El mismo sentido de unión en el Señor tenemos al conmemorar a la

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El mismo sentido de unión en el Señor tenemos al conmemorar a la Santísima Virgen, San José, los
Apóstoles y los demás bienaventurados que ya están en el cielo. Anhelamos estar con ellos
compartiendo la vida eterna. Esta expresión tan viva de amor hacia todos los miembros de la Iglesia y
hacia todos los hombres, nos introduce en un clima que debe estimular nuestro amor práctico hacia
todos en la vida diaria.
Catequesis de La Eucaristía
Ficha Nº5
Asimismo, este recuerdo, como el de los ángeles y los santos en el Sanctus y la aclamación
posconsecratoria «Ven, Señor Jesús», expresan la dimensión escatológica que no podía faltar en la
Plegaria eucarística. Es expresión de que la Eucaristía se celebra en comunión con toda la Iglesia, del
cielo y la tierra, y que la ofrenda se hace por ella misma, y por todos sus miembros, vivos y difuntos, por
la paz, la unidad, etc.
i)
Doxología final: “ A ti, Dios Padre omnipotente, todo honor y toda gloria”
La Plegaria, que empezó dando gracias y alabando a Dios, culmina en forma similar alabando al Señor.
«Por Cristo, con él y en él, a ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y
toda gloria por los siglos de los siglos». Es una alabanza a la Santísima Trinidad que marca el final de la
plegaria Eucarística.
En esa actitud está todo el sentido de nuestra vida. Gozarnos todos unidos en la gloria del mismo Dios.
Así entramos, con nuestra capacidad de conocer y de amar, en la finalidad de todo lo creado: dar gloria
a Dios, el Ser todopoderoso e infinitamente bueno y amable, que nos hace participar de su propio ser.
Con razón la asamblea, que ha ido haciendo suyo y viviendo lo que el presidente proclamaba en voz
alta, se adhiere ahora con el «Amén» final, un amén que debiera ser un vibrante canto y que es el más
importante de toda la Misa, porque con él manifestamos nuestra adhesión decidida a todo lo que el
sacerdote ha afirmado durante la Plegaria.
Preguntas para profundizar:
1. ¿Descubro las maravillas que Dios ha realizado en mi vida?
2. ¿Me uno con Cristo en la proclamación de las maravillas de Dios, en la
plegaria Eucarística?
3. ¿Comprendo las palabras pronunciadas por Jesús: “Tomad, esto es mi
cuerpo” y “Esta es mi sangre, la sangre de la alianza”?
4. ¿Cómo vivo en mi experiencia de fe “hacer memorial”?
5. ¿Me ofrezco con Cristo al Padre?
6. ¿Me dejo transformar por la acción del Espíritu Santo, para ser testigo de la
Caridad?
PLEGARIA EUCARÍSTICA:
La Plegaria eucarística: corazón de la Santa Misa
La celebración de la Eucaristía alcanza su centro y culmen «cuando se llega a la
Plegaria eucarística, que es una oración de acción de gracias y santificación. El
sacerdote invita al pueblo a elevar el corazón hacia Dios, en una oración y rendimiento
de gracias, y lo asocia a su propia oración, que él dirige en nombre de toda la
comunidad, por Jesucristo a Dios Padre. El sentido de esta plegaria es que toda la
congregación de los fieles se una con Cristo en la proclamación de las maravillas de
Dios y en la ofrenda del sacrificio»1.
«Nuestro Salvador; en la última Cena, la noche en que fue entregado, instituyó el
sacrificio eucarístico de su cuerpo y su sangre para perpetuar por los siglos, hasta su
vuelta ¡el sacrificio de la cruz y confiar así a su Esposa amada, la Iglesia, el memorial
de su muerte y resurrección: sacramento de piedad! ¡signo de unidad! ¡vínculo de
caridad! ¡banquete pascual en el que se recibe a Cristo, el alma se llena de gracia y se
nos da una prenda de la gloria futura!»2 .
La Iglesia cumple el «mandato del Señor celebrando el memorial de su sacrificio. Al
hacerlo, ofrecemos al Padre lo que Él mismo nos ha dado: los dones de su creación, el
pan y el vino, convertidos por el poder del Espíritu Santo y las palabras de Cristo, en el
Cuerpo y la Sangre del mismo Cristo: así Cristo se hace real y misteriosamente
presente»3. «Por tanto, debemos considerar la Eucaristía: como acción de gracias y
alabanza al Padre; como memorial del sacrificio de Cristo y de su Cuerpo; como
presencia de Cristo por el poder de su Palabra y de su Espíritu»4.
Cf. IGMR 45; Cf. CATIC 1352
Sc 47 citado por CATIC 1323
3 CATIC 1357
4 CATIC 1358
1
2
Elementos de la plegaria Eucarística
a) Acción de Gracias: “Es justo darte gracias y alabarte”
El carácter de bendición y alabanza aparece claramente al comienzo de la Plegaria, que se expresa
principalmente en el prefacio: «Verdaderamente es justo y necesario darte gracias ¡Señor, Padre Santo¡
siempre y en todo lugar…». Se alaba a Dios por lo que es en sí mismo y por lo que ha realizado en la
historia de la salvación. Son muchos los motivos por los cuales hemos de alabar y dar gracias a Dios
(variedad de Prefacios).
b) Aclamación: “Te cantamos el himno de alabanza”
Al final el presidente invita a la asamblea a cantar en unión con los coros de los ángeles, y todos nos
unimos con el canto del «Santo», cuya letra está tomada de varios lugares de la Sagrada Escritura 5. Este
bello texto queda empobrecido cuanto se lo cambia por otros cantos simplemente porque tienen la
palabra «santo».
c) Epíclesis: “Santifica estos dones con la efusión de tu Espíritu”
Al llegar la «consagración», la Iglesia con una oración de invocación («epíclesis»), pide al Padre que
envíe al Espíritu Santo sobre el pan y el vino, para que sean el cuerpo y la sangre del Señor. Es una
súplica humilde y confiada, que en nuestro rito está inmediatamente antes del relato de la Cena. Se trata
de una invocación muy importante. La verdad es que son inseparables el recuerdo que Jesús mandó
realizar y la acción del Espíritu Santo. A ambas dimensiones hemos de prestar mucha atención.
d) Narración de la institución y consagración:
«Tomó pan, dándote gracias, lo partió y lo dio a sus discípulos» 6
El relato de la Cena es un memorial, es acoger la palabra de Jesús: «Haced esto en memoria mía» (Lc.
22, 19; 1Cor 11, 24.2 5). Nos sentimos como trasladados al cenáculo junto a los discípulos que
compartían con el Señor, que alababa al Padre y se entregaba en alimento para el perdón de los
pecados: «Tomad y comed todos de él, porque esto es mi cuerpo que será entregado por vosotros...
Tomad y bebed todos de él, porque este es el cáliz de mi sangre, sangre de la Alianza nueva y eterna,
que será derramada por vosotros y por todos los hombres para el perdón de los pecados» 7. La monición
del presidente: «este es el sacramento de nuestra fe», invita a la asamblea a aclamar su fe en
Jesucristo, el mismo, ayer, hoy y siempre (cf. Hb. 13,8).
«Haced esto en conmemoración mía»8
«Por ser memorial de la Pascua de Cristo, la Eucaristía es también un sacrificio. El carácter sacrificial de
la Eucaristía se manifiesta en las palabras mismas de la institución ya citadas. En la Eucaristía, Cristo da
el mismo cuerpo que por nosotros entregó en la cruz, y la sangre misma que derramó «por muchos para
remisión de los pecados» (Mt. 26, 28)9 . El «memorial» es un elemento muy importante, porque aquello
de lo cual la Iglesia hace «memoria» se hace presente para nuestra salvación. Eso es posible porque
Cf. Isaías 6,3; Ap. 5, 8; Salmo 117, Mt. 21, 9 y par.
Plegaria Eucarística II
7 Palabras de la Consagración. Todas las Plegarias Eucarísticas.
8 Ibíd.
9 Cf. CATIC 1365
Cristo, ahora más allá del tiempo y del espacio, en estado glorioso, permanece ante el Padre en la
actitud en que vivió y se entregó a la muerte de cruz, y así se hace presente en medio de nosotros. Por
eso la Misa es, no un nuevo sacrificio, sino presencia del mismo sacrificio de la Cruz, en el que Cristo se
entregó una vez para siempre (cf. Heb. 9, 25-28; 10,10.14; el. 7, 25-27).
e) Anámnesis y ofrenda: «Dirige tu mirada sobre la ofrenda de tu Iglesia»10
Unido generalmente al memorial (anámnesis), viene el ofrecimiento explícito del sacrificio: «Al celebrar
ahora el memorial de la muerte y resurrección de tu Hijo, te ofrecemos el pan de vida y el cáliz de
salvación... ». El sacrificio es, ante todo, del mismo Cristo, que se hace presente en su permanente
ofrecimiento al Padre y que permanece indisolublemente unido a la resurrección, atrayendo todo hacia la
Vida11. «Su sangre es ofrecida en bebida como alianza perpetua en todas las celebraciones eucarísticas
que se multiplican en el mundo» Pero también la Iglesia, nosotros, ofrecemos el sacrificio de la cruz. Es
nuestra gran ofrenda. Es el momento cumbre en el ejercicio de nuestro sacerdocio (cf. Rom. 12, 1).
Nosotros mismos nos unimos al sacrificio de Cristo, haciendo ofrenda de nuestra vida. Nadie puede
ofrecer a Dios algo sin ofrecerse a sí mismo. Todo es de Dios. Nosotros, con el sacrificio, queremos
expresar el amoroso reconocimiento de que le pertenecemos totalmente. Si toda oración compromete, el
sacrificio compromete del modo más radical. Y su sentido y su fuerza están en la intensidad del amor
con que lo realizamos. Una ofrenda sin amor no tiene ningún valor. Unirse al intenso amor a Cristo que
se ofrece al Padre y ofrecerse con él, es la mejor ofrenda que podemos hacer.
f)
La segunda Epíclesis: “ Transfórmanos por la caridad”
Unida a ese ofrecimiento, viene en la Plegaria eucarística la petición de que, así como por la acción del
Espíritu Santo fueron transformados el pan y el vino en el Cuerpo y la Sangre del Cristo, así nosotros,
por la acción del Espíritu, seamos congregados en la unidad y transformados por la caridad. Crecer en
caridad es la única transformación positiva y definitiva que podemos tener para la vida eterna.
Es el ofrecimiento al Padre Celestial del Sacrificio Pascual presente en las Hostias y el Vino recién
consagrado y que ahora ya se han convertido en Jesús como sacrificio divino. Junto con Cristo-Hostia,
nos ofrecemos a nosotros mismos. La Víctima -Cristo- es agradable al Padre. Pero le pedimos que la
acepte porque las personas que la ofrecemos no tenemos la seguridad de ser gratos a Dios.
g) Intercesiones: “ Unidos a todos los miembros de la Iglesia”
Esa unión por la caridad se hace explícita al evocar a continuación el recuerdo, en forma de
intercesiones, de las personas vivas, comenzando por el Papa, el propio Obispo, los demás obispos,
presbíteros y diáconos, extendiéndose a cuantos siguen a Cristo y a todas las personas de buena
voluntad que buscan a Dios. Y pedimos, asimismo, por los que ya se durmieron en la paz de Cristo para
que Dios los admita a contemplar su gloria. Estas intercesiones tienen un fuerte sentido de caridad: nos
sentimos unidos con aquellos a quienes recordamos.
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Plegaria Eucarística III
Cf. CATIC 1085
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