PANORAMICA DE LA FILOSOFIA CRISTIANO MEDIEVAL

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PANORAMICA DE LA FILOSOFÍA CRISTIANO MEDIEVAL
LA PREPARACIÓN DEL PENSAMIENTO CRISTIANO MEDIEVAL
El germen del pensamiento cristiano medieval, y por tanto de la escolástica, se
encuentra en la asimilación progresiva de la filosofía que realizaron los padres y doctores
cristianos en los últimos siglos del Imperio. Tras una primera actitud negativa ante la filosofía,
de la que se subrayan las contradicciones entre las diferentes escuelas como un defecto,
oponiéndolas a la unidad de la sabiduría evangélica, que es la sabiduría de Cristo (al que se
identifica con el Logos), superior a la razón; la mayoría de los padres no dudan en utilizar la
filosofía justificándolo porque muchas afirmaciones de los filósofos sobre las realidades que
interesan a la verdad cristiana tienen su antecedente en la Biblia: «todo cuanto han dicho los
filósofos sobre la inmortalidad del alma y el conocimiento de las cosas celestes, lo han tomado
de los profetas (Ant. Test.). De ahí que parezca que hay en todos ellos unas semillas de
verdad […] y del Logos que habló por los profetas tomó Platón cuanto dijo acerca de que Dios
creó el mundo transformando una materia informe» 1.
Pero el primer filósofo cristiano, quien ejercerá un influjo determinante sobre la
orientación y temas de la escolática, es Agustín de Hipona —Tagaste, norte de África, 354430—.
Su pensamiento es reflejo de su propia trayectoria vital e intelectual: lucha por
conseguir un mundo de certeza interior, que le permita hallar la verdad, la sabiduría y la
felicidad. Reconoció la limitación de la razón humana para alcanzarlo y la necesidad de la
fe que solo halló en la revelación cristiana, en la que quiso integrar el saber filosófico por
su capacidad de reconocer y abrazar la verdad, la sabiduría y la felicidad.
Frente a los escépticos, está convencido (como Sócrates y Platón) de que existe una
verdad necesaria e inmutable que se puede conocer. Para ello, el hombre puede apoyarse
en la evidencia de la propia existencia para buscar dentro de sí las verdades necesarias e
inmutables, que los objetos sensibles del exterior no pueden proporcionar. En el interior del
alma el sujeto descubre la existencia de verdades eternas que permiten juzgar sobre las
cosas sensibles, que sin embargo no tienen su fundamento en ella y que sólo pueden
explicarse por iluminación divina (inspirándose en la función iluminadora de la Idea de Bien
en el mundo inteligible). Ésta se alcanza cuando el alma se trasciende a sí misma y busca a
Dios, inmanente y trascendente a un tiempo al alma humana.
El conocimiento de la verdad total, dada la total trascendencia de Dios y su
naturaleza inalcanzable para la razón humana, exige creer lo que Dios ha revelado. La fe es
la vía más segura; sin embargo, la razón, la filosofía es útil para demostrar que es
razonable creer lo revelado por Dios. Así, para Agustín, la fe no está reñida con la razón ni
cerrada sobre sí misma. Su máxima: ‘intellige ut credas, crede ut intelligas’2.
En su concepción de Dios, creador del mundo de la nada, único ser inmutable y
necesario; en su interpretación filosófica del hombre, como ‘alma racional que se sirve de un
cuerpo mortal y terreno’3; en la importancia que concede al amor sobre el conocimiento;
incluso en su concepción de la sociedad, resuenan conceptos platónicos y neoplatónicos,
adoptados por su parecido y reinterpretados para exponer con la mayor fidelidad las doctrinas
cristianas sobre estas realidades.
ORIGENES Y CARACTERES DE LA ESCOLÁSTICA
La palabra escolástica designa la filosofía cristiana de la Edad Media, cuyo origen y
desarrollo se relacionan estrechamente con la función de la enseñanza, lo que determinó su
propia naturaleza como actividad filosófica.
1
2
3
Justino. Apología, I, 44; II, 7
Sermo, 43: ‘intellige ut credas, crede ut intelligas’ —‘entiende para que creas, cree para que entiendas’
Sobre las cost. De la Igl. Cat. I, 27, 52
Julián López Camarena. Panorámica de la filosofía medieval.
1
El problema de la escolástica era el de llevar al hombre a la comprensión de la verdad
revelada, principal objetivo en la formación de los clérigos. Lo cual explica sus rasgos
fundamentales:
1.
La escolástica, en su intento de comprender la verdad, no es una
investigación autónoma (como lo es la filosofía griega). Esto significa:
a) en primer lugar que la tradición religiosa es la norma y fundamento de la
investigación escolástica, pues la verdad ha sido revelada y recogida en las
Sagradas Escrituras, en la obra de Padres y doctores de la iglesia inspirados o
iluminados por Dios y definida dogmáticamente por la comunidad cristiana;
b) en segundo lugar, que se trata solamente de acercarse a la verdad, comprenderla
en la medida de lo posible, con la ayuda de las facultades naturales y de la gracia, y
apropiársela para ponerla como fundamento de la propia vida;
c) y, en tercer lugar, aun siendo esta una tarea de la filosofía (en la filosofía griega se
busca saber, conocer la verdad, para conducir sabiamente la vida en lo privado y en
lo público), el hombre no puede confiarse a sus solas fuerzas. La tradición — y en
especial aquellos a quienes la Iglesia misma reconoce particularmente como
inspirados y sostenidos por la gracia divina— suministra una guía iluminadora y una
garantía contra el error.
d) De aquí, el continuo recurso a las ‘auctoritates’ (padres y doctores), lo que pone de
manifiesto el carácter común y superindividual de la investigación escolástica.
2.
En estrecha relación con lo anterior, la escolástica no se propone formular ‘ex
novo’ doctrinas y conceptos. Su objeto es entender la verdad dada en la
revelación, no encontrar la verdad. Así, toma de la tradición filosófica los
procedimientos y el material de su propia investigación, primero de la tradición
platónica agustiniana, después de la aristotélica.
3.
La filosofía solo es un medio: ancilla theologiae4. Las doctrinas y conceptos que
se toman de la filosofía sufren una transformación en su significado primitivo,
prescindiendo de su encaje histórico y de la personalidad de su creador, para ser
utilizados según las exigencias propias.
4.
Aunque su problema es único, desde Escoto Eriúgena a Ockham, pasando por
San Anselmo, Abelardo, Buenaventura, Santo Tomás, Duns Escoto, las soluciones
de los pensadores individuales varían, constituyendo esta variedad su
fecundidad.
5.
Los períodos históricos de la escolástica se pueden distinguir considerando el
desarrollo de su problema, la relación entre la fe y la razón. En principio, esta
relación se entiende como una armonía extrínseca y substancial de las dos
actividades y coincidencia de sus resultados (mediados del siglo IX hasta el fin
del siglo XII). En un segundo momento como un acuerdo parcial y como una
posibilidad de llegar a conseguir resultados independientes (1200 hasta los
primeros años del 1300). El tercer momento considera esta relación como no
necesariamente armónica y se admite la posibilidad de una contraposición entre
los dos términos (primeras décadas del 1300 hasta el Renacimiento).
De entre todos los pensadores que integran la escolástica, puede destacarse a Tomás de
Aquino, por representar el momento culminante de la misma en el intento de construir una
teología racional y por la influencia que en la tradición occidental ha tenido su sistema
teológico.
Tomás de Aquino (1225 – 1274), discípulo de Alberto magno, supo integrar con claridad
los elementos de las distintas fuentes que nutrían el pensamiento del siglo XIII, en una
síntesis cuya unidad y simplicidad parecen perfectas. Él realiza en plenitud el encuentro entre
4
‘ancilla theologiae’. Expresión latina que se traduce por ‘sierva de la teología’
Julián López Camarena. Panorámica de la filosofía medieval.
2
el racionalismo y naturalismo griegos y el pensamiento cristiano. Comprende que la revelación
necesita integrarse como una ciencia humana de la palabra divina, y culmina la tarea
emprendida por Alberto Magno de establecer la teología como ciencia al estilo de Aristóteles.
Esto significa reconocer a la razón humana su capacidad para constituir un orden separado
y radicalmente distinto del de la fe y fijar las fronteras entre ambas: de un lado la fe, la
revelación, Dios que se manifiesta al hombre; de otro, la razón y sus principios evidentes, su
punto de partida en los sentidos, su arraigo en la naturaleza del hombre.
Tomás amplia el papel de la razón y reduce al mínimo el territorio de la fe, compensándolo
con el rango de las verdades que nos vienen por revelación, los artículos de la fe, primeros
principios de la ciencia racional acerca de Dios.
Maestro en la Universidad de París, su actividad universitaria se centra en la exposición del
pensamiento cristiano y en la explicación de aquellos textos filosóficos que sirven para la
elaboración científica de la teología. En este sentido es teólogo. Pero también es un filósofo,
pues su estudio de la tradición filosófica, en especial la obra de Aristóteles depurada de
connotaciones neoplatónicas, le lleva a componer escritos de naturaleza filosófica, que pueden
entenderse como sistema previo que sirva de apoyo a la edificación de una Teología racional.
Realizando así su ideal de colaboración entre fe y razón, teología y filosofía.
Finalmente, en el siglo XIV la Escolástica conocerá su declive y termina su ciclo histórico
cuando el problema central, reconocido como insoluble, es abandonado y nuevos problemas se
presentan y requieren la atención especulativa del hombre. En este proceso de declive tiene
una importancia capital la crítica de dos pensadores, Duns Escoto y Guillermo de Ockham, del
cual destacamos los siguientes aspectos de su vida y de su obra.
Guillermo de Ockham nace probablemente en Ockham (Condado de Surrey, al sur de
Londres), hacia 1295-96. Ingresó muy joven en los franciscanos. Estudió en Oxford, y hacia
1318-20 ejerce como «lector» de las Sentencias de Pedro Lombardo.
En 1323 el antiguo canciller de Oxford acusó a Ockham de herejía en Aviñón (sede
papal por aquel entonces). Defensor de la posición de los franciscanos en el problema de la
pobreza evangélica, huyó de Aviñón en 1328. Se refugió con el emperador Luis de Baviera,
primero en Pisa y luego en Munich. Allí, junto a Marsilio de Padua, escribió obras políticas a
favor del emperador y contra el Papa, a quien acusa de herejía. Sobre la potestad de los
emperadores y papas (hacia 1334-39) es la más importante. Se ignora la fecha exacta de su
muerte (hacia 1349-50) y si terminó reconciliándose con el Papa (Clemente VI).
Filósofo bastante original, (aunque la mayoría de las cuestiones que trata están ya
apuntadas o iniciadas en Duns Escoto) tuvo el mérito de recoger y desarrollar temas que
preocupaban a muchos intelectuales de su época. Representa un importantísimo giro del
pensamiento escolástico, que es casi una disolución del mismo. La escolástica había intentado
a lo largo de muchos siglos encontrar una síntesis entre la fe cristiana y la filosofía griega; el
resultado fueron las grandes construcciones de Tomás de Aquino y Buenaventura. Pero los
escolásticos del siglo XIV —con Ockham a la cabeza— desconfían de tales síntesis, y sin caer
en el averroísmo, realizan una radical separación razón-fe, filosofía-teología. Por eso, Ockham
ya no es un pensador sistemático, sino ante todo crítico. Y su crítica conducirá a la
independencia de la filosofía, que queda libre para abordar otros temas; en primer lugar, el
problema de la Naturaleza. No es de extrañar, pues, que gracias a Ockham la ciencia cobre
nuevos impulsos en el siglo XIV y que ya se anuncie lo que será la filosofía renacentista.
Julián López Camarena. Panorámica de la filosofía medieval.
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