Confesión Yo he tenido una suerte enorme de que no me hayan acusado nunca de un asesinato. A mí, viene la policía a buscarme y me pone las esposas por un crimen cometido en Australia, adonde no he viajado nunca, y me lo creo, creo que he sido yo porque habiendo matado imaginariamente a granel, y no teniendo siempre claras las fronteras entre el pensamiento y la acción, ignoro a veces en qué lado de la raya me encuentro. Con frecuencia, caigo en ensueños criminales o artísticos (también económicos) cuya textura es idéntica a la de la realidad, de modo que si viene un hispanista norteamericano a darme coba por haber escrito La Regenta, me lo creo también, pese al desfase cronológico, y es que me ha faltado el canto de un duro para escribirla, lo mismo que para matar a alguien. Es más, quizá he cometido algún crimen que ha pasado inadvertido o he escrito una obra maestra de la que nadie me acusa. Entonces, si voy a una ventanilla de Hacienda y el funcionario me habla en francés, le respondo en francés (aunque no sepa), convencido de que tal es mi verdadera nacionalidad, mientras que la española fue un sueño. Y si estoy tirado en el sofá y veo acercarse a mi mujer con la correa del perro en la mano, soy capaz de ponerme dócilmente a cuatro patas, por si mi condición de hombre hubiera sido un delirio del que me tengo que apear (mi perro los tiene, pero sólo él y yo lo sabemos). Observo mi existencia con la perspectiva que dan los años y me parece un milagro que haya sido siempre, más o menos, la misma cosa, que no haya dejado, en fin, de ser quien soy, quizá para ocultar que en realidad soy un perro, un asesino, un eximio escritor (¿qué rayos querrá decir eximio?). De todas formas, no crean que me siento a salvo. Cada vez que suena el timbre de la puerta, me acojono, por si fuera la policía. O un hispanista norteamericano. Viernes 8 de mayo de 2009 EL PAÍS. Juan José Millás Resumen El autor cree haber perdido los límites entre la realidad y la ficción y con frecuencia le ocurren anécdotas que lo demuestran. Le parece extraordinario que haya conservado hasta ahora una misma identidad que podría no ser la auténtica o definitiva. Tema La duda sobre la auténtica identidad y sobre los límites entre realidad y ficción. Organización de las ideas El texto se estructura internamente en tres partes, que se corresponden con los tres párrafos que constituyen la estructura externa. Se trata de una estructura inductiva o sintetizante, ya que parte de lo particular para llegar a lo general. En el primer párrafo aparece el primer ejemplo utilizado por el autor para impactar y atraer la atención del lector. En la segunda parte se expresan diferentes situaciones hipotéticas muy absurdas que podría haber dado por reales. Por último, en el tercer párrafo aparece la tesis o conclusión en la que expresa la duda sobre la propia identidad. Esquemáticamente sería así: 1. Suerte de no haber sido acusado de asesinato. 1.1. Si le acusaran de un crimen extraño lo creería: ha matado mucho en la ficción. 1.2. Ignora a veces los límites entre pensamiento y acción. 2. Sucesión de experiencias absurdas con apariencia de realidad que podría creer: 2.1. Haber escrito La Regenta. 2.2. Ser francés. 2.3. Ser un perro. 3. Es extraordinario que siga siendo el mismo en toda su vida. 3.1. Quizá para ocultar la identidad verdadera. 3.2. Quizás todavía pueda ser otro. Comentario crítico Se trata de una columna periodística, texto periodístico de opinión publicado en el diario El País, con fecha de 8 de mayo de 2009. Su autor es Juan José Millás, columnista habitual de este periódico y escritor de reconocido prestigio. De modalidad expositivoargumentativa, prevalece la argumentación sobre la exposición que se ciñe casi exclusivamente a la enunciación de la tesis o idea principal: la confusión entre realidad y ficción y la duda sobre la propia identidad. La intencionalidad del texto es esencialmente expresiva, persuasiva y estética, ya que combina elementos reales y ficticios con la finalidad de sorprender al lector con afirmaciones y argumentos en apariencia absurdos y absolutamente subjetivos para fundamentar la idea de que es muy difícil mantener durante el tiempo la misma identidad. Las funciones lingüísticas so, por tanto, la emotiva o expresiva que se explicita en el texto en la personalización del discurso a través de la 1ª persona de singular en pronombres personales y formas verbales(Yo he tenido, A mí, Y me lo creo) así como en determinantes posesivos (mi verdadera nacionalidad); la función apelativa o conativa se manifiesta en la implicación del lector en la expresión “no crean que me siento a salvo” y en el carácter dialógico del texto, repleto de argumentos expresados en un registro bastante coloquial:…”habiendo matado (…) a granel”, “caigo en…”, “darme coba”, “me ha faltado el canto de un duro”… La función poética se observa especialmente en la originalidad de los argumentos y en la presentación caricaturesca o deformada de la realidad: “con frecuencia caigo en ensueños criminales o artísticos”, “cada vez que suena el timbre de la puerta (…) por si fuera la policía.” Los argumentos parecen sacados todos de la ficción para demostrar que si no se han llevado a la realidad hasta ahora, ha sido solo por pura suerte o casualidad. Son argumentos absolutamente hiperbólicos aunque también es verdad que con bastante frecuencia la verdad supera la ficción. No tenemos más que recordar los recientes acontecimientos ocurridos en Haití, como el caso de un niño que después de estar sepultado casi una semana, pudo sonreír y alzar los brazos en señal de victoria al ser rescatado. ¡Hasta dónde puede llegar la fortaleza humana y la lucha por la supervivencia! O hechos como el canibalismo entre seres civilizados para sobrevivir en medio de la nieve, sin otra posibilidad para alimentarse… El tema planteado por Juan José Millás es sumamente original en su tratamiento y muy relacionado con su profesión de escritor, donde los límites ente realidad y ficción parecen desaparecer. No es un tema actual, pero sí un tema esencialmente humano que ha estado y está presente en muchas obras artísticas y en las ciencias humanísticas porque se trata de un tema universal. Platón distinguía dos modos de realidad, una, a la que llama inteligible, y otra a la que llama sensible. La realidad inteligible, a la que denomina "Idea", tiene las características de ser inmaterial, eterna, ajena al cambio; y la sensible, constituida por lo que ordinariamente llamamos "cosas", que tiene las características de ser material, corruptible y que resulta no ser más que una copia de la realidad inteligible. Descartes, en su duda metódica, dudaba de todo hasta encontrar algo de cuya existencia no pudiera dudar. Descartes dudaba de los sentidos y no consideraba la realidad percibida como cierta. Según este filósofo, el sueño es indistinguible de la vigilia. En la experiencia cotidiana, ¿quién no ha tenido un sueño en el que creía estar despierto? ¿Quién no ha experimentado un “déjà vu”, fenómeno realmente curioso e inexplicable? En El Quijote, Cervantes intentaba explorar en el mundo de lo que es verdadero o de lo que es falso. Don Quijote tiene una percepción distorsionada de la realidad al creer que es un caballero andante y choca con la realidad, que a veces es transformada artificialmente (episodio de los duques de Barcelona) para crear humor. También choca con la percepción realista y práctica de su escudero Sancho: son las dos caras del ser humano. Juan José Millás ha sabido crear un texto original y sorprendente que transmite al lector la inquietud sobre el hecho de que en cualquier momento lo ficticio pueda convertirse en realidad. Con brevedad, ligereza, en un estilo sencillo y coloquial, Millás introduce al lector en este tema de hondas resonancias culturales y existenciales. ¿Hasta dónde llega la realidad y la ficción? ¿Vivimos realmente o es solo un sueño con apariencia de realidad? ¿Cómo podemos establecer con claridad los límites? Es una cuestión aún pendiente.