TF 68 de 94 FE COMO PROYECTO VITAL, 1 La Biblia nos ofrece el ejemplo de dos personas extraordinarias que muestran cómo se puede avanzar, con la ayuda de Dios, en el camino de la fe: Abraham al comienzo de la historia de la Revelación y, por consiguiente, de la fe, y María, en la plenitud de los tiempos. Abraham vino a ser el “padre de todos los creyentes” (Rm 4, 11). Abraham no ve: se dirige hacia una tierra que no conoce. Sigue a Dios, tal como Él quiere y adonde Él ha determinado. La fe le lleva también a una actitud de íntimo abandono en Dios. Abraham sigue con firmeza y perseverancia las indicaciones divinas, incluso cuando Dios le manda que sacrifique a Isaac. TF 69 de 94 FE COMO PROYECTO VITAL, 2 A la plenitud de la Revelación, que se alcanza en Cristo, corresponde una plenitud en la respuesta de la fe: se da en María, la Madre del Redentor. María acoge, con plena confianza, el anuncio y la promesa que le trae el ángel Gabriel. Se abandona, como Abraham, en la omnipotencia divina. María vive constantemente disponible para realizar los planes divinos. Acompaña fielmente a Jesús durante toda su existencia terrena y hasta la cruz. Sólo a quien se siente auténticamente libre, no le molesta ser “esclava”. TF 70 de 94 FE COMO PROYECTO VITAL, 3 María, “obedeciendo, se convirtió en causa de la salvación para sí misma y para todo el género humano” (San Ireneo, Adversus haereses, III, 22, 4). Con su fiat, ha cambiado su existencia personal y la de todos nosotros. Vemos en ella que la fe es un saber intrínsecamente operativo: lleva a cambiar el mundo y, con la gracia de Dios, se muestra en obras que son auténticamente liberadoras, para uno mismo y para los demás hombres. TF 71 de 94 FE COMO PROYECTO VITAL, 4 La fe implica un “riesgo”, significa abandonar antiguas seguridades e implica un cambio radical de conducta. Este cambio es posible porque el creyente no cuenta sólo con sus propias fuerzas. Se entrega a Dios y pone toda su confianza en Él. “Entablar diálogo con Dios significa dejarse encantar y conquistar por la figura luminosa de Jesús revelador y por el amor del Padre que le ha enviado. Y en esto precisamente consiste la fe” (Juan Pablo II, Discurso, 16.10.1979). El creyente quiere conocer y amar cada vez más a Dios. San Agustín: “nos creaste, Señor, para Ti, y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en Ti”. TF 72 de 94 FE COMO PROYECTO VITAL, 5 1 “El divorcio entre la fe que se profesa y la vida cotidiana de muchos se ha de contar entre los más graves errores de nuestro tiempo” (Gaudium et spes, 43). 2 La vida de fe es una vida de amor con Cristo. Su intimidad nos lleva a su imitación. Así, el cristiano es llamado a expresar su amor a los hombres, en actos de comprensión, solidaridad y servicio abnegado. “La fe obra por la caridad” (Ga 5, 6). 3 La fe es un acto personal, pero no aislado. Hace que la persona salga de sí misma y entre en la Iglesia, que es la gran comunidad de los creyentes. El Dios Uno y Trino quiere que no sólo digamos creo, sino también creemos. TF 73 de 94 FE COMO PROYECTO VITAL, 6 Creo significa que la fe es una opción libre, responsable e intransferible de cada hombre. Creemos expresa que nadie puede creer por sí solo. El hombre no encuentra por sí mismo la Revelación de Dios, como si se tratara de un hallazgo que es resultado de su búsqueda individual, sino que la recibe en el seno de la comunidad de los creyentes. CCE 181: “Creer es un acto eclesial. La fe de la Iglesia precede, engendra, conduce y alimenta nuestra fe”. TF 74 de 94 FE COMO PROYECTO VITAL, 7 La Iglesia es Madre porque es a la Iglesia a la que debemos la vida de la gracia y es ella la que nos acoge y alimenta en la fe. Como Madre nuestra es, al mismo tiempo, maestra de la fe. De ella aprendemos el “lenguaje” cristiano, que tenemos que encarnar y vivir en nuestras propias experiencias. Éstas han de juzgarse a la luz de lo que nos han transmitido los cristianos de todos los tiempos y lugares, por lo que nos enseña la entera comunidad de los creyentes. Gracias a la fe, nos unimos a los Apóstoles, a los Padres de la Iglesia, a los misioneros y mártires y a los santos de todos los siglos. TF 75 de 94 FE COMO PROYECTO VITAL, 8 Nadie se ha dado a sí mismo la fe: cada uno la ha recibido de quienes han creído antes que él. Asimismo, nadie puede guardar la fe para sí solo. Cada uno de los cristianos es un eslabón en la gran cadena de los creyentes. Cada uno es sostenido en su fe por todos aquellos que creen juntamente con él. Un cristiano solo no es cristiano. Cada uno está necesitado de la comunidad de los creyentes, y cada uno es, a su vez, responsable de esta comunidad. TF 76 de 94 FE COMO PROYECTO VITAL, 9 Cada cristiano es llamado a ser testigo del amor y de la misericordia de Dios y a entregar su vida en servicio de los demás. Su modelo es Cristo, que nos ha revelado el misterio divino más profundo: Dios es aquel que se entrega sin reservas ni medidas, “hasta el fin” (Jn 13, 1). Nos invita a hacer lo mismo. “No hay alma que no interese a Cristo. Cada una de ellas le ha costado el precio de su sangre” (Amigos de Dios, 256). Al vivir su fe, el cristiano no sólo construye su propia existencia, sino que, al mismo tiempo, edifica la comunidad de los creyentes.