Las últimas noticias, Chile

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Las últimas noticias, Chile.
19/01/2008.
“Vagón fumador”, antología de relatos sobre el tabaco.
Publican libro hecho de colillas, ceniceros, encendedores y humo
En el volumen, once narradores actuales se internan en el mundo de fumadores, no
fumadores y ex fumadores.
Por Leonardo Sanhueza
Muchas cosas han cambiado en la última década para los fumadores. Prohibiciones
sensatas y también absurdas, advertencias espantosas en las cajetillas, miraditas raras
por aquí y por allá, disminución de la variedad de marcas y progresivo endurecimiento
de las políticas antitabaquistas son sólo algunas muestras de que fumar ya no es lo que
solía ser.
En medio de ese panorama, ha aparecido Vagón fumador, una antología de once relatos
de escritores actuales sobre el tabaco, publicada bajo el joven y prometedor sello
bonaerense Eterna Cadencia (ver recuadro).
Con las excepciones de los relatos del mexicano Mario Bellatin y del chileno Alejandro
Zambra, además del célebre poema “Tabaquería” del heterónimo de Fernando Pessoa
Álvaro de Campos, el grueso de los textos pertenece a autores argentinos, algunos de
larga trayectoria, como Hebe Uhart, Alberto Laiseca y Elvio Gandolfo, y otros que
recién están dándose a conocer, como Sol Prieto e Inés Acevedo.
El libro, que llegará a Chile en los próximos meses, fue organizado por los escritores
argentinos Mariano Blatt y Damián Ríos, quienes plantean que, “más allá del lugar
común del retrato del escritor con un cigarrillo en la mano o en la boca, la literatura y el
acto de fumar tienen un lugar legítimamente común: el tiempo”.
El relato que abre el libro es “Noventa días”, de Zambra, que recoge las anotaciones del
diario de un fumador que deja de fumar gracias a la mágica varenicilina. Entre la
confusión que le produce su nuevo estado y la conclusión de que “ha sido absurdo este
tratamiento”, van deslizándose algunas reflexiones nerviosas sobre literatura chilena,
como también nostalgias del ex fumador y el abismo que separa a los fumadores de los
no fumadores.
Casi como contrapunto, en “Química y tabaco”, de Elvio Gandolfo, el narrador es un
tipo que nunca ha fumado, pero que muestra cierta simpatía hacia quienes sí fuman,
entre los cuales su padre lo hacía “con la seguridad, la elegancia y el aplomo de los
galanes del cine italiano”.
En su relato “Para dejar de fumar”, Hebe Uhart clava un aguijón distinto en la mirada
antitabaquista, al reparar en el hecho de que existen “grupos de ayuda mutua para dejar
de fumar, de tomar, de jugar”, pero no “para dejar de chismear, o de robar, o de
cometear, que también podrían considerarse tentaciones, ya que se asocian con el vicio
y con el mal”.
Aunque el poema “Tabaquería”, que cierra el libro, habla de otra cosa, vienen de perlas
algunos de sus versos que asocian el acto de fumar al de pensar, comparando los
pensamientos con las volutas de humo que se saborean y luego se van, quizás sólo para
constatar que “la metafísica es una consecuencia / de encontrarse mal dispuesto”.
Después de esa conclusión, el poeta dice, sin anestesia: “me echo para atrás en la silla /
y sigo fumando. / Y en tanto el Destino me lo permita / seguiré fumando”.
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