NOCHE: CIUDAD, LUZ Y HOMBRE Mima Puigvert i Flotats “Los lugares construidos dan soporte a acciones sociales específicas, y este soporte implica poner en marcha dimensiones físicas, sociales, y mentales de nuestro conocimiento… identidad, memoria, cronotopos socio-físicos, etc. para poder entender mejor las relaciones entre los lugares y las acciones que en ellos se realizan”. Así empieza la descripción de los escenarios de investigación para el Congreso de Conocimiento, Espacio e Interacción Social sobre las tesis en ejecución; en nuestra tesis estamos en un lugar socio-cultural i espaciotemporal diferente y cambiante; estamos en la NOCHE. La noche y el día comparten los mismos lugares construidos pero soportan acciones sociales diferentes y especificas. Los estudios de los comportamientos humanos frente a la Ciudad que arrancan en los 50 y 60 con Lynch y Alexander siempre se han hecho pensando sobretodo en una Ciudad Diurna. En la teoría de Lynch rápidamente nos damos cuenta que no tienen porque coincidir los senderos, bordes, distritos, nodos e hitos, diurnos y nocturnos, e incluso ni los vespertinos. Si efectuásemos los mapas de Patterns de Alexander también veríamos que los diurnos, los vespertinos y los nocturnos no coinciden. Hasta la reconquista de la noche como espacio de ocio a finales del s.XIX por la burguesía en metrópolis como París (de ahí ciudad de la luz) la noche era la no-existencia, el no-día, el no-territorio,… La luz artificial se convierte en la herramienta que hará posible el cambio de una luz de seguridad a una luz creadora de espectáculo, ambiente, territorio, relaciones sociales,… hasta el punto que si no hay LUZ, no hay ESPACIO (de convivencia), no hay TIEMPO (de diversión) relegando los espacios no-iluminados al antiguo concepto de noche como reclusión, prospección, intimidad personal y convirtiendo la noche iluminada en un día aún más artificial, dominable por el hombre y manejable, pues podemos, mediante la iluminación manipular la parte de cada ciudad, edificio o territorio que queramos. Este nuevo espacio-tiempo reconquistado es móvil, ocasional, disconexo, se crea en medio de la noche, de la nada, es una utopia cambiante. El reto está en nuestra capacidad para crear, moldear, diseñar estos espacios y que estén a escala humana, nos envuelvan, nos podamos reconocer en ellos. Mumford reclamaba los aspectos sociales de las Ciudades, en "The Future of the City" en 1962-63 diciendo “La clave para una imagen arquitectónica fresca de la ciudad es pensarla como un todo... ligado a trabajar hacia una unidad orgánica del orden urbano que lleva a tomar en consideración todos los componentes a través de los sucesivos cambios de función y propósitos de generación en generación. Mientras que una imagen arquetípica no se puede realizar nunca, este concepto de la ciudad como un todo, nos permitirá definir el carácter de cada estructura institucional”. Y en 1960 Lynch en el prefacio de su libro “The image of the City” reclamaba las sensaciones que dichas Ciudades debe despertar en el hombre: "Este es un libro sobre el aspecto de las ciudades; sobre si este aspecto tiene alguna importancia y si se le puede cambiar. El paisaje urbano, entre sus múltiples papeles, tiene que ser algo que hay que ver, recordarse y causar placer. Dar forma visual a la ciudad constituye un tipo especial de problema de diseño, un problema bastante nuevo, dicho sea de paso". Y ya más recientemente Solà-Morales afirma: “A mi lo que me gusta es la Ciudad, las Ciudades, mirarlas, pasearlas, conocerlas, estudiarlas”. La imagen urbana es temporal, se experimenta siempre en relación con los contornos y con los recuerdos de experiencias anteriores. Los elementos móviles de la ciudad, especialmente las personas y su actividad, son tan importantes como los elementos fijos. El hombre tiene el doble papel de espectador y participante. Al hablar de imagen nos referimos a la combinación de todas las percepciones recibidas con los diferentes sentidos y ya no sólo la vista como defiende Pallasmaa. Por tanto, modelar la ciudad no es nunca un proceso definitivo, todo lo contrario, siempre evoluciona, aunque las líneas generales se mantengan, los detalles cambian constantemente, nuevos edificios, nuevas actividades,..., edificios iluminados en función de la hora, de la actividad que se desarrolla en su interior, de la época del año… La legibilidad del paisaje urbano es esencial para una buena comprensión y para poder disfrutarlo, aunque esta claridad no sea la única calidad de una buena ciudad pues la ciudad no la podemos considerar como algo en sí sino que percibida por los sus habitantes y visitantes. La estructuración y la identificación del medio ambiente constituyen una capacidad vital entre todos los animales móviles; nuestro medio ambiente físico y social -el lugar de la comunicación- está lleno de mensajes, signos y símbolos que influyen en el actuar del usuario al igual que este modifica el entorno, dándole significado y contenido con su propia capacidad emocional, psicológica y creativa. El hombre está siempre buscando auto-reconocimiento, reafirmación, estar en equilibrio con sus emociones y deseos, temores e imaginación... Es una situación de intercambio e interacción entre muchos elementos manejables, entre ellos, la luz que viene a apoyar la comprensión y apropiación de este medio ambiente. Al diseñar la iluminación hay que transformar imágenes materiales en sensaciones con significado... Hacerlo aparecer de forma positiva, integrando esfuerzos subjetivos con funciones objetivas, dándole a cada proyecto una forma significativa, una respuesta con apoyo. La iluminación en un espacio público debe dar carácter y forma al espacio nocturno, facilitar la vida más allá de las horas de sol, permitir una buena comunicación. El medio ambiente tiene una fuerte influencia en el estado de ánimo del hombre y la iluminación de los espacios tiene esta responsabilidad. Se puede dar a un espacio la fuerza de la congregación o de la agresión. Hay que ver la luz como una herramienta, para el conocimiento del lugar, para la interacción con el sitio. Tenemos que ver un espacio, un objeto y darles un objetivo que vaya más allá de su mera presencia en el entorno, un objetivo que vaya más allá de la iluminación. En la ciudad moderna que nace con las Vanguardias la relación del sujeto con el objeto, con la arquitectura, la noche y con la ciudad se transforma: el objeto no queda comprendido dentro de unas estructuras de interpretación que permitan articular una explicación. La experiencia de la ciudad deja de ser una vivencia coherente y continua y se ofrece como una acumulación de estímulos. La tensión se concentra básicamente en los espacios vacíos entre episodios, en las discontinuidades de la existencia, en los espacios intersticiales. La nueva ciudad de noche es el producto de la manipulación de imágenes autónomas creando una virtualidad física, un collage, fruto de las circunstancias, lo que sucede en cada instante, del caos urbano. Inestable, temporal, contingente y virtual. En definitiva, luz y movimiento contra masa y figura. Paradójicamente la realidad metropolitana del último tercio del siglo XX ha puesto de manifiesto la profunda vulnerabilidad de las utopías de la Ciudad Moderna y de las claves de lo que fue su identidad, el movimiento ha conducido a la congestión y a la parálisis; la información al engaño ya la manipulación, la tecnología a la masificación y a anular las diferencias y los matices,... Se presentan, por tanto, dos posibles posturas ante la noche (independientemente de la voluntad diurna de un edificio), o permanecer en la ausencia o crear la presencia. El camino de la ausencia hacia la presencia ha sido hasta ahora la historia de la luz artificial y de la arquitectura nocturna. El regreso hacia la ausencia voluntaria no forzada es la libertad que se nos presenta actualmente.