percepción martiana de la latinoamericanidad. vigencia.

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PERCEPCIÓN MARTIANA DE LA LATINOAMERICANIDAD.
VIGENCIA
Nèrida Morejòn Valdès
Prof. Esc. Prov. PCC
Esta ponencia es el resultado del rastreo en los tomos 6, 7 y
8 de las Obras Completas de José Martì dedicados a Nuestra
América, del cual se derivaron las conclusiones que se exponen
a continuación.
La conquista y colonización de nuestra América significò un
conflicto de antagónicas formas de vida en el que los
aborígenes, por el delito de ser, fueron castigados con el
colonialismo cultural.
Trescientos años después del mal llamado “descubrimiento”,
en el siglo XIX, América Latina naciò a la independencia
sintiendo que tenìa un alma propia, pero sin poseer un
pasaporte cultural debidamente establecido, y debatiéndose
entre el tozudo legado español y los seductores modelos
extranjeros-europeo y norteamericano- a lo que se sumarìa la
ausencia de acomodo entre los gobiernos republicanos y las
naturalezas nacionales.
En este contexto se inscribe el quehacer martiano para
construir una concepción coherente de la personalidad
latinoamericana,,capaz de afirmarse por sì misma, como una
realidad propia.
Esa labor martiana vindicatoria de la latinoamericanidad
implicò, entre otras, las siguientes vertientes que seràn
ilustradas con la propia palabra del Maestro:
1. Establecer la irreductible diferencia de orígenes, métodos
e intereses entre los dos factores continentales, en
relación con lo cual afirma: “Del arado vino la América del
Norte; y la Española, del perro de presa. En América hay
dos pueblos, y no màs que dos, solo semejantes en la
identidad fundamental humana. De un lado està nuestra
América; de la otra parte està la América que no es
nuestra”.
2. Demostrar a partir de imperativos èticos, la eminente
calidad humana de los latinoamericanos. Martì admira y
elogia la América en que naciò Washington (sin
deslumbrarse ni desconocer las zonas oscuras), pero
considera màs alta, porque ha sido màs infeliz, la América
en que naciò Juárez. En tal sentido apunta:”La grandeza de
los pueblos no està en su tamaño, ni en las formas mùltiples
de la comodidad material. Pueblo grande, cualquiera que sea
su tamaño, es aquel que da hombres generosos y mujeres
puras. Davides han hecho màs que Goliates. Bolívar pesaba
tanto como su espada. De San Martín no se cuenta que
pasase montes”.
3. Refutar el criterio de que nuestra América representaba la
“barbarie” que debìa ser reemplazada por la “civilización”,
porque Martì consideraba que la barbarie no lo era en
realidad, sino que expresaba en verdad los elementos
naturales desdeñados por los dominadores que nos
consideraban la hembra americana, en tanto la civilización
habìa desempeñado paradójicamente, un papel devastador.
.Por eso afirma que “de virtudes y defectos son capaces por
igual latinos y sajones. Tenemos menos elementos
civilizadores porque somos mucho màs jóvenes en historia
.Pero aquì, en mi madre América, la hermosura besa en la
mejilla a cada mujer que nace, y la poesìa besa en el
corazón a cada hombre”.
4. Exaltar el orgullo de ser y combatir las doctrinas
pesimistas y derrotistas de los entreguistas natos: “Estos
nacidos en América que se avergüenzan, porque llevan
delantal indio, de la madre que los criò. Engrandecer a
América, estudiar sus fuerzas y revelàrselas: èste es mi
oficio”.
5. Defender la autoctonìa y arremeter contra las apostasías y
el copismo en el teatro, la pintura y la literatura, o lo que es
lo mismo, americanizar a América, considerando que
“nuestro vino, de plátano, y si sale agrio, es nuestro vino.
Con un decreto de Hamilton no se le para la pechada al
potro del llanero. Nuestra Grecia es preferible a la Grecia
que no es nuestra: nos es màs necesaria.. No somos aùn
bastante americanos: todo continente debe tener su
expresión propia. Ha de haber un poeta que se cierna sobre
las cumbres de los Alpes de nuestra sierra, un historiador
potente màs digno de Bolívar que de Washington”.
6. Asumir la cultura y la educación como elementos claves en
la formación de una América nueva, de hombres originales,
como dijese en La Edad de Oro, en la que el indio excluido
de los proyectos nacionales y reducido a nota folklòrica o
pintoresca, tuviese el espacio que merecía.
7. Difundir un glosario de voces reveladoras de las cosas
propias de nuestras tierras, tales como: bobo (sombrero
alto en Buenos Aires), matahambre (dulce en Cuba), ñongo
(lleno de obstáculos en Venezuela), pisto (dinero en
Guatemala) y chùpate esa (contesta a eso en Uruguay).
El afàn martiano por afirmar la especificidad latinoamericana
tuvo como propósito cardinal salvarla del peligro mayor: el
desdén del vecino formidable que no la conocía, mediante la
unidad que implicase la integración, la integridad y la
integralidad de nuestros pueblos, es decir, entrar en un
conjunto uno, entero, completo, pleno ,total, indivisible, hasta
el tope, todo, cabal, consumado, bien hecho. Acerca de ello
sentencia: “Por primera vez me parece buena una cadena para
atar, dentro de un cerco mismo, a todos los pueblos de mi
América, naciones de una misma familia que, cuando salgan de
la infancia brutal, solo para estrechárselas tenderán las
manos”.
El latinoamericanismo antimperialista de José Martì se
sustenta, pues, en
su clara percepción de la
latinoamericanidad, concepto que podemos definir como una
identidad sustentada en el lenguaje, el catolicismo, las
relaciones sociales familiares, el machismo, el folklore, el
sentimiento, la magia, la fantasìa, la superstición, la pasión, la
vitalidad, el romanticismo y la facultad creadora, pero, sobre
todo, sustentada en un lazo social preestatal, en una
predisposición a la solidaridad de los pueblos al sur del Rìo
Bravo, especie de “bolivarianismo afectivo”, que constituye la
premisa de la integración como ùnica alternativa frente a la
colonización cultural.
En el programa de descolonización cultural contenido en el
ensayo Nuestra América y en su discurso identitario conocido
como Madre América, Martì esbozò un proyecto de futuridad
que trasciende a este siglo XXI.
La segunda independencia de nuestra América està aùn por
hacer. En nuestros dìas la conquista continùa. Nos imponen un
exilio de adentro, nos envenenan y nos mutilan la conciencia, la
identidad y la memoria.
En nombre de la globalización arrecia la cruzada
desidentificadora de pueblos para que escupamos al espejo. En
la caliente Managua hay mansiones que ostentan estufas de
leña; Papà Noel llega a Rìo de la Plata en trineo, en pleno
verano, y es fácil que un niño mejicano conozca a Mickey
Mouse, pero ignore quièn fue Simòn Bolívar.
Un libro titulado “Manual del perfecto idiota latinoamericano”
asegura que somos pobres porque somos haraganes, tontos,
torpes y cobardes , en tanto el Banco Mundial afirma que la
pobreza es el castigo a nuestra ineptitud y que el
subdesarrollo obedece a que no hemos caminado con la
suficiente tenacidad. La superpotencia hegemónica, por su
parte, se empeña en un proyecto de anexión-absorciòn-suicidio
que llaman Area de Libre Comercio de las Amèricas (ALCA).
Entonces es preciso salvar nuestro nosotros. Recordar que si
la patria grande vive pagando y muere debiendo, no es por
incapacidad congénita del ser latinoamericano. Fidel lo dijo en
la IX Cumbre celebrada en La Habana: “Hemos demostrado
que los iberoamericanos no somos inferiores a nadie ni en
talento ni en valor. Quisimos ser lo que somos y queremos ser
lo que seremos”.
El auge de los movimientos sociales en América Latina,
encabezados por la Venezuela bolivariana de Chàvez, viene a
esta hora a confirmar la fe martiana cuando expresò:
“América, gigante fiero, camina hacia sì misma, pone su
cerebro sobre su corazón, y contando sus heridas, calcula
sobre ellas la manera de ejercitar la libertad. No hemos de
quedar a la zaga de nadie”.
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