ORIGEN DEL TÉRMINO SÁCILIS El término de Pedro Abad formaba parte del municipio romano llamado Sacili Martialium. Esta antigua población estaba emplazada en el hoy llamado cortijo de Alcurrucén, siendo ya citada por Plinio (Naturalis Historia III, 10) Nos podemos remontar al siglo II cuando el geógrafo griego, Ptolomeo ya nos habló de la antigua Sacila, cuyo origen parece ser que está en los primeros pobladores de Andalucía, en épocas previas al bronce final, pudiendo datar del 1600 al 1200 a. C. y que constituirían la tribu de los túrdulos. Este pueblo se fue haciendo con una proyección internacional por la demanda de estaño por parte de los países de Oriente, indispensable para la aleación del bronce. Todo ello llevó a que se establecieran factorías y colonias que se caracterizaron por tener un alfabeto propio, variedad de lenguajes y destreza artística, evidente en su cerámica definida por la estilización curvilínea. Se han hallado restos de esta cerámica en el cerro de Alcorrucén, (Ramón Montes Ruiz “Prospección arqueológica superficial”, Dep. de Arqueología de la Facultad de Filosofía y Letras de Córdoba) en el término municipal de Pedro Abad. Estas culturas íbero-turdetanas alcanzan su máximo esplendor en el siglo III a.C. Los asentamientos humanos se fueron ubicando en lugares agrícolamente fértiles o cerca de las más importantes vías de comunicación. Se escogían centros estratégicos como cerros, cabezos… para poder hacerse señales utilizando torres que se construían, que más tarde fueron conocidas como “Torres de Aníbal”, a pesar de ser más antiguas. A todo ello se le añadía el hecho de ser punto de encuentro entre las dos vías que iban a Cástulo; Sacili era encrucijada de dos caminos: uno que cruzaba el Guadalquivir por Alcolea y continuaba por la margen del río hasta Bujalance, pasando por Cañete, hasta Obulco (Porcuna) y el otro se dirigía hacia Alcolea, cruzando los arroyos Rabanales y Pedroche, cruzaba el Guadalete por el “Puente Mocho” y en Sacili cruzaba a la orilla izquierda para llegar a Epora. De esta manera, Alcorrucén supondrá un lugar privilegiado para ser un asentamiento fortificado de los cartagineses, de lo que han llegado vestigios a la actualidad. Sacilia (Alcorrucén) se encontraba habitada por turdetanos. En tiempos de los túrdulos ya existe un poblado que tras las invasiones de los fenicios, los griegos y los cartagineses, va convirtiéndose en ciudad. En tiempos fenicios era utilizada por su vado que le permitía adentrarse tierra adentro con las mercancías traídas de lejos. Pero fue durante la romanización cuando esta zona adquirió más relevancia. En tiempos de la guerra civil entre César y Pompeyo, y por parte de César se acogió a la política de premiar a las ciudades que se mantuvieron fieles a su causa, por lo que fueron galardonadas con el estatuto de Colonia y Municipium de derecho romano. Sacilia obtiene ese título al haber mantenido su fidelidad, y a partir de aquí se conocerá como “Sacili Marcialis”, el epíteto de Martialium hace referencia a Marte, dios de la guerra (peñasco en Marte). El hecho de convertirse en municipium hizo que todos los habitantes fueran considerados ciudadanos romanos, y esto suponía el tener una serie de privilegios y prerrogativas. Los territorios de Sacili limitaban con los del municipio de Epora (en la actualidad Montoro) y Solia (en el término municipal de El Guijo). La aparición de una soliensis, encontrada en el término municipal de El Guijo, señala la resolución judicial emitida para resolver una disputa de límites entre los tres municipios; el término fue delimitado por el procónsul Julio Próculo para evitar los litigios existentes entre los habitantes de dicho pueblo y los de “Solia”, la actual Villanueva de Córdoba; según hace constar en su crónica el historiador cordobés Ambrosio de Morales. Entre los innumerables restos arqueológicos aparecidos resaltan los de cultos religiosos, representados en Sacili por dos hallazgos que nos confirman el arraigo de los estímulos culturales foráneos en los nuevos municipios de la Bética: una descripción dedicada a Júpiter Optimo Máximo, y otra al genio del municipio de Sacili Martialum, espíritu protector de la ciudad. Asimismo han sido hallados dos posibles retratos de Agrippina Minor, esposa de Claudio. El esplendor de Sacili es muy probable que llegase a partir del 27 a.C. en que Augusto nombra a Córdoba capital de la Bética. Incluso, debido a su gran importancia, llegó a acuñar moneda. Las lápidas, estatuas y demás elementos decorativos hallados en las excavaciones demuestran que el tiempo máximo de esplendor de Sacilia debió darse durante los primeros siglos de nuestra era. La destrucción de esta ciudad se debe a la invasión de los bárbaros, concretamente a los vándalos silingos. En la reconquista aún sigue un núcleo bastante numeroso. Cuando la conquista árabe, en el siglo VIII, las ruinas de Sacili sirvieron de cantera para otras construcciones, siendo llamadas por ellos Alcorrucén (castillo viejo o palacio viejo o aldea de las huertas). El origen fundacional de lo que hoy conocemos como villa de Pedro Abad arranca del siglo XIII (Reconquista), cuando un cura gallego llegado desde Santa María de Mamá –en Orense- se afincó cerca del poblado de Alcorrucén como capellán del “cuartelejo” de las tropas de Fernando III. El clérigo trajo consigo un Crucificado milagroso que desde entonces formó parte de la historia de la Villa; quedó el campamento convertido en hospital bajo el cuidado del Abad Pedro de Meneses y su famoso Cristo, de cuya historia surgirá el nombre de la villa de Pedro Abad.