Nacimiento de san Juan Bautista

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Nacimiento de san Juan Bautista
Solemnidad
ANTÍFONA DE ENTRADA (Jn 1,6-7;Lc 1,17)
Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan; este venía para dar testimonio de
la luz y preparar para el Señor un pueblo bien dispuesto.
ORACIÓN COLECTA
Oh Dios, que suscitaste a San Juan Bautista para que preparase a Cristo el Señor un pueblo
bien dispuesto, concede a tu familia el son de la alegría espiritual y dirige la voluntad de tus
hijos por el camino de la salvación y de la paz.
PRIMERA LECTURA (Is 49,1-6)
Te hago luz de las naciones
Lectura del Libro de Isaías
Escuchadme, islas; atended, pueblos lejanos: Estaba yo en el vientre, y el Señor me llamó;
en las entrañas maternas, y pronunció mi nombre. Hizo de mi boca una espada afilada, me
escondió en la sombra de su mano; me hizo flecha bruñida, me guardó en su aljaba y me
dijo: «Tú eres mi siervo, de quien estoy orgulloso.» Mientras yo pensaba: «En vano me he
cansado, en viento y en nada he gastado mis fuerzas», en realidad mi derecho lo llevaba el
Señor, mi salario lo tenía mi Dios. Y ahora habla el Señor, que desde el vientre me formó
siervo suyo, para que le trajese a Jacob, para que le reuniese a Israel -tanto me honró el
Señor, y mi Dios fue mi fuerza-: «Es poco que seas mi siervo y restablezcas las tribus de
Jacob y conviertas a los supervivientes de Israel; te hago luz de las naciones, para que mi
salvación alcance hasta el confín de la tierra.»
SALMO RESPONSORIAL (Sal 138, 1-3. 13-14. 15)
R. Te doy gracias, porque me has escogido portentosamente.
Señor, tú me sondeas y me conoces;
me conoces cuando me siento o me levanto,
de lejos penetras mis pensamientos;
distingues mi camino y mi descanso,
todas mis sendas te son familiares. R.
Tú has creado mis entrañas,
me has tejido -en el seno materno.
Te doy gracias, porque me has escogido portentosamente,
porque son admirables tus obras;
conocías hasta el fondo de mi alma. R. No desconocías mis huesos,
cuando, en lo oculto, me iba formando,
y entretejiendo en lo profundo de la tierra. R.
SEGUNDA LECTURA (Hch 13, 22-26)
Antes de que llegara Cristo, Juan predicó
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles
En aquellos días, dijo Pablo:
-«Dios nombró rey a David, de quien hizo esta alabanza: "Encontré a David, hijo de Jesé,
hombre conforme a mi corazón, que cumplirá todos mis preceptos." Según lo prometido,
Dios sacó de su descendencia un salvador para Israel: Jesús. Antes de que llegara, Juan
predicó a todo Israel un bautismo de conversión; y, cuando estaba para acabar su vida,
decía: "Yo no soy quien pensáis; viene uno detrás de mí a quien no merezco desatarle las
sandalias."
Hermanos, descendientes de Abrahán y todos los que teméis a Dios: A vosotros se os ha
enviado este mensaje de salvación.»
ACLAMACIÓN AL EVANGELIO (Lc 1, 76)
R/. Aleluya, aleluya
A ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor a preparar sus
caminos.
R/. Aleluya, aleluya
EVANGELIO (Lc 1, 57-66. 80)
El nacimiento de Juan Bautista Juan es su nombre
+ Lectura del santo evangelio según san Lucas
A Isabel se le cumplió el tiempo del parto y dio a luz un hijo. Se enteraron sus vecinos y
parientes de que el Señor le habla hecho una gran misericordia, y la felicitaban.
A los ocho días fueron a circuncidar al niño, y lo llamaban Zacarías, como a su padre. La
madre intervino diciendo:
-«¡No! Se va a llamar Juan.»
Le replicaron:
-«Ninguno de tus parientes se llama así.»
Entonces preguntaban por señas al padre cómo quería que se llamase. Él pidió una tablilla y
escribió: «Juan es su nombre.» Todos se quedaron extrañados. Inmediatamente se le soltó
la boca y la lengua, y empezó a hablar bendiciendo a Dios. Los vecinos quedaron
sobrecogidos, y corrió la noticia por toda la montaña de Judea. Y todos los que lo oían
reflexionaban diciendo: -«¿Qué va a ser este niño?» Porque la mano del Señor estaba con
él. El niño iba creciendo, y su carácter se afianzaba; vivió en el desierto hasta que se
presentó a Israel.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Colmamos de ofrendas tu s altares, Señor, para celebrar dignamente la natividad de san
Juan Bautista; porque él proclamó que el Salvador del mundo ya estaba cerca y lo mostró,
ya presente entre los hombre
Prefacio
En verdad es justo y necesario, gracias es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y
en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor nuestro,
por Cristo nuestro Señor.
Y al celebrar hoy la gloria de Juan Bautista, precursor de tu Hijo y el mayor de los nacidos
de mujer, proclamamos tu grandeza.
Porque él saltó de alegría en el vientre de su madre, al llegar el Salvador de los hombres y
su nacimiento fue motivo de gozo para muchos.
Él fue escogido de entre los profetas para mostrar alas gentes el Cordero que quita el
pecado del mundo.
Él bautizó en el Jordán al Autor del Bautismo, y el agua viva tiene, desde entonces, poder
de salvación para los hombres. Y él le dio, por fin, su sangre como supremo testimonio por
el nombre de Cristo.
Por eso, como los ángeles te cantan en el cielo, te aclamamos nosotros en la tierra, diciendo
sin cesar: Santo, santo, santo.
ANTÍFONA DE COMUNIÓN (Lc 1,78)
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios nos visitará el Sol que nace de lo alto.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Señor, tú que has restaurado nuestras fuerzas con el banquete del Cordero celestial, haz que
tu Iglesia, llena de gozo por la natividad de san Juan Bautista, reconozca a su Redentor en
aquel cuya venida inminente anunciaba el Precursor
Lectio
Hoy la Iglesia celebra la Solemnidad del Nacimiento de San Juan Bautista. Santo muy
importante y particular que está como entrelazando el Antiguo y el Nuevo Testamento. Nos
presenta la novedad del Reino pero en continuidad con la Antigua Alianza. Otra
singularidad de este Santo es la liturgia particularmente rica, con un formulario para la
vigilia y otro para la Misa del día.
De la misma manera que el solsticio de invierno, del 25 de Diciembre, se celebra el
nacimiento de Cristo, sol que nace de lo alto, verdadera Luz del mundo; así también en el
solsticio de verano, día 24 de junio, ce celebra el nacimiento de Juan, de aquel que no era la
Luz. Por esto era necesario que la Luz creciera, y que el testigo de la Luz menguara.
Se nota que hay una perfecta correlación entre las fiestas de la Anunciación (25 de marzo),
del nacimiento de Juan Bautista (24 de junio), Y el del nacimiento del Señor (25 de
diciembre).
Contexto
Este pasaje del evangelio está ubicado entre el primer capítulo donde se anuncia del
nacimiento de Juan Bautista y el segundo capítulo del Nacimiento de Jesús y visita de los
pastores.
Juan nace de una anciana estéril; Cristo, de una joven virgen. El futuro padre de Juan no
cree el anuncio de su nacimiento y se queda mudo. Zacarías calla y pierde el habla hasta
que nace Juan, el precursor del Señor, y abre su boca. Este silencio de Zacarías significaba
que, antes de la predicación de Cristo, el sentido de las profecías estaba en cierto modo
latente, oculto, encerrado. Con el advenimiento de aquel a quien se referían estas profecías,
todo se hace claro. Si se desata su lengua es porque ha nacido aquel que es la voz; en
efecto, cuando Juan cumplía ya su misión de anunciar al Señor, le dijeron: ¿Tú quién eres?
Y él respondió: Yo soy la voz que grita en el desierto. Juan era la voz; pero el Señor era la
Palabra que en el principio ya existía. Juan era una voz transitoria, Cristo la palabra eterna
desde el principio.
El nacimiento de Juan está envuelto en alegría. Isabel se alegra, y los vecinos y parientes
«se regocijaron con ella». Es la alegría de haber nacido un niño, y de una madre que era
tenida por estéril y era además de edad avanzada. Esta alegría preanuncia la hora de la
historia de la salvación que ha sonado con este nacimiento.
Texto
El nombre Juan significa “Dios es misericordioso, Dios es compasivo”. Y esta misericordia
y compasión no solo se revela para Isabel y Zacarías sino que es para todo el mundo ya que
Juan es el anticipo del Salvador, del único Salvador, del Mediador entre Dios y los
hombres.
Querían ponerle el nombre de su padre: Zacarías. La circuncisión se llevaba a cabo al
octavo día del nacimiento. Así lo exigía la ley. Y a la circuncisión va ligada la elección y la
imposición del nombre, derecho que corresponde al padre y a la madre, aunque también los
parientes y vecinos podían tomar parte en la deliberación. Todos querían que el niño se
llamase Zacarías, como su padre; esa era la tradición. Pero siendo muy importante
conservar las tradiciones y costumbres religiosas y culturales, la cuestión decisiva es ésta:
¿Qué es lo que Dios quiere? Y no siempre es voluntad de Dios lo tradicional.
Se ha de llamar Juan. Al narrar al nacimiento, de Juan Bautista, el autor presta total
atención al nombre que se le pone al niño. Isabel, su madre, elige un nombre extraño para la
familia; Zacarías, su padre, que está mudo y aparentemente también sordo (deben hablarle
por señas), coincide con esa elección. (1,63). Esto llena de asombro todos los presentes, ya
que no fueron sus padres los que le dieron el nombre al niño, sino Dios. El ángel le había
dicho a Zacarías que el niño debía llamarse “Juan” (1,13), que en hebreo significa “el Señor
Hace misericordia”, porque este nombre indica cuál es su misión. Dios lo envía a proclamar
“un bautismo de conversión para perdón de los pecados” (3,3), Juan será un profeta que no
vendrá a amenazar con la condenación, sino a anunciar a todo Israel que Dios es
misericordioso y está dispuesto a perdonar a todos los que se arrepienten de sus pecados.
Los discípulos de Jesús, como Juan, el precursor, serán enviados a llevar esa buena noticia
a todas las naciones 24, 489; Hch 2,38; 10,14).
Y todas estas cosas se comentaban por toda la región. Del pequeño círculo de los vecinos
y parientes sale y se extiende por toda la montaña de Judea la noticia de los
acontecimientos extraordinarios.
Todos se preguntaban impresionados: ¿qué va a ser de este niño? No basta, sin embargo,
con haber experimentado y oído los hechos portadores de la salvación. Deben además
impresionar –grabarse– en el corazón. El que los percibe tiene que enfrentarse con ellos en
su interior. En el niño Juan se revela el poder, la guía y la dirección de Dios.
El cantico de Zacarías (Lc1, 67-80), tradicionalmente llamado Benedictus por su primera
palabra en la traducción latina, recoge temas de la espiritualidad de la comunidad de los
primeros cristianos todavía veían a Dios como “Dios de Israel” que los liberaba del peligro
que representaban los pueblos enemigos. Zacarías, como representante del antiguo Israel,
porque se ha cumplido los anuncios de los profetas del Antiguo testamento y los
juramentos que dios hizo a los patriarcas.
Podemos resaltar estos tres verbos, que nos ayudaran a interiorizar en nuestra vida, la
Palabra de Dios que le Iglesia nos ofrece en este domingo: Admiración, meditación y
alabanza,.
Admiración: Invadió el temor a todos los vecino y en la montaña de Judea, se comentaban
todas estas cosas (Lc 1, 65).
Meditación: “todos los que los oían las grababan en su corazón: pues que será de este
niño?. Porque en efecto la mano del Señor estaba con él” (Lc 1,66).
Alabanza: “Y al punto se abrió la boca y la lengua, y hablaban bendiciendo a Dios”. ( Lc
1,64).
Concluyendo, vemos en el Evangelio de Lucas como un pequeño niño es capaz de cambiar
indiscutiblemente la vida de los adultos. La natividad de un niño, es como sucedió a
Zacarías, debe ser la ocasión de dar espacio a lo nuevo, sanando nuestra falta de esperanza
y acogiendo la radical novedad del Dios de la vida que cada día está dispuesto a
apasionarnos por su reino.
La gente le decía a Juan dinos quién eres. Y el respondió: Yo soy la Voz del que clama en el
desierto. Juan era la voz; pero el Señor era la Palabra que existía ya al comienzo de las
cosas. Juan era una voz pasajera, Cristo la Palabra eterna desde el Principio.
Oración
Dios todo poderoso, que suscitaste a san Juan Bautista, para que le preparara a Cristo un
pueblo bien dispuesto, concede a tu pueblo el don de la alegría espiritual y guíanos por el
camino de la salvación y de la paz.
Apéndice
Comentario por: San Agustín (354-430), obispo de Hipona (África del Norte) y doctor
de la Iglesia
Sermón 289, 3º para la Natividad de san Juan Bautista
«Es necesario que Él crezca y yo disminuya» (Jn 3,30)
El mayor de los hombres fue enviado para dar testimonio al que era más que un hombre.
En efecto, cuando aquel que es “el mayor de entre los hijos de mujer» (Mt 11,11) dijo: “Yo
no soy Cristo” (Jn 1,20) y se humilla ante Cristo, debemos entender que hay en Cristo más
que un hombre… «de su plenitud todos hemos recibido” (Jn 1,16). ¿Qué es decir, “todos
nosotros”? Es decir que los patriarcas, los profetas y los santos apóstoles, los que
precedieron a la Encarnación o que han sido enviados después por el Verbo encarnado,
«todos hemos recibido de su plenitud». Nosotros somos vasos, Él es la fuente. Por lo
tanto…, Juan es un hombre, Cristo es Dios: es necesario que el hombre se humille, para
que Dios sea exaltado.
Para que el hombre aprenda a humillarse, Juan nació el día a partir del cual los días
comienzan a disminuir; para mostrarnos que Dios debe ser exaltado, Jesucristo nació el
día en que los días comienzan a crecer. Aquí hay una enseñanza profundamente misteriosa.
Celebramos la natividad de Juan como la de Cristo, porque esta natividad está llena de
misterio. ¿De qué misterio? Del misterio de nuestra grandeza. Disminuyamos nosotros
mismos, para crecer en Dios; humillémonos en nuestra bajeza, para ser exaltados en su
grandeza.
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