“EL TUNEL” Ernesto Sabato

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“EL TUNEL”
Ernesto Sabato
Buenos Aires, Argentina.
ARGUMENTO:
El pintor Juan Pablo Castel, nos hace partícipes con un tono existencialista del crimen que cometió. Castel conoce a
María Iribarne por quien se obsesiona y mantiene una extraña relación. María está casada con Allende, un hombre ciego
mayor que ella y según sospechas de Juan Pablo, María también mantiene relaciones con Hunter, primo de Allende, que
vive en una estancia fuera de Buenos Aires que María visita frecuentemente. Atormentado por sus dudas y por el misterio
que envuelve a María, Castel la mata. Confiesa a Allende sus sospechas de infidelidad que según él lo justifican de
haberle dado muerte a su esposa. Allende se suicida y Juan Pablo Castel se entrega a las autoridades.
PERSONAJES:
*Juan Pablo Castel.
Protagonista y narrador de la historia. Pintor que mató a María Iribarne Hunter. Tímido.
Recuerda los hechos malos: “todo tiempo pasado fue peor”. Rencoroso. Siente que no
merece sentir orgullo o vanidad. Sufrió por culpa de quien la mato. Se obsesiona por
María.
*María Iribarne.
Única persona que comprende a Juan Pablo, es atraída por su pintura. Se siente
identificada con Juan Pablo Castel a través de sus pinturas.
Esposo de María. Alto, flaco y ciego. Se suicida.
*Allende.
*Hunter.
Primo de Allende y conocido de Juan Pablo. Moreno, alto, flaco, y mirada escurridiza.
Mujeriego y cínico. Y al parecer amante o amigo cercano de María.
*Mimí Allende
Malvada y miope.
CAPÍTULO I
Comienza afirmando que él (Juan Pablo Castel), fue quien mató a María Iribarne. Habla sobre la forma en que la gente
hace para olvidar lo malo de la vida, sin embargo para el no aplica, pues sólo recuerda lo malo. Los medios de
comunicación no son sinceros, ya que no todo es publicado, como es el caso del periódico. Para él, los criminales son
gente más limpia e inofensiva, ya que justifica sus acciones, por ejemplo: una persona mala que sólo envenena a la
sociedad y que deben ser liquidados.
CAPÍTULO II
A él no le importa la opinión de los demás. Le es injusto que exijan de él cualidades especiales, ya que él es un ser
humano común y corriente. Para él la muerte resulta reconfortante. La vanidad y el orgullo no le agrada en lo más
mínimo. No se cree mejor que los demás. Se cree célebre y por eso escribe su historia, teniendo la esperanza que una
persona lo entienda, y la única que lo hace fue la persona a la que mató.
CAPÍTULO III
Habla sobre cuando conoció a María Iribarne, fue en la inauguración de la presentación de sus pinturas, captando la
atención de este, a tal grado que lo llevo a una obsesión indescriptible (la busca por toda la ciudad).
CAPÍTULO IV
Vuelve a reencontrarse con ella. La observa en la calle, planeando lo que haría cuando estuviese a su lado, pero cambió
de opinión ya que no era de su agrado asistir a dichos salones. No le agrada lo espontáneo y repentino. Detesta a los
grupos sociales por la presencia de “repetición del tipo”, o sea, se repiten ciertos rasgos, gestos, etc.
CAPÍTULO V
Mil ideas pasan por su cabeza intentando justificar el hecho de que guste María Iribarne asistir a los salones de pintura,
planeando su encuentro y justificando sus actos y decisiones de todos.
CAPÍTULO VI
Se la vuelve a encontrar en la calle, y aun no tenía el valor de comenzar una conversación con María, para él era ella
quien debía tener la iniciativa. La sigue por varias cuadras hasta la “Compañía T”, y por fin habló, una interrogante que al
principio consideró absurda en la que María respondió sonrojándose. Se inicia un diálogo entre ellos y el termina por
confesarle todo su sentir, Juan Pablo huye despavorido hacia la dirección que le pareció mejor y ella lo alcanza. Ella
recordaba constantemente su pintura; y apenada, María salió corriendo.
CAPÍTULO VII
Juan Pablo no deja de pensar en ella y decide ir a buscarla a la “Compañía T”, ya estando en el elevador del edificio
comienza a crecer su habitual timidez, indecisión e inseguridad para volver a encontrarse con María, pero eso no pasa, él
se queja esperando a que ella salga, pero no fue así.
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CAPÍTULO VIII
Juan Pablo se deprime y no deja de pensar que nunca la vio salir del edificio y saca conclusiones…
CAPÍTULO IX
Al otro día Juan Pablo regresa a las afueras de la “Compañía T” a esperar que María, después de esperar un momento,
la ve, se acerca y la toma del brazo dirigiéndose a un parque que se encontraba a tan sólo unas cuadras. Estando en el
parque comienzan a dialogar, y Juan Pablo le dice que tiene muchas cosas que hablar con ella, le pide que nunca se
separe de él, que la necesita. Ella no comprende el porqué habría de necesitarla, la respuesta de Juan Pablo sólo causo
interrogantes, ya que no supo “porqué”. Dialogan sobre el cuadro, sobre la aquella ventana, sobre el porqué de la
ventana, precisamente de la ventana, y ella responde que se trata de un mensaje de desesperanza y le dice que nada
ganará con verla porque le hace daño a todos los que se le acercan.
CAPÍTULO X
Quedan de verse pronto María y Juan Pablo. Y una noche Juan Pablo la llama por teléfono a su casa, respondiendo una
mujer y pide hablar con María, notándola con voz misteriosa, finaliza la conversación diciéndole que tiene que colgar.
Juan Pablo le dice que la llamará al día siguiente.
CAPÍTULO XI
No pudo ni dormir Juan Pablo, piense y piense, al final decide ir al café Marzotto.
CAPÍTULO XII
Muy temprano habla Juan Pablo a casa de María y nuevamente le responde una mujer, no María, le dice que se fue al
campo, dejándole una carta que se la entregaría el esposo de María, la cual contenía las siguientes palabras: : "Yo
también pienso en usted”, Allende le dijo a Juan Pablo que María había ido a la estancia donde se encontraba Hunter, su
primo, tal fue la rabia y la sorpresa para Juan Pablo que deseaba desaparecer de aquel lugar.
CAPÍTULO XIII
Diversos pensamientos, resentimientos, dudas, etc., asaltaron la cabeza de Juan Pablo, sin poder justificar el hecho que
María no le informase que era casada, el por qué María no le había mencionado nada de su matrimonio.
CAPÍTULO XIV
Días después Juan Pablo llama para preguntar cuando es que volverá María y pide la dirección de la estancia. Escribe
una carta a María por medio de la cual le pregunta cuándo regresará y que se comunique con él a su regreso a Buenos
Aires.
CAPÍTULO XV
Pasados los días María respondió a la carta diciéndole que piensa en él y metafóricamente hablando le expresa lo siente
entre el mar y ella.
CAPÍTULO XVI
Continúan escribiéndose hasta la llegada de María, ella se comunica con Juan Pablo, se ponen de acuerdo para verse y
él la cuestiona acerca de su repentina ida a la estancia. María llora, discuten.
CAPÍTULO XVII
Durante más de un mes mantienen una relación constante. Juan Pablo se atormenta y atormenta a María con
cuestionamientos sobre su vida privada, la situación se torno algo extremosa al grado que Juan Pablo amenazó a María
con matarla como a un perro si se enterase de que lo engaña. Las discusiones eran más frecuentes y subidas de tono y
odio por parte de Juan Pablo hacia María.
CAPÍTULO XVIII
Las interrogativas por parte de Juan Pablo eran más frecuentes y maliciosas. Una vez le preguntó que porqué se hacía
llamar señorita Iribarne, y como esperarse no quedó satisfecho con la respuesta de María. Le atormentaba no saber todo
de ella, todo de todos aquellos que hubiesen tenido que ver en el pasado de su vida.
CAPÍTULO XIX
Otra de las cosas que atormentaban la cabeza de Juan Pablo era el sólo hecho de pensar en Allende, el esposo de
María, ¿qué la había llevado a casarse con él? Concluyó que María no fue sincera ni con él, ni con Allende y ni con
ningún otro que se hubiese atravesado por la vida de María.
CAPÍTULO XX
Juan Pablo se encontraba frustrado, una parte de él, su lado malévolo e insensible lo hacía sentirse orgulloso del daño a
María, por la otra, se encontraba arrepentido de ello. Al parecer ella ya no quería saber de él, no atendió su llamada.
CAPÍTULO XXI
Le invade la furia de aniquilación, decide emborracharse en un cafetín del bajo, de repente comienza a sentir asco por la
dama que le acompañaba y del resto de la gente. No supo cómo fue que llego a la casa de Allende, pensó mil cosas,
huyó despavorido, dirigiéndose al taller.
CAPÍTULO XXII
Juan Pablo sueña que un hombre lo convierte en pájaro.
CAPÍTULO XXIII
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Al levantarse llama a casa de María y se entera que se fue a la estancia y le manda una carta pidiéndole perdón.
Pasaron días atroces sin tener respuesta alguna de sus cartas, hasta que por fin llego la tan añorada respuesta de María,
le pedía que fuera a la estación Constitución, y así fue, preparó su maleta y salió en camino.
CAPÍTULO XXIV
Al llegar a la estación, un chofer recoge a Juan Pablo argumentando cierta indisposición de María. Ya estando en la
estancia es recibido por Hunter y Mimí, lo cuestionan sobre pintura. Le muestran la casa, su cuarto y baja al jardín para
tomar el té.
CAPÍTULO XXV
Ya encontrándose en el jardín, Hunter y Mimí comienzan a interrogar a Juan Pablo. Mimí lo agrede con sus comentarios.
No lo hacen partícipe de la conversación, aunque ha decir verdad, Juan pablo se encontraba ido pensando en María.
CAPÍTULO XXVI
Finalmente aparece María, saluda a todos. Ella comienza a ser indispensable en la vida de Juan Pablo. Su vanidad y
soberbia le revelaban un mal camino. María le pregunta a Juan Pablo por las manchas, él le dice que se encuentran en
su dormitorio y sólo van ellos dos, Mimí y Hunter sólo se quedan viendo.
CAPÍTULO XXVII
María y Juan Pablo caminan hacia la costa llevando consigo estuche de pinturas y una carpeta de dibujos. Estuvieron en
silencio frente al mar y María le confesó lo conmovida que estaba con el cuadro de la ventana y de cómo deseaba
conocerlo.
CAPÍTULO XXVIII
Al regresar a la casa María y Juan Pablo, Hunter estaba muy agitado y al parecer celoso, eso hizo entender a Juan
Pablo la relación que había entre ellos, se retiró a su habitación, escuchó que discutían y al día siguiente muy temprano
decide marcharse.
CAPÍTULO XXIX
Antes de la muerte de María, para Juan Pablo fueron los peores días de su vida. Recayó en el vicio del alcohol y en un
momento de lucidez se encontró consciente en la Comisaría, alucinaba. Escribe nuevamente una carta hiriente a María
en la cual le decía que su clase de actitudes daban en qué pensar depositándola en el Correo.
CAPÍTULO XXX
Arrepentido Juan Pablo fue al Correo para que le devolvieran la carta, para su mala fortuna había extraviado el recibo.
Cuando llegó al Correo fue atendido por una mujer la cual dudó que Juan Pablo fuese el dueño de la carta, le pidió el
recibo y éste respondió que lo había extraviado. Su intento fue fallido ya que lo único que logó fue desquiciar a Juan
Pablo mandándola al infierno.
CAPÍTULO XXXI
Pasado un rato Juan Pablo comenzó a reflexionar sobre la carta tranquilizándose al pensar que la carta estaba muy bien
y que era bueno que la recibiese María. Comenzó a interrogarse qué tipo de relación era la que tenía con María,
pensándola varias veces decidió hablar por teléfono con María, contestándole una mucama, el cual le dijo que ella se
comunicaría en una hora. La espera de la llamada se le hizo eterna, llegado el momento del diálogo con María estuvo
lleno de violencia, reproches, gritos y amenazó con suicidarse. María no respondió a ninguno de sus insultos
prometiéndole que iría a verlo, aunque no sabía para qué sólo se lastimarían una vez más, Juan Pablo colgó el teléfono
quedando éste satisfecho de su venganza.
CAPÍTULO XXXII
Juan Pablo se sentía mal por todo lo que había acontecido, por todo lo que le había dicho a María, se despreciaba. Por
su intento de desquitarte busco el consuelo provocando una pelea con un marinero y el de una mujer, llevándola su taller
pero le terminó recordando a María al simular placer y la corrió. Nuevamente comenzó a pensar de cuando conoció a
María, de cómo sucedieron las cosas y lo que dejaba entre ver cuando ella le decía que le haría mal, etc.
CAPÍTULO XXXIII
Juan Pablo organiza un encuentro con Hunter, ya estando con él le pregunta: “¿Cuánto hacía que María es su amante?”,
evadiendo su pregunta al responder que de eso él no sabía nada, tras esta respuesta, se retiró y le hablo a María para
citarla en el café, se negaba a asisitir y optó por decirle a Juan Pablo que no iría porque Hunter se encontraba enfermo.
CAPÍTULO XXXIV
María no llega a la cita y al llamarla a su casa, Juan Pablo se entera de que se había ido a la estancia, éste se dirige a su
taller y llama a un amigo, a Mapelli, para que le prestara su coche con el pretexto de que su padre estaba enfermo,
llevándose consigo un cuchillo de su cocina.
CAPÍTULO XXXV
Camino a la estancia Juan Pablo tenía la certeza de que por fin realizaría algo concreto con ella. La despreciaba por
todas sus mentiras y engaños. Cuando llegó a la casa estaban prendidas las luces de la planta baja, se escondió y
aguardó para que no lo vieran.
CAPÍTULO XXXVI
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Transcurridas varias horas Juan Pablo comenzó a inquietarse y a pensar que su vida era como un túnel, obscuro y
solitario, que se encontraba solo, que un vidrio era lo que lo dividía de María, ella sólo fue una espectadora, que por
curiosidad se acerco a su ventana.
CAPÍTULO XXXVII
Después de la espera, Castel ve a través de la ventana de la casa, que ellos bajan las escaleras y se van del brazo a dar
un paseo por el parque, al volver a casa, Castel se siente morir al notar que sólo se enciende una luz, la de la habitación
central.
CAPÍTULO XXXVIII
Con lágrimas en los ojos Juan Pablo vio que una luz se encendía en otro dormitorio. Decidido empuñando un cuchillo se
dirige al dormitorio de María trepando hasta la planta alta por la reja de una ventana hasta dirigirse por la terraza hacia la
puerta, ya dentro de la habitación Juan pablo se acercó a María y ella lo interroga sobre lo que va a hacer, él le responde
que tiene que matarla porque lo ha dejado solo y llorando le clava el cuchillo en el pecho y vientre una y otra vez hasta
matarla. Tras huir Juan Pablo se dirige a Buenos Aires, llegando de madrugada se comunica con Allende desde un café
citándolo con la pretensión de contarle todo, y lo hace, Allende intenta arremeter contra él pero es inútil, Allende cae al
suelo y cuando se incorpora le grita “insensato”. Juan Pablo se entrega a la comisaría, vacío y obscuro, como una
caverna negra crecía dentro él.
CAPÍTULO XXXIX
Intenta razonar las últimas palabras que Allende le dirige a Juan Pablo: “insensato”, que lo llevaron al suicidio esperando
poder descifrarlo algún día. Se resigna a que lo que le queda es la facultad de pintar. María fue la única, fue quién pudo
interpretar y comprender lo que él trataba de expresar en su obra, con la ventana. Los muros se irán volviendo poco a
poco herméticos para Juan Pablo Castel.
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