LA RESURRECCION DEL TAITA Eran las ocho de la noche del día lunes seis de agosto del año 2007, estábamos reunidos en la mesa alrededor de un plato con cabeza de pintadillo, cuando en la puerta asomo el rostro de la señora Alba, con unos ojos desmesuradamente abiertos y con voz temblorosa dijo: ¡ Dicen que don Jorge se ahogo! Todos quedamos sorprendidos, con los huesos a medio chupar. ¿Cuál Jorge? El Taita, que estaba tomando yage en el Hacha, donde el hijo. ¿Quién dijo? El Hijo, que es Gobernador en el Hacha y horita llego con la noticia. Todavía con la sorpresa sin pasar de la garganta, como si fuera de lija, quedamos un momento en silencio, en el cual cada uno buscaba una explicación. El silencio fue roto por una especie de sollozo contenido, producido por la garganta reseca de la profesora Deicy, en el cual vibraba todavía restos de pequeños huesos atragantados. Para aumentar la tensión del momento se escucho otra voz: ¡Buenas, Permiso! ¡Buenas! contestamos en coro, dirigiendo la mirada a los nuevos visitantes, siga, logro pronunciar el profesor Johny, alargando su mano que empezaba a cubrirse de un sudor frío y pegajoso. La luz de la vela ilumino el rostro de los recién llegados. Pude distinguir a Guajiro, Isaías, Oliberto y Jairo. Necesitamos hablar con Marcos, dijeron, inmediatamente lo fueron a llamar y no demoro en hacer presencia. ¡Hola! ¡Marcos! ¿Cómo está? Saludaron. Aquí enfermo, contestó. ¡Muérase pá curarlo! Dijo Guajiro y todos soltamos la risa, distencionando el ambiente. Venimos a hacer una toma de yage, porque arriba en el Hacha sucedió algo raro. Marcos los miro, pero solo interrogo con la mirada. Que el Taita Jorge Alvarado esta perdido en el monte desde el domingo y aclaró; la noticia de esta manera: que el sábado por la tarde, como a las seis, llego un señor a invitarlo a tomar yagé a la Maloca que queda como a una hora adentró, por que había un enfermo para curar. El Taita se fue y al otro día, como a las nueve de la mañana, vinieron a preguntar si el no había llegado a la casa, entonces el hijo contesto que no. Ellos le explicaron, que a eso de las tres de la mañana, el Taita se había sacado la corona y los colares, se bajo y lo vieron que se medio al monte y que no había regresado, pensaron que ya estaba en la casa. Al saber esto, lo buscaron el domingo por los alrededores de la Maloca y no lo encontraron. El lunes lo siguieron buscando y al no encontrarlo hasta el medio día, el hijo se vino para Leguízamo a buscar a los demás Taitas para hacer una toma y mirar que le había sucedido al Papá. Cuando llego a Leguízamo le dijeron que los Taitas se habían venido para Isla Nueva; a lo que marcaba el motor, se bajo, tratando de ganarle a la noche, que con su negrura, iba cubriendo de sombras, las riveras del río. La comisión de Taitas estaba saliendo ya, para Puerto Nariño, hablaron rápidamente, acordando venir en el motor del hijo del Taita que era más rápido. Así fue como llegaron a Nariño ya de noche, ubicaron aTaita Marcos y acordaron tomar remedio en la casa del Taita desaparecido. Hasta mis oídos llego un gran llanto como alarido, era que Freddy acababa de contarle la noticia a su madre, Doña Maria Elisa Píaguaje. En silencio eleve una oración, pidiéndole a Dios y a la Virgen para que esa familia no quedara desamparada con la ausencia definitiva del Padre. Esa noche del lunes se reunieron y tomaron yagé, me quede con la duda de lo que ellos pudieran haber observado, respecto a la situación del perdido. Como entramos a clases muy temprano, no pude hablar con ellos, sino hasta la una y treinta de la tarde, cuando salieron de la reunión con la Comunidad, referente al Plan de Vida del Pueblo Kichwa. Junto al edificio donde funcionó Telecom, venia Taita Isaías, con un bolso en la mano y en la otra un recipiente de gaseosa litro con el yagé sobrante, que al solo verlo me recordó su sabor amargo y manchoso, pasando por mi cuerpo un escalofrió repulsante. Buenas tardes lo salude, ¿como le fue con el yagé? Pues la cosa esta pesada, parece que al Taita se lo llevo un espíritu del monte, no pude hablar más con el porque lo llamaron y despidiéndose me dijo que iban a subir al Hacha a hacer otra toma, sino sale, es peligroso que ya se quede en el monte, se alejo con afanosos pasos, el viaje era largo. Por la tarde a eso de las cinco y treinta de la tarde, se oyó un comunicado que decía “se envía un saludo para la señora Maria Elisa Piaguje, comunicándole también que estoy bien.” Atentamente, jorge Alvarado. Las personas que escucharon este comunicado descansaron un poco de la tensión causada por el suceso. Yo pensé: mañana sube el gobernador el nos traerá noticias. dicho y hecho; al otro día miércoles ocho de agosto , como alas seis y treinta del a tarde ;bajo el gobernador , yo estaba en la casa del compadre santos , planeando salir a lampariar con Henry ; cuando por el lado del trapiche ;venían varias personas y alguien exclamo :!Ay viene el taita ¡ todos nos asomamos a la baranda y el venia repartiendo saludos a todos los que iba encontrando a su paso ; lo mire y estaba exhausto y demacrado , grandes ojeras escondían sus Ojos, me pareció mucho a la mirada del profesor Oscar. Subió las escaleras de la casa del compadre santos , de una pidió chicha , mientras estrechábamos su mano, la comadre Alía acudió con una taza de kilo rebosante de chicha ; en ese momento llegaron los mingueros :puma , compadre santos, don pedro, Pedrito, canchis, todos lo saludaron y a la pregunta de ¿Cómo fue su perdida? El contesto, sentémonos y les cuento mi tragedia. ¿Que comentaron por acá? Pues… que usted estaba tomando yage y a las tres de la mañana, se despojo de la corona y los collares, se bajo la maloca, lo vieron que remetió al monte y que no regreso mas, que posiblemente un espíritu del monte se lo llevo. El taita sorbió un trago de chicha, barrio a todos con una mirada vidriosa y su Voz sonó con un timbre de temblor. ¡Cual perdido! ¡Lo que me iban era a matar! Todo estaba preparado para quiñarme, era una trampa. Nuestro silencio invito a continuar, su voz se escucho emocionada, trémula, ardosa. “yo estaba donde mi hijo Freddy, gobernador del hacha, estábamos haciendo un bote de trece metros. Por la tarde llego un señor a invitarme a tomar yage a la maloca, porque había un paciente para curar, ese era el día sábado cuatro de agosto, yo estaba inocente pero a el le habían pagado para que me sacara de la casa, llegamos a la maloca y allí estaba el otro taita y otra persona mas, ellos también eran cómplices y sabían del atentado, se estaban ganando un billete largo. En la primera toma como a las nueve y treinta de la noche, el taita nos llamo y nos brindo a cada la respectiva dosis, éramos como siete. Me recosté en la hamaca a esperar el efecto, pero nada, que me emborrachaba. Como a las doce de la noche, me acerque al taita y le pedí la otra dosis, entonces me dijo que yo mismo conjurara la dosis y tomara, así lo hice como el me mando. Cuando me recosté en la hamaca, los oídos me zumbaron, el yage subió a la cabeza y la borrachera exploto en una mancha roja, ¡rojísima! ¡Era pura sangre! ¡Sangre viva! Yo me quede quieto, buscando el significado de esta visión, que no se borraba de mi mente. Comencé a soplar a los enfermos que había, y luego volví a recostarme en la hamaca, no se me quitaba la imagen de la sangre, sentía mi cuerpo intranquilo. Eran como las dos y treinta de la mañana, cuando llegaron dos individuos, uno que le decían carranguero y otro joven que era el más arrebatado. Se dirigieron a donde el taita, dueño de la maloca. Hablaban en voz baja, el más joven pregunto ¿si están los que vamos a raspar? No contesto el Taita solo esta el papá, el hijo no vino, pero sáquenlo afuera, aquí en la maloca no hagan eso, el esta tomado de yagé y las balas no le hacen nada. En la oscuridad pudo ver que le pasaban unas balas al taita y el las conjuraba pero era pura mentira, porque ni sabe conjurar. Al ver esta acción no espere más, sino que me quite la corona, los collares, pedí una linterna al que estaba cerca de mi, me baje, me saque la camiseta para poder confundirme con la oscuridad. En eso preguntaron los personajes ¿donde esta el Hijueputa sapo? Se acabo de bajar contesto el Taita, rapido se bajaron, yo alcance a esconderme tras de un trapiche que hay cerca de la maloca. Cuando sonó un tiro de revolver, clarito en el silencio de la noche, el trapiche echo chispas no más, al momento sonó el otro. En la desesperación la borrachera se me quito, con el ansia de salvar mi vida, me esforcé en un gran salto, cuando caí al borde del monte sentí mi cuerpo diferente, imitando a mis ancestros, me había convertido en tigre. Me adentraba cada vez más en la selva, escuchando las palabras de mis perseguidores: ¡cuando sentía que las espinas me atajaban, me resbalaba entonces por el pantano en forma de Amarun (Boa). Así deambule por el centro de la selva, el domingo y el lunes, sentía mi cabeza sumida en una oscuridad, caminaba sin rumbo fijo, saliendo esporádicamente por lugares que ya había pasado. ¡Estaba preso en la montaña! ¡Pero estaba con vida, eso era mucha ganancia! El lunes por la noche, con mi cuerpo cansado, atormentado por la sed y el hambre me recosté en la bamba de un gran árbol, cuando escuche un murmullo que fue creciendo en la oscuridad de la noche, era el canto de los Taitas que me rodeaban y danzaban empuñando sus guairas que producían en mis sentidos un sopor con sus sonidos de hojas secas. Con el único que pude hablar fue con Puma, escuche que me dijo: ¡animo taita, no se desanime, tenga fé en Dios, que usted sale mañana! Así como llegaron, los Taitas se esfumaron, y la selva recobro nuevamente su opresión nocturna. Esa visita me dio mucho ánimo y cogí fuerzas para enfrentarme a un nuevo día, con una nueva esperanza e ilusión de salir a un lugar habitado, el sueño triunfo sobre el ataque de los zancudos. Cuando desperté el sol estaba alto y brillaba intensamente sobre el ramaje de los árboles. Recordé la visión con los Taitas, mi estomago gruñía, como protestando por la carne cruda de Guara que había consumido el día anterior. Era la mañana del día martes, comencé a caminar, guiado por el canto de una manada de maiceros, con su clásico silbido picaresco. Había avanzado unos cincuenta metros en la maraña de la selva, cuando de pronto al frente mió, estaba un cerrillo mirándome tranquilamente, me acerque despacio, pasándole una mano por encima de su cabeza en una caricia amigable, me sorprendió su mansedumbre, porque comúnmente este cerdo salvaje es quisquilloso y feroz. En mi mente surgió un interrogante ¿será que ya soy animal? ¿Por qué no me tiene miedo? Estaba meditando en esto, cuando escuche que hablaba. ¿Estas buscando el río? Yo vengo de tomar agua. Todos los días voy y vengo. No había salido de la sorpresa cuando se erizo y brinco hacia un lado de su presencia solo me quedo el sonido tastaseador de sus dientes. Me quede pensando en lo sucedido, cuando observe un camino en la selva por donde había venido el cerrillo. Seguí el sendero y a las tres horas salí donde estaba trabajando el bote con mi hijo cogi el camino, que me llevaría hasta la casa, mi espíritu se lleno de jubilo, había roto las cadenas de la manigua. Al llegar a un puente que esta próximo a la casa, me lleve una sorpresa, allí estaban sentados los dos que avían amenazado mi vida. Se deleitaban con galletas y jugos, mi sentido del gusto recorrió mi aparato digestivo, oí que debían: por aquí debe pasar. Mi cuerpo volvió a temblar dando media vuelta me centre en la selva, para dar un gran rodeo, salir más abajo a la orilla, burlando Ali la acechanza de ese dúo mortal. Seguí por la orilla del río, donde encontré un palo seco de berraquillo, lo sacuda con mis pocas fuerzas que me quedaban, al fin cayo quebrándole en tres pedazos, escogí la parte más gruesa, la arrastre al agua, montado en ese tronco, me deje llevar por la corriente del río, rumbo ala Vereda La Reforma, allí vive una hija la que me acogió con mucho pesar. Mientras preparaba algo de comer, el yerno me regalo ropa limpia, que después de un baño, me pareció como si estuviera estrenando. Mientras devoraba los alimentos que mi hija me ofrecía y yo les narraba mi aventura. Mi hija dijo: ¡papá usted se va ahora que baje el deslizador, tome estos cincuenta mil pesos y váyase antes de que lo maten por acá. Así llegue el martes por la tardecita a Leguízamo. Me acorde que mi mujer me había dicho alguna vez: cuando tú mueras, quemare toda tu ropa, temí que ya me dieran por muerto. Fui a la emisora a ponerle un comunicado que ya ustedes conocen, para que supiera que estaba vivo. Mi esposa no escucho el comunicado, porque venia en camino con la comisión. Después el encuentro fue conmovedor y mientras narraba mi aventura alcanzamos a desocupar unas cuantas botellas de Cerveza y Ron