368 66 96 Museo del Algodón Orlando Pérez es odontólogo en Bogotá y hace parte de una generación de profesionales que nacieron en San José de Suaita, Santander, en una época en la cual el municipio respiraba por las chimeneas de la fábrica de algodón. En 1912 el pueblo era una hacienda pelada en donde la familia Caballero Calderón fundó una fábrica con miras a industrializar la economía del algodón que era constante desde que la cultura Guane habitaba la región. Bastó que la noticia circulara por el país para que oleadas de inmigrantes de todas las regiones llegaran a pedir trabajo en la fábrica para recuperarse de la Guerra de los Mil Días que los había dejado maltrechos. Y así, al borde de la planta, se fueron construyendo de manera silvestre varios ranchos que cuando menos pensaron ya formaban un pueblo. Después de una pelea entre los socios que duró tres décadas (1912- 1944) que se refleja en una escritura de 900 páginas guardada en el Archivo General de la Nación, que a su vez se bifurca en muchas más en una interminable maraña jurídica; después de que la fábrica le diera vida al pueblo entero y permitiera que los trabajadores profesionalizaran a sus hijos en las Universidades de Bucaramanga y Bogotá, después de todo lo anterior, en 1980 la planta se cerró y por añadidura el pueblo languideció. Fue entonces que Orlando y unos amigos decidieron guardar telares y máquinas de la fábrica para montar un museo de modo que su historia no se extraviara en el olvido. Veintiséis años después, la iniciativa se materializó con la ayuda del alcalde actual que adecuó el antiguo colegio y que financió el transporte de las máquinas, con la donación de algunas piezas de la Fundación San Cipriano, con el apoyo de la Universidad de los Andes y la Universidad de Santander, con la disposición de Carlos Acuña para administrarlo y con el apoyo científico del sociólogo francés Pierre Raymond. Este último tiene una trayectoria de más de 20 años de investigación en Santander y supo reconocer el patrimonio histórico y etnográfico que tenían entre las manos. Por eso, hace cinco años “y para probarle a las universidades que las investigaciones pueden beneficiar a la comunidad”, emprendió la investigación puntual de la fábrica de San José de Suaita basándose entre otras, en los archivos de la fábrica, en los documentos del Archivo General de la Nación y en los testimonios de los trabajadores. De esto resultó un guión riguroso y al mismo tiempo un sitio donde la Historia aparece contada en primera persona. Su proyecto a futuro es formar un museo hermano en Charalá que recupere las tradiciones de las tejedoras artesanales de lienzo en la olla de Fonce, Charalá, San Gil, Suaita y Socorro que se fueron desvaneciendo en la década de los 70. Su idea se basa en la convicción que la industria casera de lienzo de la tierra (como llaman los locales al algodón), que consiste en el cultivo, desmote, hilado y tejido del algodón es un saber latente, que pervivió en la cultura por muchos siglos y que está a flor de piel en la población santanderiana. No se olvide – dice- que Socorro era, por la industria del algodón y la caña, la segunda ciudad más rica del país durante el siglo XIX. Y para un historiador que entiende procesos de larga duración, un siglo es actualidad. Esta es la historia del museo que se abrió el 18 de marzo pasado con una colección de telares, máquinas de hilandería, muestrario de hilazas, hilos, algodones, telas, mapas, fotografías y libros. Pero sobre todo con la idea de recuperar una historia que no ha vivido precisamente sobre algodones. Más información: http://www.museoscolombianos.gov.co/directorio_museo.aspx?id=482