La importancia de la función orientadora del docente en el proceso de enseñanza- aprendizaje. Diego Alonso Hernández Jasso Lorena Hernández Segovia. Facultad de Filosofía y Letras UANL. Los procesos de enseñanza-aprendizaje resultan cada vez más complejos, debido a la heterogeneidad en conocimientos, intereses, costumbres y problemáticas del alumnado en las aulas. Calvo (2010) refiere que actualmente la satisfacción por conocer y el esfuerzo por alcanzar un buen rendimiento académico, están siendo sustituidos por el conseguir las cosas fácilmente, por el ocio y la diversión, antes que la responsabilidad y el esfuerzo. Ante esta situación, la necesidad de asesoramiento y apoyo del orientador se convierte en una herramienta útil y necesaria para hacer frente a estos retos. Es por ello que la orientación se considera actualmente como parte esencial de la acción educativa, entendiendo como orientación el “Proceso de ayuda continuo a todas las personas, en todos sus aspectos, con el objeto de potenciar el desarrollo humano a lo largo de toda la vida”.( Bisquerra y Álvarez, 2001 :9) Al leer esta definición podríamos considerar que dicho proceso de orientación tendrá más que ver con el desarrollo humano, un proceso de ayuda para la persona en su vida personal, pero sin llegar a solucionar en situaciones de aprendizaje escolar. Delors (1996) refiere en el Informe de la Comisión Internacional sobre la Educación del siglo XXI de la UNESCO, que la educación básica para todos debe basarse en cuatro pilares fundamentales: aprender a conocer, a hacer, a ser y a vivir con los demás. Estos cuatro pilares, caben dentro de la orientación para el desarrollo dado que su finalidad es lograr el desarrollo integral del individuo; con lo anteriormente citado nos damos cuenta cómo cobra sentido la orientación en la escuela. La orientación educativa es entonces como refiere Valdivia (1998) un proceso de ayuda al alumno, en la toma de conciencia sobre sí mismo, sobre los demás y sobre la realidad que le rodea para que sea capaz de ordenar su mundo interior que le permita una relación consciente y de integración consigo mismo, con los demás y con el medio. Este proceso de orientación educativa tiene por objetivo ayudar a los alumnos para desarrollar en ellos habilidades, o en su defecto, ayudar a mejorar las dificultades y debilidades que tengan y estén siendo obstáculo para un desempeño escolar óptimo. La ayuda deberá ser continua, es por ello, que en la labor docente aparecen funciones que permitan su desempeño como orientador. Es importante destacar que la función orientadora del docente no debe considerarse como una función extra que se requiere que el docente cumpla, sino que ésta es parte de la labor docente. Frank W. Miller (1972) asegura que, cuando se aborda el problema de la enseñanza desde el punto de vista de la orientación, ésta resulta más eficaz, y es que el docente-orientador lleva a cabo acciones con el propósito de apoyar el proceso de enseñanza- aprendizaje desarrollando del pensamiento reflexivo crítico y creativo de los alumnos a través de estrategias encaminadas al fortalecimiento cognitivo y de hábitos de estudio adecuados para la mejora de los aprendizajes; y no sólo el desarrollo intelectual del alumno, sino que como lo refieren Gómez y Chegwin (2009) también se interesa por garantizar la protección, el cuidado, y el aprendizaje de valores que garanticen vínculos que favorezcan la sana convivencia en la sociedad en donde se desenvuelvan. El docente también es quien tiene mayor oportunidad de influir en el alumno, y de proveer el ambiente adecuado y las actividades necesarias para que se dé la interacción de orientación, pero para que dicha orientación sea eficaz, y cumpla con los objetivos antes mencionados, es necesario cumplir con ciertas características fundamentales. Según Pereira (2003) las características de un orientador son: El orientador es un conocedor del comportamiento humano, por lo cual sus consejos profundizan en el proceso de orientación personal, ayudando a la persona a descubrirse, a analizar sus fortalezas y debilidades y aceptarse tal como es, para desde allí planificar una estrategia para mejorar los aspectos de su personalidad que impiden o limitan su desarrollo. Al tener dominio de las estrategias metodológicas y pedagógicas para apoyar la adquisición de aprendizajes significativos, el docente orientador puede coadyuvar a la personalización de los procesos de enseñanza-aprendizaje. Por todos los medios posibles, el docente orientador trata de procurar la integración de los escolares en su grupo-clase y en la globalidad de la dinámica de la escuela. Sus competencias profesionales le permiten coordinar el proceso evaluador y auto evaluador de los estudiantes y asesorar acerca de la promoción de los mismos. Tiene facilidades para realizar un seguimiento de conjunto de los aprendizajes de los estudiantes para descubrir posibles dificultades y necesidades especiales, con el fin de ofrecer respuestas educativas oportunas y acudir, si es menester, a la búsqueda de apoyos específicos. En el decurso del proceso de enseñanza – aprendizaje, el orientador aprende a valorar a sus estudiantes, conociendo a fondo sus características, fortalezas y debilidades y puede favorecer la orientación académica de los alumnos e impulsar los procesos de su maduración vocacional y profesional; lo que hace fundamentalmente a través de procesos de auto-descubrimiento acompañado, en el cual el estudiante se reconoce y aplica estrategias metodológicas que le permitan hacer una valoración justa de sus capacidades. A través de todos los recursos pedagógicos disponibles, el docente orientador es capaz de estimular y desarrollar en el grupo de estudiantes actitudes de participación tanto en el centro como en la realidad exterior, natural y sociocultural. Generando impactos positivos en la familia y la comunidad. De igual manera, La Secretaría de Educación Pública de nuestro país, mediante su Dirección General del Bachillerato establece los Lineamientos de Orientación Educativa (2010) en los cuales refiere que los conocimientos, habilidades y actitudes que debe tener un orientador son: Conocimientos Características biológicas, psicológicas y socio afectivas del adolescente. Teorías de la Orientación Educativa Factores que influyen en el desarrollo humano, así como de las teorías de la motivación y conducta humana. Técnicas de estudio, habilidades cognitivas, riesgos psicosociales, valores, manejo de grupos Describir y explicar los factores que intervienen en el desarrollo de una carrera y los factores que intervienen en la vocación del alumnado. Habilidades Establecer relaciones interpersonales Interactuar con el alumnado en forma individual y grupal. Adaptarse a diferentes condiciones que se presenten en su práctica. Comprender la influencia de los diversos aspectos socioeconómicos, institucionales, escolares, vocacionales y psicosociales que influyen en el bachiller. Mejorar métodos de trabajo Aplicar técnicas de entrevista, comunicación y manejo grupal. Manejar recursos didácticos para el trabajo en grupo. Actitudes Confianza, comprensión e interés en el alumnado (empatía, tolerancia, respeto y actitud de servicio. Equilibrio emocional, coherencia entre lo que dice y lo que hace (objetividad ante problemáticas de los estudiantes, iniciativa y creatividad) Interés en mantener una actualización permanente. Disposición para trabajar en equipos multidisciplinarios, adecuando sus juicios, aportaciones y críticas a las condiciones existentes en el medio circundante, a fin de proponer alternativas viables al proceso de orientación. A partir de las características mencionadas, sobre el perfil del docente para llevar a cabo su función orientadora, es que nos preguntamos ¿Todos los profesionales de la educación muestras dichas habilidades como para llevar a cabo un proceso de orientación en el aula? Como lo muestra Lázaro (1991) en el gráfico, en muchos de los casos el rol del profesor queda simplemente en una formación instructiva, esto surge cuando solo le interesa cumplir con la planeación de la clase y los contenidos. Pero si a esa formación instructiva le damos un sentido socio-afectivo, en donde las necesidades de los alumnos y su asesoramiento son más importantes, es cuando cobra vida el docente-orientador, y con ello dicha función orientadora. Esta función orientadora nos hace reflexionar sobre nuestra labor docente, ya que antes que cumplir con una planeación de clase, debemos estar conscientes que ante nosotros tenemos un grupo de personas, con diversas dudas o necesidades, de las cuales debemos ayudar a disminuir esa condición, y más si está perjudicando el proceso de aprendizaje de los alumnos. Todo proceso de enseñanza -aprendizaje necesita de los dos actores, docentes y alumnos. Estos dos actores educativos requieren de presentar una relación armoniosa una comunicación, donde puedan desarrollar de manera constante este proceso, es ahí donde la orientación interviene pues es con esta como se puede entablar un vinculo entre los dos actores. Pero surge la cuestión ¿Es posible llevar a cabo dicha función orientadora en todos los niveles educativos? ¿Qué barreras nos impiden el logro de dicho rol orientador? En algunos países, por ejemplo España, la función orientadora del docente está muy arraigada a las instituciones educativas ya que su Ley Orgánica de Educación estable la orientación educativa como una ley de implementación, pero en cambio en México no está presente y no es muy común que existan comités de orientación en las instituciones o requerir está función en los docentes dentro de nuestras instituciones en cualquier nivel. En nivel básico los maestros pueden desarrollar con mayor facilidad su desempeño como orientador, ya que “El docente orientador es quien permanece más tiempo en contacto con los alumnos, lo que le permite observar su comportamiento y obtener información valiosa. Además puede elegir los momentos más adecuados para su orientación y para estimular su desarrollo” (Pereira, 2003: 56) Por lo cual, algunos de los obstáculos para cumplir con la función de orientación en los niveles medio superior y superior es el poco tiempo que los docentes comparten con sus alumnos en el aula, y el gran número de alumnos con los que conviven. Ante esta situación, las instituciones deben implementar estrategias y programas, para que ante ese gran número de alumnos exista la manera de que ellos puedan recibir por algún medio dicha función de orientación; claramente, esa atención la recibirán a partir de la petición del maestro que así lo considere, partiendo de la observación del desempeño del alumno en su clase. Un caso en particular en donde se busca cubrir esta función orientadora es el de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de Nuevo León con su Programa de Tutoría Académica. El objetivo principal del programa de tutoría es el de apoyar a la formación integral de los estudiantes y orientarlos en la solución de problemas académicos y personales, con la idea de un mejor desempeño, disminuir la deserción, abandono y lograr la eficiencia terminal de todos los programas educativos. (Heredia, 2011: 2) Los maestros de tiempo completo son elegidos como tutores, a quienes se les designa un grupo en particular y realizan con ellos actividades similares a las desempeñadas por un docente-orientador: Dar seguimiento durante todo el semestre a un grupo asignado. Ofrecer atención individual a grupos pequeños sobre problemas académicos. Proveer atención personalizada para orientar a los alumnos hacia las alternativas a seguir en su trayectoria académica. De esta manera, es como se puede dar solución a los obstáculos antes mencionados; también es importante considerar que la orientación no debe ser solo trabajo del docente, sino de toda la institución, ya que también de los directivos depende realizar este tipo de programas para la ayuda de sus alumnos. Como reflexión final, debemos destacar que en nuestra formación como licenciados en educación es necesario hacer conciencia que desempeñar una función orientadora , dentro o fuera de un aula, es de gran importancia ya que crea en nuestros alumnos aprendizajes significativos , una mejor relación maestroalumno y con ello propicia al mejor desempeño escolar. En cuanto a nuestras prácticas en el colegio de educación podemos ver que es hasta décimo cuando nos damos cuenta de este punto en particular, por lo cual es necesario que antes de llevar a cabo nuestra práctica docente, tomemos en cuenta que no solo realicemos una formación instructiva sino una formación socioafectiva en miras de ayudar a las necesidades de los alumnos. Es necesario recordar y arraigar a nuestro perfil de egreso esta condición humanista, como lo es la función orientadora, a nuestra labor docente. Bibliografía Álvarez, Manuel y Rafael, Bisquerra (Coors ) (2001). Modelos de Orientación e Intervención Psicopedagógica. Barcelona: Praxis. Calvo, María. (2010). La educación en las aulas del siglo XXI. Granada: Revista Digital Innovación y Experiencias Educativas. Delors, Jacques . (1996) La educación encierra un tesoro. Francia: UNESCO. Gómez, Katherine y Stephanie, Chegwin. (2009). Orientador escolar, perfil del docente actual. Colombia: Instituto de Estudios en Educación Universidad del Norte. Heredia, Minerva. (2011). El Programa de Tutoría en la Facultad de Filosofía y Letras: Retos y Perspectivas.Facultad de Filosofía y Letras. Lázaro, Angel. (1991 ) . Conceptos y cuestiones básicas de la acción tutorial educativa. en Tapia, Jesus y Ana Echeverría (2005) La orientación escolar en centros educativos. España: Ministerio de Educación y Ciencia. Miller, Frank. (1972) Principios y servicios de orientación escolar. España: Magisterio Español . Pereira, María (2003 ) Orientación Educativa. Puerto Rico: Editorial UNED. Valdivia Sánchez, M.C. (1998). La orientación y la tutoría en los centros educativos: cuestionario de evaluación y análisis tutorial. Bilbao: Mensajero.