Hijas del Patrocinio de María ¡DIOS TIENE UN MENSAJE PARA TI, DESCÚBRELO Si te identificas con las Hijas del Patrocinio de María, y quieres conocernos un poco más. Ven y descubre un hermoso camino de amor y servicio. Somos una familia religiosa nacida del corazón de nuestros fundadores, Padre Cosme Muñoz y Padre Luis Pérez Ponce. Somos llamadas por Dios para ser portadoras de alegría y esperanza para el mundo. Nuestra misión es la educación de niños, niñas y jóvenes; una educación de calidad basada en el amor y los valores cristianos para construir un mundo para todos. Desarrollamos diferentes propuestas educativas, procurando rescatar y estimular las potencialidades en todas las dimensiones del ser humano. Nuestra dimensión mariana nace de la devoción que tuvieron nuestros Fundadores a María, la madre de Jesús; es una dimensión esencial del carisma, Ella es Reina y Madre de la Congregación. Vivimos en comunidades pequeñas situadas en barrios, en pueblos, en grandes ciudades Dondequiera que estemos nos comprometemos como educadoras a aportar una visión crítica del mundo iluminada por la fe. Colaboramos en proyectos SOLIDARIOS que trabajan por los Derechos Humanos, en movimientos pastorales y de evangelización. La justicia y la paz están en el centro de nuestra espiritualidad y la llamada a encarnarlas fluye de los sentimientos y actitudes de Jesús. Él es el educador por excelencia, el hombre de paz que puso a los pobres en el centro de su Reino. Te invitamos a mirar en profundidad en nuestra página web www.patrociniodermaria.com . Si quieres conocernos mejor no dejes de contactar con nosotras. TE ESPERAMOS ¡Sueña en grande!... piensa que también la Vida religiosa puede ser el camino de felicidad para ti. No malgastes la vida, disfrútala haciendo algo por los más necesitados, verás que eso vale la pena. "El justo florecerá como la palmera, crecerá como cedro en el Líbano" (Salmos 92:12). Cuando era pequeña, veía películas del desierto, y siempre aparecía la palmera en el oasis. Era una figura clásica que no podía faltar. El salmista nos dice que debemos ser como esa palmera del desierto, y pensando en esto descubrí algunas características de este noble árbol. La palmera está en el desierto, un territorio hostil, donde muchos árboles mueren. Y los cristianos vivimos en el mundo. No somos del mundo pero estamos en el mundo. Debemos tener presente que la sociedad que nos rodea, es hostil a la enseñanza de Dios, se opone a los principios divinos. Corremos el riesgo de alejarnos de Dios. La palmera siempre tiene hojas y da sombra. No importa quién sea el viajero acalorado, siempre encuentra un lugar fresco. Como cristianos/as debemos ser igual. A pesar de la hostilidad general, debemos ser un lugar fresco donde todos puedan sentirse cómodos. Debemos ser agradables y amables, ser sinceros y generosos, sin discriminar. Como Dios que ama a todos y a cada uno. La palmera tiene el tronco derecho. Siempre es recto. Nuestra conducta también debe ser igual, aunque sea difícil, en un mundo corrupto y mentiroso, el cristiano/a debe tener una conducta derecha y recta. Aun con los compañeros del colegio o del barrio, donde lo habitual es hacer trampa. Debemos mantener en cada elección, una vida transparente. Todo esto es posible, porque la palmera tiene una raíz bien profunda. Le hace falta para poder conseguir la humedad necesaria para vivir. Sólo podemos ser agradables y amables, rectos y fieles en un mundo hostil, si tenemos nuestras raíces bien profundas en Cristo, quien refresca el alma. Esto no es una prosa retórica, es una necesidad cotidiana. Cuanto más cerca estamos de Dios, cuanto más conozcamos a Cristo a través de la Biblia, cuanto más oramos y estamos en comunión con los hermanos, más profunda se afianza nuestra vida, más sólida es nuestra base, más segura es nuestra estabilidad. Separados de Dios, lejos de su comunión estamos condenados al fracaso, a secarnos. Sólo cerca de Dios tenemos la posibilidad de florecer y mejorar. De mantenernos frescos. La palmera es un símbolo de la vida cristiana. Es un símbolo de tu vida. Y... ¿Cómo está tu palmera?