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La cátedra de Evita
Selección y comentario de Mario Lorenzo Perón
En 1951, Eva Perón dictó un curso de 10 clases en la Escuela Superior Peronista, de cuya versión
taquigráfica, publicada por Ediciones Mundo Peronista, seleccioné el siguiente tramo de exposición,
donde Evita presenta su visión de la etapa histórica a un auditorio de dirigentes políticos y sociales
de todo el país.
Se trata de un tema que me parece tiene una profunda actualidad. Evita hace aquí una proyección del
peronismo cuando ya no esté Perón presente. Explica la necesidad existirá entonces de que el pueblo
imbuido de la conciencia social marque el rumbo a los gobiernos peronistas que se puedan suceder y a
su vez contenga las ambiciones nefastas de los caudillos que puedan aparecer.
En estos párrafos, Evita interpreta con enorme claridad conceptual lo que 22 años después sería el
legado del propio Líder: “Mi único heredero es el Pueblo”.
De la Primera Clase del Curso Historia del Peronismo:
Me he preguntado, estudiando un poco a los grandes hombres para poder también estudiar a
un hombre extraordinario de los quilates del general Perón: ¿Cómo podría remediarse esto de que
los grandes pueblos y los genios no se encuentren en el mismo siglo?
Creo que me ha sido posible llegar a una conclusión que es mas bien producto de un
razonamiento lógico dado por la experiencia de nuestro movimiento en la historia de nuestro pueblo
y en la historia del mundo.
Nuestro pueblo ha vivido una larga noche, hasta encontrar un genio como es el general
Perón. Y ha podido mantener sus valores morales y espirituales intactos como para reconocer al
genio, apoyarlo, iluminarlo y darle fe con su cariño, con su consecuencia y con su tenacidad
constante ante los embates de los intereses mas crudos del mas rancio capitalismo.
Nosotros, como bien dice nuestro Presidente, podemos jactarnos de que “lo mejor que
tenemos es el pueblo”. La grandeza de Napoleón -volviendo hacia los grandes de la historia
universal- reside no tanto en haber iluminado su propio tiempo como en haber creado en el pueblo
un estado de conciencia que ha sobrepasado a su siglo y a su genio. Por eso, a pesar de que
Napoleón hizo padecer tanto a los franceses, estos siguen inclinándose ante su memoria en Los
Inválidos. Y lo mas importante aún es que siguen sintiéndose unidos a él.
Y este sentimiento, es “estado de conciencia”, que por unir a todo un pueblo puede en cierto modo
llamarse “conciencia social”. Es lo que nuestro querido Líder ha logrado y nosotros tenemos que
ayudarle a afianzar la conciencia social que permita que, cuando él tenga que alejarse de nosotros
por la ley de la vida, el pueblo pueda sobreponerse a hombres de menos quilates para imponerles la
acción.
La doctrina debe estar arraigada en el corazón del pueblo, para que éste pueda hacerla
cumplir al mas mediocre de todos los gobernantes que pudiera venir. Nosotros estaremos unidos al
nombre del general Perón, que, por grande, sobrepasara muchos siglos. ¡Si no ocurriera así, los
argentinos no mereceríamos el calificativo de gran pueblo, por no haber sabido valorar y aquilatar a
un hombre como el general Perón.
Cuando un pueblo tiene la desgracia de quedarse sin su conductor, como decía hace un
momento, la verdad histórica nos prueba que solamente puede seguir su camino en la noche sin
perderse, si su conductor desaparecido ha logrado crear en el pueblo esa conciencia social, dándole
unidad, que es como decir dándole un ideal común, un mismo espíritu, que es el espíritu que forman
y que dejan como un sello permanente e indeleble en los corazones de los pueblos los grandes
conductores.
Yo, que tengo el placer de compartir casi todas las horas del día con todos los hombres
humildes de mi Patria, puedo casi asegurar desde esta tribuna que el general Perón ha logrado crear
ya esa conciencia social, que ha inculcado en el pueblo argentino.
Nosotros la tenemos que perfeccionar, y para ello no podemos distraer la doctrina del genio
en crear caudillos; no podemos distraer la doctrina del conductor, que es la felicidad de todos los
argentinos, para favorecer a un grupo.
Para favorecernos a nosotros mismos debemos ser amplios, grandes como la doctrina del
General, y utilizarla para engrandecer a la Patria; utilizarla para consolidar la independencia
económica; utilizarla para lograr la felicidad del pueblo argentino y utilizarla para que por siempre
sepan los pueblos del mundo que los argentinos somos políticamente soberanos, económicamente
libres y socialmente justos.
Esta tribuna se ha abierto para inculcar la doctrina en todos los peronistas. Y yo me alegro
que ustedes sean peronistas que estén en la lucha.
No se dejen llevar por un entusiasmo pasajero. Piensen que los pueblos que quieren
consolidar un movimiento no tienen mas que un hombre grande, y muy de tanto en tanto; y que los
grandes hombres no nacen por docenas, ni dos en un siglo: nace uno cada varios siglos, y tenemos
que bendecir a Dios que nos haya favorecido con el meteoro del genio entre nosotros.
Además, debemos convencernos que no es lo mismo servir a un genio que servir a un
caudillo; que no debemos tomar a la política como un fin, sino como un medio para servir al prócer
y a la causa. Por lo tanto, nosotros nos debemos sentir apóstoles de la obra y servidores de la causa
de un grande hombre.
Los caudillos en nuestro país han utilizado siempre a los hombres humildes y han utilizado
sus posiciones para servir a intereses mezquinos o bastardos. Ellos, llegados al poder, han olvidado
al pueblo, y a veces incluso lo han desconocido.
Eva Perón, “Historia del Peronismo”, Ediciones Mundo Peronista, Buenos Aires, 1952
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