EL TENIS SE LLAMA ROGER FEDERER Lo difícil de escribir es comenzar a hacerlo. Pero más difícil aún, es poder plasmar en un papel todas las sensaciones que despiertan en los seres humanos aquellos personajes que no solamente sobresalen en la actividad que realizan, sino que tanto en su vida pública como en la privada son ejemplo para sus compañeros, sus fanáticos y más aún para los niños y jóvenes que ven en sus ídolos a unos superhombres. Porque sin lugar a dudas para poder afirmar que uno de esos seres privilegiados es único en su especie necesita convertirse en alguien casi perfecto, pero desde luego sin perder esa esencia que le permite ser humano, simplemente humano. Hablar del gran Roger parecería algo muy fácil porque muchos podrían pensar que ya todo se ha dicho de él, pero en mi caso las ideas se agolpan en el cerebro y las palabras se atropellan sin permitirme exponer todo lo que he querido acerca de este inmenso atleta que tanto le ha dado al “deporte blanco” y a la humanidad. Teniendo en cuenta que escribir generalidades de este maravilloso tenista sería restarle en grado sumo la preponderancia de sus actuaciones, pensé que en honor a la justicia valía la pena desmenuzar cada una de ellas. Se podría comenzar por decir que dentro del campo de juego sus movimientos sólo pueden compararse con la perfección. Para poder asimilarlo y deleitarse hasta el paroxismo solamente nos basta fijarnos con detenimiento cuando éstos quedan registrados en cámara lenta. O tal vez mejor aún, cuando sus anunciantes nos dejan ver con lujo de detalles en los comerciales su elegancia, su porte y su donaire tan únicos y tan naturales. Solamente se me ocurre asemejarlos a una magistral sinfonía. Estoy segura al hacer esta afirmación que los grandes músicos que compusieron sus inmortales obras si todavía existieran y pudieran maravillarse viendo jugar a Federer, estarían de acuerdo con la osadía de mi comparación. Así mismo si detallamos la técnica impecable de sus golpes, acompañada de un manejo magistral de la raqueta nos hace recordar, porque no, a un director de orquesta que con la magia de su batuta logra manejar al selecto grupo de sus integrantes y sumir en un profundo silencio a su extasiado público. Y que decir del movimiento acompasado de sus piernas y de sus pies cuando se elevan del suelo en procura de un acertado servicio, o de una impecable volea, o también, de un smatch perfecto, que podrían acompañarse fácilmente al compás de un sublime vals de Strauss. Si la grandeza de un ser humano se fundamenta en la sencillez de sus actuaciones, quien más, si no Roger merece ser reconocido con el apelativo de “inmenso”. Lo más interesante es que esa cualidad que es reconocida por todos, dentro y fuera de las canchas, hace también que sus jugadas la mayoría magistrales, parezcan tan simples. Nos hace ver tan fácil el tenis que nos impulsa a mayores y a jóvenes a intentar jugarlo, sin interesar la edad en la que empecemos a hacerlo. En cuanto hace a su vida privada, nadie como él se merece el título en mayúsculas de excelente esposo y entrañable padre. Pues a pesar del tiempo que debe dedicarle a los entrenamientos, a los torneos y a la no poca publicidad que también realiza con tanta espontaneidad, cual modelo profesional, su familia prevalece sobre todas las cosas. Viaja con su señora y con sus preciosas gemelas, que jamás lo extrañarán porque les procura el espacio y la compañía suficientes en cantidad y calidad. Y como si todo lo anterior fuera poco, brilla con luz propia como un gran ser humano. Su generosidad con los menos favorecidos, con los niños desprotegidos, y con todas las personas necesitadas, hace que como en el tenis sea el número uno, liderando torneos y eventos para ayudar a aquellos damnificados que han perdido todo debido al ímpetu destructor con el que la |naturaleza castiga ciudades enteras. Igualmente aportando de su propio pecunio grandes sumas de dinero para, por ejemplo, ayudar a los morenitos de Etiopía que ya lo consideran como el “padre Roger”. A pesar de sus inigualables hazañas en el tenis, que sobra reseñar porque todos ya las conocemos y no acabaríamos jamás de enumerarlas, ya que con cada partido que juega está superando una marca, no del mejor, porque aún no sabemos claramente quien lo ha sido antes que él, algunos todavía le endilgan la titánica tarea de superar las marcas de todas las leyendas del deporte blanco. Es injusto e inequitativo que para que sea el mejor de todos los tiempos algunas personas, tal vez con fines particulares, o por decirlo menos bastante envidiosas, o en exceso faltas de objetividad, le exijan a Federer superar las marcas logradas por: Lendl, Connors, Sampras, Agassi, Laver y quien sabe cuántos más. No son suficientes todos los récords que la Leyenda ya ha batido y sigue haciéndolo durante su brillantísima carrera profesional? ¿Su ascenso vertiginoso a #1 y lo más loable, su permanencia en esa posición durante casi 6 años hasta ahora? ¿Sus 17 Grand Slams, con posibilidad de más, así algunas personas no lo deseen y así lo expresen llamándolo viejo e incitándolo a que deje el tenis cuando está no solamente físicamente perfecto sino con muchas ganas de seguir ganando. No será mas bien que este deseo expresado tan insistentemente es un gran temor a que este gran monstruo del tenis no se retire y siga sumando a su Palmarés, casi imposible de alcanzar? Es evidente que ese es el motivo, que además de egoísta es desagradablemente irrespetuoso. Pues el momento y la resolución de dejar un deporte es única y exclusivamente de quien lo practica. Y muchísimo más de un atleta de la talla del GRAN ROGER. Más bien se podría decir que para superar a Federer tendría que llegar alguien que lo remonte en todos los records, situación que por la inconsistencia que se puede apreciar en sus compañeros del circuito, por ahora no habría nadie que siquiera seria capaz de llegar a igualarlo. Cabe anotar que todas las grandes figuras que se destacan, y el suizo no es la excepción, tienen sus seguidores que los veneran pero también sus detractores, que ayudados por una prensa irresponsable y amarillista se ensañan con ellas cuando no cumplen con sus expectativas. Caso de la anterior reflexión, se presentó cuando el “hombre de hierro” , como podríamos llamarlo por su imponente físico, se vió aquejado por una mononucleosis que quebró de tajo su salud pero no su orgullo. Siguió, a pesar de todo, deleitando al público con su presencia, más que con su juego, porque ya disminuido por la enfermedad fue vencido por algunos de sus compañeros, que posiblemente muy contentos pensaron que podrían seguir ganándole con facilidad. No menos satisfechos deberían estar los colegas periodistas que irresponsablemente lanzaron la gran primicia de que Roger estaba acabado. Sin embargo, si miramos con detenimiento las estadísticas, durante esa temporada a pesar de perder el número uno, en varios torneos llegó a semifinales , y en los Grand Slams a finales. El más recordado, el de Australia en donde fue abatido por Nadal. La prensa, entonces, prefirió resaltar no la victoria del español, sino las lágrimas del suizo. La noticia se regó como polvo por el mundo entero. Y desde entonces la fotografía del gigante sumido en llanto, fue interpretada como una debilidad, cuando realmente lo que produjo esa reacción fue la aclamación que de pie le ofreció su público en el estadio Rod Laver que estaba a reventar. Pero como sus fanáticos esperábamos, Federer empezó a recuperar sus extraordinarias condiciones físicas y mentales. Y como el Ave Fénix emergió para acabar con las aspiraciones de Nadal al ganarle en su propia casa y en su superficie. Y como si fuera poco también ganó el Roland Garros que le había sido tan esquivo y coronó otra vez Wimbledon superando a Pete Sampras con 15 de los Grandes. Comenzó así mismo el año siguiente ganando fácilmente el Abierto de Australia y así ha continuado su brillantísima carrera superando marcas y marcas haciendo cada vez mas imposible a sus compañeros de circuito siquiera igualarlo. Y lo mas difícil de digerir para sus contradictores es que a sus 31 años esté física y mentalmente infinitamente mejor que cualquiera de ellos. Y como si fuera poco, este año se ha adjudicado varios torneos entre ellos el de su casa que le devolvió el puesto que le pertenece en el ranking y en la historia. El número uno y el mejor de todos los tiempos. No solamente por ser catalogado en el mundo entero como el mejor deportista sino por ser el mejor hijo, el mejor esposo, y el mejor padre y lo que es mas valioso, el mejor ser humano. Por todo lo anterior y por mucho más estoy segura de que si Dios le permite conservar todos esos dones maravillosos con los que lo dotó, y que él con su gran sabiduría ha sabido aprovechar, superará con creces todos los récords que le exijan para ser reconocido definitivamente y sin ambages como la LEYENDA DEL TENIS. Como un titán que también sabe llorar, porque esto, lejos de disminuirlo, lo magnifica. Ojala la Divina Providencia nos premie a los millones de sus fervientes admiradores permitiéndonos verlo por muchos años más iluminar las canchas con su imponente figura, pues su ausencia reduce en gran forma el brillo, las emociones, las alegrías y las angustias que solamente él puede imprimirles a los diferentes torneos. Porque sería muy triste prender el televisor y sentir el gran vacío que debe producir el saber que ya no lo podremos disfrutar. Y porque no también leer en algún cartel de esos que exhiben en los diferentes estadios en donde diga “TE EXTRAÑAMOS ROGER”. Después de todo lo expuesto y lo no expuesto pues no acabaría de enumerar todo lo que le debemos a la “Perfección Suiza”, se puede afirmar sin ambigüedades, sin temor y sin más preámbulos que ROGER FEDERER se escribe con mayúsculas y que EL TENIS SE LLAMA: ROGER FEDERER. NANETTE PEÑA TORRES