Agrobiotecnología. Curso 2013 Clase 9: Biocontrol de insectos Impacto de los insectos en la agricultura Transparencias 3-13 Las pérdidas provocadas por los insectos en los cultivos agrícolas pueden deberse tanto al daño producido por los adultos como por las larvas. En la transparencia 4 se muestran ejemplos de algunas especies pertenecientes a distintos órdenes de insectos de importancia agronómica: Lepidópteros, Coleópteros y Dípteros. Estos últimos pueden ser transmisores de distintos virus. Además de estos órdenes, algunas especies de homópteros (pulgones, cochinillas) y ortópteros (saltamontes, grillos) tienen también importancia para la agricultura. La lucha contra los insectos insume enormes recursos económicos. La transparencia 6 muestra los gastos realizados en insecticidas para intentar controlar los daños producidos por insectos en distintos grupos de cultivos. En 1994, estos gastos totalizaron U$S 8.110 millones a nivel mundial. A pesar de ello, los insectos produjeron en el mismo año pérdidas por un total de U$S 98.000 millones en los cultivos más importantes. Las pérdidas son aún mayores en los sistemas agrícolas menos desarrollados, en los que los insecticidas resultan inaccesibles para los productores debido a su costo (transparencia 7). Por otra parte, la utilización masiva de insecticidas es deletéreo para el medio ambiente y afecta en forma indiscriminada a los insectos blanco y a las especies benéficas. Estos factores contribuyeron al desarrollo de bioinsecticidas incorporados a las plantas mediante ingeniería genética. La transparencia 9 ilustra los principales hitos en el proceso de adopción de los insecticidas agrícolas. Los bioinsecticidas fueron utilizados desde relativamente temprano en la agricultura. Las entomotoxinas de Bacillus turigiensis vienen siendo utilizadas desde la década del 30 del siglo pasado. La introducción del DDT en los años 40 inició la época de la utilización de insecticidas de síntesis química, los que, si bien presentaron menos problemas de toxicidad que el primero, despertaron inquietud por su eventuales efectos sobre el medio ambiente. La era de los bioinsecticidas comienza a mediados de los años 80 con el desarrollo de las primeras plantas transgénicas que producen su propio insecticida. Las mismas entraron en la cadena de comercialización a mediados de los años 90 y ocupan actualmente muchos millones de hectáreas de superficie sembrada. En todos los casos, el problema de la generación de resistencia en las poblaciones de insectos blanco persiste, ya que el surgimiento de la misma responde a los mismos mecanismos básicos de selección. Como se verá más adelante, este problema debe encararse mediante métodos adecuados de manejo agronómico. La posibilidad de expresar genes insecticidas en plantas transgénicas permitió contar con herramientas muy importantes para el control de plagas que afectan a cultivos de gran importancia agronómica. En la transparencia 10 se muestran algunas de las ventajas y los problemas a tener en cuenta al usar esta tecnología. Las principales ventajas se relacionan con la disponibilidad de insecticidas de rangos más específicos, más estables en el tejido y más biodegradables y con los menores costos de producción. Las limitaciones presentan aspectos comunes con los problemas de uso de todos los insecticidas (posibilidad de generar resistencia, afectar insectos útiles, etc.) y con los problemas que implica la expresión constitutiva de la proteína para el rendimiento metabólico del cultivo. Existen en la naturaleza varias proteínas de distintos orígenes que poseen actividad insecticida. Sin duda las más utilizadas son las que derivan de B. thuringiensis. Sin embargo, se están estudiando proteínas de diversos orígenes que pueden ser candidatas para su utilización como bioinsecticidas en el futuro. La transparencia 13 enumera las principales proteínas de origen microbiano, vegetal o animal que se están utilizando con este fin. Entre las proteínas que se están ensayando se encuentran inhibidores de proteasas, de -amilasas, lectinas, etc. El grado de eficacia de estas proteínas es diverso y muchas de ellas se encuentran todavía en la etapa de exploración preliminar. Las proteínas que han sido destacadas en color serán motivo de un tratamiento más detallado en esta clase. Entomotoxinas de Bacillus thuringiensis Transparencias 14-31 B. thuringiensis es una bacteria de enorme importancia agronómica ya que es capaz de colonizar y matar a una gran variedad de insectos. Una característica importante de las toxinas producidas por esta bacteria es que tienen acción específica para distintos órdenes de insectos, lo que introduce la posibilidad de utilizarlas selectivamente contra determinadas plagas. Además, existen algunas cepas productoras de toxinas que afectan a nematodos. Estas características hicieron de esta bacteria la fuente del primer bioinsecticida eficaz para uso agronómico y una alternativa importante a los insecticidas químicos. La transparencia 15 presenta una lista de las principales subespecies de la bacteria. La transparencia 16 ilustra las distintas etapas del ciclo de vida de B. thuringiensis, incluyendo la esporulación y la formación del cristal conteniendo -endotoxinas. La célula vegetativa inicia la formación de la espora cuando el ADN comienza a localizarse a lo largo del eje mayor del bacilo (filamento axial). Luego de la replicación, una de las copias de ADN es rodeada por una membrana para formar un protoplasto que se recubre por la membrana de la célula madre. Se sintetizan luego las estructuras de la pared y la cubierta de la espora. A medida que disminuye el contenido de agua de la espora, ésta se vuelve más refringente al microscopio y más resistente al calor. Finalmente, la espora puede ser liberada por lisis de la célula madre. Todo el proceso tarda unas 6 a 7 h y en el mismo intervienen más de 50 genes diferentes. Desde el año 1961, cuando se aprobó por primera vez un bioinsecticida derivado de B. thuringiensis, se han utilizado distintas preparaciones que contienen una o más entomotoxinas (en algunos casos hasta cinco). Por lo general, las preparaciones contienen las esporas y cristales liberados luego de la lisis bacteriana y un excipiente inerte. La producción y la aplicación de estos preparados tienen costos relativamente altos. Además, en las condiciones de campo, generalmente es necesario realizar varias aplicaciones del insecticida, ya que los cristales son inestables y sensibles a la luz UV y pueden ser lavados por acción de las lluvias. Por estas razones, su uso está restringido a pequeñas superficies, como las utilizadas típicamente por la agricultura orgánica. Las transparencias 17 y 18 muestran algunas de las morfologías típicas de los cristales producidos por B. thuringiensis. Las proteínas contenidas en los cristales son tóxicas para distintos insectos, lo que ha llevado a utilizar extractos de esta bacteria como bioinsecticida. Además de las proteínas Cry, que se describirán en más detalle en otras transparencias, los cristales contienen también otras toxinas llamadas cytolisinas (toxinas Cyt). Asimismo, B. thuringiensis produce otras toxinas que actúan en forma sinérgica con las toxinas presentes en los cristales. Entre éstas podemos citar toxinas que son secretadas, hemolisinas, enterotoxinas, quitinasas y fosfolipasas. En condiciones naturales todos estos factores actuarían facilitando la muerte de la larva del insecto y el desarrollo de las bacterias en la misma (transparencia 19). Algunas cepas de B. thuringiensis producen en la fase vegetativa del crecimiento toxinas que se conocen con el nombre de Vegetative Insecticidal Proteins (VIPs; transparencia 20). Estas toxinas actúan en conjunto con las toxinas Cry y Cyt. Las VIPs no forman cristales y son secretadas. El gen de la toxina vip3A codifica una proteína de 88 kDa que se produce durante el crecimiento vegetativo y no es procesada. La toxina posee actividad contra varios lepidópteros, entre los que se cuentan Agrotis ipsilon, Spodoptera frugiperda, Spodoptera exigua y Helicoverpa zea. Cuando el insecto susceptible consume cantidades letales de la toxina Vip3A se observan síntomas de parálisis y lisis de las células del epitelio intestinal, de manera similar a la observada en las intoxicaciones producidas por proteínas Cry. La transparencia 21 muestra la estructura primaria completa (pre-proteína) de tres toxinas Cry. Las regiones grises corresponden a las secuencias que serán removidas por acción de las proteasas intestinales del insecto para dar lugar a la toxina activa. A la derecha, se observa la representación tridimensional de una toxina activa donde se destacan los tres dominios principales. El dominio I (celeste) es la región involucrada en la inserción en la membrana y en la formación de poros en las mismas. Los dominios II y III (verde y rojo) están involucrados en el reconocimiento y la unión a un receptor específico de la célula del epitelio del intestino del insecto. La transparencia 21 muestra las estructuras moleculares de distintas toxinas Cry La transparencia 22 muestra un esquema donde se compara la longitud de las secuencias aminoácidicas de distintas proteínas Cry y se señalan las regiones correspondientes a los tres dominios estructurales de la toxina. Asimismo, se muestran en diferentes colores los 5 bloques de aminoácidos conservados presentes en la mayor parte de las proteínas Cry. En la pre-proteína, antes y después de los dominios I y III existen, respectivamente, sendas regiones amino y carboxilo terminales que son procesadas por proteasas presentes en el intestino del insecto para producir la toxina activa. La región procesada amino terminal consta de unos 20-40 aminoácidos, mientras que la región carboxilo terminal es más larga y de tamaño variable. La transparencia 23 muestra la estructura de la proteína Cry tóxica para distintas familias de insectos. Las transparencia 24-26 muestra un filograma que describe la homología de secuencias a nivel de aminoácidos entre distintas proteínas Cry y Cyt. Como puede observarse, la nomenclatura empleada para nombrar las distintas proteínas tiene en cuenta el grado de homología entre las secuencias de aminoácidos. En el dendograma, las secuencias más relacionadas están conectadas por las ramificaciones más cercanas al extremo derecho del mismo. El rango primario, que establece una clasificación numérica de 1 a 58 está definido por una homología menor o igual a 45%. El rango secundario, que define la clasificación con letras mayúsculas desde la A la L está definido por homologías de hasta 78%. El rango terciario, que define la clasificación con letras minúsculas desde la a la i, está definido por homologías de hasta 95%. La transparencia 27 muestra la clasificación propuesta para las proteínas VIP, la que se basa en criterios similares a los utilizados para las proteínas Cry. Una lista actualizada de las proteínas Cry, Cyt y VIP reportadas hasta 2008 puede consultarse en la página de internet referida en estas transparencias. La transparencia 28 y 29 ilustran los principales pasos del mecanismo de acción de la -endotoxinas. El proceso implica: la solubilización de la toxina en el tracto gastrointestinal del insecto (a), el procesamiento de las secuencia N- y C-terminales por proteasas específicas presentes en el insecto (b), la unión a receptores específicos del epitelio intestinal (c) y distintos cambios conformacionales (d y e) que llevan a la formación de poros en la membrana plasmática. Estos poros son finalmente los responsables de la lisis de las células del intestino del insecto y la posterior muerte del mismo. Cada paso en este mecanismo contribuye a la actividad específica de la toxina. La transparencias 30 muestra modelos de unión a distintos receptores del tracto gastrointestinal que han sido propuestos para explicar el mecanismo de formación de los poros. La naturaleza del o los receptores de las toxinas Cry se halla en discusión, pero se ha caracterizado una proteína tipo cadherina que, al expresase en células de insecto, transforma a las mismas en susceptibles a la acción de la toxina. Asimismo, se ha involucrado a la aminopeptidasa N (APN) como posible receptor de la toxina Las toxinas Cry se unen en forma específica a las células epiteliales de los insectos blanco. El panel (A) de la transparencia 31 muestra un ensayo inmunohistoquímico realizado con anticuerpos anti-Cry sobre un corte de intestino de insecto. Como puede observarse, el anticuerpo sólo revela la región correspondiente a las microvellosidades de las células epiteliales. Los paneles (C) y (B) de la transparencia 26 muestran una microscopía de una sección transversal de intestino de un insecto alimentado con una planta transgénica que expresa la toxina y con otra que no ha sido transformada (planta control). Los efectos citotóxicos pueden observarse claramente a nivel del endotelio intestinal. El rango de insectos blanco de una determinada toxina Cry es muy estrecho. La especificidad de acción está dada por la interacción de las proteínas Cry con las proteasas y con los receptores presentes en el intestino de los insectos. Existe un considerable número de toxinas Cry con especificidad para distintos órdenes de insectos (transparencia 32), lo cual permite discriminar su uso para distintos insectos blanco. Además, esta especificidad hace que estas proteínas no tengan toxicidad sobre otros organismos. En particular, las proteínas Cry resultan inocuas para los mamíferos, incluso en su forma procesada. En principio, esta especificidad de rango representa una gran ventaja para el uso de estos bioinsecticidas. En teoría, podrían obtenerse rangos más amplios por el uso combinado de más de una proteína o mediante permutación de dominios funcionales entre distintas proteínas Cry (transparencias 33). La transparencia 34 incluye datos de una página web con información de toxicidad específica de distintos gens candidatos que se actualiza constantemente, útil para el diseño de estrategias de control. La transparencia 35 ilustra el grado de toxicidad de la toxina BtH-14 en animales de experimentación (ratones), comparada con otros insecticidas y otros compuestos químicos. La DL50 se refiere a la cantidad necesaria del químico a ser ingerida para lograr la muerte del 50% de los animales tratados. Como puede observarse la DL50 de la endotoxina de Bacillus thuringiensis es un orden de magnitud más baja que la de una aspirina, por lo cual se la considera no tóxica para mamíferos. Plantas Bt Transparencias 36-51 Las primeras construcciones genéticas conteniendo una toxina Cry se introdujeron en plantas de tabaco en 1986. La parte A de la transparencia 37 esquematiza la estructura del gen bt2, en la que se destaca la región que contiene a la toxina activa. En la parte B se muestran las distintas construcciones utilizadas en los primeros trabajos. Se utilizó el gen completo (pGS1161) y distintas versiones que contienen la región 5’ del gen. En algunas versiones (construcciones bt:neo860 y bt:neo23), el gen cry se fusionó al gen selector npt II (resistencia a kanamicina). De esta forma, las plantas que presentaran alta resistencia al antibiótico kanamicina presentarían también altos niveles de expresión de la proteína Cry. Los niveles de expresión de las plantas conteniendo las formas truncadas fueron 10 veces más altos que los de la versión completa. PTR: promotor de manopina sintetasa del plásmido pTiAc de Agrobacterium, este promotor es bifuncional (1’ y 2’) 3’ t7: señal de poliadenilación del gen 7 del plásmido pTiAc de Agrobacterium neo: gen de la neomicina fosfotransferasa II que confiere resistencia a kanamicina 3’OCS: señal de terminación de la octopina sintetasa Los primeros ensayos con toxina Cry mostraron que las plantas transgénicas conteniendo las versiones truncadas podían controlar un lepidóptero (Manduca sexta) mientras que las plantas utilizadas como control y las transformadas con el gen cry2 completo eran susceptibles al mismo. Sin embargo, los niveles de expresión alcanzados por las versiones truncas no fueron suficientes para controlar a otros insectos menos susceptibles a esta toxina. Para lograr este objetivo, fue necesario mejorar los niveles de expresión. En los experimentos que se muestran en la transparencia 38, las plantas se ensayaron entre 4 y 6 semanas luego de transferirlas al invernadero. La viabilidad y el estado de la muda de las larvas se analizaron a lo largo de 6 días. A: Porcentaje de larvas viables. B: Porcentajes de larvas viables que efectuaron la transición desde L1 al estadio larval posterior. Las plantas fueron transformadas con la fusión bt:neo860. Cuando se utilizaron genes cry no modificados, los niveles de expresión fueron muy bajos. Se utilizó entonces la secuencia del gen correspondiente a la toxina activa y los niveles de expresión aumentaron, pero no lo suficiente como para controlar a la mayoría de los insectos blanco. Los bajos niveles de expresión se debían a que el gen, al tener origen procariota, poseía un alto contenido de AT. Esto se traduce en la existencia de potenciales señales de splicing, terminación de la transcripción, señales de poliadenilación e inestabilidad del mensajero. Además, las diferencias en el uso de codones entre procariotas y plantas pueden hacer que algunos ARNts sean limitantes durante la traducción del ARNm. Cuando se modifica al gen teniendo en cuenta estos factores (“vegetalización” del gen), los niveles de expresión aumentan drásticamente. Alternativamente, se ha demostrado que los niveles de expresión pueden ser muy altos cuando el gen nativo, sin ninguna modificación, se utiliza para transformar cloroplastos. Debido al origen procariota del genoma de los plástidos, el gen cry encuentra en este caso un entorno más adecuado para su transcripción y traducción (tranparencia 39). A modo de ejemplo, la transparencia 40 resume las modificaciones realizadas en el gen Cry9Aa2 con el objeto de proceder a su “vegetalización”. En la secuencia original del gen se identificaron 13 regiones potenciales de poliadenilación (AATAAA), 2 regiones de splicing, 1 región de terminación de ARN polimerasa II, etc. Para “vegetalizar” el gen es necesario re-sintetizar distintos fragmentos del mismo y luego empalmarlos para reconstituir una secuencia traducible. Los cambios de codones afectan la secuencia del ARNm, pero no la secuencia aminoacídica de la proteína. Los cambios introducidos dieron origen a tres versiones con distinto grado de sustitución (G7, G10 y G14). El número de codones modificados en la versión más “vegetalizada” (G14) fue de 79 y el porcentaje de AT en la misma disminuyó de 63,4% a 60,2% La transparencia 41 muestra datos de ensayos realizados con plantas transgénicas obtenidas con las distintas versiones del gen cry9Aa2. La foto A muestra hojas aisladas de plantas representativas transformadas con la construcción control no transformada (278), el gen cry9Aa2 no modificado (9Aa2) y las tres versiones modificadas del gen cry9Aa2 (G7, G10 y G14, mostrando el grado de daño provocado por las larvas luego de 9 días de alimentarse con ellas). La foto B muestra una comparación entre los daños causados por la alimentación de larvas de Phthorimaea opercullela en plantas enteras transformadas con el gen no modificado (izquierda) y con la versión G14 (derecha). La foto C muestra las diferencias en el tamaño y el desarrollo de larvas de Phthorimaea opercullela recuperadas de plantas transgénicas que contienen el gen cry9Aa2 no modificado (izquierda) y la versión G14 del mismo (derecha) luego de 9 días de ingesta. Se obtuvieron líneas transgénicas de la variedad de papa Russet Burbank, conteniendo una versión “vegetalizada” del gen cry3A de Bacillus thuringiensis subsp. Tenebrionis (transparencia 42). En esta construcción, el gen está dirigido por el promotor 35S del Cauliflower mosaic virus y el gen selector es nptII. Las modificaciones realizadas en el gen permitieron aumentar los niveles de expresión unas 300 veces respecto de la versión no modificada. Estas plantas transgénicas fueron sometidas a un ensayo de resistencia a insectos. El ensayo se realizó exponiendo las plantas transgénicas y control a 50-100 neonatos de Colorado potato beetle (Leptinotarsa decemlineata). La defoliación de las plantas control fue completa en 7-10 d; los neonatos en las plantas que expresan Cry3A murieron todos dentro de las 48 h. Se realizaron ensayos de campo con 25 líneas independientes, 23 de ellas expresaban más de 0,1% de proteína Cry1A respecto de las proteínas totales. Las plantas fueron expuestas en condiciones de infestación natural y mostraron ser resistentes al insecto. La protección brindada por el gen cry fue más completa que la obtenida mediante la utilización de insecticidas convencionales. Si bien los ensayos fueron exitosos y la comercialización de la variedad transgénica se inició tanto en USA como en Canadá, los niveles de comercialización no superaron el 2% de la producción de papa. En el año 2001, la empresa Monsanto discontinuó su comercialización (tranparencias 43 y 44). Otro cultivo de gran importancia en el que se ha expresado los genes cry es el maíz. La transparencia 46 y las siguientes muestran parte de los datos reportados en el trabajo original por la empresa Novartis. En la transparencia 46 se muestran los niveles de expresión en tejido vegetal de las distintas construcciones genéticas probadas para optimizar la expresión del gen cry1Ab. Estas construcciones fueron utilizadas para transformar una variedad elite de maíz. Se obtuvieron dos eventos, llamados 171 y 176. En ambos casos, las construcciones contenían el gen selector bar que confiere resistencia al herbicida glufosinato de amonio. El evento de transformación 176 contenía dos copias del gen cry “vegetalizado” (sintético), una dirigida por el promotor de la fosfoenolpiruvato carboxilasa (PEPC), que permite la expresión en el tallo y la otra dirigida por un promotor específico de polen. De esta forma, la entomotoxina se produce en los dos tejidos (tallo y polen) utilizados por el barrenador de maíz como fuente de alimento a lo largo de su ciclo de vida. En los ensayos de campo, las plantas transgénicas de maíz fueron infestadas con un total de 2.400 larvas del barrenador por planta, a razón de 300 larvas por semana durante 8 semanas. Se midió el daño en las hojas y se utilizó una escala arbitraria de 1 a 9, donde 1 significa planta no dañada y la severidad de los daños se corresponde con valores crecientes. También se cuantificó el daño en los tallos midiendo el largo de los túneles producidos por la larva (transparencia 47). En paralelo a este desarrollo, otras compañías desarrollaron plantas de maíz con el mismo gen cry1Ab. Estos eventos son conocidos como MON810 (Monsanto) y BT11 (Novartis). El maíz Star Link (Aventis) se obtuvo con el objetivo de controlar al barrenador europeo y se utilizó para ello una versión modificada el gen cry9C. La proteína correspondiente es más estable y se degrada más lentamente en las condiciones de digestibilidad simulada. Estas características podrían asociarse con las de algunos alérgenos, por lo que las autoridades regulatorias de los EEUU aprobaron su liberación sólo para la alimentación animal. Sin embargo, granos provenientes de estas plantas entraron a la cadena de consumo humano sin que se hubiera determinado antes su inocuidad para los seres humanos. Por esta razón, la variedad Star Link fue retirada del mercado a partir del año 2000. Los estudios realizados hasta el presente no constataron que la proteína poseyera propiedades de alergeno. La transparencia 48 muestra un ensayo de campo realizado con maíz Bt en Estados Unidos. El daño producido por el barrenador (túneles) hace que los tallos de las plantas infestadas sean más frágiles. En la foto se pueden apreciar las cañas quebradas de las plantas control (no transgénicas), mientras que las plantas Bt se mantienen erectas. La transparencia 49 muestra los resultados de un ensayo de infestación realizado con larvas de la oruga del capullo de algodón (Helicoverpa zea). La planta de la izquierda es una planta control de algodón no transgénica. La planta de la derecha es una planta que expresa una versión del gen Btk de Bacillus thuringiensis, en la que no se observa daño alguno. El evento de transformación 531, introducido comercialmente por la empresa Monsanto, contiene al gen Cry1Ac dirigido por un promotor 35S del Cauliflower mosaic virus. Dicho evento se utilizó como parental para generar otras variedades Bt de algodonero transfiriendo el gen de la planta madre original a otros cultivares avanzados mediante retrocruzas. Ello ha facilitado la introducción de resistencia en variedades de algodonero que tienen una buena base agronómica y propiedades de fibra deseables, pero que son difíciles de transformar porque no responden a la regeneración in vitro. Las variedades Bt de algodonero comercializadas por la empresa Monsanto se conocen como Bollgard. Existe un nuevo evento, Bollgard II, que posee además del gen cry1Ac al gen cry2Ab. Estas plantas presentan una capacidad de control de lepidópteros más amplia (transparencia 50). La transparencia 51 muestra los resultados de un ensayo de infestación realizado con larvas de la oruga militar (Helicoverpa armígera) en plantas de crisantemo. La planta de la izquierda es transgénica y expresa una versión modificada del gen cry1C de Bacillus thuringiensis. La planta de la derecha es una planta control no transformada. Existe una gran cantidad de especies vegetales que han sido transformadas con genes cry para protegerlas del daño provocado por diversos insectos. La transparencia 52 muestra sólo algunos ejemplos seleccionados por su importancia económica o científica. Técnicas de manejo agronómico para impedir el desarrollo de resistencia en los insectos blanco Transparencias 53-61 Uno de los problemas que puede presentar el uso de plantas Bt es la aparición de insectos resistentes a la acción de las toxinas Cry. Los mecanismos por los que se podría generar dicha resistencia son muy variados. Entre los más probables, pueden surgir mutaciones en el receptor de la toxina que lo hagan no reconocible por la misma. Este tipo de mecanismos ha surgido ya para otros insecticidas y no guarda relación con el carácter transgénico de la planta, sino con la intensidad de la presión selectiva que se introduzca. Mecanismos similares operan al introducir genes de resistencia a patógenos fúngicos, bacterianos o virales. Se han propuesto distintas estrategias para retrasar la aparición de resistencia a Bt (se parte de la idea de que el surgimiento de la misma es inevitable a largo plazo). Una alternativa sería co-expresar en una misma planta dos o más genes con actividad insecticida que actúen en distintos niveles. Por ejemplo, sería interesante contar con un inhibidor de proteasas eficaz que pudiera combinarse con un gen cry. Alternativamente, la utilización de promotores inducibles, en lugar de promotores constitutivos, disminuiría la presión de selección. Finalmente, el uso de refugios espaciales o temporales, que se explica en las próximas transparencias, parece ser el enfoque más sencillo y efectivo, por lo cual se lo ha introducido en forma paralela a la comercialización de las plantas Bt en todos los países en que su uso ha cobrado envergadura. El esquema de la transparencia 56 muestra la evolución de la resistencia a un insecticida. Como puede observarse, los genes de resistencia están presentes en la población y el uso reiterado de un mismo insecticida selecciona aquellos individuos resistentes, aumentando su proporción en la misma. Se indican también algunos de los posibles mecanismos moleculares involucrados en el surgimiento de la resistencia. La combinación de cultivos que expresan altas dosis de la proteína insecticida con la adopción de refugios espaciales, es la estrategia que se está utilizando con éxito, en varios países donde se siembran cultivos Bt (transparencia 57). Esta se fundamenta en el hecho de que los cultivos Bt son capaces de controlar tanto a los insectos susceptibles (rr) como a los heterocigotos resistentes (Rr). Si surgieran insectos homocigotas resistentes (RR), los mismos podrían cruzarse con los sensibles (rr) en la zona del refugio (plantas susceptibles no transgénicas), dando origen a más insectos Rr, los que serían eliminados en el cultivo Bt. Alternativamente, si se contara con otra variedad resistente al insecto, se podrían sembrar alternadamente la variedad resistente A y en la campaña siguiente, la variedad resistente B (estrategia de alternancia de dos toxinas). Asimismo, se podrían combinar en una misma campaña ambas variedades de plantas Bt (siembra simultánea de A y B), o expresar los genes de ambas toxinas en la misma variedad (“apilamiento” de los genes A y B). Otra estrategia de utilización de refugios apela a los refugios temporales, lo que implica sembrar en una campaña cultivos Bt y en la siguiente cultivos no Bt. En teoría, esta rotación mantendría la presión selectiva lo suficientemente baja como para impedir el surgimiento de resistencia. Se han desarrollado varios modelos teóricos sobre la evolución de resistencia a las toxinas Cry en presencia y ausencia de refugios (transparencia 58). Estos modelos asumen que las plantas transgénicas expresan un alto nivel de toxina que es capaz de matar al 99,9% de los insectos susceptibles y al 99,9% de los insectos heterocigotos. Nótese que, a bajas frecuencias de alelos resistentes, la frecuencia de adaptación es mucho más baja cuando existe un refugio (en el caso descrito, la frecuencia de alelos de resistencia en la generación 0 es de 0,001). Se han desarrollado modelos predictivos similares para el caso de “apilamiento” de más de una entomotoxina Cry. Obsérvese que, luego de la aparición inicial de resistencia, la adaptación a la toxina sigue un curso exponencial. En un trabajo publicado en 1999 se reportó que las larvas de la mariposa Monarca mostraban retardos en el desarrollo y morían cuando se alimentaban de hojas de algodoncillo (Asclepias) espolvoreadas con polen de plantas de maíz transgénico del evento 176. Este trabajo produjo una considerable conmoción en los medios de información y fue utilizado en la campaña anti-OGM por distintas organizaciones, ya que esta mariposa es un emblema nacional de los Estados Unidos. Con posterioridad, se publicaron los resultados de los trabajos de otros seis grupos de investigación donde se demostró que los niveles de expresión de proteína Cry en el polen de distintas variedades comerciales de maíz Bt es muy variable (ver tabla de la transparencia 59). De acuerdo con estos trabajos, sólo el evento Bt 176 produce polen que sería tóxico para la mariposa. En la tabla también se indica la cantidad necesaria de granos de polen para producir la muerte de la mitad de las larvas (DL50). También se tomaron muestras de granos de polen dentro de un campo cultivado con maíz, en el borde del mismo, y a distintas distancias hacia afuera del sembrado, observándose un bajo número de granos de polen a distancias mayores de 4 m del cultivo. Debido a que el evento 176 no se comercializa en la actualidad, la conclusión de estos trabajos es que las plantas Bt no representan un riesgo para la mariposa Monarca. La transparencia 60 muestra una lista de los cultivos comerciales más importantes que se encuentran hoy en comercialización y de aquellos países en que son utilizados. Entre los cultivos Bt que se encuentran en la etapa de comercialización, se hallan papa, algodonero y maíz. La comercialización de la variedad de papa New Leaf fue recientemente discontinuada por la empresa Monsanto. Luego de la soja tolerante a herbicida, el maíz resistente a insectos es el segundo cultivo transgénico más importante. Como puede verse en la transparencia 61, también se comercializan variedades de algodón Bt, y de maíz y algodón transformadas simultáneamente con genes Bt genes y de tolerancia a herbicidas. Los datos de superficie sembrada que se muestran en esta transparencia corresponden al período 1996-2002 y han continuado incrementándose en los años siguientes. Otras proteínas con actividad insecticida: inhibidores de proteasas Transparencias 62-71 Además de las proteínas Cry, existen en la naturaleza varias proteínas de origen vegetal o animal que poseen actividad insecticida. Algunas de ellas están siendo estudiadas como posibles candidatas para ser utilizadas en reemplazo de, o conjuntamente con, las proteínas Cry. Entre los genes que se están ensayando se encuentran, por ejemplo, inhibidores de proteasas, de -amilasas, lectinas, etc. La transparencia 63 muestra una tabla con ejemplos de distintas plantas transgénicas que se obtuvieron utilizando diversos inhibidores de proteasas. Los inhibidores de proteasas se encuentran presentes en un variado número de plantas y están asociadas a mecanismo de resistencia a insectos en las mismas. Según las hipótesis más comúnmente aceptadas, la forma de acción de estas proteínas sería la inhibición de proteasas presentes en el sistema digestivo de los insectos, lo que impediría la normal asimilación de los alimentos. Se ha propuesto también que la presencia de los inhibidores de proteasas podría provocar una sobrexpresión de proteasas en el tracto digestivo del insecto, provocando así un descenso en la reserva de aminoácidos esenciales. Los insectos producen pérdidas millonarias en el cultivo de arroz, cultivo del cual depende una gran proporción de la población del planeta. La transparencia 64 muestra el tipo de daño producido por los barrenadores del tallo del arroz, el que se caracteriza por la aparición de espigas blancas y erectas. La coloración se debe a que el tejido de las mismas está muerto, mientras que la posición erecta de las espigas es debida al menor peso de las mismas ya que no contiene granos. Uno de los inhibidores más estudiados es el de tripsina de caupí. Un equipo de investigación chino, introdujo el gen que codifica este inhibidor (CpTi) en plantas de arroz bajo el promotor del gen de la actina de arroz (Act 1 5’) y la señal de poliadenilación del gen de la nopalina sintetasa (nos 3’). La construcción se denominó pDM402. Las plantas fueron co-transformadas con la construcción pDM307 que porta al gen bar flanqueado por el promotor 35S de CaMV y el terminador nos; este gen confiere resistencia al herbicida glufosinato de amonio y permite la selección de las plantas transformadas. La segregación de los genes en la progenie de las plantas transgénicas permite la eliminación posterior del gen selector. Los niveles de expresión del inhibidor de tripsina se muestran como porcentaje de la proteína sobre el total de proteínas solubles (TSP). Los resultados del ensayo de campo permitieron establecer un comportamiento claramente diferente entre las plantas transgénicas y las plantas control no transgénicas. En las distintas plantas transgénicas analizadas se pudo observar entre un 20 a un 80% de resistencia al barrenador (transparencia 65). Existen muchos trabajos en que se ha reportado la utilización de otros genes, distintos de los cry y de los de inhibidores de proteasas, con el fin de conseguir resistencia a insectos. Entre ellos se encuentran genes de inhibidores de -amilasa, lectinas, colesterol oxidasa, quitinasas, etc. (transparencia 66). Existe un marcado interés en el desarrollo de estrategias de resistencia alternativas a las de las plantas Bt ya que, de tener éxito alguna de ellas, podrían utilizarse para complementar el uso de estas últimas, lo que contribuiría a evitar la aparición de insectos resistentes y a lograr un manejo integrado más adecuado de control de plagas. Sin embargo, muy pocas de las plantas transgénicas obtenidas con estos genes han pasado del laboratorio a los ensayos de campo y ninguna se encuentra aún en la etapa de comercialización. El gen del inhibidor de -amilasa A1, presente en Phaseolus vulgaris, fue utilizado para obtener variedades transgénicas de arveja. Para lograr la expresión específica del gen en las semillas se utilizó el promotor y la señal de poliadenilación del gen de la fitohemaglutinina de Phaseolus. El inhibidor impide la acción de las -amilasas del sistema digestivo del insecto impidiendo que la larva del mismo pueda utilizar almidones de la semilla como fuente de energía para su desarrollo. La transparencia 66 muestra el daño ocasionado en la semilla de arveja por el desarrollo y posterior eclosión de la larva del insecto. Más recientemente, la eficacia de esta estrategia se demostró en ensayos de campo. Las plantas ensayadas resultaron ser inmunes al insecto, mientras que un 80% de los controles no transgénicos fueron infestados. Otros genes que se han utilizado para generar resistencia a insectos son los que codifican para lectinas vegetales. En la transparencia 69 se muestra el efecto obtenido sobre el desarrollo de larvas de Lacanobia olearacea alimentadas en plantas de Solanum tuberosum que expresan el gen de la Concanavalina A. Las cajas muestran los promedios y rangos de los tiempos requeridos para que las larvas alcancen los distintos estadios de desarrollo. El retraso en el desarrollo de larvas alimentadas en plantas transgénicas respecto de las alimentadas en plantas control es estadísticamente significativo. En las mismas plantas, se observó un efecto sobre la fecundidad del áfido Myzus persicae. Los puntos señalan la acumulación promedio de ninfas por áfido. Las hembras maduras se expusieron al tratamiento al día 0. En las plantas transgénicas se observa un descenso significativo en la acumulación de ninfas por áfido que se atribuyó a un descenso en la fertilidad de los adultos. Este efecto puede tener importancia agronómica porque los áfidos son los principales vectores de una gran variedad de virus vegetales. En la mayoría de las plantas transgénicas desarrolladas para introducir resistencia a insectos se ha utilizado el promotor 35S del Cauliflower mosaic virus, el que provee expresión constitutiva en casi todos los tejidos vegetales. Sin embargo, existe un enorme interés en caracterizar promotores que permitan buenos niveles de expresión en los tejidos directamente afectados por los insectos, como por ejemplo, promotores específicos de floema para el control de insectos chupadores, o bien promotores inducibles por daño mecánico. La tabla de la transparencia 71 muestra ejemplos de varios de los promotores utilizados y se describen las características de los mismos. Silenciamiento Transparencias 72 y 73 Control microbiano Transparencias 74 y 84 Control de insectos utilizando virus como Baculovirus (transparencias 75-80) y hongos entomopatógenos (81- 84)