HISTORIA COMUNICACIÓN I LIC. SONIA CASTRO EGIPTO SÓLO LECTURA OPCIONAL Si deseas darte un “baño de cultura” en la civilización egipcia, sería muy conveniente que leas este texto que ha reelaborado la Lic. Castro para ustedes. Si hallas errores ortográficos no son atribuibles a la docente, sino que en la corrección los ha pasado por alto. http://www.uv.es/~ivorra/Historia/Historia_Antigua/IVmilenio.htm ~ alt+126 EGIPTO Egipto iba organizándose. La cultura neolítica propició el típico desarrollo de la religión y el surgimiento de una poderosa clase sacerdotal. Los primeros dioses los debieron de modelar los cazadores, que los vinculaban a ciertos animales, de tal suerte que adorando al dios adecuado se podía esperar una buena caza del animal deseado. Así, había dioses con cabeza de halcón, de chacal, de hipopótamo, etc. Con la agricultura aparecieron nuevos dioses, el más importante de los cuales fue Ra, el dios del sol, al que vinculaban con el cambio estacional, las crecidas del Nilo, etc. Los egipcios contaban que fue el dios Osiris quien les enseñó las artes agrícolas. Osiris era, pues, un dios de la vegetación. Se le representaba con forma humana. Fue asesinado y descuartizado por su hermano Set, pero su esposa Isis recogió los pedazos y le devolvió a la vida. No obstante, uno de los fragmentos se perdió, y Osiris no quiso permanecer así entre los hombres, sino que descendió al mundo subterráneo, donde reinaba desde entonces sobre las almas de los muertos. Isis y Osiris habían tenido un hijo, Horus, representado con cabeza de halcón (lo que hace pensar en un mito del tiempo de los cazadores que pervivió en las leyendas de los agricultores). Horus vengó la muerte de su padre matando a Set. Posiblemente, los egipcios fueron el primer pueblo que desarrolló una teoría sofisticada sobre la vida después de la muerte. La supervivencia a la muerte no era automática, sino que dependía de ciertos ritos que controlaban los sacerdotes. Es probable que estas creencias fueran expresamente desarrolladas por los sacerdotes para conseguir la sumisión del pueblo a su autoridad. Y en verdad que no pudieron tener más éxito. La supervivencia a la muerte debió de ser durante cientos de años casi una obsesión para los egipcios de todas las clases sociales, que nunca en su historia abandonaron una incondicional sumisión a la autoridad religiosa. Por aquel entonces los reinos egipcios del delta del Nilo (el Bajo Egipto) se unificaron bajo la monarquía de Buto, cuyos reyes ostentaban la corona roja, mientras HISTORIA COMUNICACIÓN I LIC. SONIA CASTRO EGIPTO 2 que el resto del territorio (el Alto Egipto) estaba gobernado por los reyes de Hieracómpolis, que ostentaban la corona blanca. No parece que estas unificaciones se produjeran violentamente, sino más bien por medios políticos. Egipto nunca había sufrido amenazas externas, por lo que carecía de ejércitos. Hacia el 3.200 el rey Nármer de Hieracómpolis unificó el Alto y el Bajo Egipto en un único reino y ciñó las dos coronas. Él y sus descendientes (la I dinastía de reyes de Egipto) consolidaron el poder real y la unidad del país difundiendo la idea de que el rey era un dios dueño de todo el valle del Nilo. Nármer estableció la capital del reino en Tinis, de donde al parecer era originario, si bien construyó la ciudad de Menfis en la frontera entre el Alto y el Bajo Egipto, tal vez con la intención de convertirla en capital si el Bajo Egipto recelaba de ser gobernado desde el Alto Egipto, cosa que no llegó a suceder. Bajo la primera dinastía los egipcios construyeron canales con que regar las zonas del valle más alejadas del Nilo. Surgieron trabajadores especializados, se idearon barcas con que transportar materiales por el río, se fomentó la agricultura y la ganadería, etc. Indudablemente todo esto es una clara huella de la influencia Cananea-Mesopotámica. Mientras tanto, el resto de la media luna fértil se alimentaba de la cultura sumeria. Al este de la Baja Mesopotamia, al sur de los montes Zagros, en el actual Irán, se formó un pueblo conocido como Elam, que prosperó con el control del comercio entre Irán y Mesopotamia. Los elamitas adoptaron la cultura sumeria, pero conservaron su propia lengua, que subsistió hasta el siglo XI d.C. LA EDAD DEL BRONCE Es probable que la crisis moviera a algunos cananeos a abandonar su patria. Quizá algunos marcharon a la isla de Creta, lo que explicaría que por estas fechas empezó a usar el cobre y a construir buenos barcos con los que inició unas relaciones comerciales con Egipto y Canaán. Egipto siguió recibiendo y asimilando los conocimientos sumerios. Poco después del 3.000 había adaptado su sistema de escritura. En lugar de escribir sobre tablillas de arcilla los egipcios usaron un soporte más sofisticado: de unas cañas que crecían en abundancia a orillas del Nilo extraían unas fibras que entretejían en varias capas, las empapaban en agua, las prensaban y con ello obtenían unas láminas llamadas papiros, en las que era muy fácil escribir con tinta. La escritura sobre papiro era mucho más cómoda que sobre arcilla, por lo que los signos egipcios no se volvieron esquemáticos, como los sumerios. Al contrario, representaban figuras muy claras, como águilas, ojos, etc. Eso sí, seguían el principio sumerio de que a cada palabra le correspondía un signo, con toda la complejidad y elitismo que ello conlleva. La escritura egipcia se conoce como escritura jeroglífica. Indudablemente la escritura resultó indispensable para la organización del estado egipcio. HISTORIA COMUNICACIÓN I LIC. SONIA CASTRO EGIPTO 3 Los reyes egipcios desarrollaron una ostentación y un lujo inusitados hasta entonces. En parte era necesario: cuanto más lujosa era la monarquía más convencido quedaba el pueblo de su naturaleza divina y más fervorosa era su devoción. Esto se plasmó en su preocupación por la vida de ultratumba: Tras la muerte, el alma realizaba un viaje hasta la gran Sala del Juicio. Si llegaba sana y salva (lo cual podía lograrse con los rezos y ritos adecuados), su vida era juzgada y si resultaba absuelta de todo mal ganaba la gloria eterna junto a Osiris. Al parecer, para lograr la vida eterna era necesaria la conservación del cadáver, por lo que los egipcios desarrollaron una sofisticada técnica de momificación para conservar los cadáveres incorruptos durante un largo periodo de tiempo. Los ataúdes, o sarcófagos, se depositaban en unas construcciones oblongas de ladrillo llamadas mastabas. Se incluían estatuas del difunto y las paredes se decoraban con escenas de su vida (quizá para abogar por sus virtudes). La idea de la vida después de la muerte se entendía en un sentido muy literal, pues también se depositaban alimentos y bebidas, así como las riquezas del difunto. Los entierros reales debieron de ser ceremonias fastuosas. Muchas tumbas de reyes de las dos primeras dinastías se encuentran en Menfis, pese a que la capital oficial era Tinis. Esto puede significar que algunos monarcas gobernaron en la práctica desde Menfis, o tal vez que era más conveniente celebrar el espectáculo en un lugar al que podían acudir fácilmente los habitantes del Alto y el Bajo Egipto. Pronto los cortesanos influyentes consideraron que también ellos debían "disfrutar" de esta clase de rituales, y exigieron ser momificados. Debió de establecerse una cierta competencia en quién tenía la tumba más fastuosa y con más tesoros. Esto hizo surgir la figura del ladrón de tumbas, que conseguía fácilmente grandes tesoros de oro y plata expoliando tumbas, pese a que con ello horrorizaba a sus devotos paisanos. Se promulgaron leyes contra ellos, se les amenazó con la venganza divina, se trató de esconder bien las tumbas y de sellar sus entradas, pero pocas de ellas han llegado intactas a nuestros días. El desierto aumentaba paulatinamente su extensión. El lago Moeris, centro de riqueza de una importante región de Egipto, amenazaba con secarse. Los egipcios construyeron un sistema de canales que lo conectaba con el Nilo, una imponente obra de ingeniería gracias a la cual la zona conservó su prosperidad de antaño. Los problemas de reparto de tierras hicieron prosperar la geometría (cuando el Nilo se desbordaba, las divisiones se borraban y había que reestablecerlas, el comerció fomentó la aritmética, el afán por predecir los desbordamientos anuales del Nilo llevó al estudio de la astronomía. Hacia el año 2.800 los egipcios adoptaron un calendario de 365 días, que mejoraba al sumerio, que constaba tan sólo de 12 meses de 30 días (360 en total). Hacia el 2.680 se produjo un segundo cambio dinástico en Egipto (del primer cambio que dio origen a la II dinastia sabemos poco más que el hecho de que se produjo). El primer rey de la III dinastía fue Zoser, quien estableció definitivamente la capital en Menfis, confirmando una tendencia ya marcada por las dinastías anteriores. Con Zoser termina un primer periodo de la historia egipcia conocido como HISTORIA COMUNICACIÓN I LIC. SONIA CASTRO EGIPTO 4 periodo arcaico y comienza el llamado Imperio Antiguo. La nueva dinastía llevó el lujo de la casa real hasta extremos nunca vistos. Tal vez los nuevos reyes temían que el pueblo recelara del cambio de dinastía, por lo que se vieron en la necesidad de confirmar su naturaleza divina mediante una ostentación inusitada. Entre los consejeros de Zoser se encontraba Imhotep, al que podemos considerar como el primer científico conocido en la historia. Con el tiempo se crearon muchas leyendas en torno a él. Se dijo que era un médico casi milagroso, se dijo que fue capaz de predecir un gran periodo de sequía, lo que permitió almacenar reservas de trigo que salvaron al pueblo del hambre. Al margen de lo que estas leyendas puedan tener de verdad, Imhotep fue el primer arquitecto del que tenemos constancia. Construyó la tumba de Zoser, que era de piedra y no de ladrillo. En un principio tenía unos 60 metros de lado y 8 de altura, pero a Zoser no le debió de parecer suficientemente grandiosa, por lo que Imhotep la amplió hasta que la base midió unos 120 metros de lado, luego construyó otra menor sobre la primera, y luego otra, hasta llegar a seis pisos con una altura total de unos 30 metros. El monumento tenía otras estructuras auxiliares a su alrededor, y el conjunto estaba rodeado por un muro de unos 550 por 275 metros. Aunque bastante deteriorada, la mastaba de Zoser subsiste en nuestros días. Se terminó sobre el 2.650, por lo que tiene casi 5.000 años. Mientras tanto Egipto empezó a explotar zonas vecinas: extraía cobre del Sinaí e importaba toda suerte de productos de Nubia, la región situada al sur: trigo, ganado, marfil, ébano, plumas de avestruz, pieles de leopardo y de pantera, etc. Hacia el 2.614 se instauró en Egipto la IV dinastía. Su primer rey fue Sneferu, que movido de la aparente necesidad de ostentación que acompañaba a cada cambio de dinastía, decidió construir una mastaba que superase a la de Zoser. La suya tenía ocho pisos, pero Sneferu mandó rellenar los escalones de cada piso para que las caras presentaran una figura triangular uniforme. Despés cubrió toda la estructura con piedra caliza blanca y brillante. El resultado fue una impresionante pirámide sin comparación con ningún monumento anterior. Después empezó a construir otra pirámide sin pisos, en la que la sección disminuía paulatinamente a un ritmo constante. Sin embargo, a partir de cierta altura se aumentó significativamente la inclinación. Tal vez Sneferu se moría y los arquitectos retocaron el proyecto para acabar antes. Por otra parte, Sneferu organizó un ejército que afianzara la dominación de Egipto sobre las regiones vecinas especialmente Nubia y el Sinaí. Creó la figura del visir o primer ministro, a cuyo cargo dejó el ejército y un cuerpo de policía. Se rodeó también de una corte de altos funcionarios. Por esta época los sacerdotes de Ra empezaron a ganar influencia. Ra era el dios principal de la ciudad de heliópolis, un poco al norte de Menfis, en el Bajo Egipto. En cambio, el dios principal de Menfis era Ptah, que para los egipcios era el creador del mundo. Sin embargo, los sacerdotes de Ra consiguieron convertirlo en el dios principal del panteón egipcio. Sneferu fue declarado hijo de Ra, título que ostentarían también sus sucesores, ratificando así su naturaleza divina, pero, a su vez, vinculando precisamente a Ra con la divinidad del Rey. HISTORIA COMUNICACIÓN I LIC. SONIA CASTRO EGIPTO 5 Sneferu envió barcos a Fenicia. Su contacto principal fue Biblos, de donde importaba entre otras cosas resinas y metales. Otro producto de la zona muy cotizado fue la madera. Los cedros del Líbano gozaron de una gran prestigio en el mundo antiguo. Los egipcios no eran grandes marineros. Sus barcos, que hasta entonces sólo habían recorrido las tranquilas aguas del Nilo, bordeaban cautelosamente la costa mediterránea hasta Fenicia y volvían por el mismo camino. También envió expediciones por el mar Rojo, que llegaron a Arabia y Somalia, de donde traían incienso, resinas y lapislázuli. La isla de Chipre se convirtió en un importante suministrador de cobre. Por estas fechas la isla de Creta entró en la Edad del Bronce. Surgió una nueva civilización conocida como cultura minoica (en una primera etapa conocida como periodo minoico antiguo) que también mantuvo estrechas relaciones comerciales con Egipto. El sucesor de Sneferu fue Jufu, más conocido por la versión griega de su nombre: Keops. Jufu construyó la mayor de todas las pirámides. Fue emplazada cerca de la ciudad de Giza. La obra se terminó hacia el 2.580. La base era cuadrada, de unos 227 metros de lado y su altura era de 147 metros. Esta formada por más de dos millones de bloques de piedra, la mayoría de los cuales pesan más de dos toneladas. Estos bloques de granito se extraían de las canteras del sur, junto a la primera catarata del Nilo, y se transportaron en barcos por el río. Los egipcios afirmaban que se construyó en 20 años y que en ella trabajaron 100.000 hombres. Jufu fue sucedido por su hijo mayor Jafre (o Kefrén) y luego por su hijo menor Menkure (o Micerino). Ambos construyeron pirámides monumentales junto a la de su padre, aunque un poco menores. La de Jafre se terminó hacia el 2.530, y la de su hermano hacia el 2.510. Las tres pirámides formaban un mismo complejo arquitectónico: cada una de ellas estaba rodeada de mastabas menores, destinadas a otros miembros de la familia real o de la corte, había templos, estatuas y otros monumentos. Tal vez el más famoso sea la Esfinge, una gigantesca figura con cuerpo de león y cabeza humana que los griegos pensaron que era de mujer, pero al parecer es una imagen de Jafre. V DIMASTÍA En Egipto se instauraba la V dinastía, que reinó desde el 2.500 hasta el 2.430, cuando se instauró (obviamente) la VI dinastía. Al parecer, el monarca que sucedió a Menkure fue un sacerdote de Ra, lo que culminaba el ascenso político de este cuerpo sacerdotal. La construcción de pirámides entró en decadencia. Probablemente los egipcios decidieron invertir sus esfuerzos en cosas más útiles, como el refuerzo de sus ejércitos. Por esta época reinaba en Egipto el tercer rey de la VI dinastía, Pepi I, nativo de Menfis. Los nómadas del desierto de Libia empezaron a hostigar el país, pero fueron rechazados cinco veces por los ejércitos egipcios, dirigidos por un general HISTORIA COMUNICACIÓN I LIC. SONIA CASTRO EGIPTO 6 llamado Uni. Este general consolidó también el dominio de Egipto sobre la península del Sinaí, rica en metales, e incluso supervisó expediciones a Nubia, al sur de la primera catarata del Nilo. El Imperio Antiguo alcanzó así su apogeo. Probablemente, Pepi I decidió que las relaciones comerciales que Egipto mantenía con Fenicia desde hacía mucho tiempo no eran satisfactorias: los cananeos pagaban poco por las exportaciones egipcias y cobraban mucho por sus productos (cuando dos personas negocian y una tiene a sus órdenes un ejército poderoso, es natural que llegue a esta conclusión.) Los fenicios fueron exhortados a pagar periódicamente un tributo al rey, pero algunas ciudades decidieron negarse. Como consecuencia, Uni dirigió una expedición contra Fenicia: una columna marchó por tierra y otra, transportada por mar, desembarcó hacia el sur de Biblos. El ejército derribó murallas, incendió ciudades, destruyó cosechas, se apoderó de toda clase de objetos valiosos y, sin duda, consiguió que las ciudades castigadas se comprometieran a pagar el tributo. En 2.272 el hijo de Pepi I subió al trono de Egipto con el nombre de Pepi II. Era sin duda un niño, pues su reinado duró noventa años, y es, al parecer, el más largo de la historia. En 2.182 murió Pepi II, el último rey de la VI dinastía egipcia. La evolución del país había sido similar a la del imperio Acadio. Desde el reinado de Pepi I la nobleza adquirió cada vez más poder. Esto debió de acentuarse en los años en que el rey Pepi II era un niño y, por consiguiente, no ejercía directamente el mando. Mientras el rey vivió, todo estaba aparentemente bien, pues la lealtad al rey del ejército y el pueblo debía de ser poco menos que inquebrantable. Tal vez la nobleza consiguió que el rey muriera sin descendencia, de modo que muchos ocultaran aspiraciones de ocupar el cargo tras su muerte. El caso es que nadie lo consiguió y el Imperio Antiguo se desmembró en muchos reinos pequeños en lucha continua. Como en Mesopotamia, ésta fue una época de miseria. En un papiro que ha sobrevivido, su autor, Ipuwer (tal vez con cierta exageración poética), describe así la situación: ...la risa ha perecido y no se ha vuelto a dar. La aflicción ronda por el país mezclada con lamentos... El país se ha entregado al hastío... el trigo ha perecido por todas partes... el granero está vacío y quien lo custodiaba yace cuan largo es sobre el suelo... Durante este periodo fueron saqueadas todas las tumbas de la época de las pirámides. Muchos de los reyes que figuran en los anales egipcios tras Pepi II fueron gobernantes locales que reinaron simultáneamente. Así, los reyes de las dinastías VII y VIII reinaron en Menfis o en Heliópolis, en el Bajo Egipto, mientras que los de las dinastías IX y X eran de Heracleópolis, junto al lago Moeris. Tanto en Egipto como en Mesopotamia, los primeros signos de recuperación de la crisis los encontramos en las ciudades alejadas de lo que habían sido los grandes centros de poder. Así, en Egipto empezó a prosperar la ciudad de Tebas, al Sur, de cuya historia anterior se sabe muy poco. Probablemente era una aldea fundada HISTORIA COMUNICACIÓN I LIC. SONIA CASTRO EGIPTO 7 durante la V dinastía que vivió de las rutas comerciales que llegaban hasta Nubia, más allá de la primera catarata del Nilo. Los gobernantes de las ciudades del norte se olvidaron del "lejano sur" en sus disputas, así que Tebas prosperó. Su dios principal era Amón, un dios de la fertilidad completamente desconocido en tiempos del Imperio Antiguo. Hacia el 2.052 el quinto rey de la XI dinastía tebana de Egipto, conocido como Mentuhotep II, conquistó el Bajo Egipto, con lo que todo el país volvió a estar unificado bajo un sólo rey, esta vez tebano. Surgía así el Imperio Medio egipcio. Habían pasado 130 años desde el desmembramiento del imperio antiguo. Aquí surgió un conflicto religioso, pues el dios principal de Tebas era Amón, mientras que en el Bajo Egipto los sacerdotes de Ra seguían dirigiendo la religión y, con ella, gran parte de la política. Afortunadamente, Amón no tenía un cuerpo sacerdotal tan desarrollado, y los sacerdotes de Ra descubrieron rápidamente que en realidad Amón y Ra eran el mismo dios, que a partir de entonces fue llamado Amón-Ra. La idea funcionó y los sacerdotes de Ra mantuvieron su status en los nuevos tiempos. Tebas, la nueva capital del imperio, fue creciendo y enriqueciéndose con templos y monumentos. http://www.uv.es/~ivorra/Historia/Historia_Antigua/IIImilenio_C.htm Egipto estaba en los mejores días del Imperio Medio. Los reyes Mentuhotep IV y Mentuhotep V tuvieron un capaz primer ministro llamado Amenemhat, de origen tebano. De algún modo se rebeló y en 1.991 se convirtió en rey con el nombre de Amenemhat I, inaugurando así la XI dinastía. Trasladó la capital del imperio a Lisht, cerca de Menfis, pues debió de juzgar que Tebas estaba demasiado al sur para controlar eficazmente el Bajo Egipto. La construcción de pirámides continuó, si bien éstas nunca volvieron a alcanzar las proporciones de las del Imperio Antiguo. Amenemhat reforzó el dominio egipcio sobre el Sinaí, reestableció el comercio con el sur y mantuvo controlada a la nobleza. Asimismo ordenó la limpieza y restauración del canal que unía el Nilo con el lago Moeris, lo que aumentó considerablemente la fertilidad de la región. La XII dinastía fue considerada en épocas posteriores como la edad de oro de la literatura egipcia. A esta época corresponden los ejemplos más antiguos que conocemos de literatura de ficción no relacionada con la mitología, como el cuento del náufrago que se encuentra con una serpiente monstruosa, o el cuento de Sinuhé, que cuenta la vida de un exiliado egipcio entre las tribus nómadas de Siria. También las ciencias progresaron. Se conoce un papiro que explica cómo operar con fracciones, así como el cálculo de ciertas áreas y volúmenes. Hay recopilaciones de refranes y proverbios. Se cree que uno de ellos fue escrito por el propio Amenemhat I para su hijo. Parece que la vida de palacio no era del todo fácil, pues entre otros consejos leemos: HISTORIA COMUNICACIÓN I LIC. SONIA CASTRO EGIPTO 8 Ten cuidado con tus subordinados... ten cuidado con tu hermano, no conozcas al amigo y no intimes con nadie... En 1.971 Amenemhat I fue sucedido por su hijo Sesostris I, quien conquistó la región de Nubia, situada al sur de la primera catarata del Nilo. Los nativos eran un pueblo primitivo que no tenía nada que hacer frente al ejército egipcio. Quince siglos después, cuando Egipto había perdido su poderío, los sacerdotes contaban historias legendarias sobre las extraordinarias hazañas de los reyes del pasado, que habían conquistado todo el mundo conocido, y el mayor de todos los conquistadores era Sesostris I. En 1.842 murió el rey de Egipto Sesostris III, poco después de haber sometido a su dominio a todo Canaán. Le sucedió su hijo Amenemhat III, que extendió la hegemonía egipcia a algunas ciudades interiores de Siria. La ciudad de Biblos se benefició de su larga tradición de buenas relaciones con Egipto, y gozó de una especial protección. Hacia el sur, Egipto dominó el curso del Nilo hasta la tercera catarata. Por esta época debió de implantarse en Canaán la circuncisión, un rito egipcio tal vez relacionado con la fecundidad que los cananeos terminarían interpretando como símbolo del pacto entre Abram y su dios. Amenenmhat III construyó dos pirámides junto al lago Moeris, además de numerosas estatuas colosales con su imagen y un complejo grupo de palacios, todo ello rodeado de un mismo muro. Al parecer la construcción contaba con tres mil quinientas habitaciones, la mitad de las cuales eran subterráneas y se usaban como cámaras funerarias. Al parecer el rey trató de burlar a los ladrones de tumbas escondiendo las momias y los tesoros en un complicado sistema de pasadizos en lugar de bajo una mole de piedra. Los egipcios denominaron a esta construcción con una palabra que significa "el templo a la entrada del lago", pero los griegos de tiempos posteriores la deformaron a Labyrinthos, esto es, Laberinto. El Laberinto egipcio debió de ser una obra imponente, hecha de mármol blanco, con una cuidada ornamentación, si bien no cumplió su cometido, pues todas las tumbas que contuvo fueron saqueadas con el tiempo. También la ciudad de Tebas fue embellecida con nuevos templos, estatuas y otros edificios notables. En 1.790 murió el rey de Egipto Amenemhat III. No se conocen bien las causas, pero el Imperio Medio se desmoronó y el país se sumió en la confusión. Los egipcios registran dos dinastías que debieron de reinar simultáneamente: la XIII dinastía gobernó el Alto Egipto desde Tebas y la XIV dinastía gobernó el Bajo Egipto desde Xois, en el centro del delta del Nilo. 1.749. El acoso de los hurritas era por entonces mucho más intenso. En 1.720 Samsuiluna consiguió rechazar una oleada hurrita que arrasó Canaán, bien provista de carros, arcos y flechas. La horda no se detuvo, sino que siguió hacia el sur, engrosada con cananeos, y llegó hasta Egipto. Por aquel entonces, Egipto estaba desmembrado y débil, por lo que no pudo oponer ninguna resistencia. Los Egipcios llamaron Hicsos a los HISTORIA COMUNICACIÓN I LIC. SONIA CASTRO EGIPTO 9 invasores (que, al parecer, significa "extranjeros") y contaron a sus reyes en las dinastías XV y XVI. No sabemos gran cosa de los hicsos, pues los egipcios los odiaron profundamente y no escribieron nada sobre ellos, salvo algunos pasajes difamatorios. Los hicsos formaron un imperio que comprendía el Alto Egipto y Canaán. Su capital estuvo en Tanis, sobre la rama más oriental del Nilo en el delta. Al parecer, el delito de los hicsos a ojos de los egipcios (aparte del hecho de que eran extranjeros y su invasión había herido el orgullo nacional) fue que no adoptaron los dioses y el culto nativo. Egipto era un pueblo firmemente arraigado a su tradición y no podía concebir otra forma de vida decente que no fuera la suya. Acusaron a sus conquistadores de ateos y crueles y nunca dejaron de mostrarse hostiles con ellos. El imperio hicso tenía su capital en Egipto, pero su fuerza estaba en Canaán, donde fueron bien aceptados. Los hicsos no extendieron su dominio sobre el Alto Egipto, pero lo dejaron sumido en un estado de caos del que tardaría en recuperarse. Hacia 1.645 la ciudad de Tebas estaba recuperada de los estragos de los hicsos. El dios principal de la ciudad era Amón, y sus sacerdotes lograron reestablecer el orden y eligieron entre ellos un rey, el primero de la XVII dinastía, que coexistió con la XVI dinastía hicsa. Los reyes tebanos se consideraban los reyes legítimos de todo Egipto, si bien en la práctica sólo dominaban la ciudad y sus alrededores. EL NUEVO IMPERIO EGIPCIO Con sus victorias, Ahmés logró imponer su autoridad sobre un Nuevo Imperio Egipcio. Parece que las tensiones entre el rey y la nobleza quedaron atrás. Ahora Egipto tenía carros y caballos, así como un nuevo orgullo nacional. El rey ya no sólo era sacerdote y dios, sino también un gran general. Su autoridad era indiscutible. Una muestra de la nueva reverencia que se le reservaba es que los egipcios ya no se referían a él como "el rey", sino con el circunloquio más pomposo de "la gran casa" o "el palacio", voz que ha derivado en la expresión Faraón. Aunque anacrónicamente se llama faraones a todos los reyes egipcios, lo cierto es que este título surgió con el Imperio Nuevo. En 1.545 Ahmés fue sucedido por su hijo Amenofis I, quien retomó Nubia, el Sinaí y todo Canaán hasta Fenicia, como en los tiempos del Imperio Medio. Al oeste, los pastores libios protagonizaban frecuentes incursiones en territorio egipcio desde tiempos de los hicsos. El nuevo faraón puso fin a esta situación ocupando una buena franja del desierto libio. En 1.525, tras la muerte de Amenofis I ocupó el trono Tutmosis I, quien extendió el control egipcio sobre el Nilo hasta la cuarta catarata, mucho más allá que en cualquier época anterior. En Canaán llegó hasta la ciudad de Karkemish, en plena Siria, a orillas del Éufrates. HISTORIA COMUNICACIÓN I LIC. SONIA CASTRO EGIPTO 10 Los soldados egipcios quedaron fascinados por la abundante lluvia "un Nilo que cae del cielo". El propio Éufrates fue también causa de sorpresa, pues los egipcios usaban la misma expresión para referirse al Norte que para decir "río arriba". Así, el Éufrates era un río que, "fluyendo hacia el norte, fluye hacia el sur". La ciudad de Tebas gozaba ahora de más prestigio que nunca. Tutmosis I construyó grandes templos, y cada uno de los reyes posteriores trató de superar a los precedentes. La construcción de pirámides se abandonó definitivamente (todas habían sido saqueadas por los ladrones de tumbas). En su lugar, Tutmosis I optó por ocultar su mausoleo tras una compleja red de túneles excavados en la roca de una colina cercana a Tebas. Durante los últimos años de su reinado gobernó junto a su hijo y sucesor, Tutmosis II. En 1.490 murió el faraón Tutmosis II. Siguiendo una costumbre egipcia, éste se había casado con su hermana Hatshepsut (probablemente, los orgullosos reyes egipcios consideraban que ninguna mujer era digna de ellos salvo que fuera de su propia familia). Fue ella quien realmente gobernó el Imperio desde la muerte de Tutmosis I. Por su parte, Tutmosis II había tenido un hijo con una concubina, Tutmosis III, a quien teóricamente le correspondía el trono, pero era menor de edad y su tía y madrastra quedó como regente. Hatshepsut es la primera mujer gobernante conocida en la historia. En los monumentos que construyó se representa a sí misma con vestimentas masculinas, sin pechos y con una barba postiza. Bajo su mandato dejó de lado la expansión militar y, en su lugar, fomentó el comercio, las minas y la industria. En aquella época estaba de moda la construcción de obeliscos gigantes: finas columnas de piedra de tal altura que todavía no está claro cómo conseguían erigirlas sin que se rompieran. Originalmente fueron erigidos en honor al dios Ra, en tiempos del Imperio Antiguo, pero entonces no eran especialmente altos: unos tres metros y medio. En el Imperio Medio se construyeron obeliscos de más de 20 metros de altura, Tutmosis I construyó uno de 24 metros y Hatshepsut llegó a los 30 metros. Hatshepsut murió en 1.469, cuando Tutmosis III tenía unos 25 años. Indudablemente, debió de vivir oprimido por su madrastra, pues tras su muerte ordenó eliminar su nombre de todos los monumentos en los que aparecía, sustituyéndolo por el suyo o por el de su padre o su abuelo. Incluso dejó su tumba incompleta, que es la mayor venganza que podía tomarse, de acuerdo con la mentalidad egipcia. El periodo pacifista de Hatshepsut había acrecentado a las ciudades cananeas. El nuevo faraón había sido un títere de su madrastra, así que los cananeos debieron de pensar que sería un monarca débil y que era el momento idóneo para librarse del yugo egipcio. El reino de Mitanni fomentó la rebelión, que fue encabezada por la ciudad de Cadesh, tal vez el último resto del Imperio Hicso. Sin embargo, el nuevo monarca resultó ser un buen general. En 1.468 se enfrentó con un ejército cananeo en Megiddo, un enclave estratégico para la defensa de Cadesh. Tutmosis III aprovechó que el grueso del ejército se encontraba en otra HISTORIA COMUNICACIÓN I LIC. SONIA CASTRO EGIPTO 11 parte (pues tomó una ruta diferente a la que sus enemigos habían conjeturado) y consiguió así una primera victoria. Dejó parte de su ejército sitiando la ciudad y siguió avanzando. A los siete meses Megiddo cayó en poder egipcio. Año tras año, Tutmosis III reanudaba sus campañas en Canaán, hasta que en 1.462 llegó a la misma Cadesh y la destruyó. Luego cruzó el Éufrates y se internó en Mitanni, pues Cadesh no habría resistido tanto tiempo sin su ayuda. No obstante no se atrevió a ocupar permanentemente una región tan alejada. Durante un siglo, el dominio de Egipto sobre Canaán no tuvo discusión. En 1.438 murió Tutmosis III y fue sucedido por su hijo Amenofis II, que continuó la política de expansión de su padre y reprimió dos levantamientos en Asia. Reinó hasta 1.412, cuando fue sucedido por su hijo Tutmosis IV. Éste promovió una política de paz con Mitanni, y llegó incluso a tomar por esposa a una de sus princesas (algo completamente inusitado hasta entonces). Con Tutmosis IV empezó a cobrar importancia un dios que hasta entonces sólo había desempeñado un papel secundario en el panteón egipcio, el dios Atón. Es probable que en ello influyera la reina. La religión hitita era mucho más simple que la egipcia, por lo que tal vez a la reina le resultó más fácil identificar sus creencias con el culto a un dios modesto como Atón frente al sofisticado culto a Amón-Ra. En cualquier caso, lo cierto es que Tutmosis IV le rindió un ostensible homenaje. 000000000000000 EL EGIPTO FARAÓNICO En 1.387 ocupó el trono de Egipto Amenofis III, hijo de Tutmosis IV y de la princesa de Mitanni con la que se casó. Bajo su reinado Egipto disfrutó de un largo periodo de paz. El nuevo faraón se casó también con una princesa de Mitanni, llamada Tiy, de la que estaba profundamente enamorado, como se deduce de diversas inscripciones. Construyó para ella un monumental lago de recreo de más de un kilómetro de largo en la orilla occidental del Nilo. Durante su reinado el dios Atón siguió ganando protagonismo. Es posible que Amenofis III, influido por sus padres y su esposa, llegara a considerarlo como a su dios principal, si bien oficialmente mantuvo los ritos tradicionales. Sin embargo, parece ser que su hijo no recibió una educación religiosa "tradicional", sino que nunca llegó a identificarse con las antiguas creencias egipcias. En 1.370 murió Amenofis III. En su honor se construyó un magnífico templo, cuya entrada estaba flanqueada por dos enormes estatuas suyas. Una de ellas tenía la propiedad de emitir una nota al amanecer. Sin duda los sacerdotes habían preparado algún dispositivo mecánico que dio lugar a muchas leyendas. El trono fue ocupado por el que en un principio se llamó Amenofis IV, pero que en 1.366, cuatro años después, HISTORIA COMUNICACIÓN I LIC. SONIA CASTRO EGIPTO 12 cambió por el de Akenatón. Su antiguo nombre significaba "Amón está compacido", mientras que el nuevo era "Agradable a Atón". Con ello el nuevo faraón declaraba su apostasía respecto del dios principal de los egipcios, Amón-Ra, y su intento de sustituirlo por el dios Atón. El nuevo faraón tenía ideas revolucionarias en materia religiosa. Al principio representaba a Atón con cuerpo humano y cabeza de halcón, pero pronto abandonó esta imagen y la sustituyó por una representación del Sol, como un disco del que partían rayos que terminaban en manos. Al igual que Ra, el dios Atón era para Akenatón el dios del sol, pero el faraón negaba todos los mitos que los egipcios habían reunido en torno a Amón-Ra. Para Akenatón, su dios era el mismo Sol, no un dios antropomorfo que dominaba el Sol, sino el mismo Sol, un ente celeste que proporcionaba la luz, el calor y la vida a la Tierra y velaba por todas las criaturas. Más aún, Akenatón no se conformó con elevar el rango de Atón entre los dioses egipcios, sino que lo convirtió en sumo hacecor y afirmó que era el único dios verdadero. Se trata del primer caso de monoteísmo en la historia (la tradición judía remonta su monoteísmo al principio de los tiempos, pero es muy improbable que Abraham tuviera a su dios por único). Akenatón trató de abolir la religión egipcia, objetivo que, naturalmente, era imposible incluso para el monarca más poderoso del mundo. Se encontró con la incomprensión del pueblo y con la oposición implacable de los poderosos sacerdotes. Decidió construir una nueva capital dedicada íntegramente al culto a Atón. La llamó Aketatón (el horizonte de Atón) y fue emplazada a mitad de camino entre Menfis y Tebas. Allí construyó templos y palacios para sí mismo y para la nobleza que le era leal. El templo de Atón era un edificio singular, pues carecía de techo, para que el Sol pudiera lucir siempre en su interior. Akenatón terminó aislándose en su nueva capital desatendiendo los asuntos exteriores. Se dedicó casi exclusivamente a perseguir al antiguo clero, a rectificar inscripciones eliminando las referencias a los dioses y a difundir sus creencias en el entorno reducido de su familia y la corte. La mujer de Akenatón se llamaba Nefertiti, y es muy conocida porque se conserva un hermoso busto de piedra con su imagen. Probablemente era una princesa asiática, como su madre. La familia real (el matrimonio y sus seis hijas) ocupaba un lugar central en el nuevo culto que ideó el faraón. Sus himnos hablan de amor universal y revelan un pensamiento místico y humanista. Akenatón propició también un arte natural y verista. Hasta entonces, los egipcios representaban siempre las cabezas de perfil, el tronco de frente y las piernas de nueve de perfil, de modo que las poses resultaban artificiales y las expresiones faciales eran siempre similares. En cambio, Akenatón y Nefertiti se retrataron en poses informales, en escenas cotidianas, jugando con sus hijas, en momentos de afecto, etc. El propio Akenatón es representado como un hombre feo, barrigudo y de muslos gruesos, un realismo inusitado en Egipto. Durante el reinado de Amenofis III había ascendido al poder un general semita llamado Yanhamu, que llegó a ser gobernador de los territorios egipcios en Palestina. HISTORIA COMUNICACIÓN I LIC. SONIA CASTRO EGIPTO 13 No fue el único cananeo que gozó de una posición de prestigio en Egipto. Es probable que alguno de ellos (o varios) diera origen al mito bíblico sobre José, un cananeo que ascendió de la esclavitud a virrey de Egipto. Bajo el reinado de Akenatón Yanhamu estuvo en egipto, y es plausible que ocupara el alto cargo de "director de los graneros", lo que acabaría vinculándolo con una antigua leyenda egipcia, originariamente atribuida a Imhotep, según la cual José interpretó los sueños del faraón y previno siete años de hambre, y así ordenó a tiempo almacenar las provisiones necesarias para alimentar al pueblo en los años de escasez. Se suponía que Mitanni era aliado de Egipto, pero Akenatón no respondió a las peticiones de ayuda, ni tampoco a las de los virreyes y generales de Egipto en Siria, que le informaban de que las posiciones egipcias se veían seriamente amenazadas y solicitaban que enviara a Yanhamu con un ejército. En efecto, unas nuevas tribus nómadas semíticas habían surgido de Arabia, al igual que sucediera con los amorreos tiempo atrás, y amenazaban las posesiones egipcias en Canaán. Eran los hebreos. Pese a la negligencia de Akenatón, los ejércitos egipcios pudieron impedir que los hebreos se instalaran permanentemente al oeste del Jordán. Sin embargo, los recién llegados formaron tres reinos al este: Amón, Moab y Edom. Los hebreos adoptaron la lengua cananea (estrechamente emparentada con la suya), así como el alfabeto, con algunas adaptaciones. Paulatinamente fueron asimilando diversos aspectos de la cultura cananea. En 1.362 murió Akenatón, con seis hijas, pero sin ningún hijo que pudiera sucederle. El trono fue ocupado por uno de sus yernos, Smenkere, que teóricamente profesaba el culto a Atón, pero no hizo nada para impedir que todas las innovaciones religiosas promovidas por Akenatón quedaran en el olvido. Los conversos a la nueva religión la abandonaron rápidamente, los sacerdotes recuperaron todo su poder. En 1.352 ocupó el trono un segundo yerno de Akenaton, que en principio se llamaba Tutankatón, pero que cambió su nombre por el de Tutankamón, confirmando así el retorno a la religión tradicional. Tebas pasó a ser de nuevo la capial del imperio. La ciudad de Aketatón fue abandonada y se convirtió en una especie de "ciudad fantasma". Como faraón, Tutankamón no tuvo gran importancia: tenía unos doce años cuando inició su reinado y murió sobre los 20. No obstante ha pasado a la historia por ser el único faraón cuya tumba no fue saqueada por los ladrones. Ello se debió que en la construcción de una tumba para un faraón posterior la entrada de la tumba de Tutankamón fue cubierta por unas piedras de forma accidental, y así pasó desapercibida. A la muerte de Tutankamón, en 1.338, el trono egipcio no tenía heredero. Finalmente se hizo con el poder un devoto de la religión de Akenatón, llamado Ay, que al parecer no era de sangre real, pero se casó con la viuda de Tutankamón para legitimar su título. Ay intentó reconstruir la obra de Akenatón, pero se trataba de un intendo desesperado. Los sacerdotes buscaron el apoyo de un general competente, Horemheb, al que lograron convertir en faraón en 1.333 casándolo con una princesa. Horemheb erradicó definitivamente el culto a Atón y reorganizó el país. Envió HISTORIA COMUNICACIÓN I LIC. SONIA CASTRO EGIPTO 14 expediciones para restablecer el control egipcio sobre Nubia, pero prefirió no enfrentarse a los hititas en Siria. En 1.306 muere el faraón Horemheb y es reemplazado por uno de sus generales, Ramsés I, con el que comienza la XIX dinastía. En realidad sus dos antecesores no pertenecían a la familia de la XVIII dinastía salvo por matrimonios de conveniencia, pero los egipcios los incluyeron en ella. Ramsés I era ya mayor, por lo que reinó poco más de un año. En 1.304 fue sucedido por su hijo Seti I. El nuevo faraón reestableció todo el poderío del Nuevo Imperio egipcio. Recuperó las posiciones de Siria, si bien no pudo aplastar a los hititas, con los que tuvo que firmar una paz de compromiso. 00000000000000000000 LA EDAD DEL HIERRO Mientras tanto, las grandes potencias cambiaban de reyes. Hacia 1.300 el rey Ashur-Uballit ya había muerto, pero su hijo continuó reforzando a Asiria y llegó a saquear el agonizante reino de Mitanni. El rey hitita Muwatalli murió en 1.295, pero el Nuevo Reino siguió siendo la potencia dominante en Siria y, por consiguiente, la mayor preocupación para Egipto. En 1.290 murió el faraón Seti I, y fue sustituido por su joven hijo Ramsés II, que reinó durante sesenta y siete años, marca sólo superada en la historia de Egipto por el antiguo rey Pepi II. Ramsés II resulto ser el ególatra más poderoso del mundo. Cubrió Egipto de monumentos en su honor, con inscripciones que relataban jactanciosamente sus victorias y su grandeza. Incluso puso su nombre en monumentos más antiguos para atribuirse méritos ajenos. Amplió el ya enorme templo de Tebas, de modo que se convirtió en el templo más grande y fastuoso construido jamás en la historia. La mayor sala del templo, la sala hipóstila, medía unos 5.000 metros cuadrados y su techo se sustentaba mediante 134 columnas de 21 metros de altura. En 1.288 subió al trono hitita Hattusil III, que en 1.286 tuvo que enfrentarse a una expedición egipcia encabezada por el propio Ramsés II. La batalla tuvo lugar cerca de la ciudad de Kadesh. La única información que tenemos sobre ella es la versión oficial del faraón, según la cual el ejército egipcio fue pillado por sorpresa y se tuvo que retirar precipitadamente, pero Ramsés decidió vencer o morir, se lanzó el solo contra todo el ejército enemigo y lo mantuvo a raya hasta que sus hombres se reorganizaron y recibieron refuerzos. Finalmente los hititas fueron estrepitosamente aniquilados. No hay motivos para creer nada de todo esto. Pasara lo que pasara en la batalla, la realidad es que el poder hitita no disminuyó lo más mínimo, sino que la guerra se mantuvo durante tres años, hasta que ambos reyes firmaron una paz de compromiso en 1.283. Mientras tanto, el Imperio Egipcio disfrutaba de un periodo de paz y prosperidad. La corte era ostentosa y magnificente como nunca lo había sido, Ramsés II tenía muchas esposas que le dieron una multitud de hijos, pero a medida que se iba HISTORIA COMUNICACIÓN I LIC. SONIA CASTRO EGIPTO 15 haciendo mayor fue dejando de lado los asuntos del gobierno, y como consecuencia la nobleza fue ganando poder. La mejora del nivel de vida hizo difícil encontrar hombres con vocación militar, acudiéndose cada vez más a mercenarios extranjeros, de los que no se podía esperar el arrojo de los soldados movidos por un fervor patriótico, e incluso podían volverse peligrosos en épocas difíciles. Así, aunque aparentemente todo estaba en orden, lo cierto es que las bases del poder egipcio estaban siendo minadas poco a poco. Durante los últimos años del reinado de Ramsés II la presión sobre los reinos hebreos de Edom, Amón y Moab seguía aumentando. Llegó una nueva tribu dirigida por un caudillo poderoso: Josué. Esta tribu debió de ser especialmente belicosa y parecía tener muy claro el objetivo de cruzar el Jordán e invadir Canaán. Tal vez por ello acogió gustosa en su seno a los hombres más fieros que encontró en la zona: por una parte a una tribu de honderos ambidiestros de gran puntería y por otra a un pueblo de pastores oriundo del norte de Palestina llamado Bene-jamina, cuyo caudillo tenía el título de Dawidum, (posible origen del nombre David). Éstos formaron la tribu de Benjamín, y formaron con los hombres de Josué una coalición identificada con el nombre de Raquel, una diosa de características similares a las de Lía (tal vez las diferencias de culto Lía/Raquel se usaron como signos distintivos de los dos grandes grupos tribales que acechaban Canaán). La coalición de Raquel se engrosó pronto con las tribus de Dan y Neftalí. En 1.223 murió Ramsés II y fue sucedido por Meneptah, su decimotercer hijo, que ya tenía entonces sesenta años. Meneptah condujo el ejército egipcio a Canaán para rechazar a los israelitas invasores. Como testimonio de la campaña dejó una inscripción según la cual "Israel está arrasado y no tiene semillas". Evidentemente esto era una exageración propia de los "partes oficiales", pues los israelitas seguían allí. Sin duda el faraón no pudo terminar con los israelitas porque se vio obligado a volver a Egipto a marchas forzadas, ya que su reino se encontró con un peligro proveniente de un lugar insospechado: el mar. Hasta entonces el tránsito marítimo por el Mediterráneo había tenido un carácter esencialmente comercial. Es verdad que Creta había desarrollado una armada con la que había impuesto su hegemonía en el Egeo, pero debieron de encontrarse con una resistencia mínima. Los mismos egipcios usaban barcos para transportar sus tropas a Canaán, pero siempre bordeando la costa. Nadie hasta entonces había enviado tropas en barcos para librar una batalla importante lejos de sus costas. La idea de llevar tropas al otro lado del mar debía de ser considerada una locura para los egipcios. Un grupo numeroso de estos piratas desembarcó en las costas de Libia y se unió a los nativos en un ataque contra Egipto. Los sorprendidos egipcios, que nunca habían sufrido un ataque por mar, llamaron "Pueblos del Mar" a los invasores, y así se les conoce en la historia. Meneptah consiguió expulsarlos a duras penas, pero el poder egipcio se vio seriamente dañado. De Egipto, los pueblos del mar pasaron a Chipre, desde donde amenazaron las costas de Canaán y de Anatolia. HISTORIA COMUNICACIÓN I LIC. SONIA CASTRO EGIPTO 16 En 1.211 un nuevo faraón, Seti II, se hizo con el trono de Egipto, destronando para ello a Meneptah y casándose con su viuda. Se inicia así una rápida sucesión de faraones débiles que reinan durante breves periodos de tiempo (Seti II reinó cinco años). Al año siguiente, en 1.210, muere Arnuwanda III y le sustituye el que iba a ser el último rey hitita: Shubbiluliuma II. La presión de los pueblos del mar se hacía cada vez más insoportable para todos los pueblos del Mediterráneo, a la vez que los pueblos indoeuropeos presionaban a la ya descoyuntada Grecia Micénica por un lado y a los Hititas y otros pueblos de la Europa oriental por otro.