LA BISEXUALIDAD EN LA IMPRESIÓN, EL COMPORTAMIENTO Y LA EXPRESIÓN. LAS DESFLORADAS FLORES DE GEORGIA O KEEFE. Andrea Marquez Lopez Mato 2005 No publicado “Rellenar el espacio de modo hermoso. Eso es lo que el arte significa para mí". Esta frase le pertenece a Georgia O'keeffe, una artista cuya obra ha sido tan personal que no puede ser clasificada con precisión dentro de ningún movimiento artístico (¡que maravilla que por fin, historiadores y críticos le hayan tenido que permitir a alguien ser solamente él mismo!). Y más allá o más acá del arte, fue nombrada una de las mujeres más inteligente de su país por el New York World. Nacida en 1887 en Wisconsin, desde muy joven fue consciente de su vocación artística. Proviniendo de una familia tipo "american dream came truth" tuvo acceso desde la adolescencia a escuelas privadas de arte. Ella mismo, luego, impartió clases de dibujo en diferentes centros. Realiza su primera exposición en 1917, con muy buena aceptación. En 1925 expone por primera vez sus cuadros, con motivos de grandes flores. Decía: " La mayor parte de la gente en la ciudad corre tanto, que no tiene tiempo de mirar flores. Quiero que las miren, lo quieran o no". (La interpretación sexual que se les da a sus flores la dejamos para más adelante). Sus pinturas de gigantes calas se vendieron de entrada en $25.000 dólares. Su éxito le ratifica que puede vivir del arte, por y para el arte (cosa que parece muy fácil de comprender desde la gramática pero muy difícil de concretar en la practica para la mayoría de los artistas). Su amor por las flores como objeto de la pintura, también era explicado por ella misma diciendo que si una mira detenidamente una flor, tiene todo el mundo delante suyo. Para muchos críticos, psiquiatras y público en general sus flores son símbolos sexuales. Los pétalos son vulvas carnosas, los pistilos clítoris abundantes y la corola representa el introito vaginal. (Sí, es cierto si Usted observa atentamente cualquier cala, violeta u orquídea de Georgia reconocerá cada órgano del aparato sexual femenino). Pero, después de todo eso es lo que es la flor en sí, el órgano reproductor de la planta). Sin embargo, es también cierto que nuestra artista reconocía públicamente su hipersexualidad con amantes hombres y mujeres. Otro motivo permanente en su obra son los paisajes urbanos, que surgen a partir de una larga estancia en Nueva York. Vivió 16 años en un hotel céntrico en el piso 30 desde donde Georgia se inspiraba para retratar en lienzos la ciudad. Decía al respecto: "Uno no puede pintar Nueva York tal cual es, solo puede pintarla como la siente" De intensa vida artística y social, siempre conducida y apoyada, a la hora de exponer y vender sus obras, por su marido, Alfredo Stiegelitz (sí, tuvo marido como corresponde a su nivel social que, sin embargo no es prueba alguna de refutación de su bisexualidad). Stiegelitz tenía 56 años cuando se deslumbra por Georgia de 27. Era un reconocido ingeniero y fotógrafo, al cual se le debe la introducción del arte impresionista y posimpresionista europeo en USA. Convivieron desde 1918, y luego de que Alfredo consiguiera el divorcio de su primera esposa se casaron en 1924. (En realidad lo logró cuando ella vio la publicación de fotos de Georgia desnuda). Consumaron y consumieron un matrimonio tranquilo, con idas anuales al lago George donde ambos aprovechaban esos períodos para el trabajo y algo de romance. Su marido la fotografió más de 300 veces en este lago, pero las poses eróticas se reservan solo a los primeros años. En los años 50, se establece definitivamente en Méjico, donde ya había viajado en varias ocasiones, pero siempre volviendo a NY para estar un tiempo con Alfredo hasta su muerte en 1946. En este país tiene un importante reencuentro con Diego Rivera y Miguel Covarrubias, al tiempo que influye en la obra (y en la vida sentimental de Frida Kahlo). Decía que el aire fino y seco de allí, y la sensación de espacio infinito le permitía ver más lejos y llamaba al lugar "the faraway". Se compró un auto, con dificultad aprendió a manejar y quitando el asiento trasero lo convirtió en un atelier. Así, recorría el desierto pintando donde, cuando y lo que quería. Visitando el pueblo de Taos pintó su iglesia, de un modo original, distinto a todo lo hecho antes. Es solo parte de la pared y la cruz contra el cielo azul oscuro. Es muy simple pero es uno de sus pinturas más famosas. “No copio las cosas enteras, sino fragmentos, porque pinto lo que me parece importante o me hace sentir emociones dentro del todo". Llama la atención que, no siendo católica, se maravillaba por los símbolos de la religión. Hay críticos que ven en esto componentes místicos. Creo que, como tantas otras veces y con tantos otros artistas, en su afán de ser originales, van demasiado lejos. A los 80 años todavía tenía un amante, que había nacido en 1946, el exacto día de la muerte de Alfredo. Esto le parecía un homenaje simbólico a su marido. Bisexual declarada, su primer y su último amante fueron hombres. De esta época son sus últimas obras que son "Paisajes de cielo". Nubes y cielos, vistos desde aeroplanos. A esta altura quedó con una franca disminución visual por una maculopatía senil. Entonces cambió la pintura por la cerámica de acuerdo al arte indoamericano. Sin embargo, nunca se encontró cómoda. Decía que sus manos la dominaban, y no ella a sus manos. Raramente firmó su obra. Solo le ponía un OK en el reverso del lienzo. Murió a los 98 años, en 1986 en Santa Fe (Nuevo México). No hubo pompas, pero sus cenizas fueron esparcidas por el desierto, tal cual ella lo solicitó. Georgia, en su taller de Méjico, su lugar en el mundo, que ella llamaba "The Far away" Georgia con su marido, el fotógrafo Alfred Stiegelitz con quien, a pesar la diferencia de edad y de su condición de bisexual mantuvo una relación de muchos años. Matrimonio consumado y consumido. El fue realmente su mentor . Sus primeras calas que, al cotizarse estraordinariamente bien en su primera exposición, la hicieron reconocer que podía vivir para y de la pintura Las flores, característica de una de sus épocas de mayor producción. Muchos ven en ellas vulvas, clítoris y vaginas y lo interpretan como manifestación de la hipersexualidad de Georgia pero, después de todo, ¿que es una flor sino un órgano sexual reproductor?. Ella solo decía que, pintándolas les daba a toda la gente apurada de las ciudades la oportunidad de observarlas Las iglesias de los pueblos del desierto de su época de Nuevo Méjico. Pintaba solo los fragmentos que les despertaban emociones y no reproducía el objeto entero. Este hecho les otorga originalidad.