APROXIMACIÓN A LA ACCIÓN COLECTIVA Y LOS PROCESOS DE POLITIZACIÓN DESDE EL ESTRUCTURAL CONSTRUCTIVISMO DE PIERRE BOURDIEU. Miguel Alhambra Delgado. Investigador FPU. Universidad Complutense Madrid. Teoría Sociológica. Palabras claves: Constructivismo estructuralista, espacio social, campo político, acción colectiva, movilización política, Pierre Bourdieu. Introducción. Teoría de la acción colectiva desde el estructural constructivismo. La ponencia se concentra sobre la necesidad de utilizar una perspectiva de análisis estructural y relacional en el estudio de la acción colectiva, al igual que en los procesos de movilización y concienciación política. Una perspectiva analítica influenciada por el trabajo teórico y empírico desarrollado, entre otros, por Pierre Bourdieu. La virtud fundamental de la perspectiva defendida aquí se encuentra en la existencia de una pretensión explícita por relacionar la estructura social global con los procesos de acción o agencia, gracias al concepto de espacio social. Ello posibilita, por un lado, la inscripción de buena parte de las dinámicas políticas de acción colectiva dentro de una estructuración histórico-relacional de la realidad social, es decir, dentro de una teoría de la acción consistente. Asimismo, por otra parte, esta aproximación intenta dar cuenta de las lógicas de dominación y poder, esto es, de la desigual distribución de las oportunidades de acceso y, por tanto, de las condiciones de posibilidad necesarias para que se produzcan procesos de politización de envergadura (y no ya solamente analizar las diferentes significaciones o marcos sociales). Para mostrar la necesidad analítica de esta perspectiva habría que repasar las principales contribuciones teóricas que han trabajado sobre la movilización política, tanto de una perspectiva más "objetivista" (Tilly, Tarrow y McAdam), como desde una tradición más "subjetivista" (Snow, Benford). Mediante una presentación de ambas se resaltarían algunos sesgos que, a nuestro juicio, conlleva la carencia de una concepción estructural y relacional de la acción colectiva. Sesgos que, en muchos casos, se encuentran de forma implícita e inconsciente y vendrían propiciados por la ausencia de una teoría de la acción global y consistente que pretenda ir más allá de los procesos de politización, y de ese modo ser capaz de observar las condiciones sociales de posibilidad dónde tenderían a inscribirse dichos procesos. El objetivo es evitar dibujar el mundo significativo y simbólico de lo político al margen o en paralelo al mundo social, dado que "no es un imperio dentro de otro imperio" (Bourdieu. 1982: 3). Pues justamente, lo que se omite y silencia, al analizar el juego político de forma aislada a las lógicas globales de estructuración y dominación social, son todas aquellas condiciones sociales de posibilidad (mayor o menor des-posesión de capital económico y cultural, mayor o menor grado de estigmatización o prestigio social, mayor o menor cercanía con la política legitimada, una socialización cercana o lejana al juego social específico, a su lenguaje, sus creencias, sus competencias necesarias, etc.), las cuales conforman la politización en un sentido amplio. Bourdieu nos dice: "bajo pena de naturalizar los mecanismos sociales que producen y reproducen la ruptura entre los ‘agentes políticamente activos’ y los ‘agentes políticamente pasivos’" (Bourdieu. 1982: 3). Naturalizaciones que pasan por una universalización de particularismos y una imputación a explicaciones voluntaristas e individuales lo que en realidad son conformaciones sociales. Distorsiones a considerar. En forma de cierre. Tanto las aproximaciones sociológicas más objetivistas como las más subjetivistas confluyen hacia un resultado similar (aunque producido por derroteros teóricos diferentes), esto es, la anulación u omisión de toda cuestión que haga referencia a la dominación social (insertada dentro del estudio de una forma sistemática). En nuestro caso, estas distorsiones tendrían que ver con la dificultad para dar cuenta de las condiciones sociales de posibilidad "necesarias" para que se produzca los fenómenos de politización y movilización, al igual que con los grados de proximidad respecto de las formas legitimadas de actuación política en cada momento dado. Algo que al mismo tiempo revela grados de disposiciones y competencias de los actores (disposiciones sociales que se encuentran distribuidas diferencial y desigualitariamente). Siguiendo a Claude Gautier (2012, La force du social) cabe subrayar que las teorías de la acción social suelen estar "distorsionadas", ya sea por una consideración "excesiva" la fuerza de lo social (perspectivas objetivistas), debido la cual resulta problemático encontrar un lugar dentro de la explicación reservado a la capacidad generativa de los agentes, esto es, a los efectos específicos procedentes de las posiciones concretas de dichos agentes. O bien, por el contrario, debido a una consideración de la fuerza de lo social demasiado "débil o inexistente", donde no hay espacio para otras explicaciones que las que proceden de los agentes. Apelando a las mismas razones que los agentes ha desarrollado de forma intencional para explicar y justificar sus conductas, esto es, acciones conscientes, racionales y voluntaristas (perspectivas subjetivistas). En ambos casos nos encontramos con deformaciones explicativas y se corre el riesgo de: o bien sobredimensionar las lógicas y tendencias socio-históricas del pasado y proyectarlas sobre todo el cuerpo social de forma indiferenciada, sobre todo presente específico y estructuralmente diferenciado, es decir, sobre toda posición social, o por el contrario, adolecer de un presentismo despreocupado por las génesis socio-históricas de las realidades que se estudia, obviando dar cuenta de cómo se han producido las producciones simbólicas o marcos cognitivos vigentes actuales (o la desactualización de los pasados). Dado que una de las principales debilidades de los estudios sobre los movimientos sociales quizás sea la escasa configuración de los objetos estudiados dentro de un conjunto o estructura relacional de poder, en sus análisis se tiende a priorizar aquellas mediaciones sociales que se encuentran más cercanas al objeto de estudio, a saber: repertorios de protestas, estructuras de oportunidades, identidades, etc. Pero de alguna manera, al carecer de una teorización explícita de la dinámica global (o lo que es lo mismo, de la reproducción social) y, en concreto, de las posibilidades diferenciales para cada posición social de acceder a "lo político" (en cualquiera de sus formas: de ser capaz, estar capacitado, e incluso sentirse "responsable y obligado a") se tiende a introducir de forma subrepticia o casi inconsciente la idea de que cualquiera es capaz de utilizar o de apropiarse de las herramientas simbólicas de la "cultura política". En cierto modo, esta forma simétrica de dibujar a los agentes sociales consideramos que es una de las mayores debilidades teóricas. Pues tiende a enfocar más las identidades que las relaciones de poder o dominio, y mucho más las situaciones que las estructuras de clase y las posiciones sociales específicas (con sus potencialidades concretas); posiciones dentro del espacio social que es donde se inscriben esas colectividades identitarias. Así, cualquier resquicio que puede dar pie a una visión simétrica de la realidad social ha de ser una de las primeras precauciones a considerar y evitar, si lo que se pretende es observar las condiciones sociales que posibilitan y conformar el ámbito político en términos de campo social. En efecto, en la medida en que las "formas específicas y concretas de politización" se muestran indeterminadas dentro del mundo social se está aportando una apariencia de incondicionalidad y posible inter-cambiabilidad entre posiciones sociales. Esta inclinación a observar de forma simétrica los modos y maneras de politización tiende a describir las interrelaciones en términos de "sentidos", discursos, "enmarcaciones", cosmovisiones o ideas, etc., (sin apreciar las relaciones de poder existentes). Con ello se difuminan las condiciones sociales de posibilidad precisas y necesarias para que se produzcan estos fenómenos políticos, tanto de hegemonía como de resistencia –o se produzcan de una peculiar manera-, por lo que se da paso a una universalización de particularismos, como ya se ha dicho, a una proyección de unos estilos de vida concretos y particulares sobre el resto del mundo social (mecanismo pertinente y utilizado en cualquier producción de legitimación y/o dominación social).