Peligros en la era digital POR JOSÉ MARÍA FILLOL Un reciente informe alerta del incremento de ‘ciberbaiting’ y el uso indebido de cuentas online. El uso de Internet y de las redes sociales está cada día más presente en nuestra vida cotidiana. El ámbito escolar no es ajeno a ello y los alumnos son proactivos en el uso de estos medios para aprender y comunicarse. Pero como toda nueva tecnología, su mala gestión lleva aparejado problemas, en ocasiones expresión de situaciones que provocan auténtica alarma social. El ciberbullyng o acoso realizado a través del uso de información y medios de comunicación electrónicos, es un término tristemente conocido y relacionado con frecuencia a situaciones extremas surgidas en colegios. Y una modalidad que se incrementa anualmente es la ciberhumillación o ciberbaiting. Ciberhumillación Según la última edición del Informe Norton Online Family, el ciberbaitng es un fenómeno en alza y son los profesores quienes lo sufren como víctimas de burlas y humillaciones infligidas por sus propios alumnos, que a su vez recogen sus consternadas reacciones en vídeo con sus teléfonos móviles. Internet es el medio elegido después para dar a conocer semejantes “hazañas”, el resultado de la irritación o el estallido emocional de un profesor expuesto a una situación límite. Las secuelas en los damnificados están a la orden del día y no son pocos los que “sufren ataques de ansiedad y depresión porque se sienten desamparados por la dirección de su centro”, explica Inmaculada Suárez psicóloga responsable de la oficina del Defensor del Profesor del sindicato ANPE-Madrid. No obstante la imposibilidad de tomar medidas directas contra los menores es lo que impulsa a muchos profesores a llamar a esta oficina, donde reciben ayuda, apoyo y orientación ante cualquier tipo de acoso en las aulas. Este nuevo formato de violencia psicológica y a veces hasta física también tiene su estadística: uno de cada cinco profesores ha experimentado personalmente o conoce a algún profesor que ha sufrido este fenómeno, según se recoge en el informe Norton. Algunos indicios apuntan que la ciberhumillación incluso puede derivarse de la relación entre profesor y alumno a través de las redes sociales, y un 67% de los primeros reconoce que existe ese riesgo. Aún así, un tercio continúa siendo “amigo” de sus estudiantes. Esto pone en evidencia una cuestión que puede causar controversia, el uso y límites de los medios sociales entre que se encargan de enseñar y los que reciben el aprendizaje. Sólo el 51% de los docentes afirman que sus escuelas tienen un código de conducta para abordar esta práctica, y el 80% pide una educación online más segura en los colegios, posición respaldada por el 70% de los padres. La incapacidad de transmitir ciertas normas de conducta está en el origen de otro fenómeno que como el ciberbaiting crece asociado al uso retorcido de las nuevas tecnologías. En el informe Norton queda reflejado que el 23% de los padres que permiten que sus hijos utilicen sus tarjetas de débito o de crédito para compras online, afirman que éstos se sobrepasan. La excesiva confianza contrae, con frecuencia, graves disgustos. Más de la mitad de los padres se lleva la desagradable sorpresa de que ese hijo a quien creía suficientemente responsable para hacer compras online, ha utilizado su cuenta sin su permiso. Hay quienes abogan por poner freno a esta sorprendente libertad de uso de tarjetas de crédito y se establezca una guía de comportamiento clara para los jóvenes. Y ya no sólo por mantener una disciplina responsable o por una cuestión meramente económica, sino por seguridad. Fuera de cauces conocidos, comprar en Internet tiene sus peligros y puede ser un coladero para el cibercrimen. No obstante el 87% de los padres cuyos hijos han sido víctimas de este ataque desde la red también lo han sido ellos mismos, lo cual incrementa en un 69% el número de adultos víctimas del cibercrimen en todo el mundo, según se desprende de otro informe sobre esta materia realizado por Norton en 2011. Soluciones Si bien existen programas informáticos y medios como el código parental para atajar posibles peligros que nos vengan de la era digital, la base de una buena educación sustanciada en la prevención es la mejor receta. Es conveniente tener encendidas las luces de alerta para situaciones como las que revela el informe Norton sobre la mayor exposición de los jóvenes usuarios de redes sociales a contenidos sensiblemente nocivos, casi el doble respecto a los que se mantienen alejados de ellas. Frente a esta realidad, o a otras variables que confirman que en general el 62% de jóvenes en todo el mundo han tenido experiencias negativas online, hay también las soluciones. Éstas pasan por tener un comportamiento responsable en Internet y seguir las reglas de casa. Así, los padres que establecen normas para el uso de la red favorecen que sus hijos tengan experiencias más positivas. De aquellos hogares donde existen normas, los niños que las siguen se mantienen relativamente a salvo en un 82% respecto a quienes las incumplen. Dentro de estas pautas domésticas se encuentra la necesidad de que los padres hablen con sus hijos acerca de la seguridad online. “Mantener un diálogo abierto con los niños en un entorno saludable como el hogar o el colegio podría ser mucho más efectivo si se proporciona a los jóvenes las herramientas necesarias para mantenerse a salvo”, concluye Marina Merrit, defensora de la seguridad en Internet de Norton. La adicción a las nuevas tecnologías Cerca del 3% de los jóvenes de entre 18 y 34 años son adictos a las nuevas tecnologías de la información y la comunicación y un 8,1% está en riesgo de serlo. Así lo afirma en su obra De la impulsividad a la dependencia: Adicciones a las nuevas tecnologías el doctor Salvador Ros, presidente de la Asociación Española de Psiquiatría Privada (ASEPP). El libro manifiesta que la adicción a las nuevas tecnologías es un problema emergente de incremento diario, y puede llegar a afectar al desarrollo y a la salud mental de los adolescentes. El perfil del adicto es el de una persona joven, urbana, con conocimiento de inglés y manejo habitual de ordenadores, de profesión liberal y de clase media-alta”, señala Ros. La evolución de Internet, de los móviles, de los videojuegos y la llegada de las tablets ha supuesto un cambio en las formas de comunicación y de acceso a la información que ha contribuido a facilitar muchas actividades, incluso inducir a la dependencia tecnológica. Un problema como es el del fracaso escolar puede estar provocado por el desmesurado uso de las tecnologías, tal y como señalan diversos estudios que aseguran que los niños y adolescentes que padecen esta adicción muestran una capacidad menor de concentración y problemas con la memoria verbal. Además otros tipos de conducta pueden estar escondiendo esta adicción, como la irritabilidad, la pérdida de interés, los trastornos del sueño o el distanciamiento con el entorno. En cuanto a los videojuegos, Salvador Ros señala que el “9,3% de los niños entre 11 y 14 años cumple criterios de uso excesivo de estos dispositivos, así como de dependencia y juego patológico”. Este tipo de adicciones suele darse más frecuentemente en niños con antecedentes de trastornos adictivos dentro de la familia y pertenecientes a familias desestructuradas.