Campaña “Un trato por el Buentrato”. Tus gestos dejan marcas. Los gestos que dejan marcas en los niños, niñas y adolescentes no sólo son personales y familiares, también hay otros que tienen una dimensión comunitaria y política. Hace tiempo que evidencias sólidas nos dicen que el desarrollo pleno de los niños y niñas está vinculado al tipo de trato que reciben desde el útero materno, y en especial en los primeros años de vida. El desarrollo del cerebro y la mente, de las emociones, del pensamiento, del carácter, del desarrollo moral, de la capacidad de cuidar, de amar, de responsabilizarse, de vivir solidariamente, dependen en gran parte de gestos cotidianos recibidos, de gestos que dejan marcas. El tiempo compartido con gestos de afecto, de ternura, de paciencia, de reconocimiento, de celebración y alegría, de generosidad, de aceptación de las particularidades que hacen a cada ser único, genera un vínculo que marca positivamente el proceso de ser persona. En cambio, los gestos de desamor, de negligencia, de maltrato, de rechazo, de abuso, no sólo privan a los niños y niñas de sus derechos, los privan de nutrientes indispensables para la vida. Todas sus capacidades, físicas, intelectuales, emocionales y sociales están en riesgo. La capacidad de tratar bien a los hijos e hijas es inherente a las posibilidades biológicas de los seres humanos, pero en la posibilidad de hacerlo influyen no sólo la historia de las personas a cargo sino también los contextos sociales, culturales o económicos, que favorecen o impiden que estas capacidades se realicen total o parcialmente. El bienestar de la infancia, va más allá de los aportes y las responsabilidades individuales de los padres, madres y miembros de una familia. Es también la consecuencia de los esfuerzos y recursos coordinados, que una comunidad pone al servicio del desarrollo integral de todos sus niños y niñas, para garantizar la satisfacción de las necesidades infantiles y el respeto de sus derechos así como para promover, apoyar y rehabilitar las funciones parentales, en aquellas familias más frágiles y vulnerables. Cuando los niños, niñas o adolescentes ya han sido vulnerados en sus derechos y tienen dificultades, se requieren acciones comunitarias y políticas que lo hagan desde una lectura biográfica y contextual considerando que son personas en desarrollo, que no los culpabilizen, que provean acceso a la justicia, que no acepten la impunidad y las excusas por los crímenes cometidos contra ellos, que pueden asegurar la provisión de nuevos vínculos seguros, aliviar el sufrimiento y reparar el daño, de modo que permitan retomar el desarrollo interrumpido, gozando de sus derechos. Es por todo esto que adolescentes y jóvenes que llevan adelante la campaña “Un trato por el Buentrato” nos invitan a detenernos, a hacer un alto y por un momento a pensar en los vínculos que tenemos con los niños, niñas y adolescentes en la casa, en el barrio, en el trabajo, pero también en los vínculos que tenemos como comunidad. Parar y pensar... nos puede hacer conscientes de que la condición buena, mala, regular o pésima de nuestros niños, niñas y adolescentes conciudadanos, está relacionada, no solo con lo que ellos hacen ,sino también con lo que las personas adultas y la sociedad hacemos con ellos. La crianza individual y colectiva que ejercemos, es un reflejo de lo que somos, no sólo como personas, sino también como sociedad organizada. Los niños y niñas son también como hemos hecho que sean, para bien o para mal. Estamos invitados a comprometernos para que cada vez sea más para bien que para mal, con la participación de cada uno de nosotros, ciudadanos y ciudadanas. Para criar a un niño, se necesita toda una aldea Proverbio africano