El uso de etanol: ¿combustible alternativo para México? Ramón Roberto Valenzuela Barajas* Hoy en día los temas de corte energético toman una gran importancia, no solo en nuestro país, sino en el mundo entero, esto obliga a una búsqueda constante de aquellas alternativas para hacer de los carburantes convencionales menos contaminantes, que habiendo probado su viabilidad técnica, se presenten como opciones económicas a los hidrocarburos. El 25 de abril de este año, se aprobó el dictamen que expide la Ley de Promoción y Desarrollo de los Bioenergéticos, avalada por el Senado, y que ya fue enviada al Ejecutivo para su promulgación. La ley aprobada, sin embargo, establece que se impulsará "la agroindustria de la caña de azúcar y maíz para la producción de etanol, de plantas oleaginosas para la producción de biodiesel como bioenergéticos. Un año atrás, se reformo el Artículo 21 de la Ley de Desarrollo Rural Sustentable. La reforma plantea lograr la autosuficiencia energética del país, a través del uso de energía renovable logrando con ello tener combustibles limpios para uso automotriz. Se destaca que para reducir los gases invernadero en la atmósfera y evitar la contaminación de los mantos freáticos es necesario utilizar el etanol ya sea como oxigenante o como biocombustible puro. Hay un estudio realizado por la Secretaría de Energía y financiado por El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en el que se recomendaba un programa de introducción gradual del etanol con tres fases, hasta llegar a incorporarlo en un 10 por ciento en todas las gasolinas de México como ya se hace en algunos países. Lo anterior permitiría una reducción en las importaciones de gasolinas y un ahorro en la balanza de pagos de hasta dos millones de pesos, además de mitigar en 10.6 millones de toneladas de bióxido de carbono al año con base en una producción a partir de caña de azúcar (SENER, 2006). El estudio parece factible para un país que cuenta con la infraestructura necesaria y el apoyo gubernamental para impulsar un verdadero mercado energético a través del etanol a base de caña de azúcar. Sin embargo, en México el problema de raíz lo sigue constituyendo el magro desarrollo de la agroindustria mexicana de caña de azúcar. El uso del alcohol de caña como combustible en Brasil tiene sus ventajas, ya que su desarrollo ha brindado desde 1975 ante la crisis petrolera dos años atrás, ahorrar cerca de 2 mil millones de dólares a la compra de petróleo. Su uso tiene ventajas adicionales, la reducción de emisión de contaminantes y alienta la tecnología nacional y genera empleo, solo por mencionar algunos. La desventaja es que provoca una competencia en la producción alimentaría. El modelo brasileño puede ser un modelo bueno, con la ventaja de que en México no hay tanta concentración de la propiedad de la tierra como en Brasil. Aun sin embargo, la otra cara de la moneda sería que no tenemos subsidios y apoyos como en el segundo país para esa reconversión. Tener esta experiencia que es única en América Latina involucra una transformación en el modelo energético regional. Se estima que en el 2008 la producción de azúcar en nuestro país sea de 6 millones de toneladas, la cual la mayoría se destinará a la industria refresquera. Actualmente se generan 440 mil empleos directos y 2.5 millones indirectos. Si hablamos de la ubicación en la producción mundial, ocupamos el 7° lugar y entre el 4° y 5° en la producción por hectárea. Desde el punto de vista ambiental, el etanol jugará en un futuro cercano, un papel importante como combustible, ya que vendría a resolver en gran medida la cantidad de partículas de monóxido de carbono como consecuencia de una mejor oxigenación de la gasolina. Para dar el paso de Brasil nos queda todavía un largo camino, tendríamos que tener una tecnología e infraestructura de punta, sin dejar de lado la voluntad del Gobierno Federal para la viabilidad de éste tipo de proyectos, además se necesita de un gran convencimiento con la industria automotriz. El potencial que significa al emplear éste derivado de la caña radica en el surgimiento de nuevos sectores de producción y del fortalecimiento mismo de la agricultura y la economía del estado. *Becario del Programa de Estudios Económicos y Demográficos, El Colegio de Sonora, rbarajas@colson.edu.mx