Señor, estoy en tu presencia con el anhelo de decirte muchas cosas. Sé bien que me conoces, que de mi te las sabes todas, pero hoy necesito confiarte mi vida: Desde mi infancia he conocido tu Palabra la que siempre me ha orientado y he descubierto en ella y leyendo mi historia que Tú me quieres a tu lado para siempre. No rechazo tu llamada, al contrario, la acepto. Por eso te busco, hoy, quiero que sepas que no es fácil, que me cuesta dejar la familia y ciertas cosas, que tengo miedos y dudas, pero sé que si me acompañas no desfalleceré... Lee Mt 18,18-22 a quien el Señor solo le dijo: "SÍGUEME" Reflexiona... Confróntate con lo reflexionado y responde. Necesito de Ti, Señor, para concretar el ideal que traigo en el corazón; búscame en el espacio que Tú quieras como lo hiciste con los apóstoles en el lago de Galilea, porque estoy dispuesta a escucharte siempre. Oriéntame como Tu sabes hacerlo porque no quiero equivocarme en el camino. Necesito de Ti, Señor, para elegir con más seguridad, para responderte como Tú quieres, para dejarlo todo y seguirte, como lo hicieron tus íntimos amigos. Necesito de Ti, Señor, para vencer las dificultades, para ser generosa en la respuesta, para asegurarte mi amor de joven y estar contigo para siempre. La que es llamada debe tener las cualidades necesarias para ser capaz de responder al Señor, y en un buen discernimiento esto constituye un punto importante para verificar la autenticidad de la vocación. Dios no llama a una persona sin dotarla de los elementos que le hacen apta para seguir su camino. Dones, habilidades, capacidades personales… son en realidad un regalo que Dios te da por amor, haciéndote capaz de amar de una manera particular, y dándote así la capacidad de responder con la confianza necesaria para hacerlo plenamente. Estas cualidades dadas por Dios son físicas, morales y espirituales. Los dones de Dios se encuentran en todos los ámbitos de la persona y, con el tiempo, están destinados a crecer y madurar “Nada puede importar más que encontrar a Dios. Es decir, enamorarse de Él de una manera definitiva y absoluta. Aquello de lo que te enamoras atrapa tu imaginación, y acaba por ir dejando su huella en todo. Será lo que decida qué es lo que te saca de la cama cada mañana, qué haces con tus atardeceres, en qué empleas tus fines de semana, lo que lees, lo que conoces, lo que rompe tu corazón, y lo que te sobrecoge de alegría y gratitud. ¡Enamórate! ¡Permanece en el amor! Todo será de otra manera”. P. Pedro Arrupe, S.J