“LA VIÑA AMADA DEL SEÑOR” XXVII Domingo del Tiempo Ordinario CICLO A TEXTO BÍBLICO: Mateo 21, 33 - 46 Jesús dijo a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: v. 33 Escuchen otra parábola: Un hombre poseía una tierra y allí plantó una viña, la cercó, cavó un lagar y construyó una torre de vigilancia. Después la arrendó a unos viñadores y se fue al extranjero. v. 34 Cuando llegó el tiempo de la vendimia, envió a sus servidores para percibir los frutos. v. 35 Pero los viñadores se apoderaron de ellos y a uno lo golpearon, a otro lo mataron y al tercero lo apedrearon. v. 36 El propietario volvió a enviar otros servidores, en mayor número que los primeros, pero los trataron de la misma manera. v. 37 Finalmente, les envió a su propio hijo, pensando: “Respetarán a mi hijo”. v. 38 Pero, al verlo, los viñadores se dijeron: “Este es el heredero: vamos a matarlo para quedarnos con su herencia”. v. 39 Y apoderándose de él, lo arrojaron fuera de la viña y lo mataron. v. 40 Cuando vuelva el dueño, ¿qué les parece que hará con aquellos viñadores?. v. 41 Le respondieron: “Acabará con esos miserables y arrendará la viña a otros, que le entregarán el fruto a su debido tiempo” v. 42 Jesús agregó: “¿No han leído nunca las Escrituras: “La piedra que los constructores rechazaron ha llegado a ser la piedra angular: esta es la obra del Señor, admirable a nuestros ojos? v. 43 Por eso les digo que el Reino de Dios les será quitado a ustedes, para ser entregado a un pueblo que le hará producir sus frutos”. v. 45 Los sumos sacerdotes y los fariseos, al oír estas parábolas, comprendieron que se refería a ellos. v. 46 Entonces buscaron el modo de detenerlo, pero temían a la multitud, que lo consideraba un profeta. Introducción Mateo presenta la parábola llamada de los labradores rebeldes u homicidas, (que se encuentra en los tres evangelios sinópticos), siempre en el contexto del enfrentamiento de Jesús con las autoridades judías de Jerusalén. En el texto se distinguen dos partes: en primer lugar se narra la actitud de los labradores homicidas y a continuación su explicación a través de un diálogo entre Jesús y sus interlocutores (sumos sacerdotes y ancianos). La parábola se puede entender como una historia alegórica de las relaciones entre Dios e Israel, en la que se destaca la creciente infidelidad histórica del “pueblo elegido”, pese a los pacientes y renovados intentos de Dios. En ella se refleja la situación de Galilea, donde la propiedad de la tierra se había ido concentrando en manos de las clases más pudientes que vivían en las ciudades. La escena descripta en la parábola no era desconocida para los oyentes de Jesús, quien hace referencia a las palabras del profeta Isaías en su “canto a la viña” (Is.5, 1-17) donde el dueño es Dios y la viña, Israel. Aportes para la lectura v. 33 El texto comienza con el reclamo de Jesús a los dirigentes religiosos que le cuestionaban: “Con que autoridad haces estas cosas” (Mt.21, 23) para que “escuchen” la parábola que a continuación les va a narrar. El propietario mencionado en el relato, plantó una viña (figura que era común en las Sagradas Escrituras para representar al pueblo de Israel), cavó un lagar (especie de pileta donde se prensaba la uva para obtener el mosto) y construyó una torre (estructura de piedra que servía para vigilar el viñedo, sobre todo en la época de la vendimia, para impedir que sea dañada por animales o por los hombres). La parábola hace referencia a un hecho que era común en los tiempos en que Jesús predicaba. Algunos judíos pudientes plantaban una viña en tierra de su propiedad y luego la arrendaban a algunos campesinos para que la trabajaran a cambio de una parte de los frutos que se obtuvieran (una séptima parte o una quinta según fueran más o menos fértiles las tierras arrendadas). Los que tomaban las tierras de otros para trabajarlas eran, generalmente, familias que habían perdido sus propiedades debido a la presión fiscal o a las malas cosechas. Esta situación provocó una gran inestabilidad social, que dio lugar a algunos movimientos de campesinos que se rebelaban contra las familias más pudientes propietarias de las tierras o contra los romanos que les cobraban elevados impuestos. v. 34 La vendimia o cosecha comenzaba en el mes de Sivan (tercer mes del calendario hebreo), mientras se desarrollaba la fiesta de “las semanas”, más adelante denominada “Pentecostés”. Es en este tiempo, que el propietario envió a sus servidores a cobrar la renta pactada. v. 35 Pero al llegar a la viña, los labradores no solamente se negaron a cumplir con las condiciones del contrato, sino que se apoderaron de ellos y los trataron de una manera criminal (los golpearon, apedrearon y mataron). El envío de los siervos hace referencia a los profetas, enviados por Dios que fueron maltratados por el pueblo. Tanto en el judaísmo como en el cristianismo primitivo, se habla de la lapidación de los profetas (2Cr.24, 2l; Mt. 23, 37) v. 36 El segundo grupo de servidores, más numeroso que el primero, sufren los mismos malos tratos. v. 37 Por último, el propietario envía a quien piensa que merecerá más respeto, su propio hijo, pero esto excita más los instintos criminales de los viñadores. v. 38-39 Fundándose en una norma del antiguo derecho, según la cual una propiedad pasaba a ser del arrendatario si el propietario moría sin tener herederos, los labradores matan al hijo (fuera de la ciudad) calculando que de esta manera ellos llegarían a ser los dueños de la viña. La parábola se refiere a los dirigentes de Israel, pero indirectamente toca también al pueblo, en cuanto este se deja arrastrar y participa de la infidelidad de los dirigentes (Mt. 27, 20) El hijo mencionado en la parábola simboliza indudablemente al propio Jesús, enviado por su Padre a buscar los frutos de la viña, que representa a ese pueblo que había sido preparado durante tantos siglos. Pero las autoridades, que se sentían dueños de la “viña”, no permiten al Hijo de Dios recoger los frutos de la fe de su pueblo y terminan con su vida fuera de la ciudad. (El Gólgota se encontraba fuera de las murallas que protegían a Jerusalén). Su crimen no es consecuencia de un error trágico, tienen plena conciencia de la gravedad de la acción. v. 40 Jesús interpela a sus interlocutores, preguntando sobre lo que hará el dueño de la viña con los viñadores homicidas. v. 41 Su repuesta les condenará: “Acabará con esos miserables y arrendará la viña a otros que le entregarán el fruto a su debido tiempo”. En un primer momento los interlocutores no captan el verdadero sentido de la parábola. Piensan que se está presentando un simple caso jurídico y al ser interrogados sobre lo que tiene que hacer el propietario, responden dando la solución apropiada: que se aplique la pena de muerte a los criminales y que se entregue la viña a otros labradores más honestos. Este es el castigo que a ellos les espera porque el pueblo de Israel no ha dado el fruto que Dios esperaba de ellos. En adelante la promesa pasará a la Iglesia, el Nuevo Pueblo de Dios, a la que también se le exigirá que dé buenos frutos. v. 42 “¿No han leído nunca las Escrituras?”. Jesús se dirige a los sumos sacerdotes y ancianos para referirse a una cita del Salmo ll8, 22-23, que ellos conocían perfectamente y que muestra poéticamente la reacción del pueblo exiliado que se da cuenta de su infidelidad y quiere tocar el corazón de Dios que se ha comprometido con ellos. La “piedra angular” que menciona el Salmo es la piedra que une entre sí dos paredes, afirmando y sosteniendo un edificio (Is. 28, 16) Jesús se aplica a si mismo esta imagen, porque Él es fundamento sobre el que se afianza y sostiene el Nuevo Pueblo de Dios (Hechos 4, 11) v. 43 Jesús habla de la transferencia de “la viña”, desde la dirigencia judía no a una nueva dirigencia, sino a un nuevo pueblo que “produzca frutos”. La responsabilidad del Reino será transferida a los fieles tal y como se prometía en Is. 55, 5. El v. 44, no existe en la mayoría de los manuscritos occidentales antiguos de la Biblia, por eso la mayoría de nuestras Biblias no lo traen. Sin embargo, en el texto latino sobre el que se hizo la división por versículos, hace ya muchos siglos, si lo traía. v. 45 Junto a los sumos sacerdotes aparecen ahora los fariseos, quienes al escuchar a Jesús, comienzan a darse cuenta que esta comparación iba dirigida precisamente a ellos, que estaban planeado su muerte, pero que en ese momento no pueden arrestarlo por temor a la gente. v. 46 Buscarán, el momento oportuno para detenerlo, lejos de la multitud que lo consideraba un gran profeta, como lo fue Juan Bautista. Aportes para la meditación Sería muy cómodo aplicar la lección a los judíos, por su infidelidad. Pero ¿muchas veces los cristianos, no nos hacemos, acaso, dueños de la viña? ¿No somos, a veces, viñadores descuidados, perezosos, estériles, que frustramos los planes de Dios y no entregamos puntualmente los frutos que él, como propietario de la viña, nos exige? Hoy, el Hijo, Jesús, asume muchos rostros, generalmente pobres y sufrientes, y muchas veces se nos presenta para recibir los frutos propios de la viña de Dios ¿distribuimos los dones que hemos recibido con nuestros hermanos? ¿Trabajamos con generosidad para ser signos de Dios en este mundo, en nuestras familias, en la sociedad? Aportes para la oración En la oración, el diálogo se realiza, en primer lugar, en intimidad personal con el Señor, luego se pone en común (en el caso de hacerlo comunitariamente). Se puede hacer una pequeña oración. Señor: Libérame de mis falsas seguridades, Ayúdame a aceptar mi condición de servidor Que sepa descubrir el rostro de tu Hijo en mis hermanos Que en mi entrega, pueda dar abundante fruto Para que se construya tu reino. Contemplación - Compromiso En el último paso de la Lectura Orante nos parece bueno recomendar que dejemos unos buenos minutos para contemplar todo lo que el Señor nos ha dicho con su Palabra, lo que le hemos dicho a través de la oración, y sobre todo descubrir a qué nos comprometemos, qué acción para transformar nuestro pequeño mundo realizaremos. Siempre debe ser algo muy concreto y en coherencia con lo que el Señor nos pide en su Palabra.