Escribir algo a mi padre en sus 80 cumpleaños es difícil para mí. No creo en un «más allá», pero reconozco que hay veces que desearía que ese «más allá» fuese «un ven acá». Me gustaría poder abrazarlo, cuidarlo, mimarlo y discutir con él todas las cosas que me van golpeando, todo cuanto continúo aprendiendo. Pero eso es imposible: físicamente hace mucho que no está. En una ocasión, pensando en su madre, mi abuela, papi escribió algo muy interesante sobre la vida después de la muerte. Él decía que se puede sobrevivir en los hijos, pero no quería ser una carga para nosotros. No nos pedía nada en especial, sólo que fuéramos dignos hijos del pueblo donde vivíamos. Reconoció que cuando hablábamos de "una carga al machete", estábamos hablando de la vida aún después de la muerte, se refería a la historia que es una forma de vencer la muerte. Y heme aquí, sin temor a equivocarme, que estoy hablando de la vida después de la muerte, porque el Che hoy cumple 80 años de vida. ¡Y qué vida! ¡Siempre en polémica! ¡Hasta le discuten la fecha de nacimiento! Unos se dedican a describir esa vida, algunos amigos, otros no tanto. Unos, fieles a la verdad histórica, otros inventándose cualquier cosa. Pero continúa llamándonos a la reflexión y siempre es un reto. Este argentino nacido en Rosario no se cansa nunca de dar el ejemplo. Y es que como ser humano es tan completo que no logramos igualarlo. Lo intentamos, seguro, pero muchos nos quedamos sólo hablando –y vaya si hablamos– pero desgraciadamente pocos actuamos. ¡Y de qué sirven los discursos y hasta los monumentos si no llevamos a la práctica sus ideales y convicciones! Hablar es fácil. Crear monumento no tanto. Pero puede hacerse, ustedes lo demostraron cuando reunieron pieza a pieza lo que necesitaban y lo lograron. Pero –digo yo– de qué sirven los monumentos cuando no conocemos la vida que llena esa imagen y de qué vale el conocerla si no la interiorizamos, si no la llevamos a la práctica cotidiana. Esto es sólo un comienzo, los primeros pasos, pero necesitamos mucho más, muchísimo más. Necesitamos unidad, palabra mágica que tanto mencionamos pero que apenas sentimos. Necesitamos educación, porque sólo sabiendo lo que queremos y cómo podemos hacerlo es que dejaremos de ser manipulados, utilizados y podremos ser realmente libres. Necesitamos información, pero no amañada por los intereses de los poderosos, si no la información que llegue a todos y que sea fiel reflejo de lo que vivimos, para tener la capacidad de reaccionar ante lo que nos rodea. Necesitamos acción, acción revolucionaria que nos permita modificar lo que sabemos que no debe seguir ocurriendo, para poder impedir que personas sin escrúpulo tiren la leche que es tan necesaria para muchos niños que hoy mueren de hambre, para tantos hombres y mujeres que la necesitan. A pesar de lo que dijo Esquivel anoche, yo no puedo decirles todo lo que quisiera sobre ese tema, porque todavía no somos reconocidos como hijos de la gran patria latinoamericana. Tenemos que ser prudentes en ese sentido. Son problemas internos que deben ser resueltos por ustedes, aunque ya nos sintamos parte de este pueblo y aunque sus problemas sean también nuestros. Pero no puedo callar mi conciencia y como simple mujer cubana que sabe lo que padecen nuestros pueblos, como médico que ha estado combatiendo la desnutrición y la muerte en Nicaragua, en Angola; como madre, les pido por favor que no permitan estas cosas. ¡No permitan semejante crimen! Sean coherentes, defiendan el derecho a la vida de los que están confundidos, de los que no tienen fuerza, de los que no tienen el valor para hacerlo. Como ayer Esquivel nos preguntó que pensaría el Che de esto, hoy les pregunto ¿qué harán ustedes ante esto? La vida es muy corta. Dicen que cuando estamos aprendiendo a vivir, debemos comenzar a despedirnos. Para algunos es más corta aún, porque gustosos la entregamos por lo que creemos o porque nos la arrebatan porque de alguna forma les damos pavor a los poderosos. Pero mientras tengamos el privilegio de existir, ¡hagámoslo con dignidad y valentía! Vivamos de forma tal que al momento de la despedida no sintamos dolor por los años pasados en vano. Aprovechemos al máximo lo que tenemos. Disfrutemos el privilegio de vivir. Seamos alegres. Pero no podemos dejar de ser profundos. No hay mayor alegría que saber que somos capaces de luchar por lo que creemos. No hay mayor alegría que sentirte útil a otro ser humano. Decía el Che que los verdaderos revolucionarios tienen que ser románticos, porque solo amando puedes entregar la vida por un ideal. Compañeros, hace muchos años, nuestro José Martí hizo un poema que tituló «Yugo y Estrella». Desde el siglo XIX este insigne americano nos mostró dos caminos en la vida: aceptas el yugo y te conviertes en buey, tienes paja caliente y rica y ancha avena, puedes tomar alimentos y asegurarte un techo, si obedeces, si bajas la cabeza y aceptas lo que te ordenen; o puedes ceñirte la estrella, la estrella que ilumina y mata, da tanta luz que muchos tienen miedo de ella y te dejan solo, pero como eres capaz de crear, creces. Martí eligió la estrella y el Che fue parte de ella. Es una decisión personal. ¿Qué deciden? ¿son bueyes o se unen a la estrella? ¡Ustedes y sólo ustedes deciden! Hoy quiero agradecerles, agradecerles todo el esfuerzo que han hecho muchos compañeros, muchos de ellos jóvenes, para conmemorar este 80 aniversario de vida intensa. Quiero agradecer la solidaridad para con Cuba, el trabajo importante que desarrollan las Cátedras Che Guevara y su compromiso con las jóvenes generaciones, la labor de los sindicatos, de los obreros, en estas actividades, quiero agradecerles el que nos hayan permitido a todos nosotros estar hoy aquí, con ustedes. Quiero agradecerles a todos su presencia en este momento. Antes de concluir mis palabras y pensando en algo que escuché ayer, que los cumpleaños se celebran con los amigos, los hijos, los hermanos, con los que te quieren bien. Permítanme decirles que hoy me acompañan algunos de mis tíos, hermanos de papi, está la tía Celia a la que conocí siendo muy pequeña y que ya quería aún sin conocerla, porque mi madre me contó que mi padre la quería mucho y cuando la conocí la quise mucho más porque sentí que ella quería mucho a mi padre. Está aquí con nosotros, mujer sencilla que pocos identifican como la hermana del Che porque nunca ha usado su nombre como tarjeta de presentación, aunque ha hecho cualquier revuelo por defender la vida de otro hermano que cuando estaba preso se le negaba atención médica urgente, mi tío Juan Martín, el pequeño hermano de papi que no llegó a ver convertirse en hombre y luchar por sus propios ideales. Están aquí mis hermanos, dos hombres, abogados, cubanos internacionalistas y mi hermana, que cuando papi cumplió sus 35 años se convirtió en el mejor regalo que seguramente recibió, también Celia como la abuela y la tía, es médico veterinario, especializada en mamíferos marinos, hoy cumple años. Felicidades hermanita. También está junto a nosotros mi madre que lo amó tanto y que nos mostró lo mejor de nuestro padre. Y están aquí junto a nosotros mis otros cinco hermanos, prisioneros injustamente en las cárceles de Estados Unidos de Norte América, por luchar contra el terrorismo en el propio territorio nacional del imperio, hombres dignos de nuestro pueblo que a pesar de las distancias están aquí celebrando porque no hay barreras para la dignidad, el valor y la ternura y estos hombres en su conjunto son la mejor muestra de la fuerza de nuestro pueblo. Están también, pese a la distancia, Fidel, Raúl, Pombo, Ramiro y tantos amigos y compañeros que no lo olvidan y que lo sienten presente. Ante todos ellos renuevo mi compromiso de luchar junto a ustedes, de luchar junto a mi querido y aguerrido pueblo, junto al gran pueblo latinoamericano, junto a las mujeres y hombres honestos del mundo, por ese mundo mejor que todos necesitamos hasta las últimas consecuencias. ¡Hasta la Victoria Siempre!