“Por mí se va a la ciudad del llanto, por mí se va al eterno dolor, por mí se va hacia la raza condenada. La justicia movió a mi supremo Hacedor. El divino poder, la suma sabiduría y el primer amor me hicieron. Antes de mí no hubo nada creado, a excepción de lo inmortal, y yo, a mi vez, duraré eternamente. ¡Oh, vosotros, los que entráis, abandonad toda esperanza!”. Vi escritas estas palabras con caracteres negros en el dintel de una puerta, por lo cual exclamé: -Maestro, el significado de esas palabras me causa miedo. Y él, como hombre lleno de prudencia, me contestó: -Conviene abandonar aquí todo temor, conviene que aquí termine toda cobardía. Hemos llegado al lugar donde te he dicho que verías a la dolorida gente que ha perdido el bien de la inteligencia. Y después de haber puesto su mano en la mía, con rostro alegre que me reanimó, me introdujo en medio de las cosas secretas. Allí, bajo un cielo sin estrellas, resonaban suspiros, quejas y profundos gemidos, de suerte que, apenas hube dado un paso, me puse a llorar. Diversas lenguas, horribles blasfemias, palabras de dolor, acentos de ira, voces altas y roncas acompañadas de palmadas producían un tumulto que va rodando siempre por aquel espacio eternamente oscuro, como la arena impelida por un torbellino. (Dante Alighieri, Divina comedia) 1. Explique el contenido de este fragmento, en el contexto argumental del “Infierno”. 2. Comenta la estructura tripartita de la Divina comedia. 3. Sentido de la obra y finalidades. 4. La poesía de los trovadores. 1. El texto propuesto pertenece al inicio del III canto del Infierno. En los cantos previos se presentó la situación de Dante, quien había caído en la selva oscura por haberse apartado del camino recto (canto I). En el canto II, Virgilio explica el motivo del viaje: por la intercesión de Beatriz ante Dios, Dante hará un viaje de purificación y aprendizaje por los tres reinos del más allá. Virgilio le acompañará hasta el final del Purgatorio y después le guiarán Beatriz y S. Bernardo de Claraval. En el canto III Dante y Virgilio ingresan al vestíbulo del Infierno. Allí están las almas de los que en vida fueron indiferentes, condenadas a no poder ingresar en ningún reino por lo que se quedarán allí eternamente, y las de los que esperan ser llevados a los distintos círculos infernales para recibir el castigo eterno. Las almas condenadas deben cruzar el río Aqueronte, conducidas por el barquero Caronte. El canto III se abre directamente con la inscripción que se halla sobre la puerta de entrada al infierno. Así el lector se sitúa en el mismo punto de vista de Dante personaje, enfrentándose a esas terribles palabras. Una vez terminado el texto, el narrador aclara que se trata de una inscripción (“Vi escritas…”), pero el efecto de temor producido en el lector ya se ha conseguido. Tres notas caracterizan al espacio infernal: el dolor, la eternidad del castigo y la desesperanza. El infierno está formado por nueve círculos concéntricos ordenados según la gravedad de la falta cometida. Los pecados son más graves cuanto más abajo en el Infierno nos encontramos. A mayor gravedad, se corresponden también mayor oscuridad, menor espacio y castigos más terribles. Los castigos que Dante imagina para los condenados mantienen relación con la culpa cometida. En algunos casos el castigo es semejante al pecado (los lujuriosos son arrastrados por el viento como los arrastró la pasión irrefrenable). En otros casos es por contraste con el pecado cometido (los que en vida no tomaron partido por nada, los indiferentes, están condenados a seguir una bandera que no representa nada). Para establecer la gravedad de los pecados, Dante siguió la Ética de Aristóteles que clasifica las debilidades humanas en incontinencia, bestialidad y malicia. La incontinencia supone que la persona ha sido arrastrada por la fuerza del instinto. Estos pecados son la lujuria, glotonería, avaricia, prodigalidad e ira. Bestialidad significa que las acciones fueron contrarias a la naturaleza humana. Aquí se encuentran los herejes, los violentos contra el prójimo (ladrones, asesinos), contra sí mismos (suicidas), contra Dios (blasfemos) y contra la Naturaleza (homosexuales). Por último, los pecados por malicia se cometen con uso de la razón, hay intención previa y por eso son los más graves: el fraude, la mentira, el engaño, la traición… Un caso especial es el de los niños que murieron sin bautizar, que, por llevar el pecado original, no pueden acceder ni al Purgatorio ni al Paraíso, por lo que quedan en el Limbo (primer círculo), como ya S. Agustín propuso, a los que Dante suma a los justos de la Antigüedad: el mismo Virgilio entre ellos. Este espacio no es de dolor sino de tristeza eterna y serena. 2. La estructura general del poema responde a una planificación perfecta. Se sigue el orden en que Dante atraviesa los tres reinos de ultratumba (Infierno, Purgatorio y Paraíso, a cada uno le corresponde una cántica de 33 cantos). La dirección es primero en descenso hacia el centro de la Tierra, luego ascenso por la montaña y finalmente elevación al espacio a través de las órbitas de los astros, hasta llegar al centro del Universo (el Empíreo). Este viaje es narrado en primera persona y en tiempo pasado, aunque el efecto en el lector parece presencial. Está narrado en 99 cantos, siendo el primero una introducción a todo el poema. Una vez comentada la estructura del infierno en la anterior pregunta, pasamos a describir el Purgatorio. A través de un largo pasadizo Dante y Virgilio acceden a un ámbito más luminoso y a una atmósfera más limpia que el anterior. El Purgatorio es una alta montaña dividida en siete terrazas. En la base (antepurgatorio) está la playa custodiada por Catón. Allí están las almas de los excomulgados y de los negligentes que se arrepintieron a tiempo y desde allí los espíritus van ascendiendo en un proceso de purificación hasta llegar a la cima donde está el Paraíso Terrenal o jardín del Edén. La distribución de las terrazas corresponde a la doctrina cristiana de los siete pecados capitales y se ordenan en sentido decreciente de gravedad e inverso al infierno (soberbia, envidia, ira, pereza, avaricia, gula y lujuria). Además, el paisaje natural es más agradable que el del infierno y el lenguaje menos áspero y más dulce. Así como el Infierno es el reino de la desesperanza y la eternidad, el Purgatorio es el de la esperanza y lo transitorio: las almas lo atraviesan en un proceso de expiación a medida que van ascendiendo por las siete cornisas, hasta alcanzar el estado de gracia que les permitirá entrar en el Paraíso. Al llegar al Paraíso Terrenal Virgilio regresa al Limbo y Beatriz ocupa su lugar como guía de Dante. El Paraíso celestial está formado por las nueve órbitas concéntricas de los planetas que giran alrededor de la Tierra. Rodeando estas esferas está el Empíreo, lugar inmaterial, espiritual e inmóvil en el que se encuentra Dios y, a su alrededor, los espíritus bienaventurados y el coro de las nueve jerarquías angélicas. Las almas se ubican en cada esfera dependiendo del grado de santidad que alcanzaron en vida por el seguimiento de las cuatro virtudes cardinales (prudencia, justicia, templanza y fortaleza) y de las tres virtudes teologales (fe, esperanza y caridad). Al final todas se encuentran en el Empíreo contemplando la luz divina. Para ascender de una esfera a otra, Dante es transportado por la luz que mana de la mirada amorosa de Beatriz, en un trayecto fuera del tiempo y del espacio. Ahora los personajes son seres sobrenaturales que se comunican con la mirada y apenas conservan apariencia humana. Finalmente, gracias a S. Bernardo de Claraval, Dante contempla a Dios con sus ojos físicos, pero esta visión excede a la palabra porque ni siguiera un poeta puede expresar la grandeza de Dios. 3. El sentido de una obra tan rica como la Divina comedia no se agota en una sola lectura, sino que presenta interpretaciones desde diferentes ópticas. Así, podemos establecer, en primer lugar, una lectura literal y otra alegórica. El sentido literal se refiere a la anécdota narrada en el poema: gracias a la misericordia divina, Dante realiza un viaje de aprendizaje por los tres reinos de ultratumba para purificar su alma. Por su parte, el sentido alegórico alude a una significación más profunda de la historia, por medio del encadenamiento de símbolos. El viaje del poeta representa el proceso que ha de seguir su alma, que debe redimirse de los pecados con auxilio de la razón (Virgilio), la teología y la fe (Beatriz) y la contemplación (Bernardo de Claraval). Dentro de la interpretación alegórica, se distingue un sentido moral y otro anagógico o místico. Moralmente el poema intenta conducir a los lectores a obrar adecuadamente pues nos advierte cómo las pasiones ponen en riesgo la salvación del alma, cuya frágil naturaleza la predispone a las tentaciones y al pecado. Por otro lado, el sentido anagógico o místico viene dado por la revelación de una verdad superior transmitida a los lectores por medio del poema: la conjunción de Imperio (guía en los asuntos terrenales) e Iglesia (guía en los asuntos espirituales) hará al género humano progresar hacia su salvación, siempre bajo el amparo de la mirada divina. Así pues, los diversos sentidos se vinculan con su finalidad didáctica. Pero, además, Dante persiguió otros objetivos: - - Exaltación de Beatriz. Tras su muerte, Dante la ubica en lo más alto, junto a Dios, del Empíreo. Defensa de sus ideas políticas. Critica la lucha entre Papado e Imperio, la separación de poderes y defiende la República. Recuperación del legado clásico literario, sobre todo de la literatura latina, así como de la cultura clásica (mitología incluida) en general. Defensa de las lenguas vernáculas (el toscazo, origen del italiano) y de sus formas métricas (tercetos encadenados de versos endecasílabos), frente al latín como exclusiva lengua de cultura. Exposición de sus conocimientos enciclopédicos. Muestra una gran erudición en áreas del conocimiento tan diversas como la lingüística, las ciencias, la poesía, la política, la Historia, la cultura clásica, la astronomía, etc. Dante prefigura, de esta manera, la figura del humanista del Renacimiento, tal y como la vemos en un Leonardo da Vinci o en un Miguel Ángel. 4. La respuesta a esta cuestión está desarrollada en otro comentario. Os remito a él.