Crisis informativo-televisiva. “Jamás vamos a comprobar que el guarismo de las noticias buenas, superen al de las malas. Y no es una cuestión ingenua de nuestra parte al pensar que “lo bueno no vende.” ” “¡Y la moneda! A quién corno le interesa la cotización de la moneda, cuando éste es un país donde hay un cambio casi en cada esquina. ¿Saben cuánto hay que recorrer en Buenos Aires para conseguir una casa de cambios?” “No hay un noticiero que sobresalga por “la noticia distinta”. Son un calco todos y no hace falta más que hacer zapping en horario central para comprobar esto que decimos.” “Hay cinco programas de fútbol, dos de ellos en el mismo canal y ninguno puede repasar las mejores jugadas, ya ni digo lo goles, porque no se pueden pagar los derechos de televisación, es de un tenor tan ridículo que no se entiende cómo subsisten.” Cada día, a partir de las 18 y hasta un poco más de las 21 hs., la sociedad uruguaya se enfrenta a la TV para recibir lo que se cree que son “las noticias” de la jornada. Una nefasta selección de noticias que van desde los temas archi tratados del último acontecimiento político en boga, hasta el infortunado accidente de tránsito que logró que un móvil televisivo llegara. ¿Qué está pasando con la noticia en nuestro país? Estamos frente a una nueva crisis, la crisis de noticias. Jamás vamos a comprobar que el guarismo de las noticias buenas, superen al de las malas. Y no es una cuestión ingenua de nuestra parte al pensar que “lo bueno no vende” a criterio de quienes manejan los medios. Claro que vende, solo que hay una tendencia al morbo, a reproducir derrotas, asesinatos, robos, inseguridad; generando en el inconsciente colectivo del día próximo, el comentario generalizado del último suceso delictivo, el último dolo y así continuamos reproduciendo aquel ideal de que “estamos todos regalados” y “a cualquiera le puede tocar”. Es claro que cuando ya no hay nada de qué hablar deviene el informe del tiempo, tan impredecible como modificable por los seres que profesamos la conciencia universal. ¡Y la moneda! A quién corno le interesa la cotización de la moneda, cuando éste es un país donde hay un cambio casi en cada esquina. ¿Saben cuánto hay que recorrer en Buenos Aires para conseguir una casa de cambios? Qué hace que nuestro país sea un lugar donde sus 3: de ciudadanos cambien tanto dinero. ¡Encima cuentan con sponsors para dichos espacios! Parece que nuestra plaza financiera se sustenta muy bien con esa ayuda televisiva. No es nuevo que se nos maneja al antojo de los medios. Que quienes se dicen periodistas son solo recitadores de noticias recabadas por otros que jamás conocemos, pero son los que fotografían, los que, libreta o grabador en mano hacen la noticia. Y no hay programa periodístico radial o televisivo que no levante estas noticias de los diarios capitalinos, y únicamente capitalinos, porque el interior “no existe”. Cuando se cobre “derecho por noticia recabada”. Harán agua varias “repetidoras matutinas”. Señores, estamos frente a un vacío noticioso de proporciones alarmantes. No hay un noticiero que sobresalga por “la noticia distinta”. Son un calco todos y no hace falta más que hacer zapping en horario central para comprobar esto que decimos. Luego de un atisbo de repunte, se cayó en un pozo en el que la producción nacional desde la televisión es y sigue siendo exigua. No se invierte en espectáculos nacionales, música, carnaval, ¡fútbol! Hay cinco programas de fútbol, dos de ellos en el mismo canal y ninguno puede repasar las mejores jugadas, ya ni digo lo goles, porque no se pueden pagar los derechos de televisación, es de un tenor tan ridículo que no se entiende cómo subsisten. ¿No hay creatividad ni talento para mostrar en otros formatos, pizarras, animación o lo que fuere, las mejores instancias y el análisis sin contar con imágenes vedadas? Parece que no... En suma, el hecho es que estamos condenados a ver algo con lo que no nos identificamos ni un poquito. Vemos frente a nuestras narices cómo se insta a pensar en que todo es una gran bosta y nada ni nadie triunfa ni es digno de ser noticia su hecho feliz, sino su desgracia, derrota o fallecimiento. Está en nosotros hacer, como se hace desde esta página que no solo critica, sino que propone. Habrá que hacer una gran manifestación pacífica, pero ruidosa haciendo notar lo desconformes que estamos en que se nos mienta en la cara, se nos engañe y se selecciones lo que es noticia cuando no lo es en lo más mínimo para muchos de nosotros. Por suerte y siempre valga que tenemos todas las puntas, también podemos argumentar que el control remoto lo tenemos nosotros y que la opción está en nuestras manos, pero sabemos que hay compatriotas a los que hay que comunicarles que también cuentan con ella. No faltará quién diga a esto último que subestimamos al público televisivo y demás, pero es una realidad que evidentemente a ellos no se les escapa precisamente, sino todo lo contrario. Región Ignota.