EDITORIAL UN DIA POR LA PAZ EN UN MOMENTO TRAGICO Aquel día, mientras muchos profesores con sus alumnos reflexionaban sobre la paz, los países ricos de la Tierra estaban dando una lección, difícil de olvidar, a la población del Golfo Pérsico, y cuyos resultados ya se están viendo: violencia y guerra, lo militar sobre lo civil, la razón de la fuerza, sobre la fuerza de la razón, entre otras muchas bases del «nuevo orden» impuesto en la zona y en el mundo. Pero no sólo lo han vivido «ellos», sino que ha sido seguido por una gran mayoría de la población, tanto adulta como infantil, con el temor a que el conflicto pudiera llegar a más. Todo ello ha producido una población deseosa de encontrar cauces, vías y soluciones negociadas, una gran frustración. Por una parte, el fracaso de la vía diplomática y, por otra, los intereses que han dominado toda la contienda y posterior, basado en el predominio económico y el control por parte de los países poderosos, de la energía que producen los países del Golfo y que es utilizada mayoritariamente por la sociedad industrial/postindustrial, así como la protección y predominio del estado israelí. Un nuevo orden del mundo, basado en el predominio de EE.UU. y la comparsa de países que no quieren perderse las prebendas de los ganadores, sin llegar ni por un momento a plantearse un reparto más equitativo, una solución negociada de los problemas de la zona y de los países del Tercer Mundo, basado en el respeto a los pueblos que allí viven, así como a sus territorios históricos, el desarrollo de gobiernos democráticos, elegidos y controlados por su propio pueblo y sin ningún tipo de injerencias. Los niños también han sufrido, desde sus televisores, el triste espectáculo de la guerra. Imágenes e información manipulada, buenos y malos, como si de una película de cowboys se tratara. Sin acordarse de la historia reciente de este pueblo, que quiere imponer a todos los demás pueblos de la Tierra sus razones; las mismas que los llevaron a aniquilar a los pobladores nativos de América, la intervención en Vietnam, la guerra de Corea ... y en los últimos diez años, el apoyo a Pinochet y el derrocamiento de Allende, el mantenimiento ultraderechista del Salvador y posteriormente a la «Contra» en Nicaragua, la invasión del país caribeño de Granada ... ¿De qué nos valdrá entonces que celebremos un día al año por la paz nuestros gobiernos deciden ir a la guerra por intereses ocultos y por conveniencia propia, sin tener en cuenta a la población que representa? Y finalmente, ¿qué valores encierra este nuevo orden del mundo impuesto tras la guerra? Mucho habrá que trabajar para desarrollar en la población que se está educando unos valores por todos reconocidos y aceptados en los papeles pero que, a la hora de la práctica, «Don Dinero» tiene la última palabra.