Juan Pablo: Es un gran esfuerzo para mí manifestar todas mis verdades, ya que llegamos a tal punto en el cual todo debe ser revelado. Yo nunca estuve dispuesta a que conozca realmente mi personalidad, todo lo que corre por mi cabeza, mi pasado y mi presente. En un principio me aterró la idea de que se involucre en mi vida, debido a eso siempre mantuve un límite. En primer lugar mi relación con Allende en el momento que nos casamos era verdadera, yo lo quería, no necesitaba otro hombre. Con el pasar de los años él tuvo una accidente y me di cuenta de que no era capaz de sentirme plena, ni de poder tener el mismo vínculo. Es así que sentí la necesidad de apoyarme en otro hombre, sin dejar de satisfacer a Allende. En el transcurso de la enfermedad de Allende me encontraba solitaria, por eso recurrí a mi familia. Así es como comenzaron los viajes a la estancia en Mar del Plata. Consideré el buen apoyo que me brindaba Hunter, por esta misma razón estos viajes se tornaron repetitivos. Cada vez que me separaba de Hunter y volvía a mi hogar me sentía satisfecha, despejada. Mi encanto hacia las pinturas era mi fuente de tranquilidad, mi reflejo de vida. Fue así como esa tarde presencie la inauguración de la exposición de cuadros en el Salón Primavera. Apenas entré había una pintura, se trataba de cómo bien usted sabe de esa mujer solitaria que esperaba algo y observaba detenidamente el mar. Esa noche al llegar a mi casa pensé seriamente en buscarlo y confesarle la conexión que presentí entre los dos, en base a ese cuadro. Al conocerlo y al compartir momentos con usted, como aquellos instantes en la Plaza San Martin fui cayendo en una especie de encantamiento. Durante nuestra relación caracterizada por encuentros y desencuentros, logré encontrar esa conexión hacia usted que no tenía con ningún otro hombre. A la vez dentro de mí surgía ese temor de hacerle daño, ya que Hunter seguía cumpliendo un importante papel en mi vida. Con las expresiones en sus pinturas demostraba ser el único hombre por el cual me sentía reflejada, pero no lo veía del lado amoroso sino que en cierta forma no lograba satisfacerme completamente pero sí entenderme, con eso trato de explicarle que no lo veía con los mismos ojos que usted me veía a mí. En aquellos momentos de peleas, en los cuales usted decía que yo engañaba a un ciego y me insultaba, me veía más convencida aun de viajar a la estancia y complacerme con Hunter. En situaciones como esta intuía que no iba a ser capaz de entenderme nunca, que con sus dudas, sus preguntas, sus sospechas, sus vacilaciones en éste último tiempo no llegaríamos a ninguna parte, solo a hacernos daño. Como cuando huyó de la estancia, y al llegar a Buenos Aires arrepentido me comunicó que necesitaba verme. Regresé a Buenos Aires confundida, al escuchar su desesperación y su amenaza de suicidio pensé que esta relación había llegado a un límite de locura y de trastorno. En ese instante recibí una carta de parte de Hunter, sin dudarlo regresé a él cómo usualmente solía hacerlo. Mis disculpas hacia usted Juan Pablo. María. Victoria Oronó Camila García Hecker. 5º B