NOTAS AL PROGRAMA (concierto organo 1 de abril) El oratorio Paulus (San Pablo), op. 36, de Félix Mendelssohn, fue estrenado en 1836. Con anterioridad, el músico había estado interesado en componer un oratorio sobre San Pedro o San Juan, pero finalmente optó por la figura de San Pablo, que lo escribió, y luego por Elías. Con este último, ya de 1846, Mendelssohn dejaría dos grandes oratorios sobre dos figuras del Nuevo y del Antiguo Testamento. El Paulus tiene un carácter más bien épico, mientras que el Elias es de mayor fuerza dramática. Aunque se cree que Mendelssohn poseía un mayor conocimiento sobre Händel que sobre Bach (de quien había hecho “resucitar” su Pasión según San Mateo), optó por el modelo de oratorio del Cantor de Leipzig. El Paulus se estrenó el 22 de mayo de 1836, domingo de Pentecostés, en Dusseldorf. Al año siguiente, se repuso en Birmingham. La aceptación fue tan buena que hasta el propio Wagner lanzó grandes alabanzas sobre de la obra. El arreglo para orquesta de la obertura del Paulus es de W.T. Best, quien fue el organista británico más grande de la época victoriana. Best residió en Liverpool, donde ejercía como organista de St George’s Hall. Además de su formidable virtuosismo, tenía en repertorio unas cinco mil obras. Como explica David Gammie, la obertura de Paulus es una fantasía sobre la coral “Wachef auf”, que comienza con el himno y prosigue con la fuga, imponiéndose ambos temas al final en una majestuosa peroración (fórmula que luego adaptaría Max Reger en sus fantasías corales). La transcripción al órgano es excelente, tal y como lo merece esa propia fuga mendelssohniana que llegó a impresionar al propio Héctor Berlioz. A diferencia de Mendelssohn, quien solía practicar el piano pero también el órgano, Robert Schumann no tocó este instrumento. Sus composiciones para órgano (o para piano-pédalier) son sólo tres: Seis estudios en forma de canon, op. 56; Cuatro Esbozos, op. 58; y las Seis Fugas sobre B.A.C.H., op. 60. En estas Seis Fugas basadas en las notas del nombre de B-A-C-H (en su denominación anglosajona), el autor sigue algunos conceptos de “El Arte de la Fuga”, del Cantor de Leipzig: disminuciones, aumentaciones, escritura a menudo a cinco voces, doble fuga, etc.) y hasta la diversidad de tonalidades, compases, etc. Esta monumental obra fue terminada en noviembre de 1845, cuando J. S. Bach era aún un capítulo histórico poco estudiado y conocido. De las seis de que consta la obra, la n. 1 es una fuga a 5 voces, en si bemol mayor, sobre un tema austero. Tras una exposición y un segundo grupo de entradas, proviene una tercera parte más compleja, con disminución del tema y luego con su aumentación, tras lo que llega el epílogo. Al igual que en la primera, en la n. 2 (a 4 voces) utiliza las cuatro notas del nombre BACH, pero añade típicas figuraciones barrocas en semicorcheas, en rápida marcha. Esta es la más enérgica y virtuosística de las seis fugas, por su exigencia en las manos y en el pedal. La n. 3, a 5 voces y en sol menor (aquí cambia de tonalidad), es una fuga lenta, de carácter expresivo y meditativo, con una escritura polifónica más bien reducida a un trío, a pesar de la presencia de las cinco voces. La fuga n. 4, a 5 voces y en si bemol mayor, conlleva una estructura musical más complicada, con mayor parecido a las bachianas en el uso de las formas y en el stretto. 1 La n. 5, en fa mayor y a 4 voces, es asimismo de difícil ejecución, por su textura cromática y su especie de “scherzo stacatto” con aire de rápida danza, en 6/8, similar a la giga. Finalmente, la n. 6, a 5 voces, en si bemol mayor y con dos temas, conlleva una estructura compleja, para finalizar en un episodio majestuoso y vertical, en que mezcla la conclusión triunfal con una especie de incertidumbre, en un ambiguo 3/2. La Fantasía sobre ”Komm, heiliger Geist, Herre Gott”, de J. Sebastian Bach, definida como canto fermo con pedale, forma parte de la colección llamada “Corales del autógrafo de Leipzig BWV 651-668”. Se sabe que en sus últimos años, entre 17747 y 1749, Bach se dispuso a ordenar, con intención de editarlos, un conjunto de corales escritos a lo largo de su vida, desde su estancia en Weimar. En esta serie de obras se encuentran composiciones de tan distinta como original forma de tratamiento de los corales. La Fantasía “Komm, heiliger Geist…” es una obra de amplias proporciones y está basada en el himno de Lutero “Veni, Sancte Spiritus”, El término Fantasía que utiliza el compositor para este coral es adecuado, pues en realidad se trata de una brillante toccata en fa mayor: mientras el tema del cántico va discurriendo en espaciadas notas, las manos desarrollan un majestuoso y brillante motivo de semicorcheas que bordan el inicio del cántico. Este flujo de las semicorcheas irá animando la obra, a pesar del claro diatonismo del coral, creando climas sonoros que envuelven los diversos períodos del texto del coral. Duración, unos 5 min. William Bolcom, quien estudió con Darius Milhaud en California y con Oliver Messiaen en el Conservatorio de París, es uno de los compositores norteamericanos de mayor prestigio de la segunda mitad del s. XX. Según explica Robert P. Morgan en su “La música del siglo XX” (Akal-Música), Bolcom, “cuyas raíces tienen relación tanto con la música popular como con las tradiciones de concierto, tardó unos veinticinco años en completar la obra “Songs of Innocence and Experience” (1981), produciendo un extraordinario popurri que abarcaba no sólo su desarrollo técnico y estilístico, sino cualquier tipo imaginable de música, como la canción folklórica, el reggae y el contrapunto de Berg”. Lo cierto es que en William Bolcom se une la música de tipo popular, con los términos más convencionales, con la de mayor dotación técnica. Ël mismo es un experto exponente de los ragtimes, acompañando a su esposa Joan Morris, cantante de cabaret. Ha grabado, asimismo, una enciclopédica variedad de música popular americana. Esta mezclada base y técnica puede en cierta manera detectarse también en la Free Fantasia on “O Zion Haste” and “How Firm a Foundation”, obra de 1984 que cierra el cuarto y último de los cuatro libros de Gospel Preludes (1979-1984) de este autor nacido en Seattle, Washington, en 1938. La Fantasia es una especie de ejemplo de esos preludios para órgano, pues explora esos contornos musicales que contienen mudanzas técnicas y complejidades rítmicas con estallidos de vida y color. Esto queda patente dentro de las dos claramente definidas secciones, de carácter musical firmemente contrastado, que activan una gradual progresión fuera de la oscuridad y dentro de la luz. La primera parte es armónicamente disonante y de estilo improvisatorio, de color y dinámica, mostrando ampliamente un claro espectro desde las agresivas cuerdas totales y los rápidos adornos para pasajes de meditativo misterio. Tras un interim se inicia el cambio de la disposición, el ritmo se torna regular, y el 2 pedal introduce la linea melódica del segundo himno, How Firm a Foundation, acompañado por armonías de gospel-blues, y va construyéndose un irresistible crescendo para finalizar con un resonante climax. Nacido en Louviers en 1902 y muerto en Paris en 1986, Maurice Duruflé fue discípulo de Charles Tournemire (a quien sustituiría en su clase en el Conservatorio parisino), de Eugène Gigout y de Paul Dukas. En 1930 es nombrado organista de Saint Etienne du Mont, cargo que ejercerá con fidelidad a lo largo de toda su vida. Precisamente de ese mismo año es su tríptico Prélude, adagio et choral varié sur le thème du “Veni Creator”, op. 4. Basado en el himno gregoriano Veni Creator Spiritus, el Prélude es un allegro en el que circulan fragmentos dispersos, que aparecen y desaparecen. Con un recitativo se le une el Adagio, movimiento que inicia una progresión lírica que culminará en un fortísimo, el cual decrecerá seguidamente para unirse, con un lazo de dos notas, al Choral. Este último movimiento comienza exponiendo con calma, en un juego pleno del órgano, todo el tema del himno Veni Creator. Tras ello vendrán cuatro variaciones: 1. Superposición del tema entero y del tema parcial; 2. El motivo gregoriano emerge casualmente con tres sinuosas lineas. 3. Canon a la quinta sobre un fondo de sabrosas armonías. 4. Toccata, una red de enlazamientos melódicos que recuerdan al preludio y que hace aparecer el tema con amplios valores y con respuestas que van de un lado a otro. La apoteosis final simboliza la presencia deseada y acordada del Espiritu Santo, según define X. Darasse. J. A. Z. 3