Conclusión Final Teoría General de la Educación La educación tiene por objeto a la persona humana, la labor educativa trasciende más allá de transmitir información. El educador, tiene la gran misión de: Ayudar a descubrir a la persona lo que es, mediante el desarrollo pleno de todas sus potencialidades, Encontrar su vocación y Cumplir su misión en la vida. Es decir ayudarlo a formarse en contenidos plenos de valor que son inherentes a la naturaleza humana, de esta forma la persona podrá satisfacer su gran necesidad de trascender, de sentir que su vida fue valiosa. Educar a la persona es educar su sistema de relaciones, consigo mismo, con los demás y con su entorno. Como educadores debemos promover en nuestros alumnos un incesante deseo a educarse constantemente, a crecer y a ser mejor persona cada día. La educación es un acto humano, por lo que tiene que ser libre, la persona debe optar por educarse. La vocación de maestro es una vocación de vida, implica toda la vida pública y privada, nuestra vida tiene que ser una vida llena de valores, en la que exista una congruencia en nuestro pensar, hablar y actuar. Los maestros debemos promover la capacidad de reflexión, discernimiento, crítica y el aprendizaje significativo que debe estar de acuerdo a los problemas del tiempo social y personal que están viviendo los jóvenes. Como maestros tenemos la misión de comunicar la verdad, debemos ser especialistas en lo que enseñamos y también de la forma en que lo hacemos. La educación depende de la integridad de los maestros y del testimonio de vida que damos. La gran responsabilidad de educar a un niño es de sus padres, quienes tienen la gran labor de hacer que su hijo se desarrolle plena e integralmente, los padres se apoyan en la educación de sus hijos en las escuelas, pero no pueden delegar su trabajo formativo. Las escuelas deben ser elegidas cuidadosamente por los padres de familia e ir en concordancia con los valores familiares. Los maestros participamos en ese proceso de crecimiento y formación humana del niño, por lo que debemos estar conscientes de la responsabilidad que esta labor implica ya que no estamos produciendo un bien o un artículo de alta calidad, estamos trabajando con personas; Dios nos ha dado el privilegio de trabajar con almas. El curso a mi me deja un gran compromiso como partícipe en la educación, ya que no solo implica el dar conocimientos sino el formar en valores, el ayudar al educando a descubrir quién es, cual es su vocación y misión en la vida. El apoyar en su desarrollo humano el cual debe ser integral y holístico. El sembrar esa ansiedad que les estimule a educarse cada día de su vida, a ser una mejor persona y ser humano. Así como mi compromiso de dar un buen testimonio de vida, que sea congruente en el pensar, hablar y actuar. Estoy convencida de que la educación es la solución a todos los problemas que actualmente vivimos, y debemos involucrarnos padres, maestros y sociedad en este proceso maravilloso de formación que nos lleva a una transformación que conduce a la plenitud del ser humano a la cual estamos llamados a vivir, y se verá reflejada en una mejor sociedad y por ende en un mundo mejor. Aunado a todo esto, el curso confirmó mi vocación de ser maestra y mi gran compromiso que tengo primero con mi hijo, y después con los niños con los que he tenido el gran privilegio de convivir a lo largo de estos años que he trabajado en la educación, de quienes yo he aprendido y me han ayudado a crecer como persona, sé que no solo es saber la materia que se imparte, sino el saber la mejor forma de enseñarlo, (lo que me motivo a estudiar la maestría), pero a pesar de todas mis limitaciones siempre he dado mi mayor esfuerzo y lo mejor de mí en el aula. Doy gracias a todos mis maestros, porque han sabido sembrar en mi esa necesidad de educarme cada día; espero yo también poder lograrlo. Guadalupe Soledad Gutiérrez Pereyra.