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CIRCULAR JULIO (I) / 10
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CONTRATO DE FÁCTORING PARA LA CESIÓN DE CRÉDITOS A
TERCEROS
Para satisfacer los intereses económicos y jurídicos del mundo empresarial se vienen
utilizando desde hace tiempo formulas contractuales no reguladas legalmente, como
sucede con el contrato de factoring, quizás de uno de los contratos, que aunque
utilizado diariamente por nuestros empresarios, es de los más desconocidos.
Es un contrato no regulado legalmente, cuyas notas características han sido
desarrolladas por los Tribunales. Mediante este contrato, un empresario cede los
créditos que tiene frente a sus clientes a una sociedad de factoring (en nuestro
derecho un establecimiento financiero) y le encarga, a cambio de un precio, la gestión
de cobro del conjunto de esos créditos.
El contrato de “factoring” está destinado a cumplir diversas finalidades económicas y
jurídicas, a saber:
1)
De gestión: la sociedad de “factoring” se encarga de cobrar el crédito y
posibilita que el empresario que la contrata prescinda de los medios y gastos
burocráticos que tal actividad lleva consigo.
2)
De garantía: la sociedad de “factoring”, siempre que así se haya establecido en
el contrato, asume el riesgo de insolvencia del deudor cedido.
3)
De financiación: entre las prestaciones ofrecidas por la sociedad de “factoring”
se encuentra con frecuencia la de anticipar al empresario el importe de los créditos
cedidos para procurarle una situación de liquidez.
4)
De realización de servicios complementarios: como la contabilidad de ventas, la
realización de estudios de mercado, la investigación, la selección de clientes, etc.
Sin perjuicio de otras posibles clasificaciones, nuestro Tribunal Supremo viene
admitiendo dos modalidades de este contrato:
1)
El “factoring” con recurso (o impropio), en el que los servicios consisten en la
gestión de los créditos cedidos por el cliente, y la financiación mediante el anticipo de
todo o parte de su importe.
2)
El “factoring” sin recurso (o propio), donde a los servicios que caracterizan el
“factoring” con recurso, se incorpora otro servicio de garantía por el que se produce un
traspaso del riesgo de insolvencia del deudor, de forma que, producida la insolvencia
de un cliente del empreario en los términos pactados en el contrato de “factoring”, no
es el empresario sino la sociedad de factoring la que debe soportar la insolvencia, y sin
que ésta pueda reclamar de su cliente (el empresario) el importe de los créditos
impagados.
Dada la falta de regulación indicada y la diversidad de las funciones que cumple el
“factoring”, no es posible establecer un contenido uniforme de este contrato, por lo que
habrá que estar a las concretas estipulaciones de cada supuesto particular para
conocer exactamente cuáles son las prestaciones a que se obligan los interesados.
Circular redactada por David Giménez Belío.
Abogado. Hispajuris
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