insertarse en la vida americana de la de los perros con los pies en la tierra que se sienten marginados, u otros y la cabeza en el laberinto interplane­ grupos generacionales. tariO» (pág. 71). En segundo lugar, el Por otro lado, como reconoce Gi­ significado que esas memorias tienen bert, los espafioles no somos especial­ para él, a veces llenas de profunda mente partidarios de cultivar el géne­ tristeza: «El huérfano, ovíllado, va ro autobiográfico, quizá por exceso por su atajo diendo: "¡gracias, gra­ de individualismo, al contrario de lo cias!" A los padres nunca dijo "gra­ que ocurre en Norteamérica, donde su cias", ni cuando lo arropaban. Ahora, importancia es tan clara que se reco­ el enfado es pecado, y la risa es peca­ noce oficialmente como una forma do» (pág. característica de la expresión ameri­ entorno y marco de todo ese conglo­ cana, desde las memorias «trascen­ merado de personajes y significados, dentales» o «proféticas» de los purita­ aparece la ciudad de Ceuta, su tierra, nos, con su simpatía por la tipología, la ciudad blanca y azul entre cuyas hasta la novela autob iográfica de murallas convivían tres religiones en Frank Conroy o Alfred Kazin, donde hermosa tolerancia fraternal: «Nada el autor, el narrador y el protagonista nos es ajeno en el ambiente de la ciu­ se separan y diversifican, y sólo co­ dad en que se nace» (pág. 90). Y, por último, como 112), noce el lector que se trata de una obra autobiográfica por la intención con que se acerca a ella. En la autobiografía de Rafael Gi­ bert no se nos plantean estos proble­ mas de interpretación. Advertimos, en ... su recuerdo vive en mi -<iespués de 35 años de ausen­ cia- sa turado de un nostálgico deseo de retorno (pág. 21). primer lugar, un sentimiento de afilia­ ción al pasado, a las personas que po­ blaron su mundo, no sólo las dos fi­ guras de sus padres, que son las que M.I ANTONIA ÁLVAREZ CALLEJA aparecen más destacadas en todo el entorno familiar, sino también esos personajes imborrables, esas delicio­ sas figuras que pueblan su mundo in­ fantil y que ve ahora en tomo a su mesa, pidiéndole que no las olvide: el «calvo y pintarrajeado Lliyi, casi cen­ tenario, con sus lamentaciones jere­ LOPE DE VEGA: Rimas 1 [Doscientos sonetos]. Edición crítica y anota­ da de Felipe B. Pedraza Jiménez. Universidad de Castilla-La Man­ cha, 1993. 676 págs. míacas», el célebre «Pintor, que cam­ bió los p i nceles por e l gancho de La Universidad de Castílla-La marisquero», o el venerado «médico Mancha nos ofrece el primer volumen 576