Alimentación Como todo carnívoro, su alimentación se sustenta con el producto de la caza. Habitualmente usa el acecho pero no excluye el aproximarse agazapado y oculto entre la vegetación hasta llegar a un punto en que, gracias a su gran velocidad de salida, tenga la posibilidad de atrapar a la presa. Su agilidad es tanta, que puede cazar monos saltando de rama en rama o arrojarse de alturas superiores a los quince metros (Cinti, 1997). Por otra parte, Cabrera y Yepes atestiguan el caso de un puma que para alcanzar un venado dio un salto en largo de doce metros. Consume desde pequeños roedores y gekos hasta grandes herbívoros como el guanaco (Lama guanicoe), el guazuncho (Mazama gouazoubira), otrora lo fue el venado de las pampas (Ozotoceros bezcarticus) y, en las selvas subtropicales de la Argentina consume armadillos (Dasypididae), pecaríes (Tayassuidae), agutíes (Dasyprocta spp.) pacas (Cuniculus paca), corzuelas (Mazama spp.) y gran diversidad de roedores, marsupiales y reptiles (Parera, 2002). En zonas de pastizales las presas predilectas son el ñandú (Rhea americana), otras aves terrestres como los inambúes, la vizcacha (Lagostomus maximus) y el mencionado venado de las pampas. En las estepa patagónica la mara (Dolichotis patagona), y las diversas especies de peludos y armadillos son las principales fuentes de su alimentación. En esta región consume también las ovejas, matando más de una, lo que le valió la persecución, a veces injustificada, por parte de los ganaderos de la región. Hacia la cordillera de la región patagónica incorpora a su dieta al pudú (Pudu pudu) y al huemul (Hippocamelus bisulcus). En los andes del centro y norte aparece una nueva presa que es la vicuña (Vicugna vicugna), hoy con poblaciones importantes. El puma puede alimentarse de un mismo cadáver durante varios días (Parera, 2002). En el norte de Santa Fe existe una estrecha relación predadorpresa, entre el puma y el guazuncho, a tal punto que donde veamos a este cérvido seguramente veremos pumas (Moggia, 1996). La matanza de más animales de los que consume, en el caso puntual de las ovejas, algunos autores conjeturan que podría deberse a la gran apetencia por beber la sangre de sus víctimas, gusto que es observado con notoriedad en todas las circunstancias.