Lectio Divina miércoles 31 de julio, décima sétima semana Tiempo Ordinario Ciclo –C- Lecturas: Éxodo 33,7-11; Salmo 98; Mateo 13,44.46 PALABRA QUE DA VIDA -Reflexionemos- SAQUEMOS LAS PERLAS, LOS TESOROS… ¡LA ALEGRÍA! 1. Hagamos las LECTURAS Dijo Jesús a la gente:-«El reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en el campo: el que lo encuentra lo vuelve a esconder y, lleno de alegría, va a vender todo lo que tiene y compra el campo. El reino de los cielos se parece también a un comerciante en perlas finas que, al encontrar una de gran valor, se va a vender todo lo que tiene y la compra.» 2. MEDITEMOS la lectura a. ¿Qué dice el texto? Reúne aquí Mateo dos parábolas gemelas. El acento recae en la reacción de los protagonistas ante un hallazgo maravilloso. Mateo invita a los cristianos, que ya han descubierto el reino, a que vivan su opción con radicalidad y con alegría, pues una vez descubierto el reino, todo lo demás carece de valor. b. ¿Qué nos dice el texto a nosotros hoy? Jesús trataba de comunicar a la gente su experiencia de Dios y de su gran proyecto de ir haciendo un mundo más digno y dichoso para todos. No siempre lograba despertar su entusiasmo. Estaban demasiado acostumbrados a oír hablar de un Dios sólo preocupado por la Ley, el cumplimiento del sábado o los sacrificios del Templo. Jesús les contó dos pequeñas parábolas para sacudir su indiferencia. Quería despertar en ellos el deseo de Dios. Les quería hacer ver que encontrarse con lo que él llamaba "reino de Dios" era algo mucho más grande que lo que vivían los sábados en la sinagoga del pueblo: Dios puede ser un descubrimiento inesperado, una sorpresa grande. En las dos parábolas la estructura es la misma: se encuentra algo fascinante, que está escondido y que es valioso. Algo por lo que vale la pena desprenderse de lo actualmente poseído. Algo así sucede con el «reino de Dios» escondido en Jesús, su mensaje y su actuación. Ese Dios resulta tan atractivo, inesperado y sorprendente que quien lo encuentra, se siente tocado en lo más hondo de su ser. Ya nada puede ser como antes. Por primera vez, empezamos a sentir que Dios nos atrae de verdad. No puede haber nada más grande para alentar y orientar la existencia. El "reino de Dios" cambia nuestra forma de ver las cosas. Empezamos a creer en Dios de manera diferente. Ahora sabemos por qué vivir y para qué. A nuestra religión le falta el "atractivo de Dios". Muchos cristianos se relacionan con él por obligación, por miedo, por costumbre, por deber..., pero no porque se sientan atraídos por él. Tarde o temprano pueden terminar abandonando esa religión. A muchos cristianos se les ha presentado una imagen tan deformada de Dios y de la relación que podemos vivir con él, que la experiencia religiosa les resulta inaceptable e incluso insoportable. No pocas personas están abandonando ahora mismo a Dios porque no pueden vivir ya por más tiempo en un clima religioso insano, impregnado de culpas, amenazas, prohibiciones o castigos. Gracias a Dios ha venido el Papa Francisco a hacernos repensar nuestra religiosidad. Ya está bueno de seguirles la corriente a “los mismos bien persignados de siempre” que ni entran ellos ni dejan entrar a los demás. 3. CONTEMPLEMOS - Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón Encontrar la mejor perla invita a tomar una decisión, sitúa ante una nueva escala de valores. Construir el Reino fue la pasión de Jesús, a ella se entregó con todas sus fuerzas. Nos invita a ser sus colaboradores, a formar parte de los constructores del Reino. Es nuestra tarea y nuestra alegría. Hacer Reino de Dios es colaborar con lo que Dios quiere: la felicidad de las personas, que no le falte pan ni sonrisa a nadie. 4. OREMOS - ¿Qué nos hace decirle el texto a Dios? Padre del Reino de los Cielos: Gracias por habernos enviado tu tesoro mejor y tu perla más preciosa: tu Hijo y hermano nuestro: Jesús de Nazareth. Permite que sigamos buscando y que encontremos al fin la alegría de saber que podemos contar contigo para todo. Que podamos vender “todo lo que tenemos” para encontrarte a ti y darte a conocer a los que más te necesitan. Amén. 5. ACTUEMOS – ¿Cómo puedo vivir este texto hoy? Motivación: Tenemos un tesoro… pero velado. Nos hemos encargado de ponerle velos y velas… y lo hemos ocultado a los que más lo necesitan. Es hora de develar el tesoro del Reino al pueblo de Dios... ME ENCONTRÉ UN TESORO Era yo pequeño y me encontré un tesoro. Empleé todos mis ahorros en conseguirlo, lo disfruté durante un tiempo y luego se me acabó la diversión, el tesoro dejó de interesarme. Después me propuse construir un tesoro a medias con otros; me ilusioné, puse manos a la obra, pero al final nos cansamos de él y vendimos la patente. Más tarde los medios de comunicación anunciaron la llegada de un gran tesoro en el que se podría participar con un módico esfuerzo, y me apunté. Durante años fui uno de los privilegiados, la gente me saludaba por la calle, me querían,… pero pronto el tesoro dejó de tener fama y aprecio, y lo mismo los que lo poseíamos. Pregunté a un sabio y me enseñó el secreto de su tesoro; practiqué, me hice un maestro en aquella técnica y llegue a tener discípulos. Pero me aburrí de estar siempre pendiente de las normas, las pautas, las reglas… Al fin, un día volvía a mi casa y al entrar, instintivamente, como me había enseñado mi madre, hice la señal de la Cruz. Y se me abrieron los ojos. Y comprendí cuál es el tesoro por el que merece la pena vivir y al que se supeditan todos los demás valores. Ahora tengo muchos tesoros, infinitos. Cada persona, cada momento, cada gesto, cada acción, es un tesoro que tengo que cuidar y disfrutar. Porque son reflejos manifestaciones, del auténtico Tesoro, del Centro de mi vida, del Salvador que me ama con toda su fuerza divina.