Dialectica de las alternativas.pdf

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Pablo González Casanova◆
La dialéctica de las
alternativas
La investigación
de las alternativas hoy
¿Cómo vamos a hacer las
ciencias sociales ahora que
se ha declarado la guerra por la “Libertad Duradera”? Yo creo que en
parte las vamos a hacer como en el
pasado y en parte de una manera
distinta, y hasta muy distinta.
Pero, ¿qué quiere decir eso de muy
distinta?
Yo creo que quiere decir que a las
viejas alternativas de reforma o
revolución, de nacionalismo revolucionario o populista, de dictadura
militar o democracia, de capitalismo o socialismo vamos a añadir una
alternativa emergente que tiene
antecedentes en Rosa Luxemburgo
y en el último Trotski, y en el Che y
en Marcusse, y en Gramsci, y para
no irnos más lejos en Martí y en el
propio Rousseau... Y entonces, ¿por
qué es muy distinta? Porque ahora
sabemos que el socialismo realmente existente no es el socialismo y la
democracia realmente existente no
es la democracia. Pero si sabemos
eso, o si decimos que sabemos eso,
tenemos que poner los puntos sobre las íes.
A Samir Amin
Se plantea la pregunta de cómo hacer hoy
las ciencias sociales, al estudiar los proyectos
y procesos tanto anteriores como actuales.
Se deben precisar bien los conceptos e
impulsar un nuevo estilo de discutir, con
claridad y coherencia. Existe el reto de
investigar lo nuevo y de redefinir las teorías
generales, los actores sociales y sus luchas.
Se tiene que construir una teoría alternativa
de la acción orientada a fines, y transmitir
una alternativa hecha de muchas alternativas.
Hay que redescubrir la democracia como
poder y pluralismo, el auténtico proyecto
socialista y la vasta experiencia que lo
acompaña.
◆ Catedrático de la Universidad Nacional
Autónoma de México.
Espiral, Estudios sobre Estado y Sociedad
Vol.VIII. No. 24 ❑ Mayo / Agosto de 2002
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Pablo González Casanova
◆ ◆ ◆
Es cierto, para hacer ciencias sociales, a la hora de la
guerra global del siglo XXI, necesitamos precisar más qué
queremos decir con cada palabra que usamos, y aclarar
nuestros conceptos. Aclararlos para nosotros mismos y para
los otros, para los “muchos”, como dirían los zapatistas. Y
se pensaría que lo más difícil es precisar las palabras y
conceptos a los “muchos”, no hay duda; pero tal vez sea más
difícil tener la modestia, pública y privada, de redefinir
nuestras propias palabras y conceptos.
Patrick Bond y Nzwanela Mayekiso, de África del Sur,
hablan del “fracaso generalizado para cuestionar y criticar
en forma rigurosa las estrategias políticas de la sociedad
de los pobres”.1 Tienen razón. Pero, para ser rigurosos, necesitamos impulsar un nuevo estilo de discutir sin tesis contundentes ni descalificaciones crueles. Tras el fracaso de
los proyectos alternativos socialdemócratas, comunistas y
de liberación nacional no podemos seguirnos atacando y
defendiendo con prepotencia pomposa, doctrinal. Era malo
antes, ahora es peor.
Al mismo tiempo no podemos olvidar lo que dijo el clásico: “Nuestros discursos serán útiles en la medida que de
ellos se desprenda una voluntad política colectiva”. Necesitamos comprender juntos, trasmitir a muchos, trasmitir con
muchos el rico significado de los conceptos y las palabras
de una alternativa actual hecha de muchas alternativas (lo
que no es una frase). También tenemos que aprender el
arte de formarnos un juicio sobre una situación particular,
un colectivo o una persona. Ese arte de formarnos un juicio
de algo o alguien en concreto aumentará nuestra fuerza: el
juicio que nos hagamos vinculará nuestros conceptos generales a nuestras acciones particulares. Mostrará coherencias e incoherencias; consistencias e inconsistencias de es1 Patrick Bond & Nzwanela Mayesiko. “Developing Resistence, Resisting
Development: Reflections from the South African Struggle”, in Socialist Register, 1996,
33-61.
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trategias y prácticas para alcanzar objetivos. Allanará una
autocrítica útil que sirva para superar errores y no se quede en inculpaciones y descalificaciones.
Es bien sabido; la misma palabra cambia de significado
según quien la dice y según donde se dice. Esa diferencia
exige atención: la diferencia del tono, del gesto, del actor
social o personal es el problema. Tenemos que cultivar ”la
virtud de reflexionar en la deliberación”. Establecer puentes y políticas de acercamiento entre quienes hacen los análisis sociales y quienes los amplían y ponen en práctica.
¿Qué dicen ésos y éstos?2 Aunque nos encontremos lejos de
una acción colectiva al hacer ciencias sociales necesitamos
procurar que nuestras palabras conduzcan a una acción
colectiva o a varias. Y acabar con la cultura sin diálogo entre los que son predominantemente reflexivos y los que
son predominantemente activistas. Al mismo tiempo evitaremos caer de nuevo en esa descalificación contundente de
la academia por las organizaciones de masas y viceversa.
En concreto, y a cada paso, veremos qué pueden dar los
“especialistas” a las organizaciones alternativas, y cómo se
pueden enriquecer los nuevos “intelectuales orgánicos” con
movimientos de varias culturas, creencias y costumbres.
Aunque estemos en la academia, o en la plaza, o en la
selva, tenemos que cultivar la precisión y la claridad como
el arte de la coherencia entre lo que se dice y hace, y el de la
cohesión con las “víctimas”, o con los “oprimidos”, o con los
“condenados de la tierra”. Coherencia y cohesión son tanto
más necesarias en tanto los movimientos alternativos están pasando de una “lucha contra el neoliberalismo y por la
humanidad” a una guerra de las fuerzas dominantes y los
complejos militares-industriales “por el neoliberalismo y
contra la humanidad”. Las ciencias sociales tienen que aclarar qué significa la declaración de la guerra por la “libertad
2 Cf. Louise Wetherbee Phelps, 1988, Composition as a Human Science, Oxford,
Oxford University Press, 1988, pp. 160-182.
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perdurable” y qué implicaciones tiene ese cambio para las
fuerzas alternativas, sean éstas moderadas o radicales, “institucionalistas” o “antisistémicas”.
Definiciones y dialéctica
Al intentar un análisis más profundo de lo que ocurre,
los conceptos y las palabras se insertan en el curso y el
discurso de hechos que aparecen entre contradicciones. Los
discursos se formulan y expresan entre dialécticas y diálogos que buscan encontrar el sentido de lo que ocurre y quieren expresarlo para redefinir las metas y la mejor manera
de alcanzarlas.
Así, en el actual proceso de definir y redefinir las alternativas se encuentra que ni el socialismo ni la democracia
realmente existentes pueden ser considerados como socialismo ni como democracia. Sólo que ese juicio es relativo, y
parece necesario aclarar su carácter relativo para no caer
en discusiones inútiles. Ese juicio se basa en la confrontación del socialismo como proyecto histórico con el socialismo como proceso histórico, o de la democracia que se proyectó con la que se alcanzó.3
Sostener que en relación al proyecto histórico de socialismo no ha habido socialismo parece razonable. Las altas metas de esa sociedad no se han logrado en las experiencias
históricas pasadas o presentes. El razonamiento en función
del proyecto tiene varias ventajas: de un lado el desprestigio
en que cayó el proyecto socialista a fines del siglo XX no se
atribuye al socialismo como proyecto o como modelo de sociedad, pues se afirma que el hoy llamado socialismo realmente
existente no era socialismo. Por otra parte se reafirma la
esperanza en el socialismo como solución a los problemas
3 Vid. Herbert A., Simon, The Sciences of the Artificial, Cambridge, Mass, MIT Press,
1966, 59-63.
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humanos y se plantean los problemas de cómo seguir luchando por ese ideal no alcanzado.
En cambio si se piensa en el socialismo como un proceso
histórico muy complejo y prolongado y se analiza lo ocurrido con el proyecto se tiene que reconocer que las luchas
anteriores por el socialismo no sólo han tenido fracasos sino
éxitos, y algunos muy notables que no cabe ignorar, entre
los cuales destaca como un patrimonio de la humanidad el
socialismo en Cuba.4 Entonces se puede decir que viendo el
curso de la historia del socialismo éste ha tenido experiencias de gobierno muy importantes, digamos desde La Comuna, y que las ha tenido exitosas, en medio de graves contradicciones que debemos estudiar mucho más.5 Entre las
experiencias exitosas no sólo se encuentran las de los gobiernos socialdemócratas que florecieron bajo el capitalismo, sino las de los estados dirigidos por los comunistas y
por los movimientos de liberación nacional más radicales.
En lo que se refiere al término democracia si yo escojo la
espléndida definición que dio Lincoln de la Democracia como
“el gobierno del pueblo, para el pueblo y con el pueblo” puedo decir que ese proyecto no se ha cumplido y puedo recordar el grito que resonó en Seattle: “Este país no es democracia. Este mundo no es democracia”. Es un grito exacto.
Hay más, si estudio el proceso histórico de las luchas por
la democracia, puedo decir con Chomsky, que desde los siglos XVII y XVIII perdieron las fuerzas que luchaban por
la democracia en Inglaterra, en Estados Unidos y en Francia, y que, como diría Madison, en Estados Unidos la democracia se hizo sobre todo “para asegurar que el país fuera
gobernado por sus propietarios”.6 Algo semejante podría
4 Vid. Pablo González Casanova, “El Socialismo como Alternativa Global”, Casa de
las Américas, La Habana, abril-junio 2001, pp. 95-100.
5 Vid. Eric Hobsbawn, The Age of Extremes. A History of the World 1914-1991,
New York, Vintage, 1996, 558ss. Es un libro fundamental para hacer esta recapitulación histórica.
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sostenerse sobre lo ocurrido con la democracia en el resto
del mundo. Fueron muchos los propietarios, los burócratas
y los políticos que dijeron gobernar en nombre del pueblo y
que definieron el concepto de democracia para que éste se
aplicara a la política de las élites y de las clases dominantes.7
Esos hechos no permiten sin embargo olvidar que en las
luchas por la democracia, aparecen contribuciones muy importantes para un nuevo proyecto de democracia, de socialismo y de liberación. Las luchas por la democracia han
creado una alternativa compleja que incluye las luchas por
la justicia social, por la independencia y la soberanía de las
naciones, por la tolerancia y la representación y participación política. Todas esas luchas son fundamentales para la
nueva alternativa. La nueva alternativa es inconcebible a
nivel mundial sin una cultura universal de la tolerancia,
del respeto al pluralismo religioso, ideológico, cultural, así
como a las distintas razas, a los géneros, a las preferencias
sexuales, a los espacios laicos, a los pensamientos críticos,
a la equidad y la justicia social y a las variadas formas de
la autonomía y la soberanía de las naciones y los pueblos.
Baste para ello leer la Declaración del “Primer Encuentro
contra el Neoliberalismo y por la Humanidad” a que convocaron los zapatistas,8 o la más reciente, de Puerto Alegre,
Brasil.9
Las luchas democráticas, en medio de contradicciones
inenarrables, han hecho contribuciones que no se pueden
olvidar. En ellas cabe incluir en primera fila las que el libe6 Noam Chomsky, “Controlar nuestras vidas”, en Observatorio social de América
Latina, enero 2001 (3): 16.
7 Sobre la apropiación del concepto de democracia por las élites, ver: Anthony
Arblaster, Democracy, Minneapolis, University of Minnesota Press, 1987, 26-57.
8 Observatorio Social de América Latina, enero 2001, (3): 45-47.
9 “Llamado de Porto Alegre para las próximas movilizaciones en José Seoane –
Emilio Taddei (eds.), Resistencias mundiales. De Seattle a Porto Alegre, Buenos Aires,
CLACSO, 2001, 201-207.
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ralismo clásico invocó a favor de la tolerancia, de la cultura
laica, del respeto a las distintas religiones y filosofías y a la
libertad de expresión.
Aprovechar los legados de las luchas por el socialismo y
la democracia no sólo permitirá precisar el sentido
polisémico de estas palabras sino el uso que tradicionalmente han hecho de las mismas distintos tipos de oligarquías o élites que han pretendido representar a ciudadanos, clases y pueblos.
Conceptos olvidados y redefinidos
Aquí entran otros dos conceptos fundamentales para estudiar la alternativa al mundo actual como proyecto y como
proceso. Me refiero a los conceptos de capitalismo y de imperialismo. Estos términos sufrieron un serio desprestigio
en los últimos años del siglo XX y cayeron en desuso. Lo
mismo ocurrió con sus opuestos, socialismo y liberación. Su
provisional ausencia del discurso alternativo, también se
debió a otros dos fenómenos más. Uno fue el cambio histórico de proyecto alternativo mediante la redefinición de prioridades y de actores. Otro fue, la redefinición de léxicos y
conceptos con las propias colectividades que experimentan
la necesidad de enriquecer su lenguaje y sus ideas y de expresar las experiencias vividas y sus propios imaginarios.
Así empezó a destacar, junto con lo nuevo, lo viejo que es
valioso. Ambos reaparecen cada vez que pueblos, trabajadores y ciudadanos, se enfrentan a los “intereses de clase”,
a las oligarquías, burguesías, corporaciones, así como a los
aparatos estatales y empresariales que forman verdaderos
complejos locales y globales.
Tras la crisis de las políticas asistencialistas y socialdemócratas, los llamados “nuevos movimientos sociales” mostraron más posibilidades para actuar que los viejos frentes
nacionales o populares, o que las uniones y federaciones de
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trabajadores y que los partidos políticos, insertos en su
mayoría en el curso y el discurso anterior, y que formaban
parte del Estado Benefactor o Desarrollista. Las vanguardias y líderes de los nuevos movimientos aprendieron a no
usar palabras desprestigiadas, que los embarcaban en discusiones inútiles. Aprendieron a pensar-actuar y crear con
“los que callan”, con “los sin rostro”, y también con los que
reclaman derechos sociales e individuales y servicios públicos que les han sido arrebatados por las políticas neoliberales. Un análisis de contenido del discurso de los movimientos sociales a fines del siglo XX tal vez confirmaría
que en los años noventa rara vez se emplearon los términos “capitalismo”, “imperialismo”, “colonialismo”, ”socialismo”.
Sólo los voceros del capitalismo y del imperialismo victoriosos usaron esos términos para celebrar al sistema triunfante. Milton Friedman declaró que “la economía de mercado” y el “capitalismo” son lo mismo. Henry Kissinger
sostuvo que la “globalización y el imperialismo” son lo mismo. Michel Novak, de Estados Unidos, sermoneó que “el
capitalismo es la forma de organización más cercana al
Evangelio”. Michel Campdessus, tristemente celebre por
haber dirigido el Fondo Monetario Internacional, osó decir
frente a su Santidad el Papa, que el Fondo Monetario Internacional “es uno de los elementos de la construcción del
reino de Dios”.10
Tan prepotentes declaraciones, se combinaron con discursos que dieron por muerto lo malo del capitalismo, del
imperialismo y del colonialismo, y que empezaron a hablar
de postcapitalismo, de postimperialismo, y de postcolonialismo. Los nuevos términos dieron la sensación de que
ya lo malo que denotaban había sido rebasado por la histo10 Vid. “Editorial. Des alternatives crédibles au capitalisme mondialisé”, Alternatives
Sud, Vol. VIII, (2001) 2, 7-26.
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ria. Sus autores los presentaron con una agresividad especial contra quienes siguieron empleando los términos de
capitalismo, imperialismo y colonialismo para criticar y
enjuiciar esos fenómenos. Acusaron a quienes los usaban
de “conservadores”, de anticuados y de incapaces. Presentándose como representantes de “la verdadera ciencia” invitaron a pensar que no hay alternativa a la “globalización
neoliberal” y al “libre mercado”. En los niveles más bajos
de la lucha, fueron pocos quienes como Daniel Singer sostuvieron que “otro mundo es posible”. Fueron menos los
que en la academia o en los partidos y uniones de trabajadores empezaron a destacar lo que había realmente de nuevo
en la emergencia de una alternativa histórica “hecha de
muchas alternativas”.
Redefinición de las teorías generales
y de los actores sociales
Los movimientos sociales alternativos de fines del siglo
XX vivieron la “crisis del sistema histórico” sin una teoría
general y sin que la inmensa mayoría se planteara “la desaparición del sistema” a corto plazo.11 Entre los teóricos
más radicales, las ideas de una crisis sistémica prolongada
(Wallerstein) o de un sistema que se acabará por desintegración, tendieron a predominar incluso entre aquellos que
pensaron en la posibilidad de una transformación sistémica
relativamente controlada. Samir Amin planteó una nueva
teoría de la larga transición del capitalismo al socialismo.
En ella caracterizó a la transición como “un conflicto interno de todas las sociedades del mundo entre las fuerzas y
lógicas que reproducen las relaciones sociales capitalistas
y las fuerzas y aspiraciones fundadas en lógicas
antisistémicas...” En éstas se encuentra la organización del
11 Immanuel Wallerstein, Unthinking Social Science. Cambridge, Polity Press, l99l, p. 23.
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trabajo no enajenado, la organización de relaciones que no
son inequitativas, la construcción de relaciones que deliberadamente cuiden a la “naturaleza”, y la implantación de
alianzas nacionales, populares y democráticas capaces de
resolver en formas no-autoritarias los conflictos que surjan
en el seno del pueblo. Samir Amin planteó la construcción
del socialismo como una nueva forma de la lucha de clases
que extiende y fortalece las relaciones sociales que no son
mercantiles, ni explotadoras, ni depredadoras, ni autoritarias.12
Los movimientos sociales de fines del siglo XX y principios del XXI fueron pasando de luchas particularistas a
luchas universalistas. Conforme lo hacían no sólo superaban los problemas del miedo, del conformismo, del desánimo en que había caído mucha gente, sino construían una
esperanza colectiva también nueva, que ya no era demócrata-liberal, o socialdemócrata, o comunista, o de liberación nacional, sino que tenía algo de todo eso como perdido
en la memoria y como recompuesto en la imaginación.
Los cambios en las creencias anti-sistémicas se enlazaron con los cambios en las ideas y en las acciones. Los actos
de conversión se combinaron con los actos de persuasión.
Unos y otros se fortalecieron entre el dolor y la fraternidad
en actos de descubrimiento intercomunicativo y de construcción colectiva de espacios reales y virtuales, presenciales y a distancia, locales y electrónicos, con distintas lenguas, etnias, culturas, posiciones sociales. El cambio ocurrió
en las dos últimas décadas del siglo XX, entre antecedentes y consecuencias del pensar y el narrar, el hacer y el
crear. La redefinición de la teoría y de los actores fue tan
dolorosa como el parto de la historia. También estuvo llena
de emociones.
12 Samir Amin, Les défis de la mondialisation, París, L’Harmattan, 1996, 305-306 y
335ss.
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Las luchas de organizaciones y clases
Las luchas se dieron a crecientes niveles de profundidad
antisistémica. Aparecieron en movimientos de distintas
regiones del mundo, no en todos. En medio de mil vericuentos sus actores llegaron a redescubrir el capitalismo y
el imperialismo con las redefiniciones más recientes del sistema, de los subsistemas, de los complejos, de las organizaciones y las redes de dominación y explotación, de represión y mediación. Se toparon con ellos. Vieron cómo sus
integrantes se apoyaban unos a otros, abierta o discretamente, para combatir la resistencia popular, ciudadana,
obrera, entre medidas de opresión y apropiación neoliberal
y globalizadora que aumentaban la riqueza y el poder de
“los pocos” a costa de “los muchos”.
No supieron del capitalismo por Marx sino por el capitalismo. Se enfrentaron a los integrantes organizados de las
clases dominantes. Los vieron actuar en asociaciones económicas, en articulaciones políticas, en alianzas terroristas. Los vieron frenar las demandas ciudadanas, laborales,
de pobladores urbanos y rurales, de etnias, de pueblos enteros. Los vieron desestructurar, perseguir, cooptar, corromper, diezmar y hasta eliminar a organizaciones alternativas, a líderes y bases de apoyo con vidas y pertenencias.
En el proceso aprendieron los secretos de un “sistema de
sistemas”, con su variado poder de una nueva especie de
“Estado de Estados”. Supieron de oídas o por experiencia
del dominio mediante la represión y la negociación, con
subsistemas de mediación económica, social, cultural, política que no sólo corresponden a un orden ni son sólo ramas
de un régimen, sino forman parte de un organismo complejo, de una organización hecha de jerarquías y autonomías
públicas y privadas, gubernamentales y empresariales.
En algunos círculos intelectuales de la izquierda circularon escritos sobre los complejos militares-industriales-cienTeoría y DEBATE
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tíficos, (en particular el de Estados Unidos, creado desde la
época de Eisenhower), que articulan las tecnociencias, las
biotecnologías y las ciencias de la organización compleja,
adaptativa y creadora, para aumentar la fuerza del sistema capitalista, del imperialismo y el colonialismo, y para
controlar en su favor las crisis de coyuntura, las crisis
hegemónicas, las crisis del sistema mundial de dominación
y acumulación de la propiedad y el excedente, todo al tiempo que aumentan la explotación de los trabajadores y de
los recursos naturales, y que aparecen fenómenos de concentración de la riqueza y el poder y fenómenos de empobrecimiento, de des-regulación, marginación, informalización, discriminación y exclusión, que no tienen precedente
en toda la historia de la humanidad. Así se esbozó la imagen de una organización que incluye el orden y el desorden con elementos de un caos determinista al que muchos
autores –entre otros Manuel de Landa- se refieren como el
peligro del “Armagedon” o del “Pandemónium”.13
Los nuevos movimientos sociales de las áreas
“semiperiféricas” vivieron la eliminación de los derechos
sociales alcanzados en el siglo XIX y XX y su sustitución
por políticas de asistencia caritativa, de “solidaridad
focalizada”, de “acción humanitaria”. Regresaron a las políticas paternalistas y mezquinas, que se usan en la paz
para legitimar la dominación patronal y gubernamental, y
que en las “acciones cívicas” de la “guerra interna” o “de
baja intensidad” se usan para comprar la voluntad y la dignidad de quienes venden su dignidad o su miedo como mercancías.
Los nuevos movimientos vivieron el despojo de territorios y riquezas que aún conservaban las minorías étnicas.
Padecieron viejas y nuevas formas de explotación de la
13 Manuel De Landa, The War in the Age of Intelligent Machines, New York, Swerve
Editions, 1991.
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mujer trabajadora, de las niñas y los niños. Vivieron el empobrecimiento, la privatización y desnacionalización de los
sistemas de enseñanza y de las universidades. Sufrieron la
descapitalización o desposesión, la privatización y desnacionalización de las empresas públicas y los bienes nacionales, de los energéticos y otros recursos naturales como el
agua. Vivieron y murieron el despojo del arroz, del maíz y
del trigo, y en carne propia la llamada “dependencia
alimentaria”. Y el pillaje de sus medicinas tradicionales
patentadas por las grandes empresas. Sufrieron la guerra
global “de baja intensidad” que antes se hacía con el pretexto de acabar con el narcotráfico, y que desde septiembre
del 2001 se relanza como una “larga guerra” con el pretexto
de acabar con el terrorismo.
Si los nuevos movimientos sociales experimentaron la
alegría efímera de las democracias que sustituyeron a los
dictadores militares, en pocos años descubrieron que sus
sucesores neoliberales imponían la dictadura de las políticas del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, y una democracia de las minorías, con las minorías y
para las minorías. Los nuevos movimientos de la periferia
y del centro del mundo, experimentaron en su vida cotidiana las nuevas formas de opresión e injusticia del colonialismo, el imperialismo y el capitalismo. Aprendieron de nuevo que las fuerzas dominantes se arrogan el derecho al
castigo y a la venganza contra quienes no se rinden o no se
venden. Vieron cómo con el pretexto de acabar con el terrorismo rehicieron sus políticas de control militar de la recesión económica, de expansión imperialista y colonialista en
Asia Central y en Palestina, de ataque a los derechos humanos y a las libertades cívicas en todo el mundo incluidos
los países metropolitanos, y de exterminio de poblaciones
enteras con armas de alto poder.
En el camino pueblos y movimientos profundizaron sus conceptos sobre demandas y proyectos, no sin vivir momentos de
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desmovilización y desánimo. En todo caso el ir a la profundidad de los conceptos no obedeció a un proceso meramente intelectual: está relacionado con un drama en que la voluntad y la
moral cobran un nuevo sentido, como el concepto de libertad,
de liberación, de socialismo, de democracia.
La investigación de “lo nuevo”
Al radicalizarse los movimientos sociales e ir al fondo de
los problemas, colocan en un primer plano su carácter
antisistémico. Antes sólo querían cambiar ciertas políticas
sociales y culturales del régimen para beneficio de las colectividades que los respaldaban. O sólo querían cambiar
los regímenes políticos autoritarios, populistas, militaristas. O creían que nada más con la alternancia de partidos
se empezarían a resolver algunos problemas sociales, culturales, políticos económicos. Poco a poco advierten, a la
vez desconcertados y “claros”, que el sistema de dominación y acumulación, con sus complejos y organizaciones dominantes y sus redes de aliados y subordinados, está creando en todos los sitios de la tierra un estado mundial de
empobrecimiento, opresión y destrucción del medio ambiente. El responsable ya no es sólo un gobernante, o un partido, o el sistema político, o el Estado. La causa de lo que
ocurre tampoco se limita a la política neoliberal globalizadora. Se extiende a fenómenos que los movimientos anteriores conocieron con el nombre de capitalismo, de imperialismo, de colonialismo, aunque con diferencias notorias,
que hacen necesario redefinir esos términos en los conceptos así como se han redefinido en la realidad.
Ante semejante situación, uno se pregunta si al hacer
ciencias sociales, los herederos del pensamiento crítico
marxista o no marxista están trabajando con la profundidad necesaria en la definición del proceso y en el uso de las
categorías más idóneas para contribuir a entenderlo y con24
La dialéctica de las alternativas
trolarlo. Tal vez no. Tal vez, debemos hacer esfuerzos extraordinarios por aprender de nuevo ciencias sociales. Sin
olvidar todo lo aprendido. Pero, sí necesitamos aprender a
pensar y actuar frente a un sistema dominante que, sin
duda, ha aprendido mucho, y necesitamos aprender al lado
de los movimientos sociales que también han aprendido.
Algunos conceptos fundamentales
Es necesario formular las redefiniciones de los conceptos
fundamentales que forman parte del léxico tradicional y
emergente. Enunciamos algunos:
Primero. No podemos quedarnos en el concepto de “modos
de producción”. Necesitamos pensar siempre en términos de
una unidad compleja: “modos de dominación y de producción”. Es más, necesitamos usar otras categorías que permitan captar las situaciones concretas de lucha en distintos
ambientes y etapas, en varios contextos y culturas. Urge,
además, corregir la tendencia al economicismo, tan frecuente en el pensamiento crítico y no crítico marxista. Si muchos
neoliberales siguen con el discurso economicista de que la
política que aplican obedece a las “leyes del mercado”, ninguno de sus jefes y patrones cae en esa trampa. Las clases
dominantes saben muy bien que sus organizaciones controlan el mercado con el apoyo del Estado. En los discursos públicos, los políticos-gerentes, así como sus consejeros combinan “la mano invisible” y “el puño invisible”, aquélla que
maneja el mercado y éste que empuña el garrote. Ya Thomas Friedman, del Departamento de Estado lo dijo con
claridad: “La mano invisible del mercado no funciona nunca
sin un puño invisible”. Y añadió: “La globalización funcionará si Estados Unidos funciona como un gobierno invencible”.14
14 Alternatives Sud, op. cit.
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Segundo. No podemos quedarnos en el concepto de “sistema capitalista” o de “orden mundial capitalista”. Se trata de
un sistema hecho de muchos sistemas y subsistemas, y de
un orden en que las organizaciones desempeñan un papel
protagónico, sin precedente en la historia humana. Es más
se trata de un capitalismo organizado que entraña el orden y
el desorden a que todos los sistemas complejos están sujetos,
y que las “nuevas ciencias” explican en un reencuentro innegable y a menudo inconfeso con las humanidades y con el
pensamiento crítico y dialéctico, incluso con el marxista. Por
nuestra parte, no sólo es necesario integrar las nuevas ciencias y la lógica de las tecnociencias al pensamiento crítico y
alternativo. También es necesario ver cómo se juntan las
tecnociencias y la cultura hobbsiana del poder para organizar al sistema capitalista entre el orden y el desorden mundial. Hobbes y las tecnociencias están en la base de la “guerra postmoderna”, de “la americanización del mundo”, de la
deuda externa que sujeta a los gobiernos endeudados y los
ata al super-gobierno mundial emergente.
El sistema capitalista de hoy ha llevado las microestructuras y los modos más generales de comportamiento
de los empresarios y sus gobiernos, a una organización
mundial adaptativa y compleja orientada por fines hegemónicos de dominación y maximización de riquezas: en ella se
encuentra el orden y el desorden de las contradicciones clásicas hoy macro-organizadas y próximas al caos.
Tercero. No podemos quedarnos en el concepto tradicional de “lucha de clases” que conserva un sentido fabril y
economicista del que no logra desprenderse. El concepto de
“explotación” tampoco es suficientemente comprensivo,
aunque sea un punto de partida excelente para analizar
las distintas formas que la explotación –asalariada y no
asalariada- reviste en el tiempo y el espacio y que hoy apuntalan o desmoronan al sistema mundial en el terreno político, cultural, social. Ambos conceptos, el de clases y el de
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La dialéctica de las alternativas
explotación, requieren ser complementados o superados por
el de dominación y apropiación del excedente y de la riqueza a costa de los trabajadores y de los pueblos, en procesos
de apropiación del plusvalor y del capital acumulado, y en
procesos de distribución y apropiación inequitativa del excedente y de la riqueza. Ambos conceptos vinculan el poder
político, represivo, informático, cultural y social con las relaciones de producción. No privilegian las “relaciones de
producción” a la manera economicista: las integran a un
todo complejo cuyas partes se interdefinen en los procesos
de dominación y apropiación, represión y acumulación, distribución y mediación. Es por eso que resulta insuficiente
cualquier análisis basado en el “modo de producción” sin
considerar que forma parte de una unidad compleja e histórica con el “modo de dominación” y sus integrantes.15
Cuarto. No podemos quedarnos en el concepto de “imperialismo” sin señalar que en la etapa de la globalización,
las demarcaciones de las “fronteras”, de “lo externo” y “lo
interno” (que a los nacionalistas les sirvieron para ocultar
las contradicciones internas atribuyendo todos los males a
las externas) se han confirmado cada vez más a lo largo del
mundo. En el interior de las naciones está lo exterior. En
cada Estado-Nación se dan vínculos y redes con otros Estados-nación, con el capital multinacional y transnacional,
con el Estado global incipiente y con sus asociados locales.
El mismo fenómeno de junta entre lo interior y lo exterior
se repite en los proyectos continentales y mundiales que
tienden a acercar, coordinar y dar una formación parecida
a los ejércitos y a las élites tecnocráticas de las distintas
regiones. Si hablamos de imperialismo pensemos que éste
también se encuentra en casa, si hablamos de “dependencia” no derivemos de ese concepto la conclusión de que no
vale la pena luchar por los intereses nacionales –el territo15 Pablo González Casanova, “Negotiated Contradictions”, in Socialist Register 2002.
A World of Contradictions, 265-273.
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rio, la cultura, las empresas, los recursos- mientras el capitalismo exista; y si hablamos de colonialismo pensemos que
éste no obedece a las fronteras nacionales, pues las atraviesa en formas internacionales, transnacionales e intranacionales.
Los nuevos movimientos sociales cada vez descubren más
la necesidad de vincular lo local a lo nacional y a lo internacional. La lucha contra las desnacionalizaciones, contra las
privatizaciones y por la propiedad pública y social, empieza por defender a las naciones en cada nación. Algo semejante ocurre con el endeudamiento externo, con la liberación del mercado, con la desrregulación de los derechos de
los trabajadores. Las luchas tienen que darse en lo local, lo
nacional y lo global, privilegiando unas u otras en forma
práctica. Y sin descuidar ninguna.
Quinto. No podemos quedarnos en el concepto de “desarrollo desigual” sin dar a éste las características sociales,
culturales, políticas y económicas que tiene, y sin señalar
que a las categorías de “centro” y “periferia” del mundo hay
que añadir las de “centro” y “periferia” en cada país y región del mundo. Lo mismo ocurre con las categorías de colonialismo, neocolonialismo y postcolonialismo. Al registro
de su comportamiento como fenómenos internacionales, hay
que añadir su comportamiento como un fenómeno “global”
y como fenómenos internos. El “colonialismo global” y la
lucha por la autonomía de las naciones y los pueblos es una
realidad de gran significación política: corresponde a la
redefinición del Mundo y del imperio mundial a la hora del
neoliberalismo, al cese de “La Guerra Fría” y al inicio de la
“Guerra Permanente contra el terrorismo”. El colonialismo
interno y la autonomía de los pueblos en el interior de la
Nación-Estado alcanzan un campo teórico y práctico de gran
importancia para la solución de problemas concretos y para
la acumulación de fuerzas que se identifican en medio de
las diferencias entre las fuerzas alternativas de las zonas
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La dialéctica de las alternativas
metropolitanas y de las “coloniales”. Su importancia se advierte en el caso de Irlanda, Córcega, el País Vasco, Chipre,
y en países como Canadá, Africa del Sur, México, Perú, Ecuador, Brasil, Chile, Guatemala, por no mencionar sino unos
cuantos. Sus posibilidades para fortalecer los movimientos
nacionales e internacionales alternativos son crecientes. Su
presencia en cualquier proyecto de un sistema mundial
democrático y socialista es ineludible.
Sexto. Pensemos por otra parte que los conceptos que originalmente se usaron para los países periféricos como
“marginación” (de los beneficios del desarrollo) o “dualización” (de la sociedad, la cultura, la política y la economía), o “exclusión” (de los bienes y servicios elementales de
la vida), así como los de “sociedad formal” e “informal” (precursora de la “regulada” y “desrregulada”), son conceptos
que hoy también se aplican al centro del mundo, y a los
países metropolitanos centrales. En casi todos los países se
están dando, junto con los fenómenos de colonialismo global, internacional e interno, los de dualización, marginación,
desregulación y exclusión. Esos fenómenos plantean posibilidades de nuevas alianzas que antes eran inimaginables
y que tienden a redefinir la lucha de clases con metas comunes de los trabajadores sindicalizados y no sindicalizados
de los países metropolitanos y de las “postcolonias” tanto
en las periferias de cada país como en la Periferia Mundial.
Séptimo. Hay categorías y conceptos que los movimientos alternativos y los intelectuales orgánicos de los mismos
han tomado con razón de las ciencias sociales que no vienen del pensamiento crítico marxista. Muchos de esos conceptos fueron rechazados por la ortodoxia marxista, pero
son indispensables para un análisis actualizado del capitalismo y el imperialismo a la hora de la globalización. Registran y explican fenómenos que han ido apareciendo a lo
largo del desarrollo capitalista. Si la captación de los mismos se queda en explicaciones parciales o vagas, los inteTeoría y DEBATE
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Pablo González Casanova
◆ ◆ ◆
lectuales orgánicos del pensamiento alternativo tienen que
complementarlos o precisarlos. Los conceptos de marginalidad, dualización, sociedad informal, exclusión, periferia y centro, dependencia, colonialismo global e interno, en
sus versiones críticas más profundas especifican y concretan los análisis de clases, los de las relaciones de explotación, el modo de producción, el capital monopólico, el
neocapitalismo, el neocolonialismo y muchos más que vienen de la lexicología y la teoría clásica marxista.
Aparte de los conceptos mencionados, hay otros de uso
frecuente entre los movimientos alternativos, como el de
“movimiento social”, el de “sociedad civil”, el de “democracia con poder del pueblo y pluralismo”, el de “moral”, el de
“género”, el de derechos a las diferencias culturales y a las
inclinaciones sexuales. Forman parte del discurso y la organización de los nuevos movimientos sociales. Profundizar en ellos y precisarlos se vuelve absolutamente necesario para el pensamiento crítico. El uso y la redefinición de
las categorías reales y conceptuales por los propios movimientos alternativos constituye un legado de experiencias
vividas y una aportación creadora. En ambos sentidos los
nuevos usos y redefiniciones son muy importantes, sobre
todo tras la crisis de las ideologías que se dio a fines del
siglo XX, y que los primeros en descubrir fueron, por un
lado, los pensadores de la “nueva izquierda” y, por otro, los
“neoconservadores”, aquéllos criticando a la vez al sistema
capitalista y al socialismo realmente existente, y éstos al
socialismo de Estado del Bloque Soviético y de China.
Hacia la teoría alternativa
de la “acción orientada a fines”
Desde fines del siglo XX, y sobre todo a partir de la última década, “la sociedad civil de las comunidades oprimidas” y sus aliados generaron un discurso político nuevo.
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La dialéctica de las alternativas
Éste empezó a apuntar una nueva “Teoría colectiva de la
Acción orientada a fines”, como dicen Bond y Mayekiso en
“El desarrollo de la resistencia”, uno de los análisis más
notables sobre el tema.16 Los propios actores de los movimientos plantearon la redefinición de “la sociedad civil”
como “la sociedad civil de la clase trabajadora”.17 Muchos
se propusieron “construir y mantener una conciencia de clase en la sociedad civil de las comunidades oprimidas”.
La construcción teórica y práctica se hizo en los nuevos
movimientos sociales hasta sin querer. La lucha de clases –
con todas sus mediatizaciones y metamorfosis - se volvió y
vuelve evidente cada vez que los movimientos sociales chocan contra la unión de sus opresores y explotadores, de los
terratenientes, jefes políticos, paramilitares, militares,
publicistas, empresarios del transporte, del alcohol, de la
madera; o con las compañías, los gerentes y los patrones, los
mercaderes de abasto y distribución, los funcionarios locales, los gobiernos provinciales, nacionales y extranjeros.
En el choque, los movimientos sociales descubren quiénes
de sus integrantes tienen intereses parecidos o son consecuentes con ellos y forman un frente común, que los hace
pertenecer a una especie de “clase”. Pero quienes luchan contra ellos no se les enfrentan como si se enfrentaran a un
todo, ni ellos mismos consideran en sus nosotros ser un todo.
La lucha se realiza entre represiones y mediaciones, entre
conflictos y negociaciones, entre enfrentamientos y consensos, con graves pérdidas y dolores para la sociedad civil de
los oprimidos, de los discriminados, excluidos y explotados.
Algunas de esas pérdidas son individuales, otras colectivas.
El concepto de “lucha de clases” se esclarece cuando se
ha oído hablar de él y se ven las reacciones violentas de los
propietarios frente a la posibilidad de perder la más mínima de sus canongías, el más pequeño de sus privilegios.
16 O. Cit.
17 Ibid, p. 35.
Teoría y DEBATE
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◆ ◆ ◆
Pero incluso en esa lucha de la clase de los oprimidos y
explotados contra la clase de los opresores y explotadores
no aparece una clase para sí con un partido, con una filosofía, con una vanguardia, con un líder, sino un “nosotros”
incluyente que mantiene como referencia ética y política a
la sociedad civil de las comunidades oprimidas. El estudio
de ese “nosotros” incluyente y variable constituye uno de
los objetivos más importantes de conocimiento de las organizaciones y clases en el mundo actual. Conduce a una teoría hecha de muchas teorías sobre el Estado y el sistema
político, sobre el mercado y el capitalismo, sobre los complejos militares-empresariales de dominación y explotación
y sus asociados o subordinados.
Hacia la historia y prospección de los conceptos
Reconocer las experiencias que enlazan lo nuevo y emergente con la historia anterior permitirá ajustar conceptos y
términos para la construcción de una alternativa en condiciones muy variables en el tiempo histórico y en el espacio
social. Conocer esas experiencias particulares y sus formas
de alcanzar lo universal permitirá conocer de una manera
más íntima y útil la unidad en la diversidad. En esas experiencias se encuentra –como ejemplo- la nueva Odisea que
debe recorrer un indio mexicano desde una localidad marginada cuando empieza a enfrentar el miedo a la represión
y a abandonar el agradecimiento a la caridad; cuando vive
la “conversión”, cuando se ilumina con la “esperanza”, se
fortalece con la dignidad”, lucha contra la discriminación y
contra la integración, reclama sus derechos humanos, ciudadanos, y sus derechos a la diferencia. Descubre ser parte
de una comunidad creciente, local, nacional, humana, cuya
fortaleza colectiva permite crear organizaciones que se
orienten a alcanzar determinados fines. Descubre el nosotros incluyente de los tzeltales, tzotziles, tojolabales, zoques
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La dialéctica de las alternativas
y de muchos más, italianos, franceses, norteamericanos, españoles, todos “hermanos” o incluso “compañeros”, Descubre el nosotros organizado en tanto “Ejército Zapatista de
Liberación Nacional”, “bases de apoyo”, redes solidarias
mexicanas, indomexicanas, indoamericanas, intercontinentales. Descubre la posibilidad de lograr por medios pacíficos lo que ya sólo creía que iba a lograr por la guerra, y
ve cómo una parte se la arrebatan y otra queda en la conciencia y la organización de los pueblos. Descubre cómo las
fuerzas dominantes y sus auxiliares tratan de tranzarlo,
de mediarlo, de cooptarlo; cómo lo amenazan, cómo lo reprimen, cómo expulsan a pueblos enteros de sus casas y
tierras de labranza; cómo soldados y capitanes lo tratan
con desprecio, cómo le echan a los perros y azuzan a los
paramilitares, y a los matones, cómo lo meten a la cárcel
por un delito que no ha cometido, cómo lo torturan y humillan. Descubre algo más: quiénes lo apoyan hasta hacerse
parte de su lucha y quiénes se le enfrentan con actitudes
paternalistas que son autoritarias. Vive la experiencia de
lo que ya sabía en la conciencia. Descubre que está luchando contra el neoliberalismo y por la humanidad. Ve cómo se
solidarizan con él movimientos sociales y organizaciones
no gubernamentales, y algunos sindicatos, y de vez en cuando partidos políticos de izquierda... En las alianzas con sus
amigos, hermanos y compañeros; en su propio movimiento,
descubre “contradicciones” y ve que son tan importantes o
más que las que tiene con los “señores del poder y del dinero”.
En las contradicciones del nosotros a que pertenece intuye
su vulnerabilidad íntima y la de los suyos. Ve cómo se agita
la discordia en sus propias organizaciones, y cómo la exacerban los “desesperados” o los agentes provocadores. Ve
cómo actúa la cultura esclavizante y el poder del dinero.
Mientras está luchando contra la sociedad opresiva en que
vive descubre que “los señores del poder y del dinero” preTeoría y DEBATE
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◆ ◆ ◆
paran nuevos proyectos que ennegrecen el porvenir. Se encuentra con planes elaborados en Washington y concertados con los gobiernos latinoamericanos, como el nuevo enclave que organizan desde Puebla hasta Panamá, o el ALCA,
Área de Libre Comercio de América, megaproyecto de un
“Gran Patio Trasero”. Alguien recuerda que así han entregado los gobiernos respectivos grandes regiones en el Congo, Zaire, Gabón, República Centroafricana para que “sistemas de compañías concesionarias se dediquen al pillaje”
y muchos denuncian que se trata de nuevos planes de la
expansión y consolidación imperial.
También vive la democracia de pocos para pocos con pocos, con su alternancia de partidos que sustentan la misma política neoliberal y globalizadora, excluyente y opresiva, discriminadora y cortés, hipócrita y explotadora, con
sus líderes de “izquierda” que se van integrando poco a poco
al sistema sin que luchen al lado de los oprimidos no indios
y menos aún con los indios contra el poder del dinero, la
represión y la discriminación. En el camino descubre lo importante que es la autonomía de su persona, de su comunidad y de las organizaciones de ciudadanos, de pueblos y de
trabajadores. También descubre que a lo largo del tramo
recorrido las banderas por las que lucha han despertado la
conciencia de muchísimas gentes de México y el mundo.
Después, descubre por las noticias que le llegan de Seattle,
que los movimientos del mundo se están acercando cada
vez más a sus proyectos de democracia incluyente y a proyectos anti-capitalistas que replantean más a fondo lo viejo
en lo nuevo. Y ve cómo la guerra contra el “terrorismo” se
cierne contra todos hasta contra quienes están contra el
terrorismo.
En el largo camino, indios y no indios redescubren, con
la democracia como poder y pluralismo, el proyecto socialista y la vasta experiencia que lo acompaña. Pero el regreso del proyecto socialista no quita su papel hegemónico al
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La dialéctica de las alternativas
proyecto de democracia con poder y pluralismo. Más bien
replantea el problema de cómo seguir dando prioridad a la
democracia en condiciones crecientes de barbarie, asedio y
miseria y con plena conciencia de que sin democracia no
habrá socialismo, y sin socialismo no habrá democracia.
Ese es el problema principal a estudiar en los proyectos y
procesos anteriores y en los actuales.
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