sin terminar con el imperialismo a nivel internacional no podremos lograr que la riqueza en manos de los grandes monopolios que dominan la economía mundial sea puesta al servicio de los explotados y no de agrandar las arcas de unos pocos. A 70 años del asesinato de Trotsky, desde el PTS y las agrupaciones de trabajadores, mujeres y estudiantes que impulsamos, queremos debatir la vigencia y la actualidad de su pensamiento Hoy cuando el capitalismo muestra su decadencia a escala global, rescatamos el pensamiento de León Trotsky como una herramienta al servicio de derribar este orden social, para que las nuevas generaciones de trabajadores y trabajadoras, intelectuales, estudiantes y jóvenes que ven la necesidad de dar esa pelea, tomen esa herramienta en sus manos. Diserta: Christian Castillo Dirigente del PTS Sociólogo. Docente UBA y UNLP, Director de la Revista Lucha de Clases y, del Instituto del Pensamiento Socialista Karl Marx invita y organiza www.pts.org.ar www.tvpts.tv Vigencia y actualidad de su pensamiento León Trotsky, dirigente de la revolución Rusa Hace 70 años los agentes del stalinismo asesinaban en México a uno de los revolucionarios más importantes del siglo XX: León Trotsky. Era el emblema viviente de la revolución de 1917 que había llevado, por primera vez en la historia, a la clase trabajadora al poder político de una nación. Esa gran revolución sacudió los cimientos de la sociedad capitalista para siempre. La revolución rusa surgió de una de las mayores escenas de barbarie creadas por el capitalismo, la Primera Guerra Mundial. Cuando Trotsky era asesinado, en 1940, la humanidad vivía una catástrofe superior. Después de la gigantesca crisis de los años 30 con sus secuelas de desocupación y miseria para millones, el mundo asistía a la Segunda Guerra Mundial. Hoy, la barbarie capitalista brota bajo otra formas no menos brutales. Millones son lanzados a la calle y pierden sus puestos de trabajo en Europa, EEUU y otros países; pierden sus casas, rematadas por los grandes bancos que causaron esta crisis. La “solución” capitalista a la actual crisis son los salvatajes millonarios que los gobiernos de todo el mundo realizaron para salvaguardar las ganancias de banqueros y grandes monopolios. Esto mientras multiplican los “planes de ajuste” y otras formas de ataques contra los trabajadores y los pueblos del mundo, como vemos desarrollarse en países como Grecia, España, Gran Bretaña o Alemania. Vivimos una etapa signada por una crisis histórica del capitalismo. Una fuerza social amordazada Frente a esos ataques, la resistencia obrera es frenada por la dirección de los burócratas que dirigen las organizaciones sindicales, que de ninguna manera quieren desatar la fuerza de la clase obrera. Pueden realizar alguna manifestación o huelga pero no están dispuestos a encarar una lucha seria para derrotar la ofensiva capitalista. Esta es la principal traba que tienen, entre otros, los trabajadores griegos, españoles, alemanes, franceses y, ni hablar, estadounidenses. Y es también el límite que tenemos los trabajadores brasileños y argentinos, donde el principal ataque viene por parte del aumento inflacionario, con las centrales sindicales apoyando las políticas gubernamentales. Si se pone en movimiento, la fuerza obrera es inmensa. Esto es algo que los capitalistas quieren ocultar. Incluso llegaron a difundir teorías sobre el “fin del trabajo” cuando nunca hubo a nivel mundial tantos millones de asalariados como en la actualidad. Hoy, igual que hace 70 años, los capitalistas, sus intelectuales y los dirigentes sindicales burocráticos intentan, por todos los medios a su alcance, preservar un sistema que sólo puede ofrecer padecimientos a las masas pobres y trabajadoras. Mientras los grandes bancos que ocasionaron la crisis vuelvan a ganar fortunas, millones de personas son condenadas a las más brutales formas de opresión y explotación. Uno de cada seis habitantes del planeta vive en la más absoluta de las miserias, cuando la riqueza que se produce permitiría barrer de un plumazo esa situación. Es preciso terminar con un sistema basado en la explotación y opresión de la mayoría por una minoría ínfima de explotadores. Igual que hace 70 años, la revolución social es una necesidad. La actualidad del legado revolucionario de Trotsky La gran paradoja que tuvieron los triunfos revolucionarios del siglo XX es que, sobre las grandes conquistas como la expropiación de los capitalistas y que las fábricas, bancos y tierras pasen a ser propiedad nacionalizada, se montaron burocracias privilegiadas que usurparon el poder a la clase obrera. En la Unión Soviética ese proceso implicó una serie de golpes contrarrevolucionarios que llevaron a la prisión y la muerte a cientos de miles de revolucionarios. La burocracia, liderada por Stalin, ensució los nombres del socialismo y del comunismo. Los capitalistas utilizaron ese despotismo burocrático como un argumento para desacreditar la lucha por una sociedad sin explotación. Trotsky, que había encabezado la revolución de Octubre junto a Lenin, enfrentando a la vez al imperialismo mundial y a la burocracia contrarrevolucionaria, se convirtió en el nombre propio de la alternativa marxista al stalinismo. Por esto fue enviado primero al exilio y luego asesinado por orden de Stalin. Frente a esta burocracia, Trotsky levantó el programa de la revolución política, de la defensa de las conquistas de la revolución, pero barriendo con el régimen burocrático para instaurar una democracia de los trabajadores. Si este proceso no se daba, la burocracia gobernante avanzaría hacia la restauración capitalista, como ocurrió. Algo similar sucede hoy en Cuba, donde frente a la presión del imperialismo la burocracia del Partido Comunista da pasos crecientes en favorecer la restauración del capital. En momentos en que se avecinaba la Segunda Guerra Mundial, Trotsky fundó la Cuarta Internacional, buscando preservar el legado revolucionario de las internacionales obreras anteriores. Ese legado recogía la experiencia de más de un siglo de lucha por la emancipación de la clase obrera, así como la pelea dada contra la degeneración stalinista de los partidos comunistas y la Tercera Internacional. En su programa, la Cuarta Internacional sintetizaba una estrategia para que la clase obrera tomara el poder y avanzara en la construcción del socialismo a nivel mundial, terminando con la explotación capitalista y con todas las formas de opresión. Con las fábricas, empresas, bancos y tierras en manos de la clase trabajadora, la economía podría planificarse en forma democrática en función de satisfacer las necesidades populares y así terminar con todos los flagelos propios del capitalismo, incluyendo las desigualdades sociales que le son propias. Los desafíos de nuestro tiempo Aunque hoy no estamos en vísperas de una guerra mundial, estamos viviendo un período de crecientes convulsiones. La clase obrera en algunos países protagoniza nuevas experiencias de lucha y organización. En algunos casos reconquista sus organizaciones de manos de la burocracia sindical. Es fundamental que estas experiencias se extiendan. Pero para los nuevos luchadores está el desafío de ampliar su mirada más allá de las luchas sindicales. Se trata de tener total claridad de que el capitalismo empujará a la clase obrera y a toda la humanidad por un camino de barbarie si los trabajadores no logran dotarse de una dirección revolucionaria a nivel nacional e internacional para enfrentar los ataques que hoy mismo se están desatando. En medio de la crisis capitalista, el legado de Trotsky y la lucha por la reconstrucción de la Cuarta Internacional, adquieren más vigencia que nunca. Desde el PTS intervenimos activamente en nuestro país en el desarrollo de una corriente clasista dentro del llamado “sindicalismo de base”, como son los obreros de Kraft o Zanón, que disputa en el movimiento obrero contra la burocracia sindical y enfrenta a las patronales. Luchamos por organizar un movimiento estudiantil activo, que luche por ligarse al movimiento obrero. Nos enfrentamos tanto al doble discurso del gobierno de los Kirchner como a los opositores patronales, ya que ambos defienden los intereses de los grandes empresarios y acuerdan con seguir sometidos al imperialismo. Pero todo lo hacemos como parte de una batalla central: poner en pie un gran partido revolucionario de la clase obrera, que permita que sean los trabajadores los que tengan el poder. Vemos a la clase obrera de nuestro país como un destacamento de la clase obrera mundial, porque sabemos que