LA LÍRICA EN EL BARROCO. GÓNGORA. QUEVEDO. La lírica del siglo XVII aparece encarnada en tres grandes autores : Góngora, Quevedo y Lope de Vega. En torno a ellos, son muchos los poetas que cultivan una poesía de gran calidad acorde con las tendencias de la época. Esta abundancia de escritores obedece en gran parte a la proliferación de las polémicas y controversias entre autores y escuelas, a las justas y a los certámenes poéticos, y a la fundación de las academias, que sirvieron para confirmar el liderazgo de los autores más prestigiosos y para confirmar a poetas noveles. Los poetas del Barroco anhelan impresionar y deslumbrar. De ahí que sus composiciones presenten refinamiento expresivo, demuestren erudición y sorprendan con agudezas y juegos de ingenio, rasgos que requieren una cierta agilidad mental por parte del lector. Métrica. El verso endecasílabo y los modelos métricos del Renacimiento se mantienen, pero se rompe con el dogma clásico del decoro, en que cada tema debe tratarse en una forma métrica determinada. Los autores utilizan temas y estrofas al margen de las normas dictadas por la tradición. Una novedad importante es la utilización de letrillas, composiciones burlescas de versos de arte menor que presenten estribillo y verso de vuelta, como los villancicos. Temática. Los temas en la lírica del siglo XVII son muy variados. Continuaban siendo motivos de inspiración los temas del Renacimiento, pero en el Barroco se convierten prácticamente en juegos retóricos y conceptuales. En el tratamiento del tema del amor sigue presente la línea del petrarquismo, a la que se añade la sensualidad, el recargamiento en la pasión, el tono de desesperación e incluso la presencia de la muerte. La Naturaleza pierde la visión platónica y se convierte en un fondo decorativo que sirve para dar plenitud al retoricismo poético y a la expresión colorista. Al amor a la naturaleza, se unen las recreaciones mitológicas, no sólo como motivos temáticos sino como recursos poéticos de carácter estético y simbólico. Pero el tema más significativo va a ser el desengaño, que se presenta desde diversas perspectivas : sátiras contra el lujo, el dinero, la ambición y el poder ; alabanzas de la pobreza y de las ruinas ; y advertencias sobre la caducidad de la belleza y lo efímero de las glorias terrenales. 1 Por supuesto, como principales manifestaciones temáticas del desengaño aparecen la fugacidad del tiempo y las reflexiones sobre la muerte, unidas frecuentemente al juego entre apariencia y realidad. Es este el tema presente en la poesía de carácter moral, inspirada en el estoicismo senequista que tanta importancia tendrá en el pensamiento de este siglo. Y en contraste con el tono melancólico y desilusionado de la poesía moralizante, existe una corriente cómico-burlesca, basada en la sátira mordaz y jocosa, de fuerte sentido crítico a la vez que humorístico. LÍRICA CULTERANA Luis de Góngora es el máximo exponente de la poesía culterana, corriente estilística que cultiva la forma para crear belleza e impresionar los sentidos del lector con estímulos de luz, color y sonido. Para conseguir este propósito, Góngora somete el lenguaje a una difícil operación lingüística : latinización de la sintaxis por medio de hipérbatos, y del vocabulario por medio de cultismos ; potenciación al máximo de la musicalidad, el colorido y la luminosidad del lenguaje, mediante la utilización de determinados recursos estilísticos : metáforas, epítetos, paranomasias... Analicemos los rasgos más significativos de la lírica de este autor : Hipérbaton. De manera repetida y muy violenta se invierte el orden común de la oración. Abetos suyos tres aquel tridente violaron a Neptuno : Tres abetos suyos violaron a Neptuno aquel tridente. Metáforas . Se utilizan de forma abusiva con el fin de crear un mundo de belleza absoluta. Cristal líquido : agua. Sol : ojos. Oro : miel. Cultismos. El cambio de palabras habituales por equivalencias latinas o griegas es muy frecuente. De esta manera se participa en el desarrollo de la lengua castellana. Purpúreas rosas sobre Galatea/ la Alba entre lirios cándidos deshoja :/ duda el Amor cuál más su color sea,/ o púrpura nevada o nieve roja. Adjetivos. Abundan los adjetivos, que destacan el color de los objetos y contribuyen a impresionar los sentidos : Tras la bermeja 2 Aurora el Sol dorado/ por las puertas salía del Oriente,/ ella de flores la rosada frente, / él de encendidos rayos coronado. Mitología. Se efectúan continuas alusiones a los mitos grecolatinos : la transformación de Júpiter en águila para raptar a Ganimedes, o en toro para raptar a Europa y llevarla a Creta por mar ; el canto del poeta Arión que hechizaba a los animales... (...) no lejos de un escollo coronado de secos juncos, de calientes plumas -alga todo y espumas- halló hospitalidad donde halló nido de Júpiter el ave. LÍRICA CONCEPTISTA La poesía de Francisco de Quevedo es la más representativa del movimiento literario denominado conceptismo. A diferencia de la lírica culterana, el poeta conceptista profundiza en el sentido o concepto de las palabras a partir de una serie de juegos de agudeza verbal, con la finalidad de impresionar la inteligencia del receptor. Al igual que Góngora, Quevedo es un verdadero estilista de la lengua. Pero, a diferencia de aquél, no le interesa cultivar la forma de las palabras, sino el poder que éstas tienen para manifestar estados y provocar sutiles razonamientos. Neologismos. La creación de palabras nuevas revela la poderosa imaginación verbal de nuestro autor. Consigue estos términos mediante diversos procedimientos : archipobre, protomiseria, marquesar (ser marqués), etc. Adjetivos. El adjetivo en las construcciones conceptistas añade juicios y matizaciones imprescindibles de los nombres : Tales son las grandezas aparentes/ de la vana ilusión de los tiranos. Hipérbole. Exagerar cualidades es un recurso muy utilizado en las descripciones : Nunca he podido, Lisi hermosa y dura, / después de verte, hartarme/ de padecer dolor por tu hermosura ;/ ni, tras el padecerle, de quejarme. Metáfora. Está destinada a impresionar la inteligencia del receptor mediante la utilización de verdaderas asociaciones de ingenio : ... las fieras altas de la piel luciente ... : el cerco de la luz replandeciente... 3 Dilogía. Juego con palabras que poseen más de un sentido. Madre, yo al oro me humillo ; / él es mi amante y mi amado.../ Son sus padres principales/ y es de nobles descendiente,/ porque en las venas de Oriente/ todas las sangres son reales... (En esta letrilla, Quevedo juega con el doble sentido de vena, conducto por el que circula la sangre y yacimiento mineral, y reales, de realidad y realeza. Antítesis. Por medio de un juego de agudeza verbal se muestran ideas contrapuestas : ... es un breve descanso muy cansado ;/ es un descuido que nos da cuidado,/ un cobarde con nombre de valiente,/ un andar solitario entre la gente,/ un amar solamente se amado ;/ es una libertad encarcelada... GÓNGORA Góngora es quizá el más extremado y característico de los poetas barrocos. Practicó con igual habilidad una poesía popular y otra cuyos extremos cultistas provocaron tanta admiración como desprecio entre sus contemporáneos. Toda la obra gongorina refleja un uso ingenioso del léxico y de la sintaxis que responde a su afán por acercar el castellano al latín. Obra poética Letrillas y romances En sus composiciones populares, Góngora cultivó temas muy distintos: romances, caricatura y sátira de costumbres de la época (las falsas apariencias, la ignorancia de los médicos, la ostentación de los “nuevos ricos”). Hay también composiciones de asunto religioso, amoroso y cortesano. En su producción destaca la extensión de algunos romances, entre ellos la Fábula de Píramo y Tisbe, de tema mitológico, en la que Góngora funde sus tendencias culta y popular, creando un híbrido de seriedad y humor poéticos. Sonetos El soneto es en Góngora, como en la mayoría de los poetas de la época, la composición breve más usada, pues la versatilidad de esta composición la hacía adecuada para cualquier tema. De Góngora se conservan sonetos amorosos petrarquistas, morales, satíricos, en los que retrata 4 humorísticamente la vida y la corte de Valladolid y de Madrid, y también algunos de carácter religioso. Soledades En 1613, Góngora distribuyó sus Soledades en copias manuscritas; la obra desató en Madrid la más agria polémica literaria de la época. Las Soledades iban a ser cuatro, referidas a las edades del hombre: adolescencia, juventud, madurez y vejez, pero sólo escribió la primera y dejó inacabada la segunda. Ambas composiciones son dos extensas silvas (1091 versos la primera y 979 la segunda) con una mínima excusa narrativa; la fuerza reside en los elementos líricos, algo insólito en la historia de la literatura, condenado por los detractores de Góngora. Éste volcó en el texto abundantes recursos cultistas. Éste es el comienzo de la Soledad primera, cuyo significado viene a ser: “Era en primavera cuando un joven náufrago se quejaba de sus penas de amor y su llanto resultaba música para el mar”: Era del año la estación florida En que el mentido robador de Europa -media luna las armas de su frente, y el sol todos los rayos de su pelo-, luciente honor del cielo, en campos de zafira pace estrellas, cuando el que ministrar podía la copa a Júpiter mejor que el garzón de Ida -náufrago y deseñado, sobre ausentelagrimosas de amor dulces querellas da al mar, que condolido, fue a las ondas, fue al viento el mísero gemido, segundo de Arïón dulce instrumento. Fábula de Polifemo y Galatea Este poema, también de 1613, relata en octavas reales el amor del cíclope Polifemo (monstruo de un solo ojo) por la ninfa Galatea, enamorada de Acis. El cíclope lo mata arrojándole una roca y los dioses transforman a Acis en río. 5 Hay en la obra una constante oposición entre lo grotesco, la fealdad y la exageración, encarnados en Polifemo; y la belleza, suavidad y delicadeza, representadas por la ninfa. El mismo Polifemo muestra la oposición: alguien tan monstruoso es capaz de sentimientos dulces, como su amor por Galatea: Negro el cabello, imitador undoso De las obsccuras aguas del Leteo, Al viento que lo peina proceloso Vuela sin orden, prende sin aseo; Un torrentes es su barba impetuoso Que –adusto hijo de este PirineoSu pecho inunda –o tarde o mal o en vanoSurcada aún de los dedos de su mano. Estilo Góngora abogó claramente por la complicación estilística, que, según él, elevaba el lenguaje a la categoría de arte y seleccionaba el tipo de lectores. Elusión y alusión El poeta Dámaso Alonso, gran estudioso de la poesía gongorina, ha definido su estilo mediante un doble mecanismo de elusión y alusión: Góngora evita (elude) expresiones gastadas por la repetición del modelo renacentista y emplea un léxico caracterizado por el cultismo y una sintaxis marcada por el hipérbaton. Góngora elude palabras cuyos referentes remiten a realidades antipoéticas; cuando necesita nombrarlas, recurre a la perífrasis alusiva con la que también se vincula a la lengua latina a través del cultismo léxico y sintáctico. Artificios petrarquistas La deuda del estilo gongorino con el petrarquismo se refleja en dos aspectos: La correlación de origen petrarquista adopta en Góngora una formulación singular. En el soneto Mientras por competir con tu cabello, se establece la correlación entre los elementos de la belleza 6 femenina y la naturaleza: cabello/oro; frente/lilio; labio/clavel; cuello/cristal. Las correspondencias dispersas en los cuartetos, se recogen en los versos 9 y 11: cuello, cabello, labio y frente / oro, lilio, clavel, cristal luciente. El orden ah cambiado por necesidades rítmicas, pero la recolección ofrece las equivalencias. El empleo de un léxico exquisito y colorista para ensalzar la naturaleza. Góngora selecciona especialmente campos asociativos como el del color: verde el cabello, campos de plata, rubia paja; o el de la música: engañada su oculta lira corva / metros inciertos sí pero suaves / en idiomas cantan diferente. Así describe el poeta a la ninfa Galatea: Purpúreas rosas sobre Galatea La Alba entre lilios cándidos deshoja: Duda el Amor cuál más su color sea, O púrpura nevada, o nieva roja. De su frente la perla es, eritrea, Émula vana. El Ciego Dios se enoja Y condenado su esplendor, la deja Prender en oro al nácar de su oreja. QUEVEDO De todos los poetas barrocos, Quevedo es sin duda el más versátil en el tono, que abarca desde la sátira hiriente y mordaz hasta la reflexión hondamente religiosa, pasando por la sobriedad de aire clásico, en poemas en los que finge la voz de nobles romanos. Tema poéticos La obra lírica de Quevedo está dispersa en cancioneros, manuscritos y también en algunas compilaciones que él mismo incitó a realizar, como la titulada El Parnaso español. Poemas amorosos Al igual que sus contemporáneos, Quevedo practicó la poesía de corte petrarquista, atraído por el lenguaje de fuertes contrastes conceptuales y paradojas, típico de la concepción del amor cortés. En este grupo, destacan 7 los poemas del ciclo Canta sola a Lisi, dedicados a una amada fingida que, como la Laura de Petrarca, une a su tópica belleza la frialdad de su desdén. Pero en Quevedo el dolor amoroso se parece al dolor ante la vida. Sus versos se hacen sombríos y se recrean en el análisis del sufrimiento amoroso como una condena real que persiste a lo largo del tiempo. En estos textos, Quevedo repite una y otra vez las imágenes del petrarquismo: labios / rubíes; cabello / oro; blancura / nieve; desprecio / hielo; etc. Pero lo hace acentuando hasta el límite los contrastes y las oposiciones. La unión que establece Quevedo entre el amor y la muerte confiere a su poesía amorosa una fuerza especial. Poemas satíricos y burlescos Quevedo abordó la sátira social en diversos moldes formales, que incluyen el soneto, el romance y la letrilla: médicos, jueces, boticarios, alguaciles, viejas desdentadas, viejos teñidos, narigudos, fanfarrones, borrachos, maridos engañados, mujeres adúlteras, etc. Nadie escapa a su pluma mordaz. Su estilo humorístico, muchas veces insultante, revela su misantropía y, sobre todo, su misoginia, xenofobia, antisemitismo. Objeto especial de la burla quevedesca fueron la mitología y los estilos literarios de su época, especialmente el gongorismo. Poemas religiosos La poesía religiosa de Quevedo está marcada por el dolor del arrepentimiento de su vida pasada; en ella se destaca la figura de Cristo: el Cristo crucificado, el Cristo muerto que va a ser sepultado, el Cristo que clama a Dios antes de morir. Poemas metafísicos y morales Se denominan metafísicos los poemas quevedescos de contenido filosófico que plantean los más graves problemas de la existencia humana. Quevedo parte de una concepción neoestoica y cristiana de la vida, pero se detiene obsesivamente en reflejar su vaciedad y su fugacidad. Son textos cargados de un hondo pesimismo, en los que la muerte se hace 8 omnipresente. El tópico del cotidie morimur se encadena con el desengaño vital del barroco. En los poemas morales, en el límite con la poesía satírica, Quevedo critica los males de su época y aspira a un retiro espiritual que le permita meditar. Estilo En la polémica poética de la época, Quevedo tomó partido por Lope y atacó a Góngora para reivindicar la poesía renacentista y contraponer a los versos gongorinos los ejemplos de fray Luis de León y Garcilaso. Recursos de oposición En la poesía de Quevedo los recursos de oposición constituyen una constante: desde el simple contraste hasta el oxímoron, la antítesis y la paradoja. Estos juegos se encadenan con el juego, tan del gusto barroco, entre la realidad y la apariencia. Procedimientos de creación léxica y juegos de palabras La lengua constituye en los poemas quevedescos una fuente inagotable para la creación léxica con fines literarios: se utilizan sustantivos como adjetivos: nariz sayón y escriba; verbos o adverbios como sustantivos: soy un fue; Mañana no ha llegado; se crean palabras nuevas mediante procedimientos morfológicos y analogías: naricísimo, diabliposa, pretenmuela, desnacer; se modifican dichos y frases hechas: llorar (llover) a cántaros, hablar entre muelas (dientes), marido (alma) en pena. Quevedo se muestra muy hábil en el uso de los juegos de palabras, especialmente en el empleo de la dilogía. Con este recurso remarca el doble sentido que encierran las cosas y las distintas interpretaciones que la realidad ofrece. Estos rasgos de estilo se producen tanto en poesía amorosa, filosófica y religiosa como en la satírica, donde se evidencia la acumulación de recursos. 9 10