LA DOBLE EDUCACIÓN. LAS INFLUENCIAS FORMATIVAS EN LA OBRA MADURA DE LOUIS I.KAHN RUBÉN GARCIA RUBIO Arquitecto Doctorando en Co-Tutela en las Universidades de Valladolid y Roma Tre La arquitectura del maestro americano Louis I. Kahn cambió radicalmente en la década de 1950. Tal fue su transformación que resulta difícil encontrar la mano del mismo autor en obras tan dispares como la miesiana casa Parasol (1944) o la palladiana casa Fleisher (1959). A pesar de tales divergencias este hecho es ampliamente reconocido por los principales críticos de la arquitectura. Unos estudiosos que incluso se aventuran a situar dicho salto, permítase la expresión, con pelos y señales durante su estancia en el salto entre 1950 y 1951en la Academia Americana en Roma. Y tienen toda la razón. Pero solo en cuanto a lugar y fecha ya que la verdadera incógnita surge a la hora de situar los motivos de un cambio tan radical a partir de una breve estancia en Roma… Realmente los tres meses que Kahn pasó en Roma fueron intensos1. Una afirmación que ahora se puede proclamar dados los nuevos descubrimientos. Su cargo allí fue el de Arquitecto Residente (RAAR), que al contrario de lo que se pueda pensar, era más especie de amigo arquitecto que de profesor en sentido estricto. Un puesto que le permitió, e incluso le incitaba, a viajar. Y Kahn viajó y mucho. Algunos fueron más lejanos y otros más cercanos. Al conocido tour egipcio y griego, que ahora se puede situar de forma fehaciente, se unen otros de media distancia, la mayoría de ellos desconocidos hasta ahora puesto que no los dibujó, y un gran número de ellos en los alrededores de Roma, de nuevo poco estudiados hasta la fecha. Y sorprendentemente, no en todos ellos ejerció de maestro de ceremonias. Una estancia que aunque muy introvertida también le permitió entrar en contacto con algunas personalidades interesantes. Se reestablece la relación que Vincent Scully, autor de su primera monografía, fundó entre Kahn y arqueólogo Frank Brown y se tienden, y se desechan, nuevos vínculos personales desconocidos o poco puestos en valor hasta ahora. Unas nuevas relaciones, tanto humanas como arquitectónicas, que añadidas al acopio y clasificación de los escasos vestigios materiales y testimoniales dibujan su crucial estancia en Roma de una forma más fehaciente. Un nuevo panorama que sigue sin poder responder a las preguntas más interesantes a pesar de los novedoso e interesante. No se atreve, o no puede, y nos remite a los años precedentes en la biografía de Louis Kahn. A los años “incubadores”. Cada cual tiene, no sé, una figura en su trabajo ante al que se siente responsable. Yo a menudo me digo, me digo a mi mismo: “¿Qué tal lo estoy haciendo, Le Corbusier?” Verá, es que Le Corbusier fue mi profesor. Lo que digo es que Paul Cret fue mi profesor, y que Le Corbusier también fue mi profesor. 2 De estas palabras de Kahn se desprende un hecho fundamental para entender su obra madura. Y es su bicefalia formativa3. Su doble educación Una primera formación directa con el Llegó a Roma en un vuelo directo el 1 de diciembre de 1950 y el 27 de febrero de 1951 estaba tomando un barco en Le Havre (Francia) de vuelta a su país. Recientes investigaciones realizadas por el presente autor han llegado a revelar casi por completo la frenética actividad realizada por Kahn día a día. Nuevos descubrimientos que permiten explorar nuevas teorías derivadas de esta estancia pero que también invalidan numerosas creencias extendidas hasta la fecha. 1 (L. I. Kahn, Escritos, conferencias y entrevistas) pp 322 El símbolo de la Academia Americana en Roma en el dios Jano con una cara que mira hacia el pasado y otra hacia el futuro. Curiosa coincidencia. O divina predestinación… 2 3 arquitecto francés Paul P. Cret. Y otra formación indirecta con el también arquitecto francés Le Corbusier. Tradicional pero moderno. Para comprender la primera etapa formativa de Kahn ha de dirigirse a los beginnings que tanto le gustaba proclamar. Una educación que tiene su origen en la Public Industrianal Art School donde James Liberty Tadd le incitó a dedicarse al dibujo mediante la representación de sus primeras formas geométricas puras. Una tendencia hacia la pintura que continuó hasta que se cruzó por su camino William F. Gray quien provocó en su vida un brusco cambio con las grandes obras de arquitectura del pasado. Y con esta maleta llena de arquitectura clásica el joven Lou entró en la prestigioso School of Architecture de la UPenn. Pero a pesar de tal predisposición su paso universitario no fue brillante hasta que se topó en su último año con el patron d’atelier Paul P. Cret. Éste era uno de los mejores arquitectos y docentes del país, cuya fama incluso traspasaba fronteras, que sorprendentemente tenía un gran lado progresista a pesar de su clásica y tradicional formación beauxartiana y que resultó clave en el crecimiento intelectual del joven Lou. Tanto que incluso marcará el rumbo de sus primeros años profesionales hasta llegar a eclipsar el grand tour europeo, al que recientes descubrimientos han ayudado a situar de forma segura, que Kahn realizó como colofón a su clásica instrucción. Moderno pero tradicional. De nuevo el caprichoso destino jugó una carta a favor de Kahn. Y es que justo seis meses más tarde de su llegada del periplo europeo estalló el Crack del 29. Y con ello la gran Depresión y la falta de trabajo. Un tiempo libre que Kahn aprovechó, aunque inconscientemente, para autoformándose. Son años en los que asistió de forma asidua al T-Square Club de Filadelfia. Una institución que de diversas maneras promovió el debate arquitectónico y en la que su patron Cret ejerció una fuerte influencia. Pero allí también conoció a un George Howe que se estaba encumbrando en la cima de un nuevo Estilo arquitectónico llamado Internacional con su edificio PSFS (1929-32).Y a Frank Lloyd Wright, y a Buckmister Fuller, y a Rudolph Schindler… pero sobre todo, conoció a Le Corbusier. Son unos años en los que las influencias de este nuevo estilo parecen llegarle desde todos los costados. Desde su compañero Norman Rice, que había coincidió con un joven Sert en el despacho de Le Corbusier, a la famosa exposición del MoMA, con la presentación de obras como la villa Savoye, pasado por sus con arquitectos modernos como Oscar Stonorov, editor de la primera monografía del maestro francés, y Alfred Kastner. Y todos ellos se dirigen a la figura de Le Corbusier. Resultado, que las primeras obras propias de Kahn hablan un lenguaje totalmente corbusieriano. Obras como las Jersey Homesteads (1935-37) o el Norhteast Philadelphia Housing Corporation (1933) así lo atestiguan. Esta doble formación fue el motivo de constantes luchas internas en el pensamiento de un Kahn que todavía no sabía cómo juntarlas pero que quería hacerlo. La casa Weiss (1947-50) da muestra de esta dicotomía. “Una casa que es contemporánea pero no rompe con la tradición4” llegó a afirmar de la misma. Un conflicto que solo se resolverá a partir de su estancia en Roma. El presente abstract es resultado de la Tesis Doctoral en Co-Tutela titulada “DENSIDAD APARENTE. LAS LECCIONES DE ROMA EN LOUIS I. KAHN” que el autor está desarrollando bajo la Co-Dirección de FRANCESCO CELLINI (Univ. Roma Tre), JULIO GRIJALBA (Univ. Valladolid) y JUAN CARLOS ARNUNCIO (Univ. Politécnica de Madrid). 4 KAHN, Louis I., citado en KEYS, Barbara, “Architect’s Prize-Winning Houses combine best features of Old and New”, The Evening Bulletin, 20 de mayo de 1950, pp 11