La columna de opinión

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GUÍA 8
La columna
La columna es un espacio fijo y
periódico en un medio. Generalmente,
está a cargo de un periodista, pero
también puede ser escrita por un
especialista como por ejemplo o médico
un deportista. Normalmente, una
columna tiene el objetivo de mostrar
puntos de vista ante una noticia y pude
expresar un punto de vista diferente al
editorial.
o
Columna de autor:
Generalmente identificadas con el nombre del periodista ( a veces, incluso hasta con su
foto), están basadas en la idea de crear cierta complicidad entre el autor y el lector dadas
por la familiaridad y la frecuencia con que aparecen sus comentarios.
Columna de tema:
En este caso no están a cargo de un solo columnista ,sino de varios que vierten su opinión
sobre un mismo tema. El tema puede ser el deporte, las noticias internacionales o un
suplemento de salud o cocina.
La columna es el género periodístico que analiza, interpreta y orienta al público sobre un
determinado suceso con una asiduidad, extensión y ubicación concretas en un medio
determinado.
Algunos estudiosos sitúan también el origen del auge de la columna en la progresiva complejidad
de los periódicos. Cuando crecen y su organización se complica, los editoriales que firmaba el
director y con los que orientaba a la opinión se vuelven anónimos; o, si el nombre sigue atrayendo
seguidores,
se
convierten
en
firmas.
La columna es un arte y una técnica que se adapta, por tanto, a la personalidad del articulista. De
ahí el fuerte grado de identificación que existe entre el comentarista y el lector. Uno de los
secretos de la columna es la atmósfera de intimidad que promueve en el lector. La columna
responde a la necesidad de conocer al que habla e indica la preferencia del lector por el contacto
directo con un individuo más que con el producto editorial anónimo de una corporación.
La columna es un ejemplo de lenguaje periodístico personal, un instrumento de comunicación que
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de Santiago de Chile. Escuela de Periodismo
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persigue la defensa de unas ideas, la creación de un estado de opinión y la adopción de una
postura determinada respecto a un hecho actual y relevante. Es un comentario valorativo,
analítico y razonador con una finalidad idéntica a la del editorial: crear opinión a partir de la
propia. Su diferencia estriba en la identidad individual de la firma. Es un vehículo de comunicación
personal que huye de la anonimia y la solemnidad del editorial; de la densidad y la profundidad del
artículo
y
de
la
simpleza
y
la
asepsia
de
la
noticia.
Hay tantas columnas como columnistas. El estilo es libre y refleja las habilidades discursivas del
autor. El columnista dice lo que quiere y cómo quiere. Generalmente, el medio busca una
correlación entre su concepción ideológica y las opiniones expresadas en las columnas. A veces, se
incluyen comentarios que distorsionan la línea editorial del periódico porque se cree necesario
ofrecer
una
imagen
plural
del
mismo.
Desde un punto de vista formal, la columna tiene una serie de características básicas: extensión
uniforme, ubicación fija, libertad temática, periodicidad en la difusión, asiduidad, título genérico y
un tratamiento tipográfico especial que la distingue del resto de contenidos de la página donde se
incluye.
Como género periodístico, la columna tiene tres características fundamentales que configuran su
esencia: su periodicidad, la titulación fija en nombre y en tipografía, y su carácter eminentemente
personal y emotivo. La columna es el género periodístico que con una frecuencia determinada,
interpreta, analiza, valora y orienta al público respecto de sucesos noticiosos diversos.
A diferencia del editorial y del artículo, no es preciso que el columnista asuma una posición ante
los hechos. El columnista escribe sobre asuntos conocidos, pero a los cuales no se les ha prestado
la debida atención; o bien se interesa por relatar alguna experiencia personal y para hacerlo
aprovecha
algún
suceso
noticioso.
La columna es el género periodístico de opinión que da lugar a un tipo de comunicación más
personal, de menos formalidad que el editorial o el artículo, y que puede incluso proporcionar
momentos
de
recreación.
Escribir una columna no es tarea fácil. Requiere conocimiento del tema, pero también habilidad
para proyectar una personalidad fuerte y atraer al público, simpatizar con él y mantener su
atención.
El columnista goza de amplia libertad temática para expresar sus puntos de vista, para defender
una postura y para censurar el comportamiento de las personas y de los grupos sociales.
La distinción mayor entre editorial y columna tal vez estribe en que la gama de tipos es mucho
mayor en el caso de la columna que en el del editorial. Puede haber columnas intrascendentes,
sobre temas menores, mientras que un editorial ha de tener necesariamente una trascendencia
mayor. También en el lenguaje del editorial hay mayor limitación de posibilidades que en la
columna. La columna puede oscilar desde un estilo grandilocuente hasta el más ligero e
insustancial. Los editoriales, por el contrario, se mueven todos dentro de una cierta uniformidad
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de lenguaje que responde al estilo literario que la empresa adopta para exponer y pontificar
acerca de aquellas cuestiones que tienen la suficiente entidad social como para que el periódico se
pronuncie
acerca
de
ellas.
De todas formas, puede decirse que en el periodismo moderno hay un desplazamiento de
cuestiones desde el editorial a otros géneros de opinión, particularmente de aquellos
comentaristas que tienen prestigio ante los lectores y que gozan al mismo tiempo de la confianza
ideológica del periódico. Este desplazamiento del editorial a la columna o el artículo sirve para
desdramatizar ciertos asuntos ante el público: siempre es preferible que se equivoque un
periodista que un periódico. Pero también se puede encontrar una justificación a esta tendencia
en el mayor atractivo de lo personal y firmado frente a lo anónimo y colectivo.
En teoría, el columnista que firma sus escritos puede expresarse con la mayor libertad. Puede, de
hecho, sustentar un punto de vista contrario al que sostengan los editoriales del mismo periódico.
Puede, incluso, contradecir las ideas de los editores. Hay algunos periódicos que se esfuerzan en
escoger columnistas que sostienen puntos de vista totalmente opuestos a la política editorial.
Además de esto, está fuera de toda duda que el lector busca un columnista determinado y se
identifica con él. El columnista escribe para su lector, que aunque es desconocido, de alguna
manera le llegan sus escritos. Cuando un columnista muy leído se marcha de un periódico a otro,
normalmente se lleva a un buen número de lectores que le siguen.
Por lo que se refiere al contenido, se escriben columnas en las que se abordan los temas más
variados: política, deportes, economía, sociales, radio, cine, televisión y arte, entre otros.
La columna, como género periodístico de opinión, adopta la siguiente estructura: Introducción,
desarrollo
(comentarios)
y
conclusión.
La estructura de la columna, en general, no puede ajustarse a un modelo preestablecido, puesto
que este género periodístico es el más personal y libre de todos. Cada columnista integra su
escrito como más conviene a la información con que cuenta y al propósito de sus comentarios.
De
1.
este
La
modo,
columna
que
existen
se
diversas
escribe
opciones
mezclando
la
para
redactar
información
y
las
los
columnas:
comentarios.
2. La columna de comentario, que sólo usa la información para referirse al suceso, de manera que
la
mayor
parte
está
compuesta
por
los
juicios
del
columnista.
3. La columna esencialmente informativa, pero que incluye algún comentario para lograr el efecto
argumentativo
de
la
totalidad
del
texto.
En cuanto al estilo, el tono de las colaboraciones de los columnistas puede ser serio o ligero,
formal o informal, objetivo o subjetivo, etc. Por tanto, el estilo resulta muy variado: narrativo,
descriptivo, expositivo, argumentativo, como a menudo sucede, puede ser una combinación de
dos
o
más
de
estas
formas
discursivas.
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La elección de una u otra forma de expresión lingüística depende del tipo y de la función de la
columna. Por ejemplo, el periodista que en su columna sugiere un comentario mediante el uso de
palabras, pero no lo hace abiertamente, utiliza principalmente la forma expositiva. Pero si ordena
los datos de tal manera que el grado de interés vaya en aumento (suspenso), la forma narrativa
resulta más conveniente. Si su intención es reproducir un suceso o "pintar" una situación, la forma
del discurso adecuada es la descriptiva. Por último, si el propósito del columnista es convencer a
los lectores con sus comentarios, persuadirlos respecto de las ventajas o desventajas de su
proposición
central,
la
forma
indicada
es
la
argumentación.
Para concluir, entre las recomendaciones generales para redactar la columna, podríamos
aconsejar la redacción de la columna en beneficio social, evitando presentar en ella los pleitos
personales o los ataques a quienes no tienen igual posibilidad de defenderse que el columnista.
La columna es, en definitiva, el resultado de un acto de creación individual, un elemento de
comunicación que, dentro del ámbito de los géneros de solicitación de opinión, refleja la forma de
pensar de una persona determinada y la posición que ha adoptado respecto a un tema de cierta
importancia.
Matrimonio homosexual: una discusión
retórica
Por Juan Pablo Gutiérrez
Me parece que la discusión sobre el matrimonio homosexual es
singularmente retórica y los argumentos que esgrimen los que
se oponen a ella pecan de una circularidad supina; el
matrimonio es una institución eminentemente civil, cuya
existencia antropológica es incluso anterior a la civilización
misma (comenzó a existir desde que el cromagnon agarró del
pelo a una mujer y se la llevó a vivir con él a las cavernas
rupestres), por lo tanto, como derecho civil que es, no
corresponde teñirlo de una determinada ideología o religión
(para efectos de transparencia diré que soy católico desde la
cuna), por lo tanto, no corresponde que conforme a la
naturaleza del ser humano, se coarte la manifestación de este derecho civil para con un
sector minoritario pero no por eso menos importante en nuestra sociedad. Creo que negar la
posibilidad de que haya matrimonio (y sí matrimonio, no unión civil o contrato o acuerdo,
no es necesario someter a una segunda discriminación intentando maquillar el mecanismo
jurídico) entre personas del mismo sexo además de atentar contra el principio de igualdad
ante la ley(dictada por un estado laico desde 1925) es quitarle al derecho su carácter
objetivo, por cuanto en la realidad empíricamente sabemos que existen muchas parejas que
se encuentran en esta situación (no es el número en todo caso lo que debe motivar su
regulación; aunque existiera una sola pareja debe haber matrimonio homosexual)y merecen
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tener una solución más allá de lo puramente legal que les permita sentirse dignamente
reconocidos por el estado chileno y por la sociedad en general. La Iglesia está en su
derecho a manifestar su opinión, como puede estarlo la Junta de Vecinos nº1 de
Concepción, el presidente del curso de mi hermano chico, etc, pero no se debe confundir el
manifestar su opinión con el entrometerse indebidamente en temas que atañen a los
derechos humanos de todos y todas. Creo también prudente señalar que en este tema a la
derecha se le cae toda la argumentación cuando señala que en los temas de estado debe
primar lo técnico, por cuanto si fuera por consideraciones técnicas hace rato que este tema
debería estar resuelto. Y no sólo este tema, sino que otra arista en particular: la adopción
por parte de personas del mismo sexo. Confieso que no creo ser llamado a dilucidar esa
interrogante. Creo que quienes están auténticamente más capacitados son los sicólogos, y
según tengo entendido tanto ellos, como innumerables testimonios de hijos criados por
padres homosexuales son abrumadoramente favorables al establecimiento de esa
posibilidad.
La ciencia avisa y los políticos miran hacia
otro lado
Por Aida Vila
Varios informes sobre cambio climático han
visto la luz estos días, coincidiendo con un
verano (boreal) lleno de fenómenos
meteorológicos extremos en todo el mundo.
La Administración Nacional Oceánica y
Atmosférica de Estados Unidos (NOAA)
desvela, en su último informe mensual, que el
mes de junio de este año ha sido el más
caluroso de la Historia. La temperatura media
de la Tierra y la de la superficie de los océanos
ha sido de 16,2°C; 0,68°C por encima del
promedio del siglo XX (15,5°C). Pero no se
trata solo del mes de junio. El periodo enerojunio también tiene el récord respecto al S.XX
en cuanto a calor.
Quizás lo más sorprendente de este informe sea el hecho de que más del 90% del
calentamiento de los últimos 50 años se detecta en aguas marinas, lo que equivale a arrojar
al mar la energía necesaria para mantener 500 bombillas de 100W encendidas para cada
uno de los habitantes del planeta. El resultado del calentamiento del mar es, como sabemos,
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la expansión de los océanos y el derretimiento del hielo marino como el del Ártico, que es
este año un 10,6% menor que la media del periodo 1979-2000.
Otras oficinas meteorológicas mundiales han presentado también informes en los que
declaran el mes de junio como el cuarto más cálido de la Historia (Australia) o califican el
primer semestre de 2010 como el más seco desde 1929 (Reino Unido) y, en España, la
Agencia Estatal de Meteorología proyecta aumentos de la temperatura de hasta seis grados
y una disminución considerablemente las lluvias a lo largo de este siglo.
Pero, al margen de los datos científicos, basta con ver las noticias para ser conscientes del
poder destructor que está teniendo el cambio climático este verano: una de las peores olas
de calor en Estados Unidos, las peores inundaciones de la década en una parte de China y el
mes de junio más seco de la historia en la otra, la peor sequía de los últimos 130 años en
Rusia, temperaturas de 35 grados en los países nórdicos y en España, ¡un verano de
infierno!
Hoy empieza en Bonn otra ronda de negociaciones para preparar los acuerdos que deben
tomarse, el próximo mes de noviembre, en la cumbre climática de Cancún. La reunión se
inaugura con la mala noticia de que la Administración Obama no va a aprobar su ley de
cambio climático este año.
Es curioso que los informes sobre cambio climático de las agencias oficiales de todo el
mundo sean tan contundentes y que las posiciones políticas y los compromisos de
reducción de emisiones sigan dejando tanto que desear…
En la crisis climática no sirve el recurso fácil de “mirar hacia otro lado” porque no hay
territorio en el mundo que no esté sufriendo ya los impactos del cambio climático tanto a
nivel ecológico, como económico y social. ¿Van a quedarse nuestros políticos con los ojos
cerrados
para
siempre?
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