El default, el pésimo final de otra década desperdiciada

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EL DEFAULT, EL PESIMO FINAL DE OTRA DÉCADA
DESPERDICIADA
Víctor A. Beker*
Argentina está nuevamente en default como lo estaba en 2004. La pobreza, que a fines de
2004 abarcaba al 29,8% de la población alcanza actualmente a un guarismo apenas menor:
un 25%, o sea unos 10 millones de habitantes. Las reservas del Banco Central que en 2004
representaban un 12% del PBI, hoy alcanzan tan solo al 6% del PBI. El superávit fiscal del
2,0% del PBI en 2004 se ha convertido en un déficit estimado en por lo menos el 4% del PBI.
La inflación, que en 2004 fue de apenas el 4,4% supera actualmente el 35% anual. Mientras
que en 2004 la tasa de crecimiento fue del 9%, en 2014 la economía se encuentra en recesión.
Todo ello mientras el precio de la soja –nuestra principal exportación- pasó de cotizar 300
dólares la tonelada en 2004 a 450 dólares este año tras haber llegado a superar los 550
dólares.
¿Nada mejoró acaso en este decenio? Sí, la situación de los sectores de menores ingresos se
vio aliviada a partir de la institución de la asignación universal por hijo que permitió reducir la
tasa de indigencia del 12% de comienzos de 2004 al 5% actual. No caben dudas que es el
principal logro de la década.
Es cierto también que últimamente se normalizó la situación con varios de los acreedores
externos pero se erró en el diseño del camino crítico. Es así que ahora debemos pagar las
deudas con el Club de París, por ejemplo, sin disfrutar de ningún beneficio debido a la situación
de default en que nos encontramos.
La mayoría de los indicadores muestra una situación igual o peor que en 2004.Otra vez
Argentina perdió una de las grandes oportunidades para dar un salto hacia adelante en su nivel
de desarrollo.
Se prefirió cambiar el relato en lugar de la realidad. Se confió que la burda manipulación de las
cifras del INDEC bastaría para convencer a la mayoría de la población de que vivimos en el
paraíso, con una inflación menor del 10%, casi sin pobreza, con altas tasas de crecimiento y
disimular el déficit fiscal con enormes inyecciones de fondos de parte del Banco Central y el
ANSES.
Ahora sólo queda una bala de plata. Utilizar el default para recuperar el terreno perdido en las
encuestas de opinión. Es cierto que los errores de estrategia que llevaron a una contundente
derrota en el juicio emprendido por los fondos buitre han redundado, sin embargo, en
resultados positivos en las referidas encuestas. Cabe recordar que también el desembarco en
Malvinas tuvo un abrumador respaldo por parte de la población. Pero el enamoramiento con la
aventura sólo duró hasta el 14 de junio.
Es cierto que Argentina vivió en default entre 2002 y 2005, los años con las mayores tasas de
crecimiento económico. Pero las circunstancias hoy son bastante distintas y, sobre todo, la
calidad de la política económica es bastante diferente. Parece difícil poder reeditar los logros
de 2002-2005 y menos aún que se vuelva a convocar a los actores que la hicieron posible.
Sólo cabe esperar que el default no se vea agravado por nuevos errores de política económica
y que a partir de 2016 se inicie una nueva etapa con mayor racionalidad y menos
relato.Emprender un sendero de desarrollo requiere de un nivel de consenso y disciplina social
que, lamentablemente, Argentina sólo parece poder alcanzar luego de una crisis de
envergadura. Esperemos que esta vez ello no sea necesario.
*Economista. Profesor de la Universidad de Belgrano y de la Universidad de Buenos Aires.
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