, duermen por las
calles y perecen de hambre y de frío; y hay personas tan malvadas y tan sin Dios ni conciencia,
que los maltratan y ofenden, y especialmente si los encuentran dormidos, los hieren, matan
algunos, y si son mujeres inocentes, sucede que abusan de ellas. Asimismo, los pobres locos,
andando por la ciudad, dañan a muchas personas, y esto lo conoce toda la ciudad. Por lo
cual, sería muy santo y muy bueno que en Valencia se hiciese una habitación u hospital en el
que dichos locos e inocentes estuviesen recogidos, de modo que no pudiesen andar por la
ciudad haciendo y recibiendo daño”.
Aunque el tema de los enfermos mentales en prisión es un problema social, político, de salud
pública y de pastoral eclesial, consideramos también que la prisión no es la respuesta
adecuada al problema de la salud de los pacientes mentales, más bien es una dificultad
añadida a su propia patología.
De ahí que este VIII Encuentro Nacional sea un nuevo reto para proseguir en la búsqueda de
alternativas y soluciones, no sólo desde las instituciones responsables al respecto, sino también
desde la sociedad y desde la Iglesia, responsabilizándonos cada uno en el campo que nos
corresponde. Ojalá que así sea. El fruto de este Encuentro se lo confiamos a la Virgen María,
Ntra. Sra. De la Merced, patrona de los presos y de la pastoral penitenciaria.
Buenos días, buena estancia y buen trabajo.
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VIII ENCONTRO NACIONAL DA PASTORAL
PENITENCIARIA
PORTUGAL
“UMA CHAVE PARA A PRISÂO”
(Fátima, 27 e 28 de Janeiro de 2012)
I – ENCONTRO NACIONAL
Nos dias 27 e 28 de Janeiro de 2012, sob a Presidência de D. Joaquim Mendes, Bispo Auxiliar
do Patriarcado de Lisboa, e Membro da Comissão Episcopal da Pastoral Social e da Mobilidade
Humana, que aqui representa, reuniu em Fátima um grupo de cerca de 120 pessoas, provenientes
das Dioceses de Angra do Heroísmo, Aveiro, Beja, Bragança, Coimbra, Guarda, Leiria, Lisboa,
Porto, Setúbal, Vila-Real e Viseu, para participar no VIII ENCONTRO NACIONAL DA
PASTORAL PENITENCIÁRIA, organizado pela Coordenação Nacional da Pastoral
Penitenciária.
Estiveram presentes o Senhor Sub-Director Geral dos Serviços Prisionais, Dr. Alfredo
Albuquerque, bem como outras pessoas da mesma Direcção Geral, manifestando assim o seu
interesse, como servidores do Estado para as Prisões, sobre questões relacionadas com a Pastoral
Penitenciária.
D. António Francisco dos Santos, Bispo de Aveiro, com a sua palavra de conforto e incentivo,
estimulou o desenvolvimento e estruturação dos Departamentos Diocesanos de Pastoral
Penitenciária.
Padres, Religiosos, Religiosas e Leigos, ligados à Pastoral Penitenciária ou por ela interessados,
reflectiram temáticas que andaram à volta do TEMA GERAL escolhido para este VIII
ENCONTRO: “UMA CHAVE PARA A PRISÃO”.
II - AO PARTIR, AFIRMAMOS:
1 – O Tema escolhido – UMA CHAVE PARA A PRISÃO – foi altamente mobilizador para as
pessoas presentes, já que a Coordenação Nacional pretendia que todos tomassem consciência que
a Igreja, nas Prisões, funciona como uma verdadeira CHAVE DE ESPERANÇA, não só para o
tempo de reclusão, mas também para o da saída, no pós-prisão.
2 – Foram apresentados temas sobre a INTERVENÇÃO DO CRISTÃO EM MEIO
PRISIONAL, na vertente do Assistente Religioso, do Colaborador e do Voluntário, num esforço
de aplicar com justeza o que a eles diz respeito no Decreto-Lei n.º 252/2009 de 23 de Setembro
sobre a Assistência Espiritual e Religiosa nos Estabelecimentos Prisionais e na Lei n.º 115/2009
de 12 Outubro que aprovou o Código de Execução de Penas e Medidas Privativas de Liberdade.
3 – Esclarecidas as questões e dúvidas que distinguem o “Voluntário” do “Colaborador”, em
meio Prisional, foi decidido aceitar dar forma legal aos Voluntários e Colaboradores, mediante a
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formalização da inscrição, dos que assim o entendam, no Secretariado Nacional para a Promoção
do Voluntariado, sob a mediação da Caritas Portuguesa.
4 – A passagem pelo nosso País de Monsenhor Fabio Fabbri, do Conselho Pontifício para a
Família, proporcionou aos presentes um testemunho pessoal sobre a sua vasta experiência sobre
o “DIREITO DOS PRESOS E DIREITO À FAMÍLIA: UMA PERSPECTIVA CRISTÔ.
5 – O estudo de “A LIBERDADE DE CONSCIÊNCIA, DE RELIGIÃO E DE CULTO DO
RECLUSO É CHAVE PARA A LIBERDADE”, trazido pelo Advogado e Antigo Bastonário da
Ordem dos Advogados, Dr. Rogério Alves, permitiu uma forte tomada de consciência
relativamente aos Direitos Fundamentais que assistem, mesmo às Pessoas privadas de liberdade,
no campo tão importante, como é o da Liberdade Religiosa.
6 – Como tema fundante da presença da Igreja nas Prisões, D. Joaquim Mendes fez connosco
uma profunda reflexão, fazendo-nos confirmar que “O EVANGELHO É CHAVE PARA A
LIBERDADE”.
III - CONSCIENTES DE QUE A IGREJA, COM OS DIVERSOS AGENTES DA
PASTORAL PENITENCIÁRIA – PADRES, RELIGIOSOS E LEIGOS – SE AFIRMA
COMO “UMA CHAVE PARA A PRISÃO”,
1º - Queremos reforçar em nós a preocupação de que, em cada Diocese do nosso País, sejam
mais reforçadas e animadas as Comissões ou Secretariados de Pastoral Penitenciária.
2º - Entendemos que é urgente e importante a indispensável formação contínua de Assistentes,
Colaboradores e Voluntários.
3º - Reconhecemos que, para uma boa e eficaz actuação apostólica da Igreja nas Prisões, é
indispensável que a actuação dos Católicos se faça, sempre, em união, coordenação,
programação e avaliação com o Assistente Religioso, nomeado pelo Bispo Diocesano.
4º - O Voluntariado Católico, nas suas diversas expressões, deve ser sempre realizado em
comunhão com o Assistente Religioso, e o seu “Plano de Acção” deve integrar os objectivos da
presença da Igreja no respectivo Estabelecimento Prisional, não só tendo em vista os melhores
resultados pastorais, mas para que seja manifesta a unidade da única Igreja de Cristo.
5º - Tudo aceitamos fazer para que a liberdade de consciência, de religião e de culto, de todos as
Pessoas privadas de liberdade, seja garantida, respeitada e, a cada um, seja proporcionada a
concretização desses Direitos Fundamentais.
6º- A Coordenação Nacional da Pastoral Penitenciária agradece, louva e estima o envolvimento
da Caritas Portuguesa, pela aceitação na prestimosa colaboração no campo do Voluntariado
Católico, nas Prisões do nosso País.
7º - E assim, com a ajuda de Deus, nosso Redentor e Salvador em Jesus Cristo, e na força do
Espírito Santo, acreditamos, e tudo faremos, para que o EVANGELHO, vivido e levado aos
Irmãos Reclusos, por cada um de nós, “SEJA UMA CHAVE PARA A PRISÃO”.
Fátima, 28 de Janeiro de 2012
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HOMILIA DEL EXCMO. MONS. PIETRO PAROLIN,
NUNCIO EN VENEZUELA, EN LA EUCARISTÍA DE
CLAUSURA DEL ENCUENTRO NACIONAL DE
VOLUNTARIOS DE LA PASTORAL PENITENCIARIA
(Caracas, 27 noviembre 2011)
Queridos hermanos y hermanas:
Con gran alegría presido la Misa de clausura del Encuentro
Nacional de los Voluntarios de la Pastoral Penitenciaria. Estoy
agradecido al P. Ponç Capell, de la Capellanía General de
Prisiones, por la invitación que me ha hecho. No podía dejar de
aceptarla, porque, desde el primer momento en que nos
conocimos, le dije que deseaba apoyar, en nombre del Papa, lo
que la Iglesia en Venezuela haga en favor de nuestros hermanos y
hermanas que están detenidos; mi visita el año pasado a la cárcel
de San Juan de los Morros y los dolorosos sucesos que han
ocurrido en El Rodeo I y II en el pasado mes de junio, me han
reconfirmado ulteriormente en este propósito.
Estoy agradecido también por el material que se me ha enviado y que me ha permitido
hacerme una idea de la temática tratada en el evento. ¡Ojalá que haya sido útil y fructuoso! En
esta Eucaristía queremos dar gracias al Señor por el bien realizado en estos días, renovar ante Él
nuestro compromiso como Voluntarios de la Pastoral Penitenciaria y pedirle luz y fuerza para
continuar, con generosidad y competencia cada vez mayores, las labores pastorales y sociales
en los centros penitenciarios del País. Es un trabajo silencioso pero eficaz, al que se dedican
cientos de hombres y de mujeres: a ustedes, en este momento, quiero expresarles la estima, la
gratitud y el apoyo en nombre del Papa.
Se ha dicho que gran parte del dolor humano se alberga en las cárceles. Es un dolor que no se
queda encerrado allí, sino que involucra, junto con los encarcelados, a muchas otras personas
“extrañas” al delito, como las víctimas y los parientes, en el ámbito de la sociedad que los
rodea y, en el inmediato contexto carcelario, a cuantos, comenzando por los agentes de la
custodia, les prestan sus servicios.
Puede quedarse como un dolor inútil, estéril vacío, replegado en sí mismo; pero puede
convertirse en un dolor abierto, lleno de sentido y rico de frutos, un camino de redención y de
maduración, si se transforma en un grito: ese grito que hemos escuchado en la primera Lectura
del profeta Isaías y con el que comienza el tiempo de Adviento; ese grito que nace del
profundo reconocimiento de nuestra miseria y de nuestro pecado: “Todos éramos impuros y
nuestra justicia era como un trapo asqueroso; todos estábamos marchitos, como las hojas, y
nuestras culpas nos arrebatan, como el viento”; ese grito que se aferra a la certeza de que Dios
es nuestro Padre y nosotros somos sus hijos: “Nosotros somos el barro y Tú el alfarero; todos
somos hechura de tus manos (…) Tú, Señor, eres nuestro Padre y nuestro Redentor”.
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Este grito puede ser el grito de cada persona humana, de cada grupo y de cada pueblo que
se encuentra en la prueba y experimenta grandes sufrimientos. Pero es impresionante en este
momento pensarlo en los corazones y en los labios de tantos hermanos y hermanas detenidos,
verlo como si estuviese alzándose al cielo desde las cárceles de toda Venezuela: “Vuélvete, por
amor a tus siervos, a las tribus que son tu heredad. Ojalá se rasgaran los cielos y bajaras,
estremeciendo las montañas con tu presencia”.
Nosotros nos sentimos profundamente solidarios con este grito. Frente a los delincuentes, a los
drogadictos, a los malhechores, se corre siempre el riesgo de ponerse de la parte de los justos,
repitiendo en nosotros la dialéctica evangélica que contrapone el orgullo del fariseo a la
humilde conciencia del publicano. En cambio, la Palabra de Dios nos hace repetir que todos
nos hemos alejado de los mandamientos de Dios, que todos hemos endurecido nuestro
corazón hasta llegar a no temerle, que todos hemos sido rebeldes… Todos deberíamos
interrogarnos sobre cómo nos habríamos comportado nosotros en determinadas circunstancias,
sobre todo, encontrándonos en la misma situación del reo. Solamente abriéndonos a
semejante proceso de identificación, y poniéndonos en el lugar de quien se ha equivocado,
lograremos preguntarnos sobre el sentido del castigo y de la pena.
Este grito no ha caído en el vacío. Fue escuchado.
Obtuvo una respuesta. El Señor, verdaderamente,
rasgó los cielos y bajó a la tierra. El Hijo de Dios se hizo
hombre y vino a habitar en medio de nosotros.
Nosotros celebramos su adviento, su venida. Y con la
venida de Cristo, la historia del hombre se ha
convertido en una historia de salvación. Esta
salvación se nos ofrece continuamente para que
produzca abundantes frutos de bien, según el
designio de Dios, que quiere salvar a todos sus hijos,
especialmente a aquellos que, habiéndose alejado
de Él, buscan el camino del retorno. El Buen Pastor
sigue continuamente las huellas de las ovejas
descarriadas y, cuando las encuentra, las carga de
nuevo sobre sus hombros y las lleva de nuevo al redil.
Con el acontecimiento de su muerte y su resurrección, Cristo se ha hecho un compañero de
viaje paciente, que sabe respetar los tiempos y los ritmos del corazón humano, aunque no se
cansa de animar a cada uno en el camino de la salvación. ¡Cristo busca el encuentro con
cada ser humano, cualquiera que sea la situación en la que éste se encuentra!
Entonces – como recordaba el Beato Juan Pablo II en el Mensaje para el Jubileo en las
Cárceles, del 9 de julio de 2000 – también el tiempo transcurrido en la cárcel es “tiempo de
Dios” y puede convertirse en “tiempo de salvación”, viviéndolo, por lo tanto, no como si
hubiera sido sustraído de forma irremediable, sino ofreciéndolo a Dios como ocasión de
verdad, de humildad, de expiación y también de fe (n.1).
Me parece que estas actitudes pueden resumirse en la única actitud de “vigilancia” que
resuena, insistente, en este primer domingo de Adviento. El Evangelio de hoy lanza cuatro
toques de trompeta que hacen dar un sobresalto a los distraídos y a los indiferentes. O son
como cuatro sacudones para despertar de la somnolencia. Son cuatro imperativos: “Velen,
estén preparados, vigilen, permanezcan alerta”. Estos significan mirar con atención y tener los
ojos bien abiertos, no dormirse y estar con el oído atento a captar el más mínimo ruido. La
minúscula parábola completa los imperativos con una significativa imagen: como el portero
que espera el regreso del patrón a cualquier hora de la noche.
Los Apóstoles, los Padres de la Iglesia y los escritores espirituales hacen eco a esta invitación del
Señor: “No tenemos más necesidad que un espíritu vigilante”, escribe Abba Poemen, y San
Basilio se pregunta: “¿Qué es lo propio del cristiano? Vigilar cada día y cada hora y estar
preparado en el cumplir perfectamente lo que agrada a Dios, sabiendo que en la hora que
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menos lo piense, vendrá el Señor”. Porque aquel patrón de la casa, que se va de viaje y
regresa en cualquier hora de la noche, es el mismo Cristo, Aquél que viene, Aquél que se hace
presente siempre y en muchas maneras, a menudo inesperadas e imprevisibles.
Hablamos aquí de la última venida del Señor, la que proclamamos en el Credo: “y de nuevo
vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos”. Hablamos aquí de la venida del Señor
cuando llegará nuestra muerte, el fin de nuestro peregrinar terrenal, el final del tiempo de la
gracia y de la misericordia que Dios nos ofrece para realizar nuestra vida terrenal según el
designio divino y para decidir nuestro destino eterno. Pero hablamos también de la venida del
Señor que se realiza en la historia, porque – como hemos dicho – Cristo busca el encuentro con
todo ser humano, en cualquier situación que se encuentre, viene al encuentro de cada
hombre para manifestarle el amor de Dios.
Pues bien, ¡vigilancia es no perder estas citas! La cita con la venida del Señor al final de los
tiempos, la cita con la venida del Señor en la vida cotidiana. Vemos entonces que el vigilar no
es una actitud al margen de la vida cristiana, sino que resume la tensión fundamental hacia el
futuro de Dios, conjugándola con la atención y el cuidado del momento presente.
Se trata de una vigilancia hacendosa. Hemos pedido al Señor, en la Oración colecta, que
despierte en nosotros el deseo de prepararnos a la venida de Cristo con la práctica de las
obras de misericordia. Visitar a los encarcelados es una de estas obras de misericordia que el
Señor nos inculca en el Evangelio, en el famoso párrafo del juicio final que escuchamos el
domingo pasado, solemnidad de Cristo Rey del universo (cf. Mt 25,31ss.) Entonces – como
conclusión lógica de ello – ustedes, Voluntarios de la Pastoral Penitenciaria, están viviendo la
dimensión de la vigilancia, precisamente ejerciendo el amor para con los hermanos que están
privados de su libertad.
Me parece que, para profundizar la conciencia de esta dimensión de la vigilancia en vuestra
acción, sea útil recurrir a algunas reflexiones ofrecidas recientemente por el Papa Benedicto XVI
a los voluntarios católicos, recibidos en Audiencia con ocasión del Año europeo del
Voluntariado: para los cristianos, el voluntariado no es solamente una expresión de buena
voluntad, sino que está basado en la experiencia personal de Cristo. Él fue el primero en servir a
la humanidad y en dar su vida por el bien de todos, sin mirar a nuestros méritos. La experiencia
del amor generoso de Dios en Cristo nos reta y nos libera para que adoptemos la misma actitud
hacia nuestros hermanos y nuestras hermanas. Hagámonos instrumentos visibles de su amor en
un mundo que todavía anhela profundamente ese amor – ¡retorna aquí el “grito” del que
hablábamos al comienzo! – en medio de la pobreza, de la soledad, de la marginación y de la
ignorancia que vemos a nuestro alrededor.
Los voluntarios católicos – sigue todavía el pensamiento del Papa – saben que su trabajo no
puede responder a todas las necesidades, pero eso no los desanima. Ni deben dejarse seducir
por ideologías que quieren cambiar el mundo según una visión puramente humana. “Lo poco
que logramos hacer para aliviar las necesidades humanas – continuaba el Papa – puede ser
considerado como la buena semilla que germinará y producirá muchos frutos. Es un signo de la
presencia y del amor de Cristo, que, como el árbol del Evangelio, crece para dar cobijo,
protección y fuerza a todos los que tienen necesidad de ello”.
El Papa, por último, mientras recuerda a las Autoridades públicas el deber de reconocer y
apreciar el aporte del voluntariado, sin distorsionarlo, subraya que el papel de los cristianos
consiste en tomar parte, activamente, en la vida de la sociedad, tratando de hacerla cada
vez más humana, cada vez más caracterizada por la libertad, la justicia y la solidaridad
auténticas.
Esto vale en modo particular para esa parte de la sociedad que es la cárcel. Decía el Card.
Danneels, Arzobispo de Malines-Bruxelles, en un comentario acerca de las cárceles, con motivo
del ya mencionado Jubileo para los encarcelados, que, aunque pueda resultarnos incómodo y
desagradable admitirlo, la comunidad de los detenidos no es sino un segmento, variado y
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heterogéneo, de nuestra misma sociedad. Y de lo que tiene necesidad es, precisamente, de
esta humanización, no sólo un tratamiento humano (la mejoría de las condiciones para la
detención), sino también un tratamiento humanizante, un tratamiento que reconstruya a la
persona. A esta persona hay que ofrecerle la única, verdadera, definitiva liberación que es la
del corazón, la anunciada por Cristo en el Evangelio, la que nos obtuvo con su sacrificio
redentor.
Confiémonos a la Santísima Virgen, Madre de Dios y Madre nuestra, para que nos acompañe
en este Adviento y nos esté cerca en nuestro compromiso como Voluntarios de la Pastoral
Penitenciaria. Así sea.
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LA IMPORTANCIA DE ESTAR EN INTERNET
Os recordamos que el portal de la Fundación AGAPE recoge noticias penitenciarias y todos los
boletines (Puente, Puente-Formación, C@uce, La Revistilla y Puente-Menores) que edita el
Departamento de Pastoral Penitenciaria.
En siguientes números continuaremos presentando la presencia de la Pastoral Penitenciaria en
internet.
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REVISTAS QUE NOS HAN ENVIADO…
Podéis poneros en contacto con ellos y con gusto os harán llegar las respectivas revistas en
formato pdf.
CÓRDOBA
ORIHUELA-ALICANTE
http://www.diocesisoa.org/ppenitenciaria.php
DE VENEZUELA
(San Pablo)
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Unos interesantísimos libros…..
CÓDIGO PENAL A TU ALCANCE
Volvemos a publicarlo en este nº 76, porque nos parece un libro interesante, práctico, ágil….
EDITORIAL POPULAR. Madrid, 2011
c/ Doctor Esquedo 173, 6º izqda. 28007-Madrid
Tel. 91 409 35 73 - Fax 91 573 41 73
E-mail: popular@editorialpopular.com
http://www.editorialpopular.com
ISBN. 978-84-7884-496-8
D.L.: M-22731-2011
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LO QUE ESCONDE UNA SEMILLA. ANTE EL DOLOR DE LOS
PRESOS
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JORNADAS Y ENCUENTROS FORMATIVOS
DEL PRÓXIMO TRIMESTRE
L
M
M
J
V
S
D
5
12
19
26
6
13
20
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7
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21
28
1
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29
FEBRERO
2
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16
23
3
10
17
24
4
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18
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5
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4
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ENERO
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6
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20
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07-09
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02-03
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4
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1
8
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XXIV Jornada de Capellanes de Pastoral Penitenciaria
6
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7
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MARZO
1
8
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2
9
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XIV Encuentro del Área Social-Pastoral Penitenciaria
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XXIII Semana de Teología Pastoral
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XIV JORNADAS NACIONALES DEL ÁREA SOCIAL DE
PASTORAL PENITENCIARIA
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CALENDARIO DE PASTORAL PENITENCIARIA 2012
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