Presupuestos 1992: callejón sin salida o el final de la trama FERNANDO GONZÁLEZ URBANEJA os Presupuestos Generales del Estado suelen ser, deberían ser, la plasmación financiera, la cuantificación de los objetivos políticos de un Gobierno. Si los programas electorales significan la oferta de un partido a la sociedad, el Presupuesto es la concreción en números de esa oferta. Con esta afirmación inicial no pretendo decir que «gobernar es gastar», como suele señalar críticamente el profesor Fuentes Quintana. Gobernar es, primero, ilusionar, proponer horizontes, acercar utopías; y luego, administrar recursos, priorizar gastos. El Presupuesto es gestionar esos recursos, obtenerlos, señalar en qué deben utilizarse y hacerlo de la forma más eficaz. La elaboración y ejecución del Presupuesto no constituye la totalidad de la acción política, pero sí su faceta más ordinaria, el trabajo de jornada. La dedicación extra, el plus, es esa capacidad de ilusión a la sociedad. L bierno del gasto y que iban a poner orden. A una buena parte de los economistas del PSOE, el déficit no le preocupaba demasiado. El propio Solchaga, en su condición de portavoz del Partido Socialista Vasco, había dicho en el Parlamento: «El déficit no es malo en sí, sino en función de su utilización.» Afirmación típica y tópica de economistas poco experimentados acerca de las tendencias de las estructuras de gasto muy veteranas, muy burocratizadas, especializadas en la disputa de una partida más, de un presupuesto adicional. Solchaga ahora no piensa lo mismo. os socialistas consolidaron desde su primer Presupuesto un déficit público anual superior al billón de pesetas, que ha significado elevar el monto de la deuda pública de los cinco billones de pesetas heredados de la UCD (en seis años de gobierno, el centrismo elevó la deuda de uno a cinco billones) a más de veinte l Presupuesto 1992 del veterano Gobierno billones. socialista de Felipe González se inscribe en En 1985, algunos sectores del PSOE, especialla lógica de «gobernar es gastar» y en la mente Miguel Bóyer, se sensibilizaron acerca de la importancia (lo indeseable) del gasto público mecánica de la repetición mimética del Presuy del déficit. Intentaron, sin éxito, disciplinar el puesto anterior, con una deriva irrefrenable al crecimiento del gasto. Como ha dicho Sol-chaga gasto en 1986. Y ya con Solchaga en el puesto de mando, en Hacienda, cayeron en privado, este Presupuesto significa el triunfo del «Este año ha quebrado la en la tentación de la con el gasto, «comando del gasto». Los tendencia creciente de los complacencia sobre todo a la vista de la buena socialistas gobernaron s u ingresos y se ha mantenido coyuntura económica, que p r i mer cuat r i eni o (1983-1986) bajo el síndrome la de los gastos, lo cual significa significaba mayores ingresos de forma natural. Y de la «pesada herencia recibimayor déficit y, sobre todo, impositivos todo ello animado también por da». Desde el mismo momento de la llegada al poder señalaron agotamiento del modelo. No se el suave e incesante crecimiento que la difunta UCD había puede estirar más el chicle.» de la presión fiscal año tras año. dejado un notable desgo- E L De esta forma, el segundo cuatrienio socialista está presidido, desde el punto de vista presupuestario, por la complacencia y el dejarse ir en materia de gastos, al tiempo que por la resignación a déficits anuales superiores al billón de pesetas. Ningún año ha de cumplirse el objetivo de reducción de déficit. sí llegamos al Presupuesto de 1991, que marca el fin de una etapa, el cambio de tendencia. Este año ha quebrado la tendencia creciente de los ingresos y se ha mantenido la de los gastos, lo cual significa a la postre mayor déficit, pero, sobre todo, agotamiento de modelo. No se puede estirar más el chicle. Además, en ese Presupuesto se incorpora a las partidas de gasto la «multa» impuesta por los sindicatos al Gobierno socialista, a don Felipe González y don Carlos Solchaga después de la huelga del 14 D. El Gobierno pagó su fracaso en la desarticulación de la huelga, quizá su complicidad tácita por los errores cometidos en la gestión de la misma, no con unas elecciones inmediatas -que hubieran saldado democráticamente quiénes eran los vencedores y vencidos de aquella «irritación social»-, sino que una parálisis, primero, y un vano ejercicio de reconciliación posterior con los sindicatos, cuyo único saldo ha sido incrementos sustanciales del gasto público, que empiezan a notarse en el Presupuesto 92. El Presupuesto 1992, ahora en la Cámara, significa una etapa nueva en la gestión socialista de los dineros públicos. Como reconocía el propio A Un presupuesto continuista como el de Solchaga y una administración poco estimulada no permite luchar contra el fraude. presidente en la última comparecencia en TVE, lo que ocurre en el Presupuesto público es sólo responsabilidad del Gobierno socialista; no hay más corresponsables ni más herencias recibidas. onsciente de ese argumento, González ha sabido hacer de la necesidad virtud y ha empezado -quizá demasiado tarde- a argumentar que para él la prioridad del llamado gasto social es irrenunciable. Y el «gasto social», entendido a la vieja usanza, consiste en estos Presupuestos en políticas de reparto sin control: pensiones contributivas, empleos comunitarios, subvenciones varias y múltiples..., todo ello muy social, pero también afectado por la falta de realismo y de nunca precisar el hasta cuándo. El Presupuesto del 92 no marca prioridades ni traza objetivos; simplemente es un sumatorio de compromisos y un recorte de todo lo que son estrategias a largo plazo. Es el Presupuesto más reaccionario e inmovilista de los últimos años. Los socialistas no han asimilado ni transmitido a los españoles con realismo el hecho de que somos un país intermedio, pobre de recursos y con un ahorro irrisorio. Vivimos por encima de nuestras posibilidades y basados en el crédito y en la confianza exterior. Esa situación, en buena medida, significa un privilegio, una oportunidad que nos dan otros para acelerar el paso, para trabajar más, para equipararnos con los vecinos y poder competir con más posibilidades más adelante. Pero en vez de hormigas laboriosas que aprovechan un C buen verano; hemos preferido «El presupuesto del 92 no marca de arteriesclerosis, máxime en el zanganeo de consumir y reel marco del Mercado Único de partir lo que tenemos, aunque prioridades ni traza objetivos;' la libertad de movimientos no sea de la cosecha propia, simplemente es un sumatorio capitales, mercancías, que luego alguien proveerá. El de compromisos y un recorte personas y servicios que Presupuesto de 1992 consolida constituye casi una realidad en un crecimiento insostenible del de estrategias a largo plazo. estos momentos. Para que un Es el presupuesto más gasto corriente, que no se nuevo sistema entre en corresponde con las po- reaccionario e inmovilista de los funcionamiento y elimine sibilidades reales del país. Pero, fraude y fuga de capital será últimos años.» además, y quizá esto sea lo más imprescindible un ejercicio de grave, confía en alcanzar unos credibilidad, de ilusión, que no ingresos de forma lineal y parece fácil, máxime con la mecánica que ningún experto pobreza del discurso político al que asistimos en considera viables. estos momentos. Y en la parte del gasto quedan reformas estructurales decisivas: la de la Un Presupuesto continuista y una adminis-1 sanidad pública, que este año el Gobierno ha tración poco estimulada no permite lu-\J decidido apartar de la mesa cual cáliz amargo y char contra el fraude y ganar espacios a la hora dejarlo para más adelante (como que estas cosas de reducir las bolsas de dinero opaco al Fisco. Y se arreglen solas); la del empleo, una vez demossin ese avance, la recaudación no crecerá, todo lo trado que el INEM es una institución no de contrario, máxime en un momento en el que los oferta y estímulo al trabajo, sino de reparto simbeneficios empresariales (impuesto de ple y automático de subvenciones convertidas sociedades), la actividad económica (IVA) no en derechos y no en estímulo u oportunidad; la crece y el empleo (IRPF) tiende a estancarse. De de las empresas públicas que se constituyen cada forma que en 1992 todo indica que tendremos día más en paraísos intocables e inmunes a la más gastos de los previstos (por desempleo, por coyuntura. inversiones, por asistencia sanitaria...) y menos ingresos de los pretendidos. La resultante final es 1 Presupuesto 92 saldrá del debate presusimple: el déficit previsto de un billón de pesetas puestario seguramente algo mejorado por (que es un disparate un año antes del Mercado la incidencia de enmiendas de catalanes y Único) será desbordado mucho antes de que vascos, pero sin que esos retoques o aliños acabe el año. signifiquen nada decisivo. El Presupuesto del 92 significa «agotamiento de Hay que pensar ya en el Presupuesto del 93, en modelo». Seguramente, el Gobierno, el sector la batería de reformas estructurales del gasto más consciente de la realidad (muchos minis- público y de la estructura fiscal en materia de tros andan flojos en el manejo conceptual de las impuestos y de recaudación. Para el próximo partidas de ingresos y gastos del Estado), consi- otoño todos estos temas estarán sobre la mesa y dera que a estas alturas de 1993 estaremos en el debate tendrá que ser rico y argumentado. plenas elecciones y en una reconfiguración del Unas elecciones, el agotamiento del modelo de mapa político. gestión pública actual y quizá un esquema renoara próximos gobiernos quedan algunas ta- vado de Gobierno serán buena semilla para ese reas presupuestarias decisivas: la reconsi- debate. Ahora queda ir afinando las argumentaderación de los impuestos, incluido el nuevo ciones. esquema del IRPF, que se estrena en enero, y que todos los expertos independientes consideran que no es viable. Retoques en sociedades. González Urbaneja es Credibilidad y eficacia para el IVA. El conjunto Fernando periodista económico del cuadro impositivo está afectado E P