Tres ausentes en la Batalla de Carabobo del 24 de junio de 1821: Feliciano Montenegro, Francisco Bermúdez y Rafael Urdaneta Feliciano Montenegro Colón, un jefe militar realista nativo de Caracas y emparentado con el mantuanaje, había sido designado por el general Miguel de La Torre (sucesor de Pablo Morillo) como Jefe del Estado Mayor del ejército realista acantonado en Carabobo, en espera del ataque de las fuerzas comandadas por el Libertador Simón Bolívar. Con el paso de las semanas fueron agotándose las provisiones que requería una fuerza de esa magnitud. Prácticamente todos los ganados, aves, granos y otros bienes esenciales comenzaban a escasear. Y no menos grave era la situación para alimentar los caballos y otras bestias que habían ido agotando todos los pastizales cercanos y a los cuales tampoco se podía llevar demasiado lejos sin que ello amenazara la seguridad y operatividad de los cuerpos de caballería, especialmente los de origen llanero ya bastante desmoralizados y prestos a desertar tal como se verificó antes de terminar el combate. Por esa razón, a Montenegro le tocó viajar por todas las comarcas cercanas localizando y requisando todo aquello que se necesitaba con urgencia, para mantener las fuerzas realistas en sus posiciones, donde esperaban en terreno bien defendido el inminente ataque de Bolívar. Los otros ausentes: Bermúdez y Urdaneta Hay que recordar que el Libertador hábilmente planificó y ejecutó varias maniobras militares de distracción o “diversiones”, apenas se rompió el armisticio firmado el año anterior: Una que partió desde el Oriente al mando del General Bermúdez, tomó brevemente a Caracas y amenazó los valles de Aragua para luego retirarse en orden, tal como había sido planeado. La otra importante maniobra patriota fue hacer avanzar las fuerzas comandadas por el General Rafael Urdaneta desde la recién liberada Maracaibo por la vía de Coro y amenazar también el centro del país. De tal manera que las fuerzas realistas no podían mover sus fuerzas concentradas en Carabobo pero tampoco podían dejar de destinar algunas fuerzas para detener las invasiones que amenazaban con arrebatarles su retaguardia. Aunque las tropas comandadas por Urdaneta finalmente no pudieron llegar a tiempo para cubrirse de gloria en Carabobo, mucho menos lo pudo hacer su valeroso jefe. Este venía gravemente enfermo y no podía siquiera montar en su caballo. Años después - cuando murió en 1845 - se pudo apreciar el descomunal tamaño de los cálculos renales que finalmente lo llevaron a la tumba. Tal vez sus dolencias de 1821 fueron un antecedente de ese mal. Napoleón Franceschi G. Profesor Titular (J) de la Universidad Pedagógica Experimental Libertador. Doctor en Historia (UCAB,1995), Master of Arts (UOP, California, 1984), Profesor de Historia egresado del Instituto Pedagógico de Caracas (1976)