02.- Las Civilizaciones Neolíticas

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Signos:
1) Direcciones
de la
propagación
de los
conocimientos
neolíticos
desde el
Próximo
Oriente
2) Ámbito de
los distintos
focos
culturales
neolíticos
3) Zona
original de los
fenómenos
neolíticos
4) Áreas de
dispersión de
la cultura
megalítica.
Al final de la etapa cuaternaria, al estabilizarse el clima, tiene lugar una profunda transformación de la Humanidad motivada por dos
trascendentales inventos: la agricultura y la domesticación de los animales. Ellos permiten al hombre abandonar la vida nómada que
había caracterizado la etapa mesolítica y desarrollar una economía sedentaria, con lo que aparecen los primeros poblados situados en
las tierras fértiles de fácil cultivo.
Los fenómenos que caracterizan al Neolítico aparecen en las regiones del próximo Oriente en una amplia área (signo 3), desde Egipto a
la meseta del Irán. Desde esta zona los nuevos conocimientos se fueron extendiendo lentamente en todas direcciones, alcanzando
Europa por tres caminos principales (signo 1). Uno que por la meseta de Anatolia y las regiones balcánicas alcanzó la cuenca
danubiana y remontando sus afluentes llegó a las orillas del mar Báltico. Otra corriente, por el norte de África, llegó a las costas de
España y desde focos secundarios situados en el Oeste africano se desarrolló a lo largo de la costa mediterránea occidental. Un tercer
camino, marítimo, tuvo su origen en la isla de Creta y el Egeo en general, y colonizó las islas mediterráneas. En más de un milenio
puede calcularse el tiempo que tardaron los conocimientos neolíticos en difundirse por Europa.
La adaptación al terreno de los nuevos descubrimientos provocó la diversificación de Europa en múltiples focos culturales (signo 2), con
desarrollos independientes, predominando en unos la economía agrícola y en otros la ganadería. Entre los diversos grupos culturales se
estableció pronto un intenso comercio de intercambio.
Algo más tarde tuvo lugar la creación, también en el Próximo Oriente, de la civilización megalítica, que luego fue extendiendo sus
creaciones arquitectónicas por el Mediterráneo y alcanzó en las zonas occidentales atlánticas una singular importancia (signo 4). Su área
de dispersión y la mayor frecuencia de sus manifestaciones en las zonas costeras nos indican claramente el carácter navegante y
emprendedor del pueblo megalítico, al que entre otros elementos puede atribuirse el conocimiento en Occidente de la nueva técnica
metalúrgica que caracteriza la etapa cultural llamada eneolítica.
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