El impacto de la crisis sobre el sinhogarismo y su efecto en los procesos de inserción social Gorka Moreno Márquez gorka.moreno@ehu.es Xabier Aierdi Urraza xabier.aierdi@ehu.es Euskal Herriko Unibertsitatea Universidad del País Vasco RESUMEN: A través de este trabajo se pretende profundizar en el impacto que está teniendo la crisis económica y social sobre las personas sin hogar. Para ello, se presentan los resultados de una investigación realizada en el territorio histórico de Bizkaia en el momento previo a la crisis y su actualización en pleno periodo de recesión económica, destacando los principales resultados en ambas en clave evolutiva. Como consecuencia de la crisis se detecta un aumento del número de personas sin hogar. Igualmente, y aunque se mantienen algunas características del colectivo, otras se han modificado. Así, las dificultades de acceso al mercado laboral y el recorte en ciertas prestaciones económicas están haciendo que la duración de los procesos de incorporación social aumente. Este contexto está haciendo que la situación personal de las personas sin hogar también empeore, sobre todo en aspectos como las patologías mentales o los consumos. El colectivo inmigrante es el que más intensamente está sufriendo este impacto. Este escenario muestra la necesidad de reflexionar en torno a la atención a las personas sin hogar, así como un cierto replanteamiento en el modo de intervenir de los profesionales, sobre todo en un momento de crisis como el actual. Palabras clave: Sinhogarismo, crisis económica, exclusión social, intervención social. 1. INTRODUCCIÓN España está siendo uno de los países que está sufriendo en mayor medida el impacto de la crisis. Los efectos de ésta se están dando en ámbitos como el de la exclusión social y la pobreza, con un aumento de éstos en los últimos años. El sinhogarismo, como categoría extrema de la exclusión social, no es ninguna excepción y también está padeciendo los envites de la crisis económica. A través de este artículo va a analizarse el impacto de esta crisis sobre las personas sin hogar en el territorio histórico de Bizkaia. Para ello, van a presentarse los principales resultados de un estudio previo a la crisis y de su actualización en un momento posterior de fuerte recesión económica, destacando así un análisis longitudinal del fenómeno y resaltando las continuidades y los cambios que se dan dentro del colectivo y sus necesidades1. Con, respecto a la metodología hay que destacar que se ha primado por una aproximación de corte cualitativo y longitudinal. El primero de los estudios se realizó a principios del 2008 y se realizaron 17 entrevistas en profundidad a personas expertas en la materia, 33 entrevistas semi-estructuradas a personas sin hogar y dos grupos de discusión. Asimismo, se realizó un cuestionario a personas sin hogar, que fue respondido por 200 personas. La segunda investigación realizada a mediados del año 2012 ha tenido como objetivo actualizar las principales conclusiones de la investigación anterior, para así ver y profundizar en el impacto de la crisis. En esta investigación se han realizado 13 entrevistas en profundidad a personas expertas y dos grupos de discusión. En concreto, van a destacarse tres aspectos: la cuantificación y caracterización del colectivo, las necesidades de éste y la respuesta institucional al fenómeno. Con respecto a la estructura de este trabajo, en un primer apartado se va a realizar una breve revisión bibliográfica sobre los contenidos y conceptos más relevantes del sinhogarismo en 1 Ambos estudios han sido financiados por el Departamento de Acción Social de la Diputación Foral de Bizkaia y elaborados por un equipo de investigación del Departamento de Sociología y Trabajo Social de la Universidad del País Vasco. general y del estudio del mismo en España, haciendo hincapié en los trabajos más relevantes y en la medición del fenómeno. Posteriormente, se presentan los principales resultados de las dos investigaciones ya mencionadas. En un primer momento, se enunciarán los principales aspectos relacionados con el periodo previo a la crisis, como la cuantificación o caracterización del colectivo, las necesidades de éste o la atención que se estaba dando en ese momento. A continuación el artículo se centrará en el impacto de la crisis y en los cambios que ésta ha supuesto en el fenómeno del sinhogarismo. Se analizarán estas modificaciones en clave comparativa, para así resaltar tanto las continuidades como, y sobre todo, las rupturas que se pueden detectar con respecto al momento anterior. Para finalizar, se hará un breve resumen con las principales conclusiones de los resultados. A su vez, se va a reflexionar sobre las consecuencias de la crisis en un colectivo como éste y en las perspectivas de futuro que pueden vislumbrarse en la actualidad de cara al corto y medio plazo, incidiendo en la necesidad de replantear y reconsiderar muchos aspectos relacionados con la intervención social y la atención a las personas sin hogar. 2. EL ESTUDIO DEL SINHOGARISMO El sinhogarismo es quizás la situación más extrema dentro de la exclusión social y un fenómeno al que cada vez se le ha dado cada vez más relevancia dentro de las ciencias sociales. En los países anglosajones y sobre todo Estados Unidos el sinhogarismo se viene estudiando desde hace ya algunas décadas y ha tenido un mayor desarrollo académico (Meanwell, 2012). Así, mientras que en este país su estudio toma fuerza a partir de finales de los 80 (Rossi, 1989), no es hasta finales de los 90 cuando se desarrolla en el ámbito europeo (Toro, 2007). Dentro del estudio del sinhogarismo en Europa es destacable la labor que viene haciendo desde el año 1989 FEANTSA2 –European Federation of National 2 Esta federación trabaja en el ámbito europeo con el objetivo de influir en las políticas públicas de la Unión Europea y también fomentar la coordinación entre las entidades que la conforman. De igual forma, elabora informes e investigaciones en el ámbito del sinhogarismo y pública diferentes materiales relacionados con la temática. Para profundizar ir a. www.feantsa.org Organisations working with the Homeless-, una organización no gubernamental que agrupa a entidades y organizaciones sociales que trabajan en el ámbito del sinhogarismo. En este sentido, aprovechando la celebración del Año Europeo de Lucha contra la Pobreza y la Exclusión social -2010-, esta federación puso en marcha una campaña para erradicar el sinhogarismo de la calle –la situación más extrema de este fenómeno- para el año 2015. Fruto de la misma, el Parlamento Europeo realizó una declaración institucional en esta misma línea que ha devenido en un reciente dictamen comunitario sobre la materia en el que se recogen varias recomendaciones para hacer frente a este problema, como por ejemplo el reforzamiento de las políticas de vivienda, la necesidad de una mayor dotación económica para este ámbito o la necesidad de poner en marcha una Agencia Europa para las Personas sin Hogar. Pasando a la delimitación conceptual es destacable que es difícil encontrar una definición unívoca y compartida en todo los países e investigaciones (Busch-Geertsema, 2010). Este hecho hace que el estudio del fenómeno y las comparaciones entre países sean frecuentemente difíciles de realizar (Edgar y Doherty, 2010). En todo caso, la definición más utilizada a nivel europeo es la que FEANTSA denominó hace unos años como ETHOS y que incluye una serie de categorías y situaciones de diferente intensidad dentro del sinhogarismo. En concreto, establece cuatro categorías – roofless, houseless, insecure housing e inadequate housing- y dentro de ellas clasifica diferentes situaciones habitacionales hasta un total de trece, que muestran una gradación y que van desde la situación más extrema, que sería vivir en la calle, hasta otras más moderadas como vivir en viviendas en malas condiciones o masificadas (Edgar y Meert, 2005). Tabla 1. Tipología ETHOS de personas sin hogar y exclusión residencial. A. SIN TECHO (ROOFLESS) 1. Vivir en un espacio público (sin domicilio) 2. Pernoctar en un albergue y/o forzado a pasar el resto del día en un espacio público B. SIN VIVIENDA (HOUSELESS) 3. Estancia en centros de servicios o refugios (hostales para sin techo que permiten diferentes modelos de estancia) 4. Vivir en refugios para mujeres 5. Vivir en alojamientos temporales reservados a los inmigrantes y a los demandantes de asilo 6. Vivir en instituciones: prisiones, centros de atención sanitario, hospitales sin tener donde ir, etc. 7. Vivir en alojamientos de apoyo (sin contrato de arrendamiento) C. VIVIENDA INSEGURA (INSECURE HOUSING) 8. Vivir en una vivienda sin título legal (vivir temporalmente con familiares o amigos de forma involuntaria, vivir en una vivienda sin contrato de arrendamiento –se excluyen los ocupas-, etc.) 9. Notificación legal de abandono de la vivienda 10. Vivir bajo la amenaza de violencia por parte de la familia o de la pareja D. VIVIENDA INADECUADA 11. Vivir en una estructura temporal o chabola 12. Vivir en una vivienda no apropiada según la legislación estatal 13. Vivir en una vivienda masificada Fuente: FEANTSA. Con respecto al tipo de investigaciones muchas de ellas se centran en aspectos relacionados con la caracterización y la cuantificación del colectivo, destacando aspectos como los perfiles o los rasgos del colectivo. Gran parte de estos trabajos se desarrollan a través de estudios y metodologías de corte cuantitativo, sobre todo de encuestas, pero también se ha recurrido a otro tipo de fuentes como los registros o los recuentos callejeros en grandes ciudades. La cuantificación del colectivo ha sido y es un elemento de estudio importante que ha suscitado ciertas dificultades asociadas a las características del colectivo y a la definición del mismo (Avramov, 2002; Busch-Geertsema, 2010; Williams, 2011). A nivel europeo, por ejemplo, dependiendo del país existen diferentes definiciones y metodologías (FEANTSA, 2012b). Avramov (1996) estimaba que para el año 1996 en torno a 2,7 millones de personas se encontraban en situación de sinhogarismo en la UE15. En Estados Unidos y con datos más recientes, la cifra se sitúa en los 645.000 (Byrne et alt., 2012). Sin embargo hay que destacar, como ya se ha apuntado anteriormente, que la definición del colectivo condiciona como en otros muchos temas la cifra que se ofrece. Para finalizar con este repaso general al estudio del sinhogarismo es resaltable que entre las características o los colectivos que mayor atención muestran dentro del tema se sitúan algunos como los jóvenes sin hogar (Quilgars, 2010) o las mujeres sin hogar (Pippert, 2007). En los últimos años también ha tomado relevancia el análisis de un colectivo como el de las personas (in-)migrantes tanto a nivel europeo (Helvie y Bramley, 2012) como español (Bosch, 2010). De hecho, se estima que este colectivo es uno de los que más intensamente está sufriendo el impacto de la crisis (FEANTSA, 2011; FEANTSA, 2012b). Dejando a un lado el ámbito internacional y centrándonos en el español, el sinhogarismo viene estudiándose sobre todo desde mediados y finales de los 90 (Múñoz y Vázquez, 1999; Cabrera, 2004; Cabrera et alt., 2008). Entre los estudios realizados cabe destacar las diferentes encuestas y trabajos de corte cuantitativo que se han elaborado y que en su mayoría destacan la prevalencia de los hombres, la relativa juventud del colectivo o el paulatino incremento de las personas sin hogar de origen extranjero (Muñoz et alt., 1995). Desde organismos estadísticos oficiales también se realizan encuestas de este tipo. Así, el INE (Instituto Nacional de Estadística) dispone de una Encuesta a Personas Sin Hogar. Según los datos del cuestionario a personas sin hogar -2005-, en España había unas 22.000 personas sin hogar que acudían a algún tipo de recurso (INE, 2005). Recientemente se ha presentado el avance de datos de esta misma encuesta en su edición de 2012. Entre los primeros datos es destacable que el número de personas sin hogar para el conjunto de España se sitúa en 22.938, un 4,5% más que en el año 2005, aunque la definición que se hace del colectivo es amplia e incluye por ejemplo centros de internamiento o centros de acogida para mujeres. De igual forma, hay que destacar que no incluye a aquellas personas sin hogar que no acuden a ningún recurso social. Para el caso del País Vasco, la región en la que se centra el estudio de caso de este artículo, dicho incremento es del 14,5% con respecto al 2005. A la par de las encuestas y sobre todo en los últimos años, en España también ha tomado relevancia el estudio del sinhogarimo a través de recuentos callejeros en grandes ciudades. Esta técnica que se viene llevando a cabo en países como Austria, Bélgica, Inglaterra, Alemania, Hungría Irlanda, Holanda o Portugal (Busch-Geertsema, 2010), también se está desarrollando en ciudades españolas como Madrid (Cabrera, 2006), Barcelona (Cabrera et alt., 2008) o Bilbao (Ayuntamiento de Bilbao, 2011). 3. LAS PERSONAS SIN HOGAR ANTES Y DURANTE LA CRISIS 3.1. El sinhogarismo antes de la crisis En el momento previo a la crisis económica se estimaba que en el territorio histórico de Bizkaia –provincia perteneciente a la región del País Vasco- había en torno a unas 250260 personas que pernoctaban en algún recurso habilitado para personas sin hogar o en la calle. Como ya se ha apuntado la definición del colectivo es determinante en la cuantificación y en este caso se optó por una definición restrictiva y que tan sólo recoge las categorías más bajas de la clasificación ETHOS, el de aquellas personas que duermen en la calle y las que recurren a algún recurso de pernoctación. Con respecto a las principales características del colectivo es destacable que la inmensa mayoría de las personas sin hogar es masculina, un 91,5% frente al 8,5% de mujeres. Estas cifras concuerdan con otros estudios realizados en este ámbito a nivel español. A nivel europeo puede destacarse que aunque todavía siguen siendo mayoría, cada vez hay más mujeres dentro del colectivo. Por citar un ejemplo, en Francia a finales de los 90 las mujeres sin hogar suponían un 37% de las personas menores de 25 años (Meert et alt., 2005: 12). La edad media se sitúa en los 36 años, un 30% tiene menos de 30 años, un 31% entre 30 y 39 años y los mayores de 40 años suponen el 39%. Como puede observarse es una población bastante joven y más del 60% tiene menos de 40 años. Otro dato a destacar es que, aunque por escasa diferencia, son mayoría las personas con nacionalidad extranjera, un 52,5% frente a un 47,5%, confirmándose así una pauta que viene dándose en los últimos años en las principales ciudades españolas y que es el aumento de la población inmigrante extranjera dentro de las personas sin hogar (INE, 2005), situándose en torno a la mitad de la población sin hogar en las ciudades españolas más relevantes (Rodríguez, 2008). La mayoría de la población extranjera procede del Magreb -59%-y dentro de éstos el mayor peso es el de la población de origen marroquí, que supone el 44% del total de la población sin hogar extranjera. Es destacable la juventud de la población sin hogar inmigrante, ya que un 45,7% tiene menos de 30 años, frente al 12,6% de la población autóctona. De cara a destacar perfiles o grupos dentro de este colectivo, es subrayable que principalmente pueden diferenciarse dos grandes grupos: El primero coincide con el perfil tradicional de persona sin hogar compuesto por el transeúnte y caracterizado por un importante deterioro de salud y por una serie de problemáticas personales asociadas al consumo de drogas y alcohol o a enfermedades mentales. En este caso, a la situación de exclusión residencial, se une la tenencia de una serie de problemas de índole personal que acentúan la exclusión social (Wolitski et alt., 2007; Ellen y O´Flaherty, 2010). Este perfil está compuesto prácticamente en su totalidad por personas autóctonas. El segundo atiende a un perfil más novedoso en el que sobresale la juventud y el buen estado de salud. Así, en este caso tan sólo se detectaba en la fase previa a la crisis una situación de exclusión residencial, pero no de problemas de tipo personal. Este segundo perfil coincide en gran parte con las personas sin hogar extranjeras, sobre todo las más jóvenes y de origen magrebí. La tabla que se presenta a continuación ilustra estos dos perfiles, de tal modo que las personas con problemas personales –adicciones, enfermedades mentales, mal estado de salud- entre la población extranjera suponen un 38,1% frente al 88,4% para la autóctona. De igual forma, aquellas personas sin hogar que únicamente muestran un problema de exclusión residencial son un 61,9% en el caso de la extranjera y un 11,6% en el de la autóctona. Tabla 2. Personas sin hogar autóctonas y extranjeras según situación personal Españoles N Inmigrantes % N Problemas personales + exclusión residencial 84 88,4 Sólo exclusión residencial 11 Total 95 Fuente: Elaboración propia. Total % N % 40 38,1 124 62 11,6 65 61,9 76 38 100 105 100 200 100 Esta caracterización plantea un escenario en el que tanto los itinerarios vitales como las necesidades de unos y otros son diferentes e incluso opuestos. Así, mientras que los recursos sociales se convierten para las personas sin hogar en la última red de protección, para gran parte de la población extranjera sin hogar, sobre todo la más joven, estos mismos recursos pueden funcionar como un trampolín para la inserción (Moreno y Aierdi, 2008). En definitiva, se planteaba un contexto en el que se acababan anormalizando situaciones de personas que sobre todo carecían de un lugar de alojamiento pero que no mostraban otros condicionantes inherentes a la exclusión social. 3.2. El impacto de la crisis sobre las personas sin hogar El análisis del sinhogarismo en el periodo de crisis económica Hasta ahora no se han hecho grandes investigaciones en torno al impacto de la crisis económica sobre el sinhogarismo. A nivel europeo pueden destacarse algunas tentativas como el seminario europeo organizado por FEANTSA en el año 2009 en Bruselas y en el que se analizaron aspectos sobre el tema y se trabajaron respuestas para hacer frente al sinhogarismo en un momento de crisis económica y recortes de las políticas sociales. También es destacable que aunque no existan todavía estudios aplicados relevantes sobre el impacto de la crisis, la mayoría de los datos estadísticos indican que en estos últimos años de recesión económica ha aumentado el número de personas sin hogar (Frazer y Marlier, 2011; FEANTSA, 2012). Este incremento se está dando en países como el Reino Unido o Estados Unidos (Markee, 2009). Pero en el caso europeo se detecta sobre todo en aquellos países que están sufriendo en mayor medida la crisis como por ejemplo Grecia, Portugal o la propia España, en los que se estima que el incremento se sitúa en torno a un 25-30% (FEANTSA, 2012b: 21). El caso griego es quizás el más conocido, ya que ha trascendido sus fronteras e incluso medios de comunicación generalistas españoles se han hecho eco de la situación en este país. Así, según algunas entidades sociales que trabajan en Atenas el número de personas sin hogar ha crecido en estos 2-3 últimos años en un 25%, hasta situarse en las 20.000 en esta ciudad (El País, 18 de febrero de 2012). Es importante destacar que este aumento en la población sin hogar se está dando a la par que una disminución en las partidas dirigidas a la lucha contra la exclusión social y el sinhogarismo (Anderson, 2010; FEANTSA, 2011). En el caso concreto español más allá de la actualización de la Encuesta a personas sin hogar realizada en el año 2012 por el Instituto Nacional de Estadística, no existen estudios relevantes que analicen el impacto de la crisis sobre el sinhogarismo y la mayoría de las investigaciones se centran en los efectos de la crisis sobre las personas en situación de exclusión social en general (Laparra y Pérez, 2010; FOESSA, 2012). Asimismo, también pueden encontrarse algunos datos referentes al sinhogarismo a través de los registros y las memorias de las entidades sociales que trabajan con este colectivo. Así, según Cáritas, en los primeros años de la crisis –del año 2007 al 2008- se podía detectar un aumento en el número de personas sin hogar de un 21% en España (Cáritas, 2009). Cambios en el número, los perfiles y las necesidades de las personas sin hogar Lógicamente, se detecta un aumento del número de personas sin hogar en el ámbito geográfico analizado. Aunque es difícil ofrecer una cifra más o menos exacta, las personas consultadas han coincidido en subrayar una cifra de entorno a 400-430, en comparación con los 250-260 previos a la crisis Teniendo en cuenta que en el periodo transcurrido el número de recursos no se ha incrementado sensiblemente parece que la mayor parte de estas nuevas personas se encuentran pernoctando en la calle o en alojamientos de excepción, como naves industriales, casas ocupadas o similares. Este aumento del número de personas sin hogar se debe en gran parte a recaídas en el proceso de inserción social de personas que habían estado ya en esta situación. De tal forma, que no parece corroborarse la hipótesis de que como consecuencia de la crisis estén llegando a situaciones extremas personas que previamente a ésta estaban integradas. En este sentido, parece confirmarse que la red social y familiar en España sigue consiguiendo evitar y hacer frente a situaciones de exclusión social más severas (Laparra y Pérez, 2010; Cáritas, 2012). A su vez es resaltable que el número de personas autóctonas y extranjeras parece mantenerse y gran parte de las características sociodemográficas también –edad, sexo, etc.-. De este modo y más allá del consiguiente aumento del número de personas sin hogar, los principales cambios se dan en el plano cualitativo y en las trayectorias de los procesos de incorporación social. Así, cada vez son más las personas sin hogar extranjeras que sufren problemas de carácter individual, sobre todo relacionados con las patologías mentales y en menor medida con los consumos. Este hecho rompe con la pauta del periodo previo a la crisis y parece indicar que la crisis está haciendo mella en este colectivo, sobre todo como consecuencia de un aumento de la frustración asociada a unos procesos de inserción más largos y difíciles. Así, antes de la crisis, el empleo –precario- era el último escalafón dentro de los procesos de inserción de este colectivo, sobre todo para las personas sin hogar extranjeras jóvenes que no tenían grandes problemas individuales y este empleo se convertía en una especie de trampolín para la integración. En el momento actual esta palanca ha desaparecido casi completamente y hace que los procesos se cronifiquen y que el tránsito de la formación al mercado laboral sea extremadamente traumático en la mayoría de casos. Este alargamiento de los procesos de inserción se ve retroalimentado por el recorte que se ha dado en los últimos meses en ciertas prestaciones sociales como la Renta de Garantía de Ingresos –programa de rentas mínimas-, que llegaba a algunos sectores de las personas sin hogar. Las modificaciones legales –requisito de tres años de empadronamiento en vez de uno- han dificultado el acceso a estas ayudas, con una especial incidencia en el colectivo inmigrante. En resumidas cuentas, la coyuntura laboral unida a los recortes en ciertas ayudas está haciendo que el tránsito de los recursos de urgencia hacia otros normalizados sea mucho más complicado, en especial para las personas extranjeras. Esta transición era en el momento previo a la crisis bastante fluida y automática para aquellas personas que no tenían problemas personales. Todo ello está incidiendo en un deterioro de la salud mental de estas personas y en un aumento de la frustración que finalmente desemboca en la extensión de los problemas personales que, como ya se ha indicado, dificultan a su vez el proceso de inserción y el salto a la integración y los alargan en el tiempo. 4. CONCLUSIONES Y REFLEXIONES FINALES A modo de conclusión y de resumen del artículo puede destacarse que gran parte de las características o las necesidades de las personas sin hogar no se han modificado con la llegada de la crisis y siguen siendo las mismas tanto en un periodo como en otro. Sin embargo sí que se detectan ciertos cambios que aparecen muy ligados a la crisis económica y que están influyendo tanto en los procesos de incorporación social del colectivo como en su situación personal. Así, las debilidades del mercado laboral hacen que el último eslabón en los procesos de inserción ascendentes haya desaparecido – empleo- para la mayoría de las personas sin hogar, sobre todo para aquellas que estaban en mejor situación y podían acceder a un trabajo remunerado de una forma más o menos ordinaria, aunque este fuese precario. De esta forma, nos encontramos ente un verdadero cuello de botella que hace que un importante número de personas sin hogar no pueda dar el último salto hacia la inserción. Igualmente, los recientes recortes que se han dado en ciertas prestaciones sociales han hecho que el acceso a éstas para ciertas personas sin hogar sea muy difícil o imposible, cuando eran en muchos casos un elemento fundamental en el proceso de inserción, en el mantenimiento de las situaciones de vulnerabilidad y la no caída a la exclusión social más severa. Estos dos factores han hecho que la duración de los procesos de inserción sean más largos y difíciles y sobre todo está afectando a uno de los perfiles que se detectó en la investigación anterior a la crisis, la de las personas extranjeras que únicamente mostraban problemas de exclusión residencial. En este colectivo se detecta que son más los que muestran problemas individuales y no exclusivamente asociados a la necesidad de un alejamiento. Dicho de otra forma, si en el periodo anterior a la crisis los recursos de atención para el sinhogarismo eran un primer trampolín de inserción para la persona sin hogar extranjera –sobre todo para la recién llegada- en el momento actual parece que se convierten en una verdadera tela de araña que les atrapa en la exclusión social más severa y no les deja progresar. En este contexto, las perspectivas de inserción para un colectivo como el de las personas sin hogar inmigrantes, con una todavía menor red social y familiar se complica enormemente y hace que la inserción sea mucho más complicada y prácticamente les condene a una situación de exclusión social extrema y duradera en el tiempo (Wright y Tompkins, 2005). Todo este proceso ha supuesto un aumento del número de las personas sin hogar, no tanto como consecuencia de que personas que se encontraban integrados hayan descendido en su situación o hayan perdido suelo firme, sino porque aquellas que se encuentran en situación de exclusión social severa tienen más dificultades para salir y a la vez aquellas que lo habían conseguido han vuelto a recaer. En consecuencia, este contexto entraña grandes retos tanto para los profesionales que trabajan en este campo como para la protección social en su conjunto. Más aún si se tiene en cuenta que el escenario que se está erigiendo en la actualidad está altamente condicionado por la coyuntura económica. Dicho de otra forma, parece que en la atención a las personas sin hogar emerge un escenario de más por menos, en el que la incorporación social se hace mucho más difícil y compleja y a la vez los recursos económicos disponibles son menores. Tabla 3. El impacto de la crisis sobre el escenario del sinhogarismo. CONTEXTO SOCIOECONÓMICO CUANTIFICACIÓN CARACTERÍSTICAS NECESIDADES DEL COLECTIVO TIPO DE RESPUESTA Cambio y empeoramiento del escenario Aumento del colectivo Continuidades y cambios cualitativos Continuidades y empeoramiento de la situación Compleja y diversa. Necesidad de cambio Fuente: Elaboración propia. Esta situación demanda necesariamente de una importante reflexión en el ámbito del sinhogarismo y del modo de actuar e intervenir en esta materia. Un cambio que redunde en una mayor flexibilidad y diversidad de la atención (Daiski, 2007; Elissen et alt. 2013) y de los recursos y que busque una cierta adecuación del profesional a las necesidades del usuario y no a la inversa (Baptista, 2009; Benjaminsen y Dyb, 2010), ya que el modelo centrado en los grandes recursos parece que a día de hoy es inviable. Aunque a priori pueda parecer un estadio lejano, entre algunas entidades y profesionales de este ámbito se comienzan a detectar estas inquietudes y esta necesidad por plantear una intervención diferente a la que se ha seguido en los años previos a la crisis. En definitiva, emerge un escenario en el que prevalece la incertidumbre y una valoración de la situación en la que toman fuerza los aspectos negativos. No parece el mejor periodo para hacer una redefinición de la atención. Sin embargo, el momento actual puede ofrecer algunas ventajas y nos exige reflexionar en torno al tránsito que supone pasar de una visión centrada en el recurso o el colectivo a otra basada en el individuo y la persona sin hogar. Una atención que deje a un lado el acercamiento centrado en el método y en la visión generalista del problema y prime la intervención cercana, individualizada y especializada y vertebrada por la flexibilidad y la rapidez de respuesta. BIBLIOGRAFÍA Anderson, I. (2010) “Services for Homeless People in Europe: Supporting Pathways out of Homelessness”, Edgar, B. y Doherty, B. (ed.) Homelessness Research in Europe, Bruselas, FEANTSA. Avramov, D. (1996) The invisible Hand of the Housing Market. A Study on Effects of Changes in the Housing Market on Homelessness in the European Union, Bruselas, FEANTSA. Avranov, D. (2002) “Figures on the Extent of Homelessness in the European Union Revisited”en Homelessness in Europe, FEANTSA´s Magazine, pp. 5-6. 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