VARIABILIDAD CLIMATICA Y SIEMBRA DIRECTA EN LOS SISTEMAS DE PRODUCCION Dr. Federico Bert (UBA-CONICET-AACREA) 1. Introducción: En los sistemas de producción argentinos, como en otras partes del mundo, el clima varía notablemente a entre meses, años, o bien a escalas temporales más largas como pueden ser décadas. La variabilidad del clima, significa desviaciones en los valores de variables climáticas respecto a un estado promedio de las mismas en un período de tiempo determinado. Esta variabilidad climática surge de las complejas interacciones que se producen entre los diferentes componentes del sistema climático, como son los océanos, los continentes, la superficie con hielo y la atmosfera (Vera 2009). El clima de la región pampeana se caracteriza por una alta variabilidad en las precipitaciones (CV=20-30%, Prohaska 1976). Asimismo, la producción de cultivos se realiza en la mayor parte del área bajo condiciones de secano (Hall et al. 1992). La conjunción de estos factores y la dependencia de la productividad de los principales cultivos (soja, maíz y trigo) a las condiciones hídricas durante los meses de primavera tardíacomienzos de verano (Hall et al. 1992) determinan que la producción de los sistemas agrícolas sea altamente dependiente de las condiciones climáticas durante el ciclo productivo. Las variaciones del clima son, entonces, la principal fuente de variabilidad de los resultados de los sistemas de producción agrícolas Argentinos. La evolución de los sistemas agrícolas a través de la incorporación de nuevas tecnologías y el diseño de los sistemas de producción han contribuido a incrementar la estabilidad de los resultados frente a las variaciones del clima. En este sentido, la incorporación de la siembra directa (SD) tuvo un rol clave en la modulación del impacto de la variabilidad climática en los sistemas agrícolas, principalmente por las modificaciones en la dinámica del agua en el sistema. Sin embargo, a pesar de que los sistemas agrícolas han evolucionado en el largo plazo en respuesta a las variaciones del clima, estos continúan siendo muy sensibles a las variaciones del mismo (Stern y Easterling 1999). Si bien el clima varía en un amplio espectro de escalas temporales, las variaciones a escalas de décadas y las variaciones de año a año son las más relevantes para el manejo de los sistemas de producción agrícola en SD. Los cambios a escalas de décadas pueden generar condiciones que determinen la viabilidad de diferentes actividades productivas en diferentes regiones. Los cambios en los esquemas de actividades de una región requieren ser acompañados por la generación de conocimiento local y la infraestructura necesaria para el desarrollo de las mismas. Las variaciones año a año determinan los niveles de producción de las diferentes actividades. En este sentido, el manejo de las actividades (período de siembra, genética, etc.) modula directamente la influencia de la variabilidad climática en el resultado del cultivo. Así, el manejo de los cultivos puede planearse en relación a las condiciones climáticas imperantes para evitar impactos negativos de condiciones adversas o tomar ventajas de condiciones favorables. En las siguientes secciones se discutirán las dos escalas temporales de variabilidad climática y el impacto de las mismas en los sistemas de producción. 2. Variabilidad climática inter-decadal: La región pampeana muestra una fuerte variabilidad climática inter-decadal. En este sentido, desde mediados del siglo pasado se han observado fuertes cambios en las condiciones climáticas a lo largo de todo el país. Los cambios más importantes consistieron en incrementos en las precipitaciones y en las temperaturas mínimas y, por otro lado, disminuciones en la radiación y temperaturas máximas (Rusticucci y Penalba 2000; Minetti et al. 2003; Boulanger et al. 2005; Magrín et al. 2005). Estas variaciones se manifestaron como tendencias graduales en algunas regiones mientras que en otras parecen haber sido producto de un “salto” en el sistema climático (Minetti y Vargas 1997; Minetti et al. 2003; Boulanger et al. 2005). Los incrementos de las precipitaciones no fueron constantes a lo largo del año en las principales regiones productivas del país, sino que se concentraron el semestre húmedo (septiembre a febrero). Durante el invierno, no sólo no se observaron incrementos, sino que en algunas situaciones se observó una tendencia a la disminución de las lluvias (Figura 1). Los cambios observados en la región pampeana fueron consistentes con los cambios observados en América del Sur. Haylock et al. (2006) mostraron tendencias positivas en las precipitaciones totales y extremas en el período 1960-2000 para todo el centro este de América Latina (Ecuador, Norte de Perú, región Sur de Brasil, Paraguay, Uruguay y Norte y centro de Argentina). Los cambios observados en el clima de la región pampeana tuvieron un impacto en el rendimiento potencial y observado de los principales cultivos de la región (Messina 1999; Magrín et al. 2005). Resultados de estimaciones realizadas por Magrín et al. (2005) mostraron que los rendimientos potenciales entre los periodos 1950/1970 y 1970/1999 se incrementaron 38% en soja, 18% en maíz, 13% en trigo y 12% en girasol, exclusivamente en respuesta a las variaciones del clima. Sin embargo, para el mismo período, los rendimientos reales observados para varias localidades en la región pampeana aumentaron en promedio 110% en maíz, 56% en trigo y 102% en girasol (Magrín et al. 2005). La brecha entre las variaciones en los rendimientos potenciales y los observados sugiere un aporte importante de las tecnologías de producción en el mejoramiento de la productividad de los sistemas agrícolas pampeanos. Figura 1. Precipitaciones mensuales medias (mm) para el periodo 1950-1970 (triángulos naranja) y 1971-2001 (círculos verdes) en tres localidades de la región pampeana: (a) Pergamino (Buenos Aires), (b) Pilar (Córdoba) y (c) Santa Rosa (La Pampa). 160 Lluvia media (mm) (a) 120 80 40 1971-2001 1950-1970 0 Ene Feb Mar Abr May Jun Jul Ago Sept Oct Nov Dic Lluvia media (mm) 160 (b) 120 80 40 0 Ene Feb Mar Abr May Jun Jul Ago Sept Oct Nov Dic Lluvia media (mm) 160 (c) 120 80 40 0 Ene Feb Mar Abr May Jun Jul Ago Sept Oct Nov Dic El escenario provisto por las variaciones climáticas a escala decadal para la producción de cultivos, junto con la incorporación de nuevas tecnologías de producción y cambios en los escenarios socio-económicos, contribuyeron a que ocurrieran cambios importantes en los planteos productivos y en el patrón de uso de las tierras en la región pampeana (Viglizo et al. 1997; Magrín et al. 2005). Por un lado, hubo una intensificación de los sistemas agrícolas tradicionales, con intensificación de las rotaciones e incremento en el uso de tecnologías de insumos en los modelos productivos (ej. mayor uso de fertilizantes; Hall et al. 1992). Por otro lado, los cambios observados permitieron la expansión de la frontera agrícola hacia tierras antes consideradas marginales y tradicionalmente dedicadas a la ganadería. Como consecuencia, se observó un desplazamiento de la ganadería hacia áreas aun más marginales. La incorporación de la SD tuvo un rol clave en el desarrollo de los sistemas de producción agrícolas. La SD introdujo cambios en la dinámica del agua dentro del sistema que fueron determinantes para el desarrollo de actividades agrícolas. En este sentido, el incremento de la infiltración y la reducción de la evaporación directa por una mayor cobertura (más allá de los cambios físicos y químicos en el suelo) fueron atributos de la SD que permitieron mejorar la economía del agua en los sistemas de producción. Esto implicó una mejora en la eficiencia de uso del agua, los nutrientes y otras tecnologías de insumos (Peterson et al. 1993). Las ventajas de la SD sumadas al incremento de las lluvias propiciaron un escenario favorable para la viabilidad ecológica y económica de algunos cultivos, permitiendo expandir la agricultura hacia marginales para la producción agrícola. No menos importantes fueron los beneficios asociados a la reducción de la erosión de los suelos de la SD para sostener la viabilidad de los sistemas más frágiles. 3. Variabilidad inter-anual a. Siembra directa y variabilidad inter-anual La variabilidad climática inter-anual explica la mayor parte las diferencias de rendimientos entre diferentes campañas. El rendimiento de los cultivos está determinado mayormente por el nivel de lluvias antes y durante el ciclo del productivo, la distribución a lo largo del tiempo de esas lluvias y, las temperaturas y los niveles de radiación que experimente el cultivo. Los valores que toman estas variables a lo largo de los años, principalmente en aquellos períodos críticos para la generación del rendimiento de los cultivos, mediados por las características edáficas y de manejo del sistema determinan la variabilidad de la producción de los sistemas agrícolas. Como se mencionó anteriormente, la introducción de la SD implicó cambios en la dinámica del agua en los sistemas que alteró la relación entre las variaciones del clima y el rendimiento de los cultivos. Sin considerar el impacto sobre las condiciones físicas y químicas de los suelos, el aumento de la infiltración del agua de lluvia junto con la disminución de la evaporación asociada a la SD significó mejoras en las condiciones hídricas para los cultivos. Varios estudios han mostrado que la mejora en las condiciones hídricas redundó en un incremento y estabilización de los rendimientos. Asimismo, la conservación de la humedad del suelo por la cobertura asociada a la SD y la ausencia de remoción del suelo proporcionaron más flexibilidad para la realización de las labores. Como consecuencia, la SD contribuyó a reducir la vulnerabilidad de los sistemas de producción a las variaciones del clima. b. Fuentes de variabilidad inter-anual A pesar de la contribución de la SD, la producción agrícola continua siendo fuertemente dependiente de las variaciones del clima. Por este motivo, resulta indispensable identificar las principales fuentes de variabilidad climática inter-anual y evaluar las posibilidades de utilizar información relacionada a las mismas como una herramienta para la toma de decisiones en la producción agrícola. En las siguientes secciones se discute la fuente más importante de variabilidad climática en los sistemas de producción de la región pampeana y se analiza el uso de información climática para planificar el manejo de los cultivos bajo SD. Las variaciones año a año del clima tienen su origen en la interacción entre los diferentes componentes del sistema climático. Por su alta capacidad calorífica, los océanos cumplen un rol fundamental en el balance de calor, y en consecuencia el funcionamiento, del sistema climático. En tal sentido, gran parte de la variabilidad climática alrededor del mundo, y en particular en nuestras regiones de producción, se relaciona con variaciones de las condiciones superficiales de los océanos, principalmente en las regiones tropicales. En especial, las variaciones en las interacciones mar-atmosfera que se producen en el océano Pacifico Tropical, comúnmente conocidas como fenómeno del ENOS (El Niño Oscilación del Sur), son la principal fuente de variabilidad año a año del clima en varias regiones productivas alrededor del globo. El fenómeno del ENOS, resultado de la interacción entre el mar y la atmósfera en el Océano Pacífico Tropical, se puede categorizar en dos fases extremas, según las temperaturas de la superficie del Océano Pacifico Tropical: eventos cálidos ó El Niño y eventos fríos o La Niña; los años que no se encuentran dentro de estas categorías se denominan Neutros. En la región pampeana, la señal más pronunciada del ENOS se manifiesta en el período octubre-diciembre. Durante los eventos El Niño, las precipitaciones tienden a ser superiores al promedio histórico, mientras que en los años La Niña tienden a ser inferiores. En los años Neutros las precipitaciones medias generalmente son similares al promedio histórico (los años Neutros constituyen alrededor del 50% del total de la serie histórica; más detalles en: Penalba et al. 2007). Las señales asociadas a cada fase del ENOS sobre el clima de una región pueden variar. No todos los fenómenos ENOS son iguales, varían en inicio, duración e intensidad y esto se traduce en diferencias en cuanto al impacto de eventos de la misma categoría en el clima de una zona determinada. Así, aunque ante un evento Niña puede esperarse una mayor probabilidad de totales de lluvia menores al promedio, puede haber Niñas anormalmente lluviosas. Para la región pampeana, la señal en las lluvias es más nítida en el caso de los eventos La Niña respecto a El Niño (Penalba et al. 2007). El fenómeno ENOS no es el único responsable de las variaciones climáticas en la región pampeana. Existen otros procesos (ej. variaciones en las condiciones de temperaturas del océano Indico o Atlántico) que pueden afectar el clima local y que se encuentran actualmente en estudio (Penalba et al. 2007). Sin embargo, las fases del ENOS como principal componente de la variabilidad interanual explican parte de las variaciones de rendimiento de los cultivos bajo SD. A continuación se muestran las relaciones entre las fases del fenómeno y el comportamiento de los principales cultivos. c. Impactos del ENOS en la agricultura Las señales climáticas del ENOS se manifiestan en cambios en el rendimiento de los cultivos. Un estudio realizado por Podestá et al. (1999) sobre registros de rendimientos (SAGPyA) a nivel nacional muestra incrementos en los rendimientos de maíz y sorgo durante las fases Niño y disminuciones durante La Niña. Para ambos cultivos la depresión en los rendimientos en La Niña es, en promedio, más pronunciada y menos variable que el aumento de rendimientos en El Niño. Asimismo, para el cultivo de soja, se observan reducciones de rendimiento durante los años La Niña y leves incrementos en El Niño. Aunque los niveles de producción de trigo a nivel nacional no muestran asociación con la fase del ENOS, los efectos pueden ser muy importantes en el cultivo subsiguiente (ej. soja de segunda). El impacto de las fases del ENOS puede variar en diferentes regiones de producción (Magrín et al. 1998). Las diferencias radican principalmente en que: (a) la señal climática del fenómeno no es homogénea a lo largo de las principales regiones del país, (b) existen diferencias importantes en las condiciones agroecológicas entre las regiones de producción y, (c) existen diferencias importantes en los planteos de producción (ej. siembra, momento de ocurrencia de periodos críticos, etc.) entre regiones de producción. Así, si bien en el área núcleo de la región pampeana no se observan fuertes incrementos de rendimientos de soja durante las fases Niño, el incremento de lluvias de esta fase resulta en incrementos del rendimiento en áreas con mayores limitantes hídricas como puede ser el norte de Córdoba (Figura 2). De la misma manera, si bien en el estudio realizado por Podestá et al. (1999) no se identificaron asociaciones entre la producción nacional de trigo y la fase del ENOS, en áreas al sur de la región pampeana (ej. Sudeste y Sudoeste) puede observarse una relación entre el rendimiento del trigo y la fase del ENOS. En estas áreas, las condiciones térmicas y los planteos de producción tradicionales determinan que los períodos críticos para la generación del rendimiento de trigo ocurran más tardíamente, cuando las señales del fenómeno ENOS comienzan a ser fuertes. Figura 2. Box plots de los rendimientos simulados de soja en las diferentes fases del ENOS para: (a) Pergamino (Buenos Aires), y (b) Pilar (Córdoba). 5000 5000 (a) (b) 4000 Rinde (kg/ha) Rinde (kg/ha) 4000 3000 2000 3000 2000 1000 0 1000 El Niño Neutro La Niña El Niño Neutro La Niña d. El ENOS y el manejo de los cultivos Las tecnologías de manejo de los cultivos responden de manera diferente a las fases del ENOS (Podestá et al. 2002; Bert et al. 2006). Esto genera la posibilidad de adaptar el manejo de los cultivo para evitar las disminuciones de rendimiento asociadas a los escenarios La Niña y capitalizar las ventajas de los escenarios El Niño. Los modelos de simulación son herramientas indispensables para evaluar alternativas de manejo ante diferentes escenarios climáticos, dado que la realización de experimentos a campo sería extremadamente costosa y requeriría demasiado tiempo. En los resultados discutidos en los siguientes párrafos (derivados de diferentes trabajos) se utilizaron los modelos incluidos en la carcaza DSSAT (Jones et al. 2003) para explorar el comportamiento de diferentes estrategias de manejo de maíz y soja en las fases del ENOS. Estos modelos han sido calibrados y validado bajo diferentes condiciones de campo en varios ambientes productivos de la Argentina (ej. Mercau et al. 2007). El Cuadro 1 muestra el un ejemplo para soja de primera en Pergamino (Argiudol típico), donde se simuló el rendimiento de dos genotipos ampliamente usados y cuatro fechas de siembra para toda la serie histórica primero (1931-2005), y para cada fase del ENOS por separado después. Los resultados muestran ventajas de utilizar genotipos de ciclo más corto sembrados temprano durante El Niño, y genotipos de ciclo más largo sembrados tarde en La Niña. La estrategia de ciclo corto en siembra temprana durante El Niño permite capturar todo el potencial productivo de este planteo dadas las mayores precipitaciones de esta fase. Contrariamente, la estrategia de genotipo largo y siembra tardía en La Niña permite retrasar los períodos críticos de generación de rendimiento hacia momentos donde la señal adversa de La Niña se torna más débil (enero-febrero; Podestá et al. 1999) y la demanda atmosférica es menor. Simultáneamente, el retraso de la siembra en La Niña permite una mayor recarga hídrica del suelo a la siembra. Cuadro 1. Rendimiento promedio (Ton/ha) de distintas estrategias de manejo de soja en las fases del ENOS en Pergamino. Var FS La Niña DM3700 El Niño 15 Oct 1 Nov 15 Nov 30 Nov 3.76 3.78 3.77 3.78 4.00 3.91 3.82 3.75 3.12 3.31 3.46 3.63 DM 4800 Histórico 15 Oct 1 Nov 15 Nov 30 Nov 3.60 3.71 3.77 3.78 3.82 3.84 3.83 3.76 3.00 3.25 3.47 3.64 La Figura 2 muestra diferencias de resultado de diferentes estrategias de maíz en las distintas fases del ENOS para la localidad de Pehuajó (Hapludol típico profundo, serie Pehuajó). Para las fases El Niño una estrategia de fecha de siembra temprana (aprox. 15 de septiembre) con niveles altos de N (150 kg/ha) permitiría obtener el máximo resultado productivo. Los mayores niveles de precipitaciones durante El Niño permiten una respuesta significativa al aumento del nivel tecnológico del planteo productivo (ej. dosis de N). Contrariamente, durante las fases La Niña, la estrategia que permite obtener los mayores rendimientos implica una siembra relativamente tardía (luego de mediados de octubre) con dosis intermedias de N (entre 110 y 130 kg/ha de N). Al igual que para soja, el retraso de la fecha de siembra en la Niña permite ubicar la floración del cultivo en momentos donde el balance hídrico es menos desfavorable (Forte Lay y Scarpati, 2004) dado que la señal del fenómeno es más débil. Asimismo, los menores niveles de rendimiento asociados a las menores precipitaciones, condición más probable durante La Niña, implican menores requerimientos de N del cultivo (es decir, disminuyen la respuesta al N). El patrón de respuesta de fecha de siembra y nivel de fertilización con N en las diferentes fases del ENSO se puede observar en otras regiones de producción (ej. Norte de Buenos Aires, Norte de Córdoba). Finalmente, para maíz, la densidad de siembra puede ser otra variable de ajuste ante las fases del ENOS. En un estudio realizado por Royce et al. (2002) se mostró la conveniencia de aumentar la densidad de siembra ante las fases El Niño y disminuirlas en La Niña. Para las regiones en donde se encuentra una asociación entre las fases del ENOS y el rendimiento de trigo, puede justificarse un manejo diferencial del cultivo según la fase esperada. Así, en el sur de la región pampeana (principal área de producción de trigo) podría considerarse un ajuste de la fertilización con N ante las fases del ENOS. En estas áreas, el rendimiento de trigo disminuye de manera considerable ante las fases La Niña. Bajo estas condiciones, resultaría conveniente disminuir los niveles de N objetivo dado que es esperable una menor respuesta a este nutriente. Sin embargo, la información disponible sobre la interacción entre fases del ENOS y la fertilización nitrogenada en estas áreas es aún limitada. Figura 2. Rendimiento promedio de diferentes estrategias de manejo de maíz en Pehuajó en: (a) Fases El Niño y, (b) fases La Niña. e. Uso de información relaciona al ENOS para la toma de decisiones: La naturaleza caótica de la atmósfera impide predecir cómo se comportará ésta luego de algunos días. Por lo tanto, es imposible anticipar las condiciones climáticas para la próxima estación a través de la simple extensión del pronóstico del tiempo. Sin embargo, dado que se puede predecir el comportamiento de algunas variables del sistema climático (ej. temperaturas del océano, etc.), es posible anticipar tendencias generales para el clima en la próxima estación. Los pronósticos estacionales indican desviaciones respecto a una distribución de probabilidad esperada. Por ejemplo, el registro de lluvias en los meses de verano en Pergamino tiene una distribución característica (un determinado promedio, variabilidad). Cuando se esperan condiciones climáticas distintas (ej. asociadas a una fase del ENOS), la distribución de valores esperados cambia, pudiendo ser, por ejemplo, los valores más bajos más probables que lo habitual. Durante las décadas pasadas ha mejorado significativamente la capacidad de predecir las variaciones año a año del clima. Los avances en la generación de pronósticos fueron posibles gracias a que se profundizó el conocimiento del sistema climático permitiendo el desarrollo de nuevos y mejores modelos climáticos y, a la creciente capacidad de monitorear la evolución del sistema climático por medio de instrumentos a bordo de boyas, satélites y otros medios. Como se mencionó, esta predictibilidad está fuertemente asociada a la circulación de la atmósfera tropical y es principalmente dependiente de las anomalías asociadas con el fenómeno ENOS. La disponibilidad de pronósticos asociados al ENSO y la interacción entre el resultado de los cultivos y las fases del fenómeno brinda el potencial para reducir la vulnerabilidad de los sistemas agrícolas a las variaciones del clima. El hecho de conocer qué condiciones climáticas son más probables para el próximo ciclo de producción, permitiría ajustar el manejo del sistema para aprovechar condiciones esperadas favorables o para atenuar impactos negativos de condiciones desfavorables. A continuación se analizan algunas oportunidades para obtener beneficios de los pronósticos climáticos. La respuesta diferencial de los cultivos y manejos de los cultivos a las fases del ENOS permite adaptar el manejo del sistema al escenario climático esperado. De esta manera, se podría modificar la superficie asignada a cada cultivo en el establecimiento o el manejo de los mismos para mejorar el manejo del riesgo climático. La Figura 3 muestra el manejo óptimo (en términos de margen bruto) simulado para un establecimiento de 600 hectáreas en Pergamino para distintos escenarios climáticos. Los resultados muestran que el área dedicada a cada cultivo y el manejo de cada cultivo varía entre los escenario climáticos. Para el escenario histórico (es decir considerando toda la serie climática de Pergamino) el manejo óptimo simulado incluyó 60% de soja, y 40% de trigo-soja de segunda1. Sin embargo, en El Niño, la decisión que maximiza el margen bruto incluye 100% de trigo-soja de segunda. Este resultado es coherente con los incrementos de rendimientos de soja de segunda asociados a las condiciones favorables de El Niño. Contrariamente, en La Niña, el máximo margen bruto se alcanzó con 100% de soja sembrada tardíamente (fines de noviembre). Bajo el escenario Niña desaparece el doble cultivo trigo-soja de segunda dado que el resultado de este disminuye sensiblemente bajo esta fase (principalmente por la disminución del rendimiento de soja de segunda). Asimismo, la estrategia incluye la siembra 1 No se consideran restricciones asociadas a rotaciones de los cultivos en el análisis. El maíz no aparece en ninguna asignación dado que con los precios de insumos y de granos utilizados en la simulación (promedio de precios para el periodo 20020-2007), presentó un margen bruto considerablemente menor que el resto de los cultivos. tardía de soja que, como muestra la Tabla 1, es la estrategia de mayor rendimiento en La Niña. Finalmente, el manejo óptimo en las fases Neutras es similar al observado para el escenario histórico (incluye trigo-soja de segunda y soja de primera) dado que, los años Neutros representan el 50% de los años de la serie histórica. Figura 3. Asignación óptima (en términos de margen bruto) de superficie a cultivos y manejos simulada en un establecimiento de 600 has en Pergamino para: (a) el conjunto de años de la serie climática histórica (1931-2005) y, (b) las distintas fases del ENSO en Pergamino. El hecho de que pueda adaptarse el manejo del sistema (proporción de cultivos y manejos) en respuesta a las expectativas climáticas y, de esta manera, obtener mejores resultados (ej. rendimientos) indica que es posible obtener valor económico a partir de la información climática. Usualmente, los economistas definen el valor de la información como la diferencia entre: (a) los resultados de decisiones tomadas con información (en este caso pronósticos) y, (b) los resultados de decisiones tomadas sin información (en este caso los valores históricos o “climatológicos”). Diversos estudios realizados en la región pampeana han mostrado un valor variable de la información climática dependiendo del área de producción. Así, Messina (1999) encontró que el valor de la información climática sería de aproximadamente 12, 15 y 35 US$/ha en Pergamino (Buenos Aires), Santa Rosa (La Pampa) y Pilar (Córdoba) respectivamente. Letson et al. 2009 encontró valores consistentes con los de Messina para un estudio realizado en Pergamino. Sin embargo, se ha observado que el valor de la información climática es sensible a las condiciones de precios (costos directos y precio de granos) asumidas para el cálculo. En este sentido, Messina (1999) y Magrín y Travasso (2001) encontraron que el valor de la información climática es mayor, cuanto mayor es el nivel de precios de los granos. Finalmente, el valor de la información climática puede verse disminuido dependiendo de diferentes factores. Entre ellos, los más importantes son: (a) la habilidad o precisión del pronóstico y (b) las restricciones eventuales para el manejo del sistema de producción. En este sentido, el valor de la información es proporcional a la habilidad del pronóstico. Si bien, con los niveles actuales de habilidad de los pronósticos el valor de la información climática es positivo, cuanto más incierto sea pronóstico, menor es el valor del mismo (Letson, comunicación personal). Por su parte, las restricciones en la asignación de superficies dentro de un establecimiento, por ejemplo asociado al esquema de rotaciones de cultivos, puede limitar el valor de la información. Como se mostró en los párrafos anteriores, gran parte del valor de la información relacionada al ENOS proviene de modificar la proporción de los diferentes cultivos en función de la fase esperada. 4. Comentarios finales En este capítulo se discutió el impacto de la variabilidad climática de diferentes escalas temporales en interacción con la SD sobre el resultado de los sistemas de producción agrícola. La SD tuvo un rol clave en modular el impacto del clima en los sistemas de producción. Por un lado, junto con el incremento de las precipitaciones observado desde mediados del siglo pasado, la SD fue un factor clave para la expansión de la agricultura, principalmente hacia áreas de producción marginales. Por otro lado, la SD, a través de sus cambios en la dinámica del agua del sistema (sin considerar otros impactos positivos en el suelo), contribuyó a disminuir la sensibilidad de la producción agrícola a las variaciones año a año de las condiciones climáticas. A pesar del aporte de la SD (junto a otras tecnologías) en la estabilización de rendimientos, nuestros sistemas de producción siguen siendo aun muy vulnerables a las variaciones del clima. En este sentido, uno de los principales responsables de las variaciones climáticas y en consecuencia de los rendimientos en los sistemas de producción en SD de la Argentina es el fenómeno del ENOS. Este fenómeno puede explicar hasta el 30% (dependiendo del cultivo y de la región de producción) de las variaciones del rendimiento de los cultivos (Messina 1999). Asimismo, se mostraron diferentes ejemplos de la respuesta diferencial de las tecnologías de producción de los cultivos ante las fases del fenómeno ENOS. La interacción entre el fenómeno y el resultado de los cultivos justifica manejar de manera diferente nuestro sistema de producción según la fase del ENOS esperada. Hoy en día se dispone de pronósticos ENOS de moderada habilidad con gran tiempo de anticipación que brindan la oportunidad de utilizarlos como herramientas en el planeamiento del manejo del sistema. En este sentido, diferentes estudios han mostrado ventajas económicas (que pueden ir desde los 12 a 35 US$/ha dependiendo de la región de producción y escenarios de precios) de utilizar información climática asociada al ENOS para la toma de decisiones. 5. 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